Kaloian Santos Cabrera - La Jiribilla.- “Buenas tardes, ¿porque ya es de tarde, no?... Entonces ya estamos aquí, dispuestos al asesinato.” (Risas) Así, con un metafórico buen humor dio la bienvenida a la prensa acreditada en la conferencia dedicada a su película ¿De quién es el portaligas? en el salón Taganana del Hotel Nacional de Cuba; un Fito Paéz recién salido de la cama.

La noche antes, en la inauguración de la 29. edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, se reencontró luego de mucho tiempo con el público cubano y regaló, sentado al piano, algunos de sus temas antológicos. Tras cada canción el agasajo de los cinco mil espectadores presentes en el Karl Marx, el teatro cubano de los grandes acontecimientos.


Sobre estos hechos, sentado ahora ante decenas de periodistas cubanos y foráneos, comentó que "es un honor haber venido a abrir la 29. edición de un festival histórico y muy importante para América y para el mundo. ¡Imagínate! Te llaman para tocar un par de temas antes de presentar la película de De Palma y abrir este Festival de La Habana. Un Festival siempre revulsivo y provocador desde todo punto de vista, entonces, ¿cómo no venir?”  

Y no solo regresó a la Isla como delegado al Festival. De seguro también para ir de parrandas con sus amigos, lejos de los aplausos y los flashes de fotorreporteros. Porque Fito en Cuba, a diferencia de otras zonas geográficas en las que es aclamado por su arte, no solo tiene mucho público que lo sigue, sino también muchas personas a las que quiere. Gracias a ellos y otros motivos el músico dice amar incondicionalmente esta ciudad: “Solo embriagarme en tu ron y así perder la razón/ y abrazarte una noche más”, canta en su tema “Habana”. Entonces no es de extrañar que conozca, como los viejos trovadores, las noches y madrugadas de bohemias habaneras. 

Aunque ahora dice que "la bohemia habanera es un poquito más quieta que antes. Funcionan más en las casas, pero el mundo se mueve y no hay que pelearse con eso. Tampoco vamos a hacer una oda a la bohemia. Más de la mitad de mis amigos que vivieron la bohemia conmigo hoy, posiblemente, ni se puedan levantar de las camas… así que digamos que La Habana sigue siendo un lugar romántico, maravilloso”.

Así apareció en una de estas madrugadas en la sala Atril —un pequeño local de conciertos— en la presentación de X Alfonso y su grupo. La música de los cubanos devoró al argentino que escuchaba impresionado desde una mesa entre el público. Claro, terminó en la escena, parado en el piano tocando Rock and Roll y recordando temas como “Ciudad de pobres corazones”, “Tercer mundo” y “Gente sin swing”.

Pero volvamos al cine. La filmografía de Fito comenzó con el mediometraje La balada de Donna Elena, su primera participación en estos festivales. Luego incursionó en el 2001 con el largo Vidas privadas y ahora propone ¿De quién es el portaligas? Esta última se estrena en este Festival por vez primera fuera de la Argentina. Es una comedia que se desarrolla en los 80 del siglo pasado y trata la historia del micromundo de tres amigas en la ciudad de Rosario. 

Rosario es la ciudad natal de Páez. Cuando tenía 14 ó 15 años ya tenía un par de grupos en los que tocar. “Al tiempo me hice músico profesional, componía jingles para comer, y un día me hinché en Rosario y me viné a la Capital”, cuenta el autor de temas como “Tres agujas” o “Ciudad de pobres corazones”  en una entrevista fechada en junio de 1984. De esta forma grabó su primer álbum, Del 63, y salió a conquistar el gran Buenos Aires sin un peso en el bolsillo. Integró la banda de Juan Carlos Bagglieto y luego formó parte imprescindible de la agrupación de Charly García, referente máximo del rock argentino.  

Con estos puntos en común… ¿podríamos decir que esta película es su homenaje a los convulsos años 80 de aquel músico jovenzuelo, también a Rosario o a hijos de esa ciudad como el escritor Fontanarrosa?

Uno no hace cine para hacer homenajes. Lo que pasa es que uno, como todas las personas, tiene su propio imaginario y su mundo. En ese aspecto también tengo la suerte de poder vincularme con mucha gente que admiro. Y creo que ponerle a un chico, en Vidas privadas, como  Gael García Bernal que hace un argentino que tiene 20 años, una remera de Charly García, adquiere el personaje una dimensión maravillosa. Y lo mismo con Faby Cantilo —cantante de rock—  o con El negro Fontanarrosa en esta película. Eso le da dimensión a la historia, pero no fue pensado como homenajes, sino siempre en función de la película.

