Granma.- "Esta es la actividad más linda que nos han hecho aquí, en los 38 años que tengo de vida", nos dijo Joaquín Bueno, cuando regresaba a su casa, junto a su familia, dueños absolutos de una gran sonrisa.
Y no es que las casas destruidas en el asentamiento Puerto Manatí, en Las Tunas, resucitaran como por el pase de magia de Arianna, la maga de la Brigada Compay Segundo. Es que no hay nada como sentir que no se está solo. Que le importas a un millón de personas más allá de los límites provinciales.
Rocío de la Cruz se emocionó hasta las lágrimas cuando llegamos a lo que fue su casa. Las paredes de tabla, que poco a poco son levantadas por el esfuerzo de sus hijos, llamaron nuestra atención por su alegre color rosado. Llevaba más de 40 años viviendo en ella y ese demoledor huracán apenas les dejó el baño como habitación multiusos. Pero no se iba a perder la actividad que esperaban desde hacía varios días.
Tampoco quiso perdérsela Abel Ramos O’Farrill, que la observó desde el techo de una de las viviendas que, por iniciativa propia, ayuda a reparar. Estudia construcción civil, pero sabe hacer de todo o por lo menos tiene la disposición, y eso se lo agradece Omar Bauzá, a quien la enfermedad no le permite subir al techo de su casa, y da las gracias a su vecino y a las autoridades que no han dejado de visitarle.
El Sol ocupó su lugar preferido en el cielo y en Puerto Manatí comenzó la fiesta.
La actriz Ana Silvia Machado no se había sentido antes tan emocionada como en este pueblo. "Es difícil ocultar tantos sentimientos que se nos desbordan por los ojos, es difícil hablar de alegría frente a un escenario como este, pero ellos mismos nos dan el ánimo para cantarles, hacerles reír y hasta bailar".
En Puerto Manatí nadie dejó quietos los pies con el Chan chan de Compay Segundo ni cesó de aplaudir a los actores de televisión Tulio Marín y Pedro Julio Díaz, quienes lograron dibujar sonrisas hasta en los rostros más apagados.
Los manatienses ovacionaron con las manos y el corazón el esfuerzo de Augusto Enríquez (con gripe desde que comenzó la gira), que cantó una mexicanada como el mismísimo Pedro Vargas lo hubiera hecho.
Claro que el convencimiento no campeaba antes del arribo de la Brigada Artística. ¿Qué podrían aportarles, en medio de las carencias materiales que provocó el meteoro, unas cuantas personas llegadas de La Habana, cargadas solo de instrumentos y muñecos de trapo? Así nos lo confesaron algunos, incrédulos al poder del arte. Pero ante la bondad, la entrega y la sensibilidad, casi siempre se rinde el mayor de los escépticos.
Fue de ese modo como trocaron sus lágrimas de tristeza por las de la emoción. Y luego vino la risa y la complicidad, porque Estela, nacida aquí, compartió sus versos dedicados a Fidel con todos; los niños saltaron con los teatristas de Integración; Cirilo y Celso —este último, con 74 años, el más veterano de la brigada— ofrecieron sus décimas y antes de que Gladis Fernández, en nombre de cada uno de los de su pueblo, diera las gracias a los artistas, el grupo tunero Las avispas hizo cosquillas hasta sacar brillo a la sonrisa, nunca más escondida, de los manatienses.
