Sébastien Madau / Traducido por Rocío Anguiano – Cubadebate / Cubainformación.- Ofrecemos por su interés un artículo escrito en abril de 2010 sobre la situación socio política en Cuba y que recientemente ha publicado Cubadebate.


Primera parte

Hoy, 25 de abril, es día electoral en Cuba. Estas elecciones municipales son básicamente una forma de medir el compromiso de los cubanos con sus instancias políticas.

Día 25 de abril: una gran jornada de movilización en Cuba. Ocho millones de cubanos están convocados a las urnas para elegir a los miembros de sus asambleas locales.

¿Elecciones en Cuba? La noticia puede resultar sorprendente, especialmente para los observadores acostumbrados a los cánones electorales de las democracias occidentales. Sin embargo, los cubanos están muy familiarizados, en su gran mayoría, con este tipo de consulta de masas. Entre elecciones municipales, provinciales y nacionales, los cubanos acuden a las urnas aproximadamente cada dos años.

No es fácil encontrar puntos comunes entre los periodos preelectorales cubanos y los de los países occidentales: no hay carteles, ni folletos, ni siquiera un mitin. Los candidatos se eligen a menudo en el entorno inmediato. Ya sea porque se presenten de forma voluntaria o por haber sido propuestos por un vecino. Para llegar a las elecciones, las candidaturas tienen que ser aprobadas por los comités de base.

Otra falsa idea: la omnipresencia del Partido Comunista de Cuba. El PCC no interviene en la campaña y los candidatos no tienen que ser miembros del mismo para poder presentarse.

En el plano político, el voto del día 25 no dará lugar a grandes transformaciones en el marco nacional del proceso revolucionario. Se trata solo de elegir a los representantes de la ciudad, del Municipio. Pero el Estado cubano quiere convertir estas elecciones en un nuevo acto de movilización popular y de apoyo a la Revolución, que sufre desde hace semanas una fuerte campaña mediática a raíz de que varios prisioneros se pusieran en huelga de hambre, en nombre de “pluralismo”. El Presidente de la República, Raúl Castro, anunció recientemente que no cedería frente a lo que definió como un “chantaje”. Sus palabras fueron apoyadas por el ex Presidente Fidel Castro, en su última Reflexión. La adhesión al proceso se medirá seguramente mediante la tasa de participación. En cuanto al destino nacional del país, el año 2010 va a ser esencial.

A principios del mes de abril, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) celebró su noveno congreso nacional. Los participantes apoyaron ampliamente el proceso revolucionario al tiempo que abordaban los diversos problemas de los jóvenes en su realidad cotidiana (estudios, poder adquisitivo, empleo…).

Cuba tiene el futuro en sus manos

El año 2010 marcará un hito en el proceso revolucionario. Tras el Congreso de la juventud comunista, le corresponde al Partido Comunista celebrar el suyo.

Los retos son enormes. La Revolución tendrá una doble tarea: trabajar para construir una sociedad socialista moderna y dinámica al tiempo que responde a las anhelos del pueblo cubano, defendiendo mayoritariamente el proceso revolucionario.

Al desarrollar un sistema social y político propio, la isla tendrá que defender sus logros que son un modelo para los países del tercer mundo en temas de salud, educación, ecología o solidaridad.

Desde hace muchos años, Cuba apuesta por invertir en el capital humano, justo cuando el planeta solo piensa en la rentabilidad económica. Los resultados le han dado la razón, ya que la inversión intelectual ha permitido crear barreras y una protección pública dentro de la sociedad frente a la crisis mundial. Pero los logros no son definitivos. Porque los “cerebros” cubanos están muy solicitados gracias a su valor mercantil, especialmente por parte de su vecino estadounidense, que ha decidido conceder becas a los estudiantes cubanos en sus mejores universidades, cuando Tío Sam excluye de su sistema universitario a las capas populares de su propio país. Para enfrentarse a ello, Cuba tendrá que ser pionera en nuevas conquistas políticas, económicas, sociales y democráticas. En resumen, ser una sociedad revolucionaria en continuo movimiento.

Santa Felicia: “Podemos hacer que las cosas avancen”

En pleno corazón de La Habana, el Consejo Popular comparte el día a día de sus vecinos. Al anochecer, se celebran las reuniones públicas en plena calle.

