Resumen de las conversaciones sostenidas por el Presidente cubano con periodistas suecos que lo acompañaron a recorrer los escenarios de los sucesos del 26 de julio de 1953.
Periodista: ¿...la estrategia del Moncada era tomar ese campamento para armar luego al pueblo y seguir una guerra?


Fidel: Nosotros pensábamos ocupar las armas del campamento en Santiago de Cuba , hacer un llamamiento a la huelga general de todo el pueblo, partiendo de la situación de descontento y de odio hacia Batista y utilizar las estaciones de radio para un llamamiento a la huelga general. Si no se lograba la paralización del país el objetivo nuestro era después ir hacia las montañas para librar una guerra irregular en las montañas.

Periodista: ¿...de dónde partieron los vehículos que fueron a atacar el Cuartel?

Fidel: Desde aquí...(la granjita Siboney) Esta casa sirvió primero para concentrar las armas, y por último, para concentrar el personal. Esta carretera sale a una avenida, la avenida al Cuartel, y tácticamente era el mejor lugar para esa operación. Aquí se disimulaba esto con el pretexto de que se estaba fundando un granja avícola en este lugar (en las afueras de Santiago de Cuba).

Periodista: Pero aquí no se hizo ningún entrenamiento, solo la concentración...

Fidel: Aquí no se podía hacer entrenamiento porque era muy arriesgado; el entrenamiento lo hicimos en La Habana... Llegamos a entrenar más de mil hombres... Aquí concentramos al personal que iba a atacar el Moncada. Ciento treinta y cinco hombres se reunieron aquí en la madrugada del día 26 de julio, mientras otro grupo estaba en la zona de Bayamo. Porque militarmente nosotros pensábamos tomar el Moncada y Bayamo (el cuartel), para tener una vanguardia organizada en la dirección principal de contraataque posible de Batista.

Periodista: ¿...Aquí se montaron en los carros y en los autos que fueron?

Fidel: Por ahí hay un pozo donde guardamos las armas, porque las armas nuestras las conseguimos en las armerías, eran armas de caza... El grueso de nuestras armas eran de este tipo de escopeta, calibre 12, calibre 16 y fusiles de 22 milímetros. La única arma de guerra es un fusil M-1 que se utilizaba de entrenamiento en la Universidad (de La Habana).

Otro hecho:... Todos nuestros uniformes eran uniformes del Ejército, que los habíamos adquirido a través de un compañero nuestro que estaba en el Ejército de Batista...

El elemento sorpresa era el factor decisivo de la operación... Al Ejército de Batista íbamos a tomarle la segunda fortaleza militar del país, que tenía más de mil hombres. Y se habría podido tomar. Aún hoy pienso que el plan no era un mal plan; era un buen plan.

Periodista: El problema fue el desvío de la otra fuerza.

Fidel: El problema fundamental es que con motivo de los carnavales, que nosotros habíamos planificado nuestra acción durante el carnaval, para poder movilizar más fácilmente a nuestras fuerzas, en esos días precisamente ellos redoblaron la guardia y establecieron una posta cosaca alrededor del Regimiento...Y lo que complicó la situación definitivamente fue el choque con la guardia cosaca alrededor del cuartel y por la calle principal por donde íbamos nosotros. Y origina un combate fuera del cuartel. De lo contrario, nosotros habríamos podido tomar el cuartel perfectamente bien.

Periodista: ¿Cuántos carros eran en total?

Fidel: Primero salieron los carros que iban a tomar el Hospital Civil, eran tres. Después, los carros que iban a tomar la Audiencia, eran dos... treinta y cinco hombres. Y después conmigo iban los carros que iban a tomar el Cuartel, que eran alrededor de catorce carros... Yo llevaba alrededor de noventa hombres...(Fidel y los periodistas arriban al Cuartel Moncada, donde prosigue el relato)

Entonces le voy a decir dónde se produce la crisis; se produce aquí. ¿Por qué? Porque la posta cosaca venía en esta dirección hacia acá y nos la encontramos aquí; pero un carro había pasado delante de nosotros, que es el que tenía que desarmar la posta, y el carro llegó-llevaba cien metros delante de nosotros-y desarmó la posta. Pero la posta cosaca vio pasar el primer carro y se quedó mirando; y cuando vio que el carro desarmó a la posta allí, se puso en guardia, alerta...

El resultado fue que el combate se empieza a desarrollar fuera del cuartel, y el combate tenía que desarrollarse dentro del cuartel.

Periodista: Entonces se movilizó el cuartel.

Fidel: Se movilizó el Regimiento y organizó la defensa. Eso fue lo que impide...Porque realmente la posta cosaca era una cosa nueva, que la habían puesto con motivo de los carnavales. El plan realmente...Allí tenía que empezar cuando nos franqueara la posta. Pero resulta el encuentro con la posta cosaca...

Yo creo que si hubiéramos seguido, sin hacerle caso a la posta los otros carros, habríamos tomado el cuartel. Fue el más grave. Si no llega a ocurrir el incidente de la posta cosaca, nosotros tomamos el Cuartel, porque la sorpresa era total. Era un buen plan. Y si fuera necesario hacer un plan ahora, con la experiencia que ya tenemos, haríamos un plan más o menos igual. El plan era bueno.
 


Los jóvenes que asaltaron el Moncada

Trataron de tomar el cielo por sorpresa

Fragmentos del artículo de Raúl Castro Ruz, publicado en julio de 1961, en ocasión del VIII aniversario del 26 de Julio. -Hace ocho años, Cuba entera fue conmovida por una noticia que la prensa censurada y vendida publicó tan solo a medias y tergiversada: la noticia del asalto al cuartel Moncada, la fortaleza militar de la provincia oriental.

Lo que la mayoría de la gente supo entonces, aquel 26 de julio de 1953, fue que un grupo numeroso de jóvenes, capitaneados por Fidel Castro, se había lanzado a una audaz operación militar para adueñarse del cuartel Moncada, que había habido fuerte lucha, que más de 80 jóvenes, una vez prisioneros, habían sido asesinados y que otros, en los días siguientes, habían sido apresados y encarcelados.

El 26 de julio de 1953 abrió una nueva fase en la historia de Cuba: la fase de la acción armada como método principal de lucha contra la tiranía batistiana y contra el dominio semicolonial extranjero sobre nuestro país.

