Siempre que analizo tales artículos les veo claro sus primeras y segundas intenciones, a pesar de su pretendida objetividad. En las soluciones se aprecia la invitación, incitación o recomendación “inocente” a cambios que conducirán inevitablemente al sitio donde el imperialismo y sus aliados y lacayos están agazapados para tender las embocadas.
En esas ocasiones no dejo de recordarme de la advertencia de un experimentado profesor, y probado revolucionario, quien me advertía: “¡Cuídate de los peros de algunos!” Su modus operandi es hacer una introducción de elogios justos o exagerados de una persona o una causa, para luego introducir un pero mayor y dar finalmente riendas sueltas a la exposición de más peros, que tienen como misión empequeñecer, desvirtuar, descalificar y lanzar a un segundo plano, todo lo que inicialmente se mencionara como bueno.
A la Revolución Cubana la quieren juzgar por todo lo que no ha alcanzado o los entuertos y limitaciones en determinados campos, y de aquí sacan los vaticinios de pitonisas sobre su futuro perecedero. No dejan suficientemente sentado y esculpido en verdades de acero, que la obra de la Revolución, con todas sus perfecciones e imperfecciones, se ha realizado con nuestras propias limitaciones de recursos y todas las agresiones y asedios impuestos por el imperio norteamericano y sus aliados mayores y menores, en que una guerra de mayor o menor intensidad ha estado presente en todos los campos y durante todos los años, y de la cual el bloqueo económico, comercial y financiero es una de sus expresiones estratégicas, aunque para esos se trata de una pura nimiedad, cuando no un subterfugio de la Revolución para justificar sus dificultades naturales.
No reconocen que la mayor fortaleza integral de la Revolución Cubana es existir después de casi cincuenta años, a pesar de todo lo lanzado contra ella. Eso solamente constituye una epopeya. Por eso solo cabría rendirle tributo y erigirle un monumento imperecedero. Pero existen más razones para ello: LA LIBERTAD, LA JUSTICIA, LA IGUALDAD Y FRATERNIDAD ALCANZADAS POR EL PUEBLO CUBANO. Esas conquistas en los campos del ejercicio soberano del poder, en la salud, la educación, las ciencias, la cultura y los deportes, y otros, incluyendo la economía, aunque esto no lo crean muchos, que pocos pueblos han soñado como alcanzables. No se trata de sueños, sino de realidades conquistadas y disfrutadas. No se trata de conquistas sólo para sí, sino compartidas con cientos de otros pueblos. En fin, se trata de las esencias de la política como derechos y deberes de los ciudadanos, del pueblo y de la humanidad.
Todo lo anterior se refleja no sólo como enunciado, sino que se expresa en forma concreta como indicadores de variables en estos distintos campos. Son cosas que se pueden ver y tocar, que se pueden desarrollar y perfeccionar según las circunstancias de los momentos históricos.
Por eso se puede concluir con una expresión socorrida en el pueblo. “No habrán peros que valgan”. La Revolución Cubana conoce bien el camino recorrido hasta aquí, y sabe qué rumbo seguir para no perderlo por uno que otro pero a su obra. Los caminos del infierno están empedrados de buenas “intenciones” y de “peros”. No se pueden recorrer esos caminos. Ahora bien, como eternos inconformes, tenemos el derecho y el deber de continuar perfeccionando nuestra propia obra y de marchar en consonancia con los nuevos tiempos y circunstancias.