Para los estudiosos de la cultura han pasado por tanto los días de las miradas folcloristas, según el investigador argentino Néstor García Canclini “la aproximación folclórica conserva utilidad para conocer hechos que en las sociedades contemporáneas guardan algunos de esos rasgos. Pero si queremos alcanzar una visión amplia de lo popular es preciso situarlo en las condiciones industriales de producción, circulación y consumo bajo las cuales se organiza en nuestros días la cultura.”

 

Muchos de los debates que en la actualidad tienen el tema cultural como centro, giran en torno a la “contradicción” entre el concepto tradicional de cultura, entendido como arte de elite y la que se ha dado en denominar cultura de masas; pero para el teórico español Jesús Martín Barbero “La cultura masiva no se identifica ni puede ser reducida a lo que pasa en o por los medios masivos, no es solo un conjunto de objetos, sino 'un principio de comprensión' de unos nuevos modelos de comportamiento, es decir un modelo cultural”.

 

Por esta razón apenas se han cerrado las cortinas del V Congreso Cultura y Desarrollo y se impone ya un recuento de los sucesos de un evento nacido en 1999 como un foro a favor de la multiplicidad cultural y un espacio de reflexión sobre el papel de las artes en la sociedad.

En esta recién finalizada edición, la defensa de la diversidad cultural sirvió como eje central del debate, que incluyó además el análisis del funcionamiento de las industrias culturales y las alternativas ante estas, los efectos de los cambios tecnológicos, las vías de la comercialización de los productos y servicios culturales y el intercambio de experiencias, ideas y proyectos, que apunten a la creatividad humana.
 
En la inauguración de la cita, Rafael Bernal, viceministro cubano de Cultura y presidente del comité organizador del evento expresó: “Nos convoca un tema crucial y de mucha urgencia: la defensa de la diversidad cultural ante un intencionadamente deslumbrante y enajenador modelo colonizador que busca armar un rebaño dócil y acrítico”.

 

Las intervenciones de los delegados en los días posteriores apuntaban en la misma línea de pensamiento, pues en relación con este tema Héctor Díaz Polanco, antropólogo y sociólogo dominicano opinó: “Estamos asistiendo al momento más alto en cuanto a manipulación de la diversidad a escala global. Las grandes corporaciones se han vuelto “defensoras” de ella. (…) Ese factor les permite potenciar los negocios. Es un gran peligro porque la diversidad en vez de ser un elemento liberador y de reconocimiento de la pluralidad se convierte en medio para promover el pensamiento único, el mundo único desde el punto de vista sociocultural, los patrones homogenizadores. Es decir, se trata de un disfraz utilizado por un afán de ganancia. Tenemos que entender esta dinámica y denunciarla.
 
(…) Uno de los elementos fundamentales que necesitamos desarrollar es una perspectiva que incluya la construcción de comunidad como la respuesta más importante a las actuales tendencias hegemónicas. Lo que caracteriza al neoliberalismo globalizador es básicamente su intento de individualizar la sociedad y destruir los sistemas comunitarios (incluso las comunidades en un sentido más amplio, nacional), reestructurar las identidades, sin base comunitaria. Ese es el proyecto neoliberal y nosotros debemos responder con el fortalecimiento de las comunidades, crear otra vez el sentido de pertenencia a ellas y darle un contenido emancipador.”  

 

En este encuentro sostenido en el Palacio de las Convenciones entre el 10 y el 14 de junio de este año 2007, participaron más de 700 delegados de 65 países de América Latina, Europa, Asia, África y Oceanía, así como de organismos internacionales. Entre las personalidades que integraron el Congreso se destacan el filósofo italiano Gianni Vattimo, uno de los principales autores del posmodernismo y actualmente catedrático de Filosofía en Turín (Italia), James Cockroft, uno de los intelectuales críticos más importantes de EE.UU., el pensador argentino Adolfo Colombres y su coterráneo, el destacado pianista e intelectual Miguel Ángel Estrella.

 

El Congreso abrigó también la Muestra de Imagen Comunitaria (IMACOM) 2007, la cual evocó la obra del cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea y convocó a un concurso de fotografía y video que proponía un acercamiento a cineastas, videastas y fotógrafos desde una perspectiva diferente a la que practican los circuitos comerciales de distribución y exhibición.
Además, se efectuaron el Encuentro Internacional de Patrimonio Cultural, Contexto y Conservación; el foro en torno a las bibliotecas del Sur, el segundo Encuentro de Observatorios de Desarrollo Cultural y la tercera mesa Redonda Internacional del movimiento Culture.mondo.

Culture.mondo, que inició sus discusiones con un diálogo sobre los Portales Culturales en América Latina y el Caribe, articula una vía de coordinación e intercambio que agrupa, desde 2005, a directivos y expertos de Europa, Norteamérica, Asia, América Latina y Oceanía.
 
Por otra parte, coincidiendo con la etapa cubana de la Primera Muestra Itinerante de Cine del Caribe, el Congreso acogió un foro especializado para debatir estrategias para la colaboración e integración en el cine y el audiovisual de la región.

El evento sirvió de espacio propicio para la exposición en esos días de diversas tendencias artísticas de nuestros pueblos; tal es el caso de la presentación la danza de La Tumba Francesa en la gala inaugural, la Sinfonía Ecológica Brasileña de la Orquesta Sinfónica de Campina, que actuó junto al grupo ACABA, la cantante Tetệ Espíndola, la Academia de Ballet Juliana Omati y el grupo de danza Nau de Ícaros; y la presentación del Ballet Nacional de Cuba.
 

El mejor resumen de las aspiraciones y propósitos del V Congreso de Cultura y Desarrollo se encuentra en un planteamiento del intelectual franco-canadiense Hervé Fischer, también delegado del evento: “Confrontados a una conciencia fragmentada, desarrollamos una lógica de vínculos (hipervínculos) lineales o en arabesco, para crear sentido y diálogos. Lo hacemos hasta el punto de afirmar una solidaridad virtual entre todos los seres humanos. Exigimos la instauración de una conciencia universal, aquella de una ética planetaria, capaz de reconocer que todos los hombres tienen los mismos derechos fundamentales ―esos derechos tantas veces afirmados en las Declaraciones Universales de Derechos Humanos y tantas veces menoscabados: los derechos a la seguridad física y material, al agua potable y a la comida, a un techo, a una educación, a la salud publica, a la libertad de pensamiento y de expresión. Esta ética planetaria es una ética de la solidaridad. Se trata de un valor universal, pero en nombre de la ideología tradicional del imperialismo universal, hemos de hecho olvidado, o incluso retrasado y combatido, un derecho fundamental más: el derecho a la diferencia. Hoy tenemos que luchar por este último derecho, afirmarlo y agregarlo a las listas de nuestros derechos fundamentales.”