Fidel, que en el juicio fue su propio defensor y acusador implacable de la tiranía y del régimen económico-social existente en Cuba, expuso, en el discurso ante el tribunal, conocido con el nombre La historia me absolverá, las razones que movieron aquel asalto heroico que se convirtió en sangrienta inmolación y los fines políticos que se proponían alcanzar y desarrollar.

Aquel no era el asalto a una fortaleza para alcanzar el poder con la acción de un centenar de hombres: era el primer paso de un grupo decidido para armar al pueblo de Cuba e iniciar la Revolución.

No era un putsch que tuviera el propósito de buscar un triunfo fácil sin masas; era una acción de sorpresa para desarmar al enemigo y armar al pueblo, a fin de emprender con éste la acción revolucionaria armada.

No era una acción para quitar simplemente a Batista y sus cómplices del poder; era el inicio de una acción para transformar todo el régimen político y económico-social de Cuba y acabar con la opresión extranjera, con la miseria, con el desempleo, con la insalubridad y la incultura que pesaban sobre la patria y el pueblo.

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Estábamos de acuerdo, y teníamos conciencia de que era necesario para destruir la tiranía, poner en marcha un movimiento de masas; pero con los antecedentes expuestos, ¿ cómo lograrlo?  Por aquellos tiempos Fidel decía: “Hace falta echar a andar un motor pequeño que ayude a arrancar el motor grande”.

El motor pequeño era una acción inicial con aquellos jóvenes que, marchando casi militarmente, lo seguían aquel 28 de enero de 1953 y que, unas veces, en pequeños grupos introducidos en la universidad y, otras, en pequeñas fincas propiedad de campesinos amigos en el interior de la provincia de La Habana, habían ido recibiendo instrucción militar elemental, con manejo de armas y  algunas prácticas de tiro.

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Ya Fidel lo tenía decidido: el motor pequeño sería la toma de la fortaleza del Moncada, la más alejada de la capital, la que, una vez en nuestras manos, echaría a andar el motor grande, que sería el pueblo combatiendo, con las armas que capturaríamos, por las leyes y medidas, o sea, el programa que proclamaríamos. Solo había una parte débil del plan: si fallábamos en la toma del cuartel, todo se vendría abajo. Una cosa dependía de la otra, el motor grande del pequeño; pero era una posibilidad, y detrás de ella nos lanzamos.

Se escogió el 26 de julio, domingo de Santa Ana, porque, como es sabido, durante esa fecha se encuentran en su mayor auge y desenvolvimiento los carnavales de Santiago de Cuba. Con tal motivo, miles de cubanos de otras partes del país, incluidos numerosos turistas de La Habana o santiagueros que, sencillamente, acuden a su ciudad natal para divertirse durante una semana en las tradicionales fiestas populares, lo que haría pasar totalmente inadvertidos a los hombres que se trasladarían desde La Habana hasta Santiago de Cuba como unos turistas más, de la misma forma que facilitaría, con el exceso de pasajeros y equipaje, el traslado de las armas.

Había transcurrido más de un año desde que Fidel inició su tarea de ir aunando en un movimiento, hasta entonces sin nombre y conocido solo por “El Movimiento”, a los mejores de los jóvenes ortodoxos que pudieron tener contacto con él.

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El ataque al Moncada falló y el motor pequeño en ese momento no pudo echar a andar al grande. No pudimos vencer la entrada, y fueron prolongándose los años de lucha, que resultaron de vital importancia para forjar bajo el fuego a la nueva generación, de donde surgirían probados y valiosos cuadros.

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Para llegar a nuestros días, fueron de vital importancia los resultados históricos de aquel fracasado ataque al cuartel Moncada:

En primer lugar, inició un período de lucha armada que no terminó hasta la derrota de la tiranía.

En segundo lugar, creó una nueva dirección y una nueva organización que repudiaban el quietismo y el reformismo, que eran combatientes y decididas, y que en el propio juicio levantaban un programa con las más importantes demandas de la transformación económico-social y política exigida por la situación de Cuba y que, como consecuencia, rechazaban el plattismo de los viejos dirigentes que fueron dejados atrás, perdiendo influencia entre las masas.

Como una muestra concreta de tal pérdida, apareció en la sección “Cabalgata política”, de la revista Bohemia, de fecha 4 de diciembre de 1955, lo siguiente: “Fidel Castro resulta un competidor demasiado peligroso para ciertos jefes de la oposición que durante estos tres años y medio no han acertado a tomar una postura correcta ante la situación cubana. Esos jefes lo saben muy bien. Se sienten ya desalojados por el volumen que va alcanzando el fidelismo en la batalla antimarcista...

“La reacción lógica de los políticos de la oposición ante este hecho evidente debiera ser enfrentar una acción política resuelta a la acción revolucionaria del fidelismo.”

En tercer lugar, destacó a Fidel Castro, como el dirigente y organizador de la lucha armada y de la acción política radical del pueblo de Cuba.

Y en cuarto lugar, sirvió de antecedente y experiencia para la organización de la expedición del Granma y la acción guerrillera de la Sierra Maestra.

Fidel no se eleva a la dirección nacional de Cuaba solo porque demostrara valor y arrrojo, firmeza y decisión en la organización del asalto al cuartel Moncada, sino porque expuso, junto a eso, el programa de la patria, el programa del pueblo. Y no solo expuso ese programa, sino que demostró la voluntad de realizarlo, y enseñó el camino para conquistarlo.

Si Carlos Marx expresó que los comuneros de París estaban “...prestos a asaltar el cielo...” del ataque al Moncada por varias docenas de jóvenes armados con escopetas de matar pájaros, alguien debiera decir que “trataron de tomar el cielo por sorpresa”.

 

Por qué Martí autor intelectual del Moncada

Marta Rojas. - Granma- Bastaría una sola frase de Fidel Castro en los días del Moncada, pronunciada por él enfáticamente en el alegato de autodefensa de los hechos del 26 de julio de 1953, conocido como La Historia me absolverá, para respondernos la pregunta de por qué el Jefe de la Revolución dijo que José Martí era el único autor intelectual del asalto al Moncada.

La frase a la cual hago referencia es aquella que dice: "Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos".

Fue porque Fidel y sus compañeros integrantes de la generación del centenario habían bebido en la fuente del pensamiento de José Martí, conocían sus textos y se afiliaron a las concepciones de su apostolado independentista, que pudieron ver más lejos que los demás de su época, y no solo ver, sino actuar en forma consecuente, frente a la situación provocada por el golpe militar del 10 de marzo, antecedida de un período de corrupción política y administrativa de los gobiernos anteriores a la asonada militar conocida como madrugonazo por ampararse en la oscuridad de la noche para darle el tiro de gracia al régimen institucional del presidente Carlos Prío Socarrás.