Cristina, la Presidenta del Consejo Popular de Santa Felicia, responde una a una a las preguntas de esta "rendición de cuentas".

Unas palmadas y un “¡compañeros!” dicho en voz alta hacen que cesen las conversaciones nocturnas. La reunión del Consejo Popular puede empezar. Estamos en Santa Felicia, una circunscripción de La Habana de 2 300 electores. No hay sala, ni silla donde sentarse. La reunión pública se celebra en la calle, delante de alguna casa.

El Consejo Popular esta ahí para “recoger las peticiones y defenderlas ante los órganos del Estado”, tal y como establece la Ley 91 cubana, con el fin de “instar a las autoridades a resolver los problemas y, en su caso, acudir a explicar por qué algunos de ellos no pueden solucionarse de forma inmediata”.

Una instancia política en el día a día de los cubanos

De este modo, el Consejo Popular forma parte de la vida de los cubanos. “Nuestra labor consiste en atender a los problemas de la gente, en su vida diaria” explica Cristina, médico ortopedista y Presidenta del Consejo de Santa Felicia.

El ámbito de trabajo es sumamente amplio. Vivienda, alimentación, delincuencia, salud, educación, obras, transportes, basura… Las reuniones y las permanencias pueden abordar cualquier tema. Sin embargo, “no tenemos poder como tal, no gestionamos el presupuesto para resolver esos problemas. Nuestra función es hacer de intermediarios entre las demandas del pueblo y las instancias del Estado”.

Esta noche, se trata de una reunión especial: la rendición de cuentas, es decir, el seguimiento de un orden del día y el balance de las problemáticas abordadas anteriormente. Esta vez, no habrá planteamiento, ese acto por el que un ciudadano puede solicitar que se debata en público un tema específico. A lo largo de esta reunión, celebrada en otoño, se debatió sobre la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama. “¿Cómo se justifica? Ha fracasado en Iraq, en Afganistán y en Guantánamo” se pregunta un joven. Lo que lleva enseguida a enlazar con el tema candente del bloqueo americano que dura casi cincuenta años o el de los cinco cubanos condenados en Estados Unidos por impedir que se llevaran a cabo los atentados contra la isla fomentados desde Miami. El Consejo Popular, impulsor de los debates de sociedad, tiene como fin servir de eco a las grandes campañas nacionales, como la del ahorro de energía.

En el marco de la revolución energética, los cubanos que lo deseen pueden obtener electrodomésticos nuevos a cambio de una pequeña suma de dinero y la entrega del aparato viejo. “Les recuerdo que no es obligatorio, pero aquellos que se comprometen deben responder. Entre vosotros hay tres personas que se llevaron el aparato nuevo y todavía no han pagado” dice Cristina. No se dicen los nombres, pero el mensaje ha llegado. “La batalla energética tiene que empezar desde nuestras casas. Debemos ayudar al país, como hacen las empresas. Si no, seguirán los cortes de electricidad. ¡Es un verdadero problema político!”.

“Siempre disponible incluso cuando no todo es posible”

En el mismo orden del día figura la lucha contra las epidemias de gripe H1N1, dengue y conjuntivitis. Se han dado algunos casos en la circunscripción. Todos los consejos prácticos son bienvenidos.

A eso de las 21:30 h, se acaba la reunión y la gente se va a su casa. Cristina despide a los vecinos. Hay que decir que es todo un personaje en el barrio. Todo el mundo sabe dónde encontrarla.

Cuando le preguntan por qué decidió presentarse a este cargo, corta tajante. “Yo no me presenté voluntaria. Fue la gente de mi barrio la que me eligió. Acepté. Debieron considerarme como un líder natural porque hablaba un poco más que los demás en publico” dice sonriendo.

“El Presidente del Consejo tiene que estar siempre disponible” añade Cristina. “Yo suelo decir que uno es mejor cuando deja la presidencia que cuando la coge, incluso si a veces hay que hacer muchos sacrificios, sobre todo con la familia”.

Para desempeñar bien la tarea, Cristina ha podido liberarse, porque los delegados trabajan de forma voluntaria, pero el Presidente puede dejar su trabajo y conservar el sueldo. La Presidenta es consciente de las dificultades del día a día, pero sigue convencida de que “la Revolución nos permitirá superarlas”.

