La reparación del muelle del puerto de Boquerón

Jorge Luis Merencio Cautín - Granma.- Para transportar 800 toneladas de mercancías desde Santiago de Cuba hasta Guantánamo se necesita solo un viaje de patana, sin embargo, de transportarse por carretera igual cantidad de productos, serían necesarios 23 camiones de 35 toneladas de capacidad.


Los constructores santiagueros centran su esfuerzo ahora en la piña de giro.  

De modo que el puerto de Boquerón reviste importancia capital para la entrada de mercancías a Guantánamo. Baste señalar que en 1999, por ejemplo, por esa rada se operaron más de 84 000 toneladas mediante el cabotaje. Así pues, el hecho de que desde fines del 2006 tan elevado volumen de mercancías sea asumido por el transporte terrestre y ferroviario, implica un aumento por el costo de combustible, neumáticos, lubricantes, salarios...

Tal situación constituye, para la provincia y el país, un desgaste sistemático de recursos al que urge poner fin.

La negligencia para cumplir los contratos

Las excesivas e injustificadas demoras en el proceso de reparación que se realiza en el muelle del puerto de Boquerón implican, además, una violación a lo previamente pactado en los contratos, lo cual trae consigo una extensa cadena de insuficiencias y limitaciones, no solo para los constructores de la Unidad Empresarial de base División Santiago de Cuba —quienes ejecutan la obra— sino también para los trabajadores del puerto, imposibilitados hasta la fecha de utilizar el muelle.

A pesar del apoyo de la Empresa de la Construcción Integral Seis, de Guantánamo, en medios de izaje y otros recursos y tareas, el atraso en la reparación del espigón es secular.

La rehabilitación del espigón se inició el 31 de octubre del 2008. Seis meses después, según lo contratado con el inversionista (Empresa de Servicios Portuarios del Oriente), debió concluirse la primera parte consistente en seis piñas de atraque y una de giro para evitar el impacto directo contra el muelle por las embarcaciones.

Transcurrido ese periodo debían acometerse las restantes tareas: restauración de la subestructura (pilotes y vigas) y la construcción de una nueva losa de rodamiento, refiere Juan Bautista Alcántara de la Cruz, director del puerto.

Asegura que aún hoy, a un año y casi tres meses de iniciarse las labores, solo se han concluido cuatro piñas, las cuales, además, presentaron problemas de calidad en su terminación, al no estar debidamente alineadas.

Como consecuencia del atraso acumulado, en febrero del 2009 se reprogramó la obra y se dispuso del debido financiamiento, pero ni aún así los constructores han cumplido. Los ejecutores del espigón llevan unos 70 días prácticamente paralizados.

"Más allá de las limitaciones de recursos, tales como la carencia ahora de algunos tipos de acero demandados para la reparación, ha primado la desorganización en las labores y el desconocimiento de la actividad a realizar. Una de las principales causas de ello radica en la falta de fuerza técnica capacitada a pie de obra, aspectos en los cuales actualmente se trabaja para remediarlos, asegura Juan Bautista.

"Desde mi punto de vista, también han faltado seriedad y prioridad en la restauración del espigón", sentencia Alcántara de la Cruz, quien informa que en agosto del 2009 los inversionistas demandaron a la entidad constructora ante la Sala de lo Económico del Tribunal Provincial de Guantánamo por daños, al no ejecutar a tiempo los trabajos contratados; esta reclamación todavía está en proceso, explicó.

Las operaciones en el puerto de Boquerón están paralizadas desde septiembre del 2006. A partir de entonces, 72 de sus 93 trabajadores —los directos en la producción—, son protegidos por el Estado con el cobro de su salario básico, no obstante lo que representa erogar dinero sin respaldo productivo.

Los braceros, sin embargo, a diario indagan por la marcha de las reparaciones. Lo hacen por su tradición laboral y por el hecho de que, mientras estén sin trabajar, ven considerablemente limitados sus ingresos.

La visita de Granma al espigón coincidió con la efectuada por Hirán Correa Vaillant, jefe de la Unidad Empresarial de Base División Santiago de Cuba, y por Ernesto Trutié Rodríguez, subdelegado de desarrollo de la Empresa de Obras Marítimas. Ambos directivos admitieron los grandes atrasos en la ejecución de la obra, provocados por problemas organizativos y necesidades de algunos recursos, como los aceros de 3/8, 3/4 y una pulgada. Entre las medidas para agilizar la reparación destacaron la ubicación, a pie de obra, de un experimentado ejecutor y el chequeo sistemático de las labores.

Aquí se confirma, una vez más, el daño que provoca cuando se deja de la mano la revisión de los proyectos e inversiones así como el chequeo sistemático de los contratos. Urge poner fin al desorden; solo así lograremos llevar a cabo procesos constructivos verdaderamente eficientes para que ejecuciones como la rehabilitación del muelle del Puerto de Boquerón, tengan una verdadera fecha de entrega, de acuerdo a los compromisos previamente pactados.

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