Iván Herrera - Prensa Latina.- La falta de pilotos expertos y la pérdida de aviones en el bombardeo previo de los agresores nunca impidieron que la pequeña fuerza aérea cubana protagonizara hazañas durante la invasión por Playa Girón, hace medio siglo.


Si nos tumbaban los pocos aviones que quedaban había que seguir luchando sólo por tierra porque las naves escaseaban, tampoco teníamos piezas de repuesto y apenas municiones, dijo en diálogo con Prensa Latina Alberto Fernández, uno de los pilotos que allí combatiera.

Fernández recordó que el 15 de abril de 1961 los aeropuertos cubanos fueron bombardeados, preludio de la invasión dos días después, de una brigada preparada y fuertemente armada por Estados Unidos, pero que milicianos, soldados y policías derrotaron en menos de 72 horas.

Esos primeros ataques buscaron aniquilar las pocas aeronaves que tenía el país, lograr el dominio del aire para los agresores y preparar las condiciones para el ulterior desembarco de tropas por Playa Girón, a 250 kilómetros de La Habana.

Aunque la previsión del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, permitió tomar algunas medidas y evitar pérdidas mayores, la rapidez de los hechos obligó a los pocos pilotos revolucionarios a tomar cualquier aparato y enfrentar al enemigo, recuerda Fernández.

Yo tuve que montarme en otro avión porque el de guardia, que estaba preparado para salir, lo destruyeron con el bombardeo. Pasé trabajo en la carrera de arranque porque las aletas de sustentación no estaban listas, pero resolví el problema y partí, explicó.

Según el otrora aviador de la base de San Antonio de los Baños, unos 40 kilómetros al sur de la capital, en ese lugar una de las medidas para proteger las naves fue dispersarlas y después camuflarlas con ayuda de la vegetación de la zona.

De acuerdo con su testimonio, los técnicos debían hallar soluciones inmediatas ante la carencia de materiales y piezas, pues sólo un avión estaba en perfecto estado.

Ese primer día los jóvenes encargados de apoyar por vía terrestre con la artillería existente también realizaron una labor encomiable, aunque el peligro y la posibilidad de ser impactados por la falta de protección aérea suficiente era notable, evocó el entrevistado.

Sin embargo, hay una cosa que recuerdo me dijo uno de los de artillería: tú estás vivo por las baterías que estaban en la cabeza de la pista y fue verdad, subrayó.

Seis piezas de ametralladoras con cuatro bocas que me protegieron a la hora de levantar vuelo, averiaron el motor de uno de los aviones piratas que yo perseguí y que luego se supo había aterrizado en isla Gran Caimán, continuó Fernández.

La misión de los agresores no se cumplió por la actuación de aviadores como Fernández, quien enfrentó en pleno vuelo, según cuenta, a las naves aéreas atacantes impactando a una de ellas y junto con sus compañeros golpeó a embarcaciones de apoyo a los invasores.

Al recordar lo ocurrido en aquellos instantes de gran tensión en que se jugaba la supervivencia del proceso revolucionario, Fernández reconoció la trascendencia de la actitud de todos los combatientes y especialmente el bautismo de fuego de aquella incipiente Fuerza Aérea.

Cuba
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