En un contexto de crisis mundial, algunos ciudadanos utilizan este instrumento político para conseguir que sus aspiraciones se cumplan, otros prefieren usar métodos más individualistas. “Hay gente que no confía en los Consejos porque dicen que no tienen dinero para actuar. Yo no estoy de acuerdo. Se puede conseguir que las cosas avancen acudiendo simplemente a las autoridades”. Está en manos de los electores decidir si quieren que Cristina siga ejerciendo esa tarea.

Los candidatos

Las candidaturas pueden ser voluntarias o ser el resultado de la designación de los habitantes de la circunscripción. Un candidato propuesto por otra persona debe dar su consentimiento. Las candidaturas se discuten y aprueban en público. Se elige al candidato que obtenga más del 50% de los votos en la primera vuelta. Si no se alcanza esa cifra, se procederá a una segunda vuelta.

La campaña

Los candidatos no pueden hacer propaganda para ser elegidos. Una vez que se presentan las candidaturas, los candidatos ven su currículum (foto, biografía, edad, profesión, eventual historial militante…) expuesto en las inmediaciones de los lugares públicos de la circunscripción. Todos los gastos inherentes a la campaña corren a cargo del Estado.

Los electores

Según lo dispuesto en la Constitución, hombres y mujeres adquieren el derecho al voto a los 16 años. Por lo tanto, pueden votar los cubanos que tengan más de 16 años y estén en posesión de sus derechos cívicos y políticos. También hace falta ser residente permanente en el país desde hace más de dos años. En las urnas, los votantes solo pueden votar a un candidato.

El PCC

El Partido Comunista de Cuba (partido único) es “la fuerza dirigente de la sociedad y del Estado” pero no toma parte en el proceso preelectoral. No presenta candidato y no se pronuncia a favor de ninguno de ellos durante la campaña. Y tampoco hace falta ser miembro del PCC para ser candidato o elegido.

Segunda parte

En el Malecón un equipo de música emite a todo volumen aires de reggaeton y de salsa. Bienvenido a Cuba, isla donde el 70 % de la población tiene menos de 50 años, solo ha conocido la Cuba socialista y ha vivido siempre bajo el bloqueo americano. Cuba, que también sufre la crisis, quiere dar a los jóvenes derechos y deberes para salir de ella. En su Congreso Nacional del pasado mes de abril, la Unión de Jóvenes Comunistas destacó “el sentido de compromiso revolucionario que tiene la inmensa mayoría de los jóvenes”.

La realidad es compleja. Entre los jóvenes, los debates son acalorados. Convergentes en algunos puntos y divergentes en otros. La producción artística lo refleja. Películas como Fresa y Chocolate o Habana Blues han contribuido a poner en el candelero los interrogantes de la juventud sobre la apertura cultural, la sexualidad, la inmigración económica. Las creaciones tratan sobre el lugar del individuo en lo colectivo. Esta semana, el grupo de hip-hop Aldeanos actuaba en un escenario de La Habana. “Hablar de la realidad cubana es nuestra forma de hacer la revolución (…) no tiene ningún mérito criticar desde Miami” señaló El B, que se considera “un verdadero revolucionario” y que tiene algunas letras controvertidas. Charanga habanera tuvo que componer directamente dos versiones de una canción que trataba sobre la emigración: una para Cuba y otra para Estados Unidos.

Los jóvenes cubanos, movidos por un afán de diálogo, desean “hablar” de sus problemas “sin que se les considere automáticamente contrarrevolucionarios, ya que eso puede también servir para avanzar”.

Para el Estado, la solución global pasa por la educación y el empleo. Actualmente, el contacto entre sistema educativo y mundo laboral es real. Los titulados encuentran un empleo público en el sector en el que se han formado, que constituye, como contrapartida a la gratuidad de los estudios, un servicio social. Un periodo de transición de tres años. Después, podrán seguir en la empresa o buscar trabajo en otra parte. Una consecuencia de la inversión en “capital humano” impulsada por Fidel Castro en los años noventa. El pueblo cubano ha sabido, gracias a su nivel educativo, enfrentarse a la crisis, mientras que otros se han arrojado en los brazos del liberalismo. Este éxito lo han pagado caro los jóvenes nacidos en los años ochenta y noventa. Son muchos los recuerdos de platos con menos comida, de cortes de electricidad.

