Sebastián Dárbora – Cubainformación.- La expectativa desatada por el potencial petrolero cubano se viene manifestando de manera lenta pero creciente dentro de su territorio nacional. También en los círculos de solidaridad vinculados a la Revolución alrededor del mundo y como es lógico entre los accionistas de las empresas del rubro, quienes querrán también, un buen bocado del pastel y como es de suponer no ven con malos ojos la normalización de las relaciones políticas, base para hacer lo propio con las relaciones económicas, hecho que permitiría a Cuba superar numerosos y conocidos problemas.


Como saben quienes se esfuerzan para conocer e interpretar la realidad cubana, estos males son, en parte, debidos al bloqueo imperialista. Bloqueo que ha obligado a todos los cubanos a agudizar el ingenio. Producto de esta búsqueda, en todos los niveles, se han llevado a cabo importantísimas y efectivas reformas en el sector energético que en su conjunto han sido denominadas Revolución Energética.

En este marco, el simple descubrimiento de petróleo, así como la disposición de cualquier otra fuente de energía no determina por si misma la profundización de dicha Revolución, sino que son las directrices políticas aplicadas las que  determinan su sentido, que puede ser revolucionario o contrarrevolucionario, energéticamente hablando.

Desde 1992, el compañero Fidel, ha sido de los primeros en advertir el oscuro destino que le espera a la humanidad y a la vida en general sobre planeta tierra de seguir con la descontrolada espiral de consumo y crecimiento capitalista.

Cabe preguntarse, por tanto, si Cuba y los cubanos quieren y pueden seguir manteniéndose en la exclusiva y vanguardista posición otorgada por WWF, en el año 2006, como único país sostenible medioambientalmente del mundo, o si por el contrario, la cegadora euforia llevará a reproducir algún modelo productivo insostenible.

La Revolución política del 1959 ha permitido un desarrollo humano comparable al del primer mundo. El bloqueo ha condicionado el desarrollo del sistema productivo. La combinación de estos y otros factores ubica a Cuba en una posición inmejorable de caras a nuevos paradigmas. La política revolucionaria en materia energética debe garantizar la sostenibilidad ecológica para poder seguir siendo el ejemplo a imitar.

Dentro de la batalla de las ideas, la sostenibilidad de Cuba es al mismo tiempo un arma potente para defenderse de los ataques enemigos, una de las mejores herramientas que tenemos quienes proponemos y pretendemos una alternativa al capitalismo como camino hacia un mundo mejor, y fundamentalmente es, ni más ni menos el único ejemplo viviente para una civilización humana digna y a la vez perdurable.

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