El 7 de diciembre es una fecha de reafirmación revolucionaria.

Granma.- En San Pedro, hace 114 años, cayó en combate por la libertad de la Patria el legendario Titán de mil batallas y artífice de la Invasión: el General Antonio Maceo y Grajales.

"Con la desaparición de ese hombre extraordinario pierde el Ejército Libertador a la figura más excelsa de la Revolución", aseveró justamente su maestro, compañero y amigo, el Generalísimo Máximo Gómez.


Maceo, mulato campesino enrolado como soldado en las filas insurrectas desde los primeros instantes de la Revolución que comenzó Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua el 10 de Octubre de 1868, a filo de machete alcanzó el grado máximo de Mayor General. Escribió brillantes páginas en los campos de batalla frente al poderoso ejército del colonialismo en cientos de combates, en muchos de los cuales derramó su sangre generosa. Su inmortal proeza de llevar la guerra revolucionaria hasta los más lejanos confines de Occidente lo consagra como uno de los grandes militares de todos los tiempos.Antonio Maceo encarna al militar revolucionario por excelencia, al soldado que se debe a su pueblo y a su Patria; porque junto a sus cualidades de guerrero, fue un revolucionario completo. Él simboliza la entrega abnegada e incondicional a la causa de la independencia, la libertad y la dignidad de la patria, la verticalidad de principios, la intransigencia revolucionaria, el sentido del deber.

Con razón Martí advertía que "Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo".

Al rechazarse enérgicamente en la Protesta de Baraguá la paz sin independencia, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre. Esto define a Maceo como hombre de penetrante visión política y lo convierte en el héroe popular que resumía, con solo expresar su nombre, los ideales de redención de todo un pueblo.

No es posible olvidar tampoco ese noble gesto de suprema lealtad, cuando sucumbió junto a él su ayudante Panchito, el joven capitán Francisco Gómez Toro, hijo del Generalísimo Máximo Gómez.

Recordarlos hoy es como sentir la fuerza de la entrega con pasión al quehacer revolucionario y de asumir la respuesta a la perenne convocatoria de hacer mejor a la Patria, como hoy pretendemos hacerlo en la abierta discusión del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.

Y es también alimentarnos de aquella viril sentencia del Titán para responder al acecho del enemigo imperialista: "quien intente apoderarse de Cuba solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha".

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