El Estado frente a los nuevos desafíos

Y ahora ¿qué papel va a desempeñar ese capital humano en la respuesta a la crisis del capitalismo? El carácter socialista de la sociedad no impide que los jóvenes compartan ciertas aspiraciones con los jóvenes del mundo, incluidos los de las sociedades liberales: poder adquisitivo, prestigio, cultura, aficiones, viajes, consumo… “Los jóvenes aspiran a un nivel de vida que se corresponda con su titulación. Es normal”, afirma el economista Osvaldo Martínez. “Si no fuera porque el socialismo no ha supuesto nunca la desaparición de los problemas, sino el hecho de tener otro tipo de problemas, menores. En Cuba, no hay paro, ni hambre. La publicidad presenta un mundo idílico en las sociedades capitalistas. Pero, a menudo, cuando nuestros compatriotas llegan allí, sufren, se desengañan” (1)

Otro reto: ¿qué lugar va a ocupar esta juventud cualificada en sectores intelectuales o en la sanidad cuando el país quiera inducir a los jóvenes a cultivar la tierra para reducir la importación de alimentos? Son muchos desafíos a los que el Estado tendrá que responder. “Nos enfrentamos a realidades nada agradables pero, a pesar de ello, no cerramos los ojos” señaló Raúl Castro, el Presidente cubano. “Estamos convencidos de que hay que romper dogmas y asumimos (…) la modernización de nuestro modelo económico para sentar las bases de un socialismo cubano irreversible”. El Presidente, dirigiéndose a personas “a veces presas de la desesperación y que desean cambios inmediatos”, afirmó que “entendía esas inquietudes” y pidió que “se tuviera en cuenta la gran cantidad de temas que abordamos (…). Debemos evitar que al solucionar un problema provoquemos otro más grave.”

Raúl Castro aseguró que “la juventud cubana está llamada a tomar el relevo de la generación que hizo la Revolución”. El próximo Congreso del Partido Comunista debería ir en esa dirección, con la renovación generacional de su Comité Central. También será interesante ver qué lugar ocupa Fidel Castro en la Cuba de mañana. El ex presidente sigue siendo el Secretario General del PCC y su influencia es muy grande entre los jóvenes. Hace 20 años, su buen entendimiento con los jóvenes le permitió afrontar el “periodo especial” con éxito. Esta vez, de nuevo, el socialismo podría poner en marcha un movimiento apoyándose en la experiencia de la generación histórica unida al entusiasmo de una juventud a la que habría que animar a afrontar el desafío.

Tercera parte

En la isla, varias reformas afectan al sector agrario. Se han distribuido tierras a los campesinos y el Estado fomenta la creación de cooperativas para dinamizar la producción y así reducir la importación de alimentos.

El campesino, figura emblemática en Cuba, había perdido un poco su imagen de marca tras la caída de la URSS. La actividad azucarera era la principal fuente de ingresos. Tras la pérdida de cliente soviético, hubo que reestructurar el sector de forma radical. Algunas centrales cerraron y los obreros fueron recolocados en otros sectores.

Sin embargo, hoy parece que la agricultura presenta buenas perspectivas de futuro. Debido o gracias a la crisis. El Estado ha impulsado reformas para incitar a los campesinos de las granjas estatales a incorporarse al sector cooperativo o a trabajar tierras que no estaban cultivadas con el fin de aumentar la productividad de los suelos cubanos y reducir la importación de alimentos, que alcanza un 80 %. Se hace un llamamiento a las nuevas generaciones, especialmente de las zonas rurales, para que consideren esta opción. Los primeros resultados son alentadores. En 2009, dieron el paso 60 000 campesinos que recibieron 1 millón de hectáreas de tierra pertenecientes al Estado pero que estaban sin cultivar. Sin embargo, queda mucho por hacer ya que toda una generación (nacida en los años 80 y 90), urbana o rural, se decantó por los estudios técnico-industriales o universitarios. En ese momento, la tierra ya no era la prioridad.

