La Revolución vivía momentos cruciales, luchaba a brazo partido por su supervivencia en medio de una aguda lucha de clases, tanto en el plano nacional como internacional. En este ámbito, se inauguró una institución, pionera de una de las tareas más hermosas encomendadas a la Federación de Mujeres Cubanas por Fidel: la creación de los círculos infantiles.
Existían en aquel momento en Cuba 37 creches u hospicios estatales que admitían niños de 1 a 7 años. Eran gratuitos y para conseguir una plaza en ellos había que tener influencia política, Había otras instituciones infantiles sostenidas por patronatos de damas caritativas y una privada bien atendida, pero a un alto costo. Ninguna estaba destinada a las madres trabajadoras. Además, eran muy pocas las mujeres que trabajaban entonces.
En el acto constitutivo de la organización, el Comandante en Jefe expresó la necesidad de estudiar el problema de las mujeres que deseaban trabajar y que no tenían quien atendiera a sus hijos, y le encomendó la tarea de crearlos, propiciándoles no solo atención y cuidados, sino aprendizaje con métodos modernos, a fin de que se incorporarán confiadas al trabajo, empeño de aquellos primeros años fundacionales de la FMC.
Con especial atención, atenta a cada detalle estuvo la Presidenta de la organización, Vilma Espín, cuyo entusiasmo alentó todo el proceso. Ella fue la artífice de esta historia. Múltiples fueron las iniciativas promovidas por la FMC para echar a andar aquel sueño con las galas de la maravilla. Al mismo tiempo se preparaba el personal que trabajaría en ellos.
El 10 de abril de 1961 surgieron, los tres primeros círculos con los nombres de Ciro Frías, Fulgencio Oroz y Camilo Cienfuegos, todos en Ciudad de La Habana. Ese mismo año abrieron sus puertas 37 instalaciones de nuevo tipo, las que se fueron incrementando con el paso del tiempo.
Desde los inicios quedó clara la labor educativa, un propósito muy superior al de cuidarlos y atenderlos. Personal con mucha sensibilidad, pero sin la suficiente preparación pedagógica, que luego recibió, se hizo cargo de la tarea. Al unísono se creo la Escuela de asistentes y la de directoras y más tarde la de educadoras. También se empezaron cursos de orientadoras de la Salud, hasta llegar a nuestros días con un claustro en que la mayoría de sus integrantes son licenciados en Educación Preescolar y muchas han adquirido un Master en Ciencias de la Educación.
A este universo pedagógico se suma el Programa Audiovisual. Todos los círculos cuentan con televisión y video y reciben también los programas Curucucu, para cuarto y quinto año de vida, entre otros.
Muchas son las satisfacciones e infinitos los propósitos, todos orientados a la preparación profesional de las educadoras y a incrementar la calidad de la atención de los pequeños que asisten a los círculos. Entre los intereses esta siempre propiciar un mayor y mejor desarrