Para Ariet, que hoy visita Galicia procedente de Tenerife y Alicante, “lo verdaderamente esencial del legado del Che es que sirve de instrumento y de herramienta para confrontar a un poder que cada vez es más despiadado y al que sólo se puede vencer desde la unidad”.
Desde esta perspectiva, la coordinadora científica del centro Che Guevara afirmó, en Las Palmas, que “la única alternativa para los países subdesarrollados es lograr un desarrollo armónico que haga que éstos no desaparezcan”.En torno a este tema, y basándose siempre en los escritos del líder revolucionario, Ariet se refirió a la necesidad de profundizar en los elementos que provocan el atraso de los pueblos y el aumento de su dependencia del exterior, porque frente a ellos “no valen cambios paliativos, ni cambios en las superestructuras, sino una transformación radical de la distribución del trabajo y la riqueza”.
Así, en una lectura absolutamente actual de los textos de Ernesto Guevara, la socióloga cubana citó el discurso de Punta del Este, “en el que el Che dijo, en 1961, que había que tener claro dónde estaba el poder de las ganancias de las empresas extranjeras, relacionándolo con la bajada de los precios de las materias primas y, también, con la de los salarios de los trabajadores”.
La total validez de este discurso hace que “tengamos el deber histórico de penetrar en la esencia del pensamiento del Che y, sobre todo, tener en cuenta sus advertencias”.
Ataque a la cultura
En palabras de María del Carmen Ariet, hoy parece claro que la guerra cultural es uno de los pilares de la depredación imperialista. Según ella, “nos están enlatando una cultura sin conocimiento real de lo que nos es propio y que, por lo tanto, nos hace perder la identidad”. La quiebra social y la debilidad que son inherentes a este proceso y que “el Che ya supo ver en 1961” dan una idea de la gravedad de “lo que está pasando con la cultura global, donde el conocimiento de lo general, que debe enraizarse en la asunción de lo particular, ya no tiene esa cimentación”.
Precisamente por eso, añadió, “si sólo repetimos al Che, no lo respetamos; hay que destacar el valor de crear al ser humano. De lo que se trata, en definitiva, es de tener la capacidad de organizarnos para percibir esa necesidad”.
En este sentido “procesos revolucionarios como el de Cuba han de enfrentarse con una valentía política, que cuesta mucho, porque deben confrontar al poder del imperialismo, que es inmenso y dispone de todos los medios para manipular la realidad”.
Por último, al repasar los ejes que el Che consideraba fundamentales para consolidar la liberación de los pueblos, Ariet señaló una ecuación: “al poder político, cuando se obtiene, siempre hay que sumarle la independencia económica. Esa independencia, que ya Martí había resaltado, es lo más importante, pero es una batalla, es un tiempo largo y costoso, pero sólo así los pueblos pueden lograr su auténtica soberanía. Luego tiene que venir la cultura política, que es clave para los pueblos porque sin ella no hay conciencia y, sin esa conciencia, el imperialismo se hace más fuerte”.