La periferia alimenta la capital

Guina de Melena espera sacar partido. A esta localidad de la provincia de La Habana se la conoce por ser la que provee a la capital de fruta, verdura y carne. Carlos Enrique González García es ingeniero agrónomo y presidente de la cooperativa Ubaldo Diaz Fuentes, creada en 1982 con 160 hectáreas por doce socios “para que los campesinos mejoren sus condiciones de vida y compartan los medios: vivienda, tierras, escuelas, dispensario…”. Hoy, la zona alcanza las 200 hectáreas y produce patatas, batatas, mandioca, judías, bananas, además de tener ganadería. La estructura la dirigen siete de los 51 socios elegidos en la Asamblea General. El Partido Comunista está también presente en los órganos directivos.

“En el día a día, garantizamos la producción de una cuota de alimentos”. El presidente, con el cuaderno de cuentas ante sus ojos, señala que “desde 2003, no hemos tenido ni una sola pérdida”. La mitad de los beneficios se distribuyen entre los socios y la otra mitad se reinvierte en “tesorería, contingencias, material y fondos sociales”. Estos agricultores están satisfechos con su elección. “En 2003 ganábamos aproximadamente 11 pesos cubanos al día. Ahora ganamos 35″. Mucho más de la media (1).

El tema de los ingresos depende de la producción. “No tenemos un sueldo sino unos ingresos anticipados, que se pagan antes de la cosecha”. Aunque el sector cooperativo ha reconocido zonas de propiedad privada, la noción de socialismo sigue presente. “Vendemos la mayor parte de nuestra cosecha al Estado que luego la revende a la población” explican los socios, que deben acordar con el Ministerio las cantidades que hay que producir. “Tener al Estado como cliente único supone una ventaja, ya que firmamos con él un contrato anual con el precio fijo garantizado”.

El Estado venderá parte de esos productos a los habitantes a través de la libreta, un dispositivo de venta a bajo coste, aunque no permite garantizar la cantidad de alimentos necesaria para un mes (sino solo para dos o tres semanas), obligando a los cubanos a comprar después en las tiendas a precios más elevados (2). “El Estado vende a la población nuestros productos a un precio inferior al que paga cuando nos los compra” señala el presidente, quien para redondear los ingresos a final de mes puede vender “entre el 10 y el 20 % de la producción en el mercado”. Y reconoce: “Esperábamos la reforma de la distribución de tierras ya que nos permitirá desarrollarnos”. Este ingeniero agrónomo es consciente de que será necesario un tiempo de adaptación para “que los jóvenes se planteen de nuevo trabajar la tierra”. “Si ven que el trabajo da dinero, volverán”. Se dice que algunos -muy pocos- pueden ganar hasta el equivalente a 3 dólares diarios, mientras que el sueldo medio cubano es de 19 dólares, lo que no deja de plantear problemas en términos de igualdad de ingresos. La reforma ha permitido mejorar los rentas. Y como en economía rara vez existen las casualidades, rápidamente se pudo constatar un aumento de la producción… Aunque quedarían por resolver otros problemas, como el de la distribución. Cosechas enteras se han podrido in situ por falta de camiones en buen estado o por falta de carburante. “A menudo el material data de la época soviética y el bloqueo americano nos castiga por intentar conseguir fertilizantes, piezas o gasolina”.

Cuba ha comprendido que su nivel actual de importación era insostenible y quiere alcanzar su “soberanía alimentaria”. Para conseguirlo, la reforma tendrá que contentar a la gran mayoría: a la población mediante los precios, la cantidad y la calidad y a los agricultores por los ingresos.

(1) En 2009, el sueldo diario medio era de unos 14 pesos, o sea 43 céntimos de euro.

(2) Un kilo de arroz cuesta 95 céntimos de peso (3 céntimos de euro) con la libreta y 8 pesos (25 céntimos de euro) en el supermercado. Los 300 primeros kW de electricidad cuestan 2,19 pesos (7 céntimos de euro).

