Juventud Rebelde - Randol Peresalas.- Desde bien temprano en la tarde de este viernes, el Prado habanero se fue llenando de personas de todas las edades. El proyecto Lecturas en el Prado, auspiciado por la Unión de Jóvenes Comunistas y el Instituto Cubano del Libro, fue tomando cuerpo en decenas de quioscos, minúsculos cafés literarios y peñas de todo tipo a lo largo de la popular arteria capitalina.

Desde la Fuente de La India hasta el Malecón, multitudes enteras se pasearon y se concentraron en los abarrotados puntos de venta. La idea era, y he ahí su valor, conectar el espíritu de la cultura con sus más agradecidos consumidores.


Modestas carpas, repletas de sillas para los menos pacientes, atrajeron a aquellos que luego de adquirir uno o varios títulos, y de calmar la sed gracias a una eficiente red gastronómica, se sentían dispuestos a presenciar el lanzamiento de novelas, ensayos, revistas o simplemente la emotiva charla de reconocidos poetas.

Ningún rincón de la avenida fue desaprovechado. Los amplios portalones sirvieron para ubicar anaqueles con libros perseguidos desde la última feria en La Cabaña, cafeterías con nombres de obras literarias, y la senda principal del paseo se reservó, además, para el ya mencionado y siempre atractivo encuentro entre lectores y autores.

Dos grandes perímetros abrían o cerraban, según la dirección del caminante, el jubileo de ayer en el Prado: la explanada de La Punta y las áreas exteriores del Capitolio. Desde el primero salieron coches con niños disfrazados de personajes infantiles, luego de disfrutar con un gracioso festival de papalotes; desde el segundo, se dio nuevamente el fenómeno de las simultáneas de ajedrez que tanto ha calado en el gusto de grandes y pequeños.

La música ya venía haciendo lo suyo desde el mediodía. No pocas tarimas levantadas para la ocasión, se disputaban desde entonces al público mediante una mezcla sabrosa de boleros de El Benny, canciones de Liuba María Hevia y los vitales ritmos bailables. En la noche, un gran concierto de Robertico Carcassés y el grupo Interactivo se encargaría de cerrar la jornada frente al Parque Central.

Iniciativas tales como el obsequio de postales con imágenes de La Habana Vieja; la inauguración de un mural pictórico en honor a Alejo Carpentier, con la participación también de niños que dibujaron a su antojo en plena calle; y la venta de libros de uso —que no por viejos son menos añorados—, confirmaron el éxito rotundo de un proyecto como este. Algunos llegaron a creer que la feria del libro había sido adelantada.

Luego se pensó en el transporte para el regreso. Pero eso fue después. Mientras duró la tarde noche de ayer, lo que importó fue llevarse un libro bajo el brazo.

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