Quienquiera que lea La Historia me absolverá y antes el interrogatorio de los jueces a Fidel, durante el juicio, observará cuántas veces está mencionado Martí, el Maestro, el Apóstol, no como un recurso oratorio sino conceptualmente a modo de ejemplo sobre el papel que desempeñó su doctrina en la formación del pensamiento revolucionario de los que en su nombre limpiaron el honor de la patria.

Dice Fidel en su alegato: "Para dar a entender que estaba resuelto a luchar solo contra tanta bajeza, añadí a mi escrito aquel pensamiento del Maestro: Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército". Hoy podríamos decir que la resistencia de la Revolución por su justeza, frente a un mundo unipolar, podrá más que ese poder absoluto que nos yugula.

No hay otra razón para pensar el porqué se le prohibieron a Fidel en la cárcel de Boniato los libros de José Martí. De ello él dice: "Parece que la censura de la prisión los consideró demasiado subversivos".

La entrega en bien de la nación, el sacrificio de intereses personales propios de la juventud e incluso el sacrificio de sus vidas en los heroicos combatientes del Moncada y Bayamo; y la postura enhiesta de los sobrevivientes que supieron, además de defender las ideas por las cuales lucharon, denunciar los crímenes cometidos con otros compañeros en su presencia o de los cuales tuvieron conocimiento en Santiago de Cuba en los días del Moncada, tiene respuesta en el pensamiento martiano de: "...el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber, y ese es el mismo hombre práctico cuyo sueño de hoy será la ley de mañana".

Otros ejemplos de Martí pondría Fidel en su pronunciamiento y en un punto de su exposición dirá: "Que hable por mí el Apóstol". Es que el Apóstol había dejado sentado que "los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra" y no se les puede defraudar.

En aquellos días se celebraba el centenario del nacimiento de José Martí y la República acababa de cumplir solo 50 años. Las fechas habían sido humilladas por el golpe militar que llevaba al poder a hombres desacreditados e incluso a connotados asesinos; de más está decir que sus autores respondían totalmente a los intereses antinacionales, eran hechura o materia dúctil de la embajada norteamericana porque ni Washington tenía que mover un dedo para hacer cumplir su voluntad. La generación del centenario reivindicaría la memoria del Apóstol en primer lugar, desde el mismo 28 de enero de 1953.

Fue muy fácil para la Dirección del Movimiento nuclear sus huestes, porque al igual que cada uno de los que la integraron hasta el más modesto y menos letrado de aquellos jóvenes vivía orgulloso de la historia de la Patria. Fidel lo expuso claramente en el juicio: "Vivimos orgullosos de la historia de nuestra Patria; la aprendimos en la escuela y hemos crecido oyendo hablar de libertad, de justicia, y de derechos. Se nos enseñó a venerar desde temprano el ejemplo glorioso de nuestros héroes y de nuestros mártires, Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez y Martí, fueron los primeros nombres que se grabaron en nuestro cerebro; se nos enseñó que el Titán había dicho que la libertad no se mendiga sino se conquista con el filo del machete", expresó el joven Fidel Castro en nombre propio y de sus compañeros.

Algunas veces me han preguntado qué me parecieron esos jóvenes que vi por primera vez en la Sala del Pleno de la Audiencia de Santiago de Cuba cuando se inició el juicio del Moncada y mi respuesta no se ha hecho esperar: "Creí que estaba viendo a los mambises". Y es que la enseñanza de la historia caló muy hondo en generaciones de cubanos y siempre que cala tiene frutos.

Fidel les dijo a quienes lo juzgaban en respuesta al hecho de haber tomado las armas para hacer una Cuba mejor: "Se nos enseñó a querer y defender la hermosa bandera de la estrella solitaria y a cantar todas las tardes un himno cuyos versos dicen que vivir en cadenas es vivir en oprobios y afrentas sumidos y que morir por la patria es vivir". Por eso vivirán siempre en el corazón y en las obras que una Cuba diferente ha hecho en su nombre, aquellos jóvenes de la generación del centenario que abonan la tierra que quisieron para siempre libre y soberana, ellos cayeron por ese pueblo que Martí quería cuando dijo: "El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de sus sentimientos".

(Publicado en Granma 22/7/92)
 
  
El Moncada: una visión desde lejos
Arnaldo Silva León -  Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana.- El presente trabajo tiene la pretensión de ofrecer a los interesados en el tema – aunque sea de modo breve – las apreciaciones que sobre los sucesos del 26 de Julio de 1953, tuvieron un grupo de importantes figuras de la vida política cubana de aquel momento, la mayor parte de ellas vinculadas a la dictadura de Fulgencio Batista. Desde lejos se refiere a una lejanía en el espacio y en el tiempo. Se trata de lo que sobre aquellos sucesos escribieron desde el exilio y algunos años después del triunfo de la Revolución. Son juicios que entrañan nostalgia, frustración; pero ello no es óbice para que algunos sean objetivos y tengan un indiscutible interés para el estudio de aquellos acontecimientos. Son comprensiones sobre el 26 de Julio de 1953, cuando ya no existían los compromisos que obligaban – como en aquel entonces, a silenciar opiniones críticas o en el peor de los casos sumarse a las campañas de mentiras y calumnias contra los revolucionarios .

El 26 de Julio de 1953 fue la respuesta – según palabras de Fidel – al 10 de marzo de 1952. Luego hay un hilo conductor entre un suceso y otro. El 10 de marzo fue la respuesta del imperialismo y la reacción interna al caos, la inestabilidad política prevaleciente y el temor del ascenso al poder de un gobierno progresista, comprometido con las grandes masas populares. El 26 de Julio fue, en cambio, la respuesta del pueblo ante la situación creada por el 10 de Marzo y la búsqueda de un camino que le permitiera erradicar los males económicos y sociales que padecía.

Casi dos años antes, el 5 de agosto de 1951, ocurría un hecho desconcertante, el suicidio del líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos): Eduardo Chibás. Ese día, en su alocución radial por el circuito CMQ Radio, el máximo dirigente ortodoxo concluía su intervención con estas patéticas palabras:

"Compañeros de la ortodoxia, adelante. Por la independencia económica, la libertad política y la justicia social. A barrer a los ladrones del Gobierno. Pueblo de Cuba, levántate y anda. Pueblo de Cuba despierta. Este es mi último aldabonazo."1

Con su suicidio Chibás creyó que levantaría al pueblo, que lo echaría a andar, que estremecería su conciencia. No se percató el líder ortodoxo que su grave error allanaría el camino a Batista en sus planes golpistas.

