Pedro Campos - HAVANA TIMES. — Todo parece indicar que en la dirección del gobierno-partido cubano, han empezado a comprender lo pernicioso del paternalismo que crea “pichones” acostumbrados a esperarlo todo de “papá estado”; fenómeno que es consecuencia natural de la concepción estatista del socialismo.


Así, en la prensa oficial empiezan a aparecer artículos y comentarios que defienden abiertamente el cooperativismo y el trabajo por cuenta propia como opciones económicas socialistas, que ayudarían muy claramente a que los colectivos laborales y sociales y las personas puedan, a partir de capacidades propias, autoabastecerse de productos y medios necesarios para comprar o intercambiar por otras artículos en función de satisfacer sus necesidades fundamentales.

Además de la esperada suspensión por el estado de todas las trabas burocráticas que frenan las libres iniciativas de los trabajadores y el pueblo,  serán muy importantes las ideas que desarrollen todas las instituciones  con vistas a contribuir de alguna manera al desarrollo de sus autonomías y a hacerse menos dependientes de los presupuestos y subsidios estatales.

Los aparatos burocráticos, interesados en mantener su control centralizado, se opondrán al desarrollo de las propuestas autogestionarias que desarrollen los colectivos laborales y sociales para obtener recursos propios; pero ya esto estaría en contra de la línea estratégica general que, aún con contradicciones, empieza a asomar en la dirección del país hacia la descentralización del control de los recursos y las decisiones.  Hay que ayudarla desde “abajo.”

Existen iniciativas, algunas muy viejas, que pueden generalizarse como los huertos para el autoconsumo  en centros laborales y docentes, la celebración de “ferias” entre vecinos de una circunscripción para venderse o intercambiarse artículos en desuso para unos, necesarios para otros, la cooperación entre vecinos para la reparación de viviendas y el embellecimiento y limpieza de las áreas comunes, producción y venta directa al público por fábricas y empresas de otros artículos y servicios fuera de plan, con recortes y materiales desechables.

Muchos centros docentes y de investigación tienen enormes potencialidades que no son explotadas precisamente por las trabas burocráticas y centralizadoras, pero que en las circunstancias actuales, dada la incapacidad del estado para aportar los recursos que dichos centros necesitan, pudieran ponerlas a funcionar por iniciativa de sus trabajadores.

Por ejemplo Universidades y centros científicos pudieran anunciar internacionalmente en Internet sus servicios, prestarlos y cobrar por ellos, pagando un impuesto mínimo al estado –que hoy es muy alto en los casos en que se permiten-, para beneficio principal del propio centro; ofrecer investigaciones científicas y obras producidas por los docentes y los estudiantes en función de incrementar los ingresos del centro; creación de Asociaciones de graduados que puedan cooperar en distinta forma con sus antiguos centros y hasta formar un “patronato” para  fomentar su desarrollo y otros por el estilo.

Todo está en desplegar la iniciativa, explotar las capacidades existentes, romper ataduras y dar rienda suelta a las poderosas fuerzas autónomas que guardan todos los colectivos humanos.
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