No es tampoco un filme autobiográfico en el sentido de que los 80 que planteamos en la película nos remiten al mundo; recreamos los 80 para que cualquier persona en el mundo pueda comprender la década que se vincula con Almodóvar, y esto tiene muy poco que ver con este artista a quien amo profundamente, pero no se goleen con eso acá. Si tiene que ver algo es con Copy, un escritor argentino que vive en París, disparatado, con un relato muy hermoso, una gran invención, un artista muy importante para nosotros los argentinos. Y los 80, por supuesto, nos llevan rápido a Almodóvar porque es la imagen que tenemos del cine de esa época. Eso que vemos en la película no son los 80 en Rosario, son los 80 de lo que intentamos reproducir de lo que vimos el director de arte y yo en el mundo. Son los que vimos en Río, en Lima, en Nueva York, en Madrid. De toda esa coctelera salió un poco de la estética de la película.

Las preguntas hacia la “mira Páez” desvariaban entre la disyuntiva  cinematográfica o musical. Fito respondió  siempre sin concebir la división que le atribuían algunos. “Trato de no plantearme ese dilema. Voy produciendo en la medida que el deseo lo provoque. Ahora con esta película apareció un disco y estoy escribiendo otros tres filmes en paralelo. No lo sé, creo que en la medida en que lo hagas con rigor y con amor, se puede”.

Se refirió a Rodolfo, su más reciente disco que también está presentando por varios lugares. Y Cuba también puede ser un destino de algunas de esas presentaciones, pues al decir del propio Fito la idea es venir “antes de mitad de año y hacer unos conciertos en La Habana y, si es posible, en otros lugares de la Isla. A lo mejor en un sitio no tan grande como el Karl Marx y varias noches. Estoy saliendo en una gira con piano solo y eso facilita el que vengamos”.

Es curioso que este álbum saliera en medio de la mezcla de la película. “No me preguntes cómo: llegaba a la casa después de una agotadora sección de mezcla y me ponía a hacer musiquitas que interesaban, cosa que no es muy habitual. Por lo general, uno hace y tira y de repente todo lo que estaba haciendo me gustaba, entonces, decidí grabarlo así mismo, mientras componía el álbum grabando. Me decidí, también, a ponerle un poquitico el formato eléctrico… ahora he decidido salir a tocar el piano y es un ejercicio de gran libertad”.

Y tomando ese “lugar romántico, maravilloso” como locación cinematográfica… ¿Qué historia le provocaría filmar en La Habana?

Hay que escribirla primero. Y lo que pasa es que tengo hijos y no puedo venir cuatro meses a filmar a La Habana porque las madres de mis hijos me matan (risas). Pero sí, La Habana es un lugar muy provocador para contar historias. Te invita, así que en algún momento vamos a estar aquí. Ya con Pichi (el actor cubano Jorge Perugorría) estamos en algo.

Precisamente sobre Cuba, del presente de la Isla; pidió un corresponsal extranjero la opinión de Fito al respecto. No un sentir cinematográfico, tampoco musical:

“La verdad es que no quiero ser un charlatán. Siempre me da bronca la gente que viene a mi país a opinar sobre mi país. Lo que nos convoca hoy en Cuba es un Festival de cine, que tiene un lenguaje fundamental para pensar el mundo. Por supuesto, las formas son al final las que sobreviven. Creo que la vida política siempre es compleja, enrevesada; hay cosas que me gustan y otras que no. De mi barrio y de aquí también. No me gusta cuando alguien llega a Buenos Aires y me intenta explicar la situación de mi país. Me parece que no saben nada, que tenés que estar allí para dar una opinión si tal cosa sucede o no sucede. Las  cosas que puedan no interesarme de aquí me las voy a guardar para mí y para mi comité de amigos que son bastante. Muchas discusiones tenemos noche a noche sobre el curso que pueda tener la Isla o el que ha tenido. No creo que yo tenga que hacer eso público porque…  Charlatanes ya me tienen cansados.” 

La conferencia de prensa duró cerca de 20 minutos. Tras un silencio sepulcral, el protagonista puso el “The End”  al decir: Ya, entonces, ¿nos vamos a la cama o a la playa? A la playa mejor (risas). 

En la noche, Fito vio sentado entre el público su película y además la presentó en las dos funciones seguidas que ofreció el cine Yara a sala llena. Cuentan algunos suertudos de la noche que en la segunda tanda cantó a capella un fragmento de “Yo vengo a ofrecer mi corazón” y terminó en tiempo de rumba los últimos versos.

Fito Páez una vez más en La Habana, a los pies de su ciudad: “Habana a tus pies/ no sabría como amarte de otra forma/ Habana a tus pies/ pasa el tiempo y tu recuerdo no se borra/ Habana, tu piel/ oh, Habana, tu piel”. 

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