A diferencia de ello el 26 de Julio se concebía en la mente del joven revolucionario Fidel Castro, como el verdadero aldabonazo que requería el pueblo para levantarse y andar. Como el motor pequeño que echase a andar el motor grande, según sus palabras.

Veinte años después de aquellos hechos, Fidel recordaba los encendidos versos de Rubén Martínez Villena.

Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones,
para vengar los muertos que padecen ultraje,
para limpiar la costra tenaz del coloniaje,
para no hacer inútil, en humillante suerte,
el esfuerzo y el hambre, y la herida y la muerte,
para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí,
para que nuestros hijos no mendigan de hinojos
la Patria que los padres nos ganaron de pie.

Desde aquí te decimos Rubén: ¡El 26 de Julio fue la carga que tú pedías!2

El Moncada, según las palabras de Raúl Castro en su trabajo "El VIII Aniversario del 26 de Julio" significó:

"En primer lugar, inició un período de lucha armada que no terminó hasta la derrota de la tiranía".

"En segundo lugar, creó una nueva dirección y una nueva organización que repudiaban el quietismo y el reformismo...."

"En tercer lugar, destacó a Fidel Castro como el dirigente y el organizador de la lucha armada y de la acción política radical del pueblo de Cuba".

"En cuarto lugar, sirvió de antecedente y experiencia para la organización de la expedición del Granma y la acción guerrillera de la Sierra Maestra"3

El Moncada fue un medio, no un fin, fue un punto de partida no de llegada. Un revés militar, pero una victoria política. La continuidad gloriosa del 10 de Octubre de 1868 y el 24 de Febrero de 1895.

A mediados de 1960, apareció publicado en México el libro de Fulgencio Batista: Respuesta. Veamos que nos dice allí sobre los acontecimientos del 26 de Julio de 1953.

"Al amparo de los estatutos constitucionales en vigor, el país estaba en paz, la opinión pública respaldaba al gobierno y el pueblo en completo disfrute de sus libertades. La población entera de Santiago de Cuba se entregaba confiada a las diversiones de los carnavales de julio de 1953. Y en ese estado de tranquilidad y regocijo el día 26 de julio por la madrugada fue atacado por sorpresa el distrito militar, donde se encontraba la guarnición y la jefatura de la provincia de Oriente, por un grupo de agitadores, al que se le ocupó documentos y libros comunistas. Se inició el ataque con el asesinato de varios enfermos en la clínica hospital aledaña al campamento, de algunos centinelas y numerosos soldados que dormían en sus cuarteles. Al establecerse la lucha ocurrieron bajas entre los atacantes y los soldados" 4

Seis años después de aquellos hechos, Batista seguía repitiendo las numerosas mentiras que dijo el 27 de julio de 1953, a pesar de que tales calumnias habían sido desmentidas por Fidel y los propios tribunales y era de conocimiento de la opinión pública. En la Historia me Absolverá, Fidel nos dice:

"Todo el mundo tenía instrucciones muy precisas de ser, ante todo, humano en la lucha...... Se hicieron desde los primeros momentos numerosos prisioneros, cerca de veinte en firme. Estos prisioneros declararon ante el tribunal..... que se les trató con absoluto respeto.... Sobre este aspecto sí tengo que agradecerle algo, de corazón, al señor fiscal; que en el juicio celebrado a mis compañeros al hacer su informe, tuvo la justicia de reconocer como un hecho indudable, el alto espíritu de caballerosidad que mantuvimos en la lucha" 5

Pero lo más importante con respecto a Batista y el 26 de Julio, nos lo ofrece Gonzalo Güel, último Ministro de Relaciones Exteriores del régimen, en su libro "Memorias". El último capítulo está dedicado a narrar sus últimos contactos con Batista en su exilio de Isla Madera. Allí nos dice:

"Mi última visita se produjo en vísperas de su repentina muerte. En esa ocasión me acompañó mi esposa y Martica, el único de sus hijos que mantenía una buena relación afectiva con él y lo visitaba con frecuencia. Por esas cosas del destino, era el 26 de julio de 1973. Ese día mi esposa cumplía años y cuando nos dispusimos a almorzar a Martica se le ocurrió decir que había que hacer un brindis por la fecha. No se me ocurrió pensar que Batista tuviera en su mente los sucesos de aquel 26 de Julio de 1953. Enfureció, se dirigió a Martica en forma airada, lo cual no era costumbre con ella, a la cual adoraba. Ni me recuerdes ese día. Debimos haber acabado con Fidel Castro en esa ocasión y le hubiéramos ahorrado a Cuba miles de muertos. Fuimos unos ingenuos, unos tontos. Tú sabes lo que es haberlo indultado a dos años de una condena a 15. Todos nos quedamos perplejos. Mi esposa rápidamente lo interrumpió y le dijo: General, Martica se ha referido a que hoy es mi cumpleaños y eso es lo que ella propuso celebrar, no lo que usted pensó. Dios nos libre de semejante cosa. Días más tarde, Batista moría, de modo repentino y regresaba yo, por última vez a Madera, a despedir a un viejo amigo". 6

En 1965 se editaba en Miami la obra de Emeterio Santovenia y Raúl Shelton "Cuba y su Historia" en 4 voluminosos tomos. La parte referida al asalto al cuartel Moncada es breve y contentiva de errores históricos y juicios desacertados como podremos ver.

"El plan de ataque al cuartel Moncada estuvo mal coordinado y peor ejecutado. El día 26 de julio, por la madrugada, un grupo de jóvenes lidereados por Fidel Castro y su hermano Raúl, atacaron por sorpresa el distrito militar de Santiago de Cuba. El ataque descabellado, que causó la muerte a más de 69 de los jóvenes atacantes tenía un solo objetivo: colocar a Fidel Castro en la posición más destacada en la lucha contra el régimen de Batista. La fecha se convirtió en un emblema: M.26. de Julio en letras rojas sobre un fondo negro buscando obtener un poder místico como el que había obtenido la suástica del Partido NAZI en la Alemania de Hitler.