Cuarta parte

Las batas blancas sin fronteras

1998. El huracán Mitch arrasa Centroamérica. Cuba se salva pero envía a sus médicos a las zonas siniestradas. Los daños son tan grandes que el contingente enviado por La Habana no es suficiente. “¡Nunca más!” debió pensar el Presidente Fidel Castro que propuso formar gratuitamente en Cuba a jóvenes de todo el mundo que no podían acceder a los estudios de medicina en su país por motivos económicos. Nace así la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM)

Los primeros estudiantes llegan en 1999. “Recibimos jóvenes de un centenar de países, incluido Estados Unidos” señala Yoandra Muro Valle, vicerrectora de la ELAM. “Tenemos en cuenta que los alumnos vienen de horizontes diversos. No queremos cambiarles su identidad” Así, no es raro ver por los pasillos a jóvenes vestidos con sus ropas tradicionales.

Los alumnos inician su formación de cinco años tras una preselección, hecha a menudo a través de las embajadas cubanas, y la aprobación de su país de origen. La iglesia católica o partidos de izquierda también pueden hacer de intermediarios. Los criterios de admisión son: tener el bachillerato, entre 17 y 25 años, no sufrir enfermedad grave. “La formación empieza con un análisis del nivel de los alumnos. A continuación, se imparten cursos especiales. Finalmente, se distribuye a los alumnos por las facultades de medicina de la isla junto a los estudiantes cubanos”. Los estudiantes recibirán durante sus estudios cien pesos mensuales, ropa, un uniforme y comida. Evidentemente, esta formación tiene un coste del que la vicerrectora prefiere no hablar. “El esfuerzo económico corre enteramente a cargo del Estado”. Sabemos lo que cuestan esos estudios en los países occidentales. Aquí, viene a ser lo mismo. ¡Salvo que lo pagamos nosotros, no el estudiante!”.

La Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) ha formado desde su creación a cerca de 22 000 estudiantes

Sanidad rima con solidaridad

La ELAM ha recibido a más de 22 000 estudiantes. Más de 7 200 ya se han ido con su diploma bajo el brazo. Pedro, 20 años, espera seguir sus pasos. Se enteró de la existencia de la escuela gracias al partido sandinista en el poder en Nicaragua (FSLN). “No habría podido formarme en mi país. Es demasiado caro, mientras que en Cuba es gratuito”. Para Leïla, 17 años, su salida de Paraguay fue un desgarro. “Mis padres sufren al tenerme tan lejos, pero saben que es por mi bien”. Además, “vivimos en una zona rural. Tendría que haberme ido a la capital a estudiar. Venir aquí, es un peso menos para ellos”. Está ahora en el primer año y espera poder “ejercer un día en su pueblo, donde faltan médicos”.

En cuanto a Wenderley, taxista en Colombia, su ingreso en la Escuela es el resultado de un encuentro. “Un día llevé en mi taxi a un titulado colombiano de la ELAM. Hablamos. El proyecto me gustó, sobre todo porque sabía que los estudios de medicina en Colombia cuestan 4 000 euros al semestre”.

Una vez diplomados, volverán a su casa. La ELAM dejará que ellos mismos se ocupen de su integración. “Ellos son los que tienen que homologar su título. Cada país tiene su propio sistema y nosotros lo respetamos”, afirma Yoandra Muro Valle. Tras el regreso a su país, no se ha realizado ninguna seguimiento. “Nos comprometemos a formarlos sin contrapartida” asegura la vicerrectora. La mayoría de ellos ejercerá en el sector público. “También es posible que otros opten por la privada, por preferencias personales o porque en su país no haya sistema público”.

El objetivo de la ELAM es que los países del tercer mundo posean “muchos médicos originarios del país que se ocupen de los más débiles”. Un objetivo actualmente respaldado, entre otras cosas, por miles de médicos cubanos repartidos en varios continentes. “El incremento del número de médicos nativos permitiría una reducción de la cifra de cubanos que ejercen en el extranjero y que representan muchos medios humanos que se podrían distribuir por Cuba donde todavía hay necesidades. “Que esos países tengan sus propios médicos es positivo para su independencia. Pero siempre podrán contar con Cuba”.

Una solidaridad que funcionó en Haití tras el seísmo del pasado mes de enero. Cuatrocientos haitianos de la ELAM (titulados y estudiantes) acudieron de inmediato para unirse a los médicos cubanos que ya estaban presentes en la isla mucho antes de la catástrofe, en el marco de la cooperación entre los dos países.

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