Singh Castillo - Solvisión.- Fidel Castro cumple 83 años este 13 de agosto. Sin  lugar a dudas, su onomástico inflama sentimientos encontrados en el mundo. Para los que apuestan vencer a la Revolución Cubana con el llamado factor biológico, es decir, la muerte de su dirección histórica, la fecha debe tenerlos resquemados... Son una sarta de hipócritas que a regañadientes, muy adentro de sus tristes figuras, tienen que reconocer que la personalidad de Fidel es inconmensurable y los empequeñece de tal modo que muchos de ellos desde ya se sienten condenados a disiparse en la historia o perdurar como símbolos del fracaso de la soberbia imperial ante la Isla digna e independiente o del servilismo proyanqui o, peor aún, de la traición a los principios revolucionarios que en un momento dijeron profesar.

Fueron esos mismos los que sintieron alborozadas a sus almas mezquinas cuando en 2006 una enfermedad intestinal lo alejó súbitamente de las responsabilidades que tenía al frente de Cuba, el pueblo y el Partido.


Entonces propalaron todo tipo de lúgubres pronósticos, asociando a la desaparición física de Fidel a la caída humillante de la Revolución que cambió por siempre el destino de la América hispana, aunque el imperio y las oligarquías criollas, lacayunas y egoístas, se empeñen en retrasar la marcha de los pueblos hacia su definitiva redención.

Fueron también los primeros sorprendidos y a la vez angustiados cuando  hizo algo  inesperado para ellos y los dejó colgados de la brocha, cada vez más sin argumentos, al hacer dejación, de manera irrevocable, de los cargos de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

Y la Revolución prosiguió su camino, sin sobresaltos y ni la sombra del “levantamiento popular” que por años en Washington, Miami, New Jersey o Madrid los brujos de la guerra anticubana se han empeñado en jurar y perjurar que sucederá en la única nación de gobierno comunista en el Hemisferio Occidental. Cosa de mentes afiebradas.

El 13 de agosto llega y otro aniversario de Fidel, el hombre vivo y lúcido, mortifica de sobremanera a los personajillos que en La Habana hablan de “libertad” Made in USA, al son del dinero del Tío Sam y con el aliento de algunos de sus aliados, quienes comparten el propósito común de destruir a la Revolución aunque discrepan con ciertos métodos utilizados por Washington para ello.

Ojalá sea momento de contrición para quienes dieron rienda suelta a las ambiciones personales de poder y causaron una profunda decepción al hombre que les brindó su plena confianza en compartir la tarea de llevar adelante a la Patria.

Por suerte, unos y otros son los menos.

Para quienes votamos una y otra vez de manera abrumadoramente mayoritaria por el sistema político y social diseñado por la Revolución, el cumpleaños de Fidel es motivo de alegría y compromiso para dedicarnos al cumplimiento serio y responsable de nuestro deber.

Nos atrevemos a señalar que ese gozo es compartido por muchos amigos en Venezuela, Bolivia, Angola, Nicaragua y Namibia; en Vietnam, China y Rusia; en España, Francia e Italia, por sólo citar algunos ejemplos.

Incluso habrán adversarios ideológicos que ese día evocarán  Fidel con respeto y hasta admiración.

En la Isla digna e independiente, el onomástico vivificará en casi todos la añoranza de verlo una vez más, encabezando otra de tantas batallas, como el Comandante en Jefe que no aceptamos que deje de ser, aunque lo haya solicitado de manera expresa en su carta de febrero de 2008.

Siendo el más extraordinario de los discípulos de José Martí, Fidel Castro conoce que toda la gloria del mundo cabe en un grano maíz.

La decisión es un acto de extraordinaria modestia y a la vez de genialidad.

Su retiro voluntario como estadista es para mostrar a los cubanos y al mundo de que, aún sin él, Cuba y su socialismo perdurarán ahora y más allá de su existencia física. Para regocijo de millones, incluso allende los mares, sus reflexiones continúan guiándonos en este mundo contradictorio y lleno de incertidumbres.

El mensaje de todos nosotros para ese hombre extraordinario es sencillo: ¡felicidades, Fidel!

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