"...... Fidel Castro fue encarcelado, sometido a juicio y condenado a 15 años de prisión. En este juicio emitió un voto particular el Magistrado Manuel Urrutia Lleó. Castro ante los magistrados que lo juzgaron pronunció un alegato, que después circuló bajo el título "La Historia me Absolverá" que por curiosa coincidencia terminaba con las mismas palabras que el discurso pronunciado por Hitler bajo idénticas circunstancias". 7

Con respecto a la afirmación de que el ataque al Moncada estuvo mal coordinado y peor ejecutado, veamos lo que dice Fidel en La Historia me Absolverá:

"Es necesario que me detenga a considerar los hechos. Se dijo por el gobierno que el ataque fue realizado con tanta precisión y perfección que evidenciaba la presencia de expertos militares en la elaboración del plan. Nada más absurdo, el plan fue trazado por un grupo de jóvenes ninguno de los cuales tenía experiencia militar..." 8

Con respecto al voto particular de Manuel Urrutia, se equivocan Santovenia y Shelton. Dicho voto se produjo en el juicio seguido a los participantes en el alzamiento del 30 de Noviembre en la Ciudad de Santiago de Cuba en el año 1956 y a un pequeño grupo de expedicionarios del Granma detenidos y que no fueron asesinados. Manuel Urrutia no tuvo nada que ver con el juicio a los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

En relación con la frase con que Fidel termina su defensa, "Condenadme, no importa, la historia me absolverá", y que los autores consideran curiosa coincidencia con la de Hitler en el juicio que se le siguió en 1923 por su intento de golpe de estado, es necesario tener en cuenta que el discurso de Hitler, en esa ocasión, no existe de manera escrita y las alusiones a él son las que éste menciona en su conocida obra "Mi Lucha" en la que no aparece una frase semejante. Los historiadores que aluden este asunto, mencionan una frase parecida; pero no exactamente igual a la del líder revolucionario cubano.

En 1970 se publicó en Miami el libro "Historia del Partido Comunista de Cuba", de los autores Jorge García Montes y Antonio Alonso Avila. El primero y autor principal de la obra fue uno de los más cercanos colaboradores de Batista, desempeñándose como Primer Ministro del gobierno entre el 24 de febrero de 1955 y enero de 1957, veamos lo que se afirma sobre el 26 de Julio de 1953:

"El 26 de julio asombró al gobierno. No atinaba a explicarse cómo había sido organizado. A la hora de fijar responsabilidades, no podía creer que aquellos hechos fueran la obra de un joven desconocido. Por eso acusó al expresidente Carlos Prío de ser el organizador, desde el extranjero, puesto de acuerdo con Millo Ochoa, Fidel Castro, Juan Marinello y Blas Roca. La versión gubernamental presentaba, así, a toda la oposición en contubernio con los comunistas". 9

La acusación a Prío, a los ortodoxos y al Partido Socialista Popular perseguía confundir a la opinión pública y restar valor a la acción de aquellos jóvenes. En las investigaciones realizadas se comprobó hasta la saciedad que ni Prío, ni Millo Ochoa , ni los comunistas tuvieron nada que ver en aquellos hechos y algunos de ellos que habían sido detenidos fueron puestos en libertad.

En 1971 Phillip Bonsal, último embajador norteamericano en Cuba, publicó el libro "Cuba, Castro y los Estados Unidos". La introducción del libro está dedicada a examinar el período 1952-1958. Allí se lee:

"Cuando se produjo el asalto al cuartel Moncada, el gobierno perdió toda cordura y raciocinio. Se había obtenido una victoria sobre los atacantes; sin embargo se actuó con el espíritu de odio y venganza propio de los derrotados y humillados. El cúmulo de mentiras dichas por el propio Batista y su Estado Mayor del Ejército rebasaban el marco de lo creible. Cómo hacerle creer a la opinión pública que Prío había dado un millón de pesos para aquella acción, que había hecho causa común con los comunistas; que los hombres de Castro habían asesinado a enfermos en el hospital; que había extranjeros entre los atacantes, llegándose a afirmar por el Mayor Río Chaviano, jefe del cuartel atacado, que había, al parecer, coreanos entre los fidelistas. Daba la impresión que el gobierno no se tomaba en serio aquellos dramáticos suceso. Pero el error más grave fueron los crímenes cometidos contra numerosos combatientes que fueron presentados después como muertos en combate. Qué necesidad había de algo semejante. Para ocultar la verdad el gobierno acudió a la censura de prensa; pero aún así la verdad no pudo ser ocultada, se conoció y el gobierno hizo el ridículo. Batista perdió la guerra contra Fidel Castro no el primero de enero de 1959; sino el 26 de Julio de 1953". 10

En 1971 aparecía publicado en Miami el libro de Eduardo Suárez Rivas: Los días iguales: El autor había sido un clásico politiquero. Ministro durante los gobiernos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, se había marchado a Estados Unidos al triunfo mismo de la Revolución. Sin embargo, en el libro hay muchos juicios objetivos. Con respecto al 26 de Julio nos dice:

"Es evidente que la rebeldía contra el régimen de Batista marca un hito histórico con el ataque al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. Es un hecho generacional y revolucionario que trae a la lucha cívica fermentos distintos"

"Su hondura no fue nunca debidamente calibrada. Lo cierto es que el ciclo de la restauración institucional fue suplantado por el ciclo revolucionario. Su vigencia coactiva después del desembarco del Granma, es incuestionable en nuestro acontecer histórico"

"Al producirse el asalto al Moncada, como un hecho nuevo desligado de las rectorías políticas y con una visión distinta del panorama cubano, entraba en escena la generación de 1953"

"Para actualizarla, para que no hubiera dudas de su proyección generacional, Fidel Castro, aunque militante del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), en su defensa argumentó sobre el retorno a la legitimidad; pero también habló de cambios sociales, sin ninguna conexión con el Partido en que figuró de candidato. A su salida de la prisión, creó el "Movimiento 26 de Julio", en recordación del asalto. Se arguyó por algunos equivocados que constituía el aparato militar del PPC como lo había sido la OA (Organización Auténtica) del PRC. Es falso el argumento. Ni siquiera el nombre de la ortodoxia, en función secundaria, se utilizó para nominarlo. Su estrategia y su manejo estuvieron supeditados a las órdenes de Fidel Castro". 11

En 1969 Carlos Márquez Sterling, daba a conocer en Estados Unidos su obra Historia de Cuba: desde Cristóbal Colón a Fidel Castro. La celebridad del autor le dio, de manera inmediata, notoriedad al libro que rápidamente devino texto para los estudiantes cubanos en escuelas norteamericanas, sobre todo en Miami. El libro no pasa de ser un panfleto de una mediocridad que no se corresponde con el indudable talento del autor. ¿Qué nos dice sobre el 26 de julio?

