Raquel Marrero Yanes-Granma.- El 14 de mayo de 1869, fuerzas del Ejército Libertador al mando del entonces teniente coronel Antonio Maceo Grajales, atacaron el poblado de San Agustín de Aguarás, localidad situada entre Las Tunas y Holguín.

En la acción cayó el sargento Marcos Maceo, padre de los Maceo, quien combatió bajo las órdenes de su hijo sin importar el parentesco y la edad. Era un soldado más al servicio de la independencia.

Mucho se ha investigado de su origen, si cubano o venezolano. Lo más reciente: la historiadora Nydia Sarabia afirma que nació en tierras de Bolívar. Independientemente de uno u otro sitio natal, para los cubanos lo más importante es el protagonismo de este hombre en Cuba y el papel en la preparación de sus hijos incorporados al Ejército Libertador, al comenzar la guerra el 10 de octubre de 1868.

Lo grandioso en Marcos no fue la abundante prole —hecho común en la época—, sino la formación junto a su esposa de una familia unida, con estirpe de hombres valientes que se entregaron al ideal libertador y lucharon en la manigua.

Unido a Mariana en matrimonio, formó un hogar. Sus hijos heredaron un carácter fuerte, identificados con la generosa decisión de ponerse al servicio de la Patria.

Era de poco hablar y trato fino. Su fama de honrado le otorgó reputación y prestigio entre campesinos de la zona. A fuerza de sudor y machete, amplió la pequeña finca, hasta convertirla en la hacienda La Delicia.

Mariana era su compañera, no la esclava; con ella consultaba las decisiones, juntos disfrutaron el dolor y la felicidad. Educó a la familia en el trabajo diario y el respeto a la mujer; les enseñó el uso del machete, las armas de fuego y a montar a caballo.

Marcos Maceo murió en defensa de sus ideales. Sobre su muerte algunas versiones afirman que, aun cuando cayó herido en la acción de San Agustín de Aguarás, murió meses más tarde en un hospital de campaña, posiblemente en 1870.

Otros investigadores afirman que, moribundo, exclamó: "He cumplido con Mariana", palabras que llevaban implícito el amor a su esposa y a la independencia de Cuba, de ahí la influencia que ejerció como alma de una familia mambisa.