Entrevista con Mariela Castro, hija de Raúl, sexóloga y escritora
Alessandra Coppola - Corriere della Sera - Traducido por Juan Vivanco - Rebelión.- Ser hija de Raúl y decir tranquilamente: «Hay que suprimir el permiso de salida de Cuba; los hoteles no deberían estar reservados a los turistas; habría que garantizar el acceso libre a todos los aparatos electrónicos…». De acuerdo, han sido «prohibiciones necesarias», pero en cuanto se den condiciones podrían suprimirse. «¿Diferencias con mi padre? Las he tenido desde niña —ríe— en todo: desde cómo poner la mesa hasta los asuntos políticos». Pero no sobre las cuestiones de fondo: «Hoy es mi principal aliado».

Mariela Castro Espín, la cara jovial del socialismo cubano


Sobrina de Fidel, segunda hija del presidente actual, cuando era niña leía Heidi; cuenta que «después mi madre me dio un libro sobre Leonardo da Vinci que me gustó muchísimo». La biografía de Garibaldi de papá, en cambio, se quedó en el estante, con él más bien veía las películas de Charlot. Hoy, con 45 años y tres hijos, Mariela es una sexóloga comprometida con los derechos de los homosexuales y transexuales, dirige en Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), escribe libros sobre la pubertad y admira enormemente a Roberto Benigni: «Le adoro, su película La vida es bella, pero a él también como persona. Me gustaría que le llegase este mensaje…». Mientras espera la respuesta tiene pensado ir al cine a ver Caos Calmo: en su lista de preferidos también está Nanni Moretti, «en La habitación del hijo lloré como si el hijo fuese mío…».

Su segundo marido es un fotógrafo de Palermo («Pero los italianos y los cubanos son igual de machistas —ríe—, es la misma cultura latina…»), de modo que Mariela se encuentra en Italia como en casa: «Ah, el David de Miguel Ángel… Me gustaría que el socialismo cubano fuese como el Renacimiento, un renacimiento en todos los sentidos: es lo que le ha faltado a la experiencia del socialismo…». Su última oportunidad para cruzar el mar y aterrizar ayer en Milán ha sido la Feria Internacional del Libro para Jóvenes que se inaugura el 31 en Bolonia, donde va a presentar Cosa succede nella pubertà? [¿Qué nos pasa en la pubertad?, traducido al italiano por Bianca Pitzorno].

¿A qué se debe su interés por estos temas?

En la Facultad de Pedagogía me ocupaba de la edad preescolar. Mi madre [Vilma Espín, pionera de los derechos de las mujeres, muerta en 2007] llevaba tiempo haciendo un trabajo sobre educación sexual. Poco a poco me fui interesando yo también.

Con el CENESEX ha logrado conquistas que también reclaman varias asociaciones italianas, como los tratamientos hormonales a cargo de la sanidad pública. ¿Tropezó con muchos obstáculos? ¿Se puede decir que Cuba es un país homofóbico?

Yo diría que en Cuba hay una homofobia blanda, no agresiva, no se dan casos de asesinatos o palizas a gays, como sucede en Europa o en USA. Es verdad que hubo un periodo difícil en los años sesenta y setenta, pero entonces existía un rechazo a la homosexualidad en todo el mundo. Luego, a partir del trabajo sobre los derechos de las mujeres, se llegó a reconocer también la orientación sexual diferente.

¿Qué piensa su padre de su actividad? ¿Le da consejos?

Hace muchos años, en un congreso de las mujeres cubanas, mi padre dijo públicamente que mi madre le había ayudado mucho a cambiar de mentalidad. Y que yo también le había ayudado… Siempre me dice que haga las cosas como mamá: con cuidado, con respeto, con delicadeza. Sin rupturas. Así lo he hecho.

¿Qué presidente será su padre? Visto desde Europa, comparado con su hermano, parece que está dando señales de apertura. En su discurso de investidura, el pasado 24 de febrero, aludió a la reforma monetaria y a la supresión de muchas prohibiciones…

En Cuba los cambios empezaron en enero del 59 y Europa no se entera. Cuba es un país en revolución, en cambio constante. Las transformaciones de este periodo no dependen del cambio de presidente, Fidel sigue siendo el comandante y todas las decisiones se toman con él.

De todos modos son dos dirigentes distintos…

Claro, tienen personalidades distintas. Fidel pronuncia discursos largos, profundos, filosóficos. Mi padre es más expeditivo, los discursos largos le ponen nervioso. Fidel siempre tiene presente el objetivo final, no pierde jamás la visión estratégica. Papá la transforma en realidad palpable, en pasos diarios. Son complementarios.

Desde la enfermedad de Fidel, en julio de 2006, parece que se ha abierto un abanico de opiniones distintas. ¿Se está abriendo el país a las críticas?

¡Pero si los cubanos somos muy críticos con Cuba! ¡No es verdad que no haya libertad de expresión! Quizá sí, ahora más que antes, la gente piensa que su opinión merece ser escuchada, y habla. Yo también considero que son derechos constitucionales poder ir a un hotel [como había reclamado, con escándalo, un estudiante universitario ante el presidente del parlamento Alarcón, nota de la redacción], poder comprar computadoras y aparatos electrónicos, suprimir el permiso de salida, resolver el problema de la doble moneda… Lo importante es que en Cuba hay voluntad política de reconocer los errores y avanzar sin perder de vista al ser humano ni sus necesidades. El espacio para discutir y hacer propuestas existe, en el marco del socialismo. La mayoría de los cubanos quieren que se mantenga el socialismo, pero que se gestione mejor. Como cualquier país, debemos encontrar nuestro camino.

Cuba
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