"El 26 de julio de 1953, cuando el doctor Zaydin, en la vista de la inconstitucionalidad, hacía filigranas ante los magistrados del Supremo para convencerlos de la ilegitimidad del 10 de marzo, Fidel Castro, en compañía de unos noventa jóvenes ortodoxos, auténticos y comunistas, dirigió un domingo de carnaval, el asalto al cuartel Moncada, de Santiago de Cuba, del que era jefe el coronel Ríos Chaviano , cuñado del General Tabernilla"

"los hechos han demostrado que lo que se estimó al principio como una coincidencia con los comunistas ha sido más tarde una demostración absoluta del por qué de su presencia. No fue una casualidad que Castro, entendido con los rojos, organizara aquella agresión el día en que Blas Roca cumplía años y festejaba su nacimiento. Por esta razón, y por haber informado la policía que los comunistas estaban implicados, fueron procesados varios miembros del partido, entre ellos Lázaro Peña y Joaquín Ordoqui"

Un mes antes, uno de los edecanes del presidente Batista, coronel Silito Tabernilla, informó que el SIM (Servicio de Inteligencia Militar) había ocupado documentos en los que se demostraba que existía una conspiración comunista y que de acuerdo con el plan titulado El País XXVI, Cuba estaba señalada para caer bajo el dominio de la Unión Soviética". 12

Márquez Sterling recurre a los mismos argumentos de Batista sobre la supuesta vinculación de Fidel Castro con los auténticos y los comunistas para el asalto al Moncada, cuya falsedad se probó judicialmente en el propio año 1953. Sobre el supuesto o real informe acerca de la conspiración comunista que se cernía sobre Cuba y la asociación de Fidel con los comunistas – cosa que se demostró que nunca hubo – es algo tan insensato y endeble que desdice mucho del autor, sobre todo si se tiene en cuenta que lo del informe fue tomado de un libro tan poco serio y confiable como el libro "Las cadenas vienen de lejos" de Alberto Baeza.

Uno de los libros de figuras del régimen que más nos descubre la vida íntima de Batista es El Gran Culpable de José Suárez Núñez, editado en Venezuela en el año 1963. El autor fue secretario de prensa del dictador, director de una revista propiedad del gobierno y funcionario enlace entre éste y los directores y propietarios de periódicos. ¿ Qué nos dice sobre aquellos hechos ¿

"Transcurrían plácidamente los primeros seis meses de 1953. El general Batista asistiría el 13 de julio a la ciudad de Santiago de Cuba para entregar una donación a la Asociación de Veteranos de esa ciudad".

"Todo estaba acordado cuando una semana antes, muy de madrugada, el brigadier Rafael Salas Cañizares, llegó al Palacio Presidencial, trayendo consigo un voluminoso expediente ...... Los informes procedían de la Universidad de la Habana que ya comenzaba a mostrar su rebeldía e inconformidad. Sectores auténticos, ortodoxos y comunistas planeaban un atentado. Era para liquidar físicamente a Batista en ocasión de su viaje a Santiago de Cuba...."

Batista, ante los informes, suspendió el viaje. No fue el 13 de julio a Oriente como se esperaba y así se frustró un nuevo atentado. Fidel Castro, según los informes policíacos, de esa fecha no perdió el tiempo y comenzó a organizar el asalto al cuartel Moncada, que era el segundo aspecto del plan, después de consumada la muerte de Batista". 13

Llama la atención que este informe llegara a manos de Batista a través del jefe de la Policía Nacional y no mediante el servicio de Inteligencia Militar. Todo parece indicar que dicho informe fue elaborado por José María Salas Cañizares, jefe de la Policía de Santiago de Cuba, hermano de Rafael, pasando por alto al jefe militar de la provincia Coronel Alberto Del Río Chaviano, con el cual ambos hermanos tenían fuertes rivalidades. Tales planes no existieron nunca por parte de los grupos involucrados por la dictadura. En "La Historia me Absolverá", Fidel nos dice, en clara referencia al supuesto atentado:

"Las cosas que afirmó el dictador desde el polígono del campamento de Columbia serían dignas de risa si no estuviesen tan empapadas de sangre. Dijo que los atacantes eran un grupo de mercenarios entre los cuales había numerosos extranjeros; dijo que la parte principal del plan era un atentado contra él – él, siempre él – como si los hombres que atacaron el baluarte del Moncada no hubieran podido matarlo a él y a veinte como él, de haber estado conforme con semejantes métodos....." 14

En otro momento del libro nos dice Suárez Núñez:

".....El presidente Batista no podía entender o no quería entender, las señales de los nuevos tiempos, y se negaba a admitir la posibilidad de que aquel chiquillo impetuoso al que doblaba la edad exactamente pudiera disputarle el poder". -15

En el Informe Central al Primer Congreso del Partido, Fidel Castro señala:

"El Asalto al Cuartel Moncada no significó el triunfo de la Revolución en ese instante; pero señaló el camino y trazó un programa de liberación nacional que abriría a nuestra Patria las puertas al Socialismo".

"Sin el Moncada no habría existido el Granma, la lucha de la Sierra Maestra y la victoria extraordinaria del Primero de Enero de 1959". 16

Hemos ofrecido al lector, en apretada síntesis las visiones lejanas, en el espacio y en el tiempo, que sobre los sucesos del 26 de Julio, tuvieron algunas figuras relevantes de la dictadura y de la política al uso en aquellos tiempos que para suerte de los cubanos quedaron sepultadas para siempre aquel primero de enero de 1959, sin posibilidad alguna de resurrección.

 

 

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Colectivo de autores: Moncada: antecedentes y preparativos. Editado por la Dirección Política de las FAR, La Habana, 1972, p.27.
Fidel castro Ruz: Discurso del 26 de julio de1973. Editora Plítica, La Habana 1980, p. 287
Raúl castro Ruz: VIII Aniversario del 26 de Julio. En selección de discursos y artículos, Tomo I, Editora Política, La Habana, 1988, pp.72 y 73.
Fulgencio Batista: "Respuesta". Editorial Manuel León Sánchez, México, 1960, p. 28
Fidel castro Ruz: "La Historia me absolverá", editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 37.
Gonzalo Güel,: "Memorias", editado por Américas Publishing Company, Miami, Florida, 1978, pp. 346, y 347.
Emeterio Santovenia y Raúl Shelton: "Cuba y su historia, editorial Cuba Corporation Inc. Miami, Florida U.S.A. 1966 T. III, pp. 187 y 188.
Fidel Castro Ruz: "La Historia me absolverá", edit. Citada, pp. 33 y 34.
Jorge García Montes: "Historia del Partido Comunista de Cuba", ediciones Universal, P.O. Box 353, Miami, Florida, 1970, p. 454.
Phillip Bonsal: "Cuba, Castro and the United States", University of Pittburgh Prees, 1971, p. 17.
Eduardo Suárez Rivas: "Los días iguales", Graphic Producctions Co. Miami, Florida, 1974 pp. 173 y 174.
Carlos Márquez Sterling: "Historia de Cuba: desde Cristóbal Colón a Fidel Castro". Las Américas Publishing Company, New York.
José Suárez Núñez: "El gran culpable", Caracas 1963, pp. 13 y 14.
Fidel castro Ruz: "La Historia me absolverá", edición citada, p. 95
José Suárez Núñez: "El gran culpable", edición citada, p.13.
Fidel castro Ruz: Informe Central al Primer Congreso del Partido. Editado por el DOR del Comité Central del PCC, La Habana, 1975, p. 27.
 

Publicado en noviembre/2003

Cuba y la epopeya del Moncada

Prensa Latina.- Un sueño de escuelas, de fábricas, viviendas, trabajo y salud para todos y de tierras útiles al campesino pobre animó la epopeya de fuego y sangre del 26 de julio de 1953 en desagravio de José Martí.
Amanecía por encima de las montañas orientales -las más altas del archipiélago cubano-- cuando una hilera de automóviles partió de la Granjita Siboney, en las cercanías de Santiago de Cuba, hacia el Cuartel Moncada.

La ciudad dormía después de una noche de carnaval; las calles desiertas debían ser cómplices. Ante los muros de la entonces segunda fortaleza del país, acudieron contra todo pronóstico grupos de jóvenes, sin experiencia militar conocida, con el fin de asaltar su arsenal y armar a nuevos combatientes revolucionarios.

El Moncada disponía de cuatro ametralladoras Browning (dos calibre 50 y dos, 30), 865 fusiles New-Springfield calibre 30, 10 fusiles-ametralladoras Thompson calibre 45, 471 revólveres Colt calibre 45, 500 bayonetas para fusiles N-S calibre 30, una pistola S.A. Colt calibre 45 y dos pistolas S.A. Star calibre 45. Además, de abundante parque para cada tipo de arma.

Allí acampaban el Regimiento No. 1 del Ejército y el Escuadrón 18 de la Guardia Rural, en conjunto 402 hombres

En el comienzo de aquella gesta se proponían poner en pie de guerra la antigua provincia de Oriente, escenario de pasadas grandes luchas por la independencia patria. Para ello previeron la toma también del Cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, nudo de importantes comunicaciones en la región.

La tradición patriótica y las condiciones de explotación y miseria de la población en el oriente de Cuba, tanto rural como urbana, en particular las áreas montañosas, constituían las potencialidades de combatientes revolucionarios.

En ellos pensaron los integrantes del Movimiento --luego llamado Movimiento 26 de Julio--, que juraron no dejar morir a Martí en el año de su centenario, parte de los cuales dieron su vida cerca de su tumba, asesinados en los calabozos del Moncada y en las proximidades de la ciudad.

Los asaltantes estudiaron cada detalle y confiaban en el factor sorpresa, vestidos con uniformes de sargentos, similares al Ejército. Pensaban tomar la fortaleza con el mínimo de combate posible y de inmediato convocar a los santiagueros por la radio a sumarse a la insurrección, y promulgar las primeras cinco leyes revolucionarias.

Estimaban era el momento preciso y el lugar adecuado para revelarse contra la segunda dictadura militar de Fulgencio Batista, quien había usurpado el poder el 10 de marzo de 1952, a menos de tres meses de celebrarse las próximas elecciones presidenciales.

Batista, un sargento ascendido a coronel, se convirtió en el hombre fuerte de Estados Unidos en La Habana, en 1934, con el abortamiento de la revolución de 1933, y aún la población recordaba su sangrienta tiranía.

Sin posibilidad de ganar las elecciones del 1 de junio de 1952, en tercer lugar de las preferencias con sólo el 14,21 por ciento, el ya general urdió su conspiración entre las filas del Ejército y los antiguos oficiales sacados del cuerpo después que abandonó el poder en 1944.

El presidente derrocado, Carlos Prío Socarrás, y los partidos tradicionales no respondieron a las demandas de enfrentar el golpe hechas por estudiantes, obreros y otros sectores de la sociedad.

Por medios legales intentó en vano el abogado Fidel Castro, con sólo 25 años de edad, llevar a los tribunales a quienes violaron la Constitución de la República, eliminaron el juego democrático-representativo y establecieron un régimen represivo.

Después aglutinó a decenas de cubanos, mayormente jóvenes, deseosos de derrocar al tirano y cambiar la situación de miseria y atraso que vivía Cuba.

La primera manifestación pública de los futuros moncadistas ocurrió en la marcha de las antorchas, de la juventud universitaria y obrera de la capital, la víspera del 28 de enero de 1953, centenario del nacimiento de Martí.

Entre los participantes se destacaron bloques de jóvenes, organizados y marciales, que coreaban Revolución, a los que se denominó la Generación del Centenario en evocación a Martí, el héroe de la independencia cubana.

Más de mil recibieron entrenamiento, a veces "armados" con palos, en el propio recinto universitario, en fincas de las provincias occidentales y prácticas de tiro deportivo en sitios públicos. Siempre hubo más potenciales combatientes que armas.

De ellos, la Dirección del Movimiento citó a poco más de un centenar que viajó en secreto a Santiago y Bayamo para iniciar la lucha; aquellos más disciplinados y de mejor puntería con las armas disponibles, que desencadenarían una nueva situación revolucionaria en Cuba.

Eran obreros, empleados, campesinos, trabajadores con oficios múltiples o desempleados, tres contadores profesiones y media docena de estudiantes, y un solo militar, el soldado sanitario Florentino Fernández, que compró parte de los uniformes a otros miembros del Ejército.

Sólo cuatro de los moncadistas eran graduados universitarios -los abogados Fidel Castro y Melba Hernández, el médico Mario Muñoz y el dentista Pedro Celestino Aguilera, el conspirador clave en Palma Soriano que de triunfar la acción de Bayamo, debía apoyarla con más de 70 jóvenes de la zona.

Todos tenían en común su admiración por Martí y muchos habían seguido los ideales de independencia económica, libertad política y justicia social del desaparecido líder ortodoxo Eduardo Chibás (1907-1951), quien encabezó una amplia campaña popular con el lema "verg enza contra dinero".

Desde el punto de vista de las fuerzas armadas profesionales, resultaba increíble asaltar un cuartel como el Moncada sólo con rifles calibre 22, escopetas calibre 12, pistolas 38 y 45, un M-1 y una vieja ametralladora, adquiridas con unos cinco mil pesos, colectados centavo a centavo.

El plan militar de los asaltantes, mantenido en secreto hasta el último momento, tenía por fundamento dotar al nuevo ejército revolucionario con las armas del enemigo como hizo en su momento el Ejército Libertador y se llenaron de gloria los mayores generales Máximo Gómez y Antonio Maceo.

Desde antes del Moncada Fidel Castro era un estudioso de la historia nacional y, en particular, de las campañas militares de los mambises.

Si la acción no logró su primer objetivo de actuar como detonante de una insurrección, al fallar el factor sorpresa, la misma idea básica demostró su validez con la expedición del yate Granma y el nacimiento del Ejército Rebelde a finales de 1956.

Más de 80 mil militares profesionales fueron derrotados en 25 meses de guerra, triunfó la causa revolucionaria y pasó al olvido aquella teoría pesimista de que en Cuba se podía hacer una Revolución con el ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército.

 

El 26 de julio, día especial para Cuba

Ángel Rodríguez Álvarez - AIN.- Desde 1953 el 26 de julio se convirtió, con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, en una fecha de especial significación para los cubanos, quienes la han celebrado de muy diferentes maneras en estos 54 años.

En los días del primer aniversario de la gesta, los moncadistas, como fueron rápidamente identificados por la población, convertían el encierro en tiempo fecundo, dedicado a la obligada preparación ideológica y cultural para enfrentar la lucha futura.

Arduo era el trabajo de reconstrucción, impresión y distribución del alegato de autodefensa de Fidel, La Historia me Absolverá, devenido en imprescindible documento programático de las batallas por venir. El segundo año tampoco fue de reposo.

La presión popular había impuesto a la tiranía la amnistía de los jóvenes de la Generación del Centenario, quienes de inmediato dieron vida orgánica al movimiento. Para la fecha Fidel, Raúl y otros han marchado a México para organizar el regreso y reiniciar la lucha armada.

En julio de 1956 la actividad de Fidel y los futuros expedicionarios es intensa y en medio del acoso constante de los agentes de Batista y de mercenarios mexicanos a su servicio, y las limitaciones materiales como constante, aceleran el entrenamiento y el acopio de recursos, con la decisión de cumplir la sentencia formulada por el líder revolucionario: "En el 56 o seremos libres o seremos mártires." Por estos días el movimiento clandestino crece, se articula y no da tregua a la tiranía.

Frank País desde Santiago de Cuba, Celia Sánchez en Manzanillo, y en todo el país una pléyade de intrépidos combatientes clandestinos crean condiciones para apoyar el anunciado desembarco y llevar el combate a planos superiores.

El cuarto aniversario no puede ser más alentador. En la Sierra Maestra el Ejército Rebelde se consolida y demuestra sus crecientes posibilidades combativas. En los llanos y ciudades los combatientes mantienen en vilo a las fuerzas represivas y responden con golpes contundentes los asesinatos y la barbarie del régimen.

Ejemplo elocuente de la pujanza y unidad alcanzada por las fuerzas revolucionarias es la impresionante demostración ofrecida por las masas durante el sepelio de Frank País, asesinado cuatro días después de la histórica efeméride.

Al completarse el primer lustro de la acción armada del 26 de julio, el movimiento revolucionario se había adueñado de la iniciativa estratégica.

El Frente número Uno "José Martí", en el corazón de la Sierra Maestra, el Segundo Frente "Frank País", en la zona norte del macizo montañoso oriental; el Tercer Frente "Mario Muñoz", a las puertas de Santiago de Cuba, y el Cuarto Frente "Simón Bolívar", en los llanos holguineros, conforman una poderosa fuerza que hizo fracasar la campaña enemiga de verano y se dispone a lanzar su ofensiva general.

En la región central igualmente se incrementan las acciones coordinadas del Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular, los cuales unas semanas después del aniversario recibirán a las columnas invasoras comandadas por Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.

Para el 26 de julio de 1958 el avance rebelde es incontenible, y tal como vaticinó Fidel Castro el 18 de diciembre dos años antes, tras el histórico encuentro en Cinco Palmas, los días de la tiranía estaban contados.

Sería el último aniversario celebrado en combate frontal contra la opresión. Corre 1959, la Patria ha sido liberada y la Reforma Agraria y otras medidas de beneficio popular corroboran el imperio de la justicia, mientras asoman el proceso de profundas transformaciones socio-económicas anticipado en La Historia me Absolverá.

Pero el "parto" no resulta sencillo. Washington ataca por todos los flancos y mueve con impaciencia a las fuerzas políticas e intereses económicos enemigos de cualquier cambio que ponga fin al sistema de explotación y dependencia imperante hasta el enero victorioso de 1959.

Este sexto aniversario tendrá, por diversas razones, una significación muy especial: ser el primero después del triunfo popular; la presencia en La Habana de decenas de miles de campesinos llegados de todo el país y albergados por los capitalinos en sus viviendas, como gesto inequívoco de unidad e identidad nacionales.

Marca la celebración, la decisión de Fidel de retomar el cargo de Primer Ministro, al cual había renunciado semanas antes, como una forma singular de enfrentar las maniobras de elementos conservadores y pro imperialistas insertados en el Gobierno Revolucionario, para retrasar y moderar las transformaciones sociales en curso.

El anuncio del Líder resultó la apoteosis. Desde la tribuna, situada en lo alto de la Biblioteca Nacional, la gorra de Fidel, confundida en el aire con decenas de típicos sombreros de yarey, y en medio del sonido inconfundible de miles de machetes chocando entrecruzados y la interminable algarabía de un millón de cubanos, cerraron un capítulo y abrieron otro que resultaría trascendente para la nación.

Después han seguido 48 aniversarios más que, como este del 2007, el pueblo dedica a recordar a los héroes, hacer un recuento crítico del camino transitado y trazar nuevas metas para conquistar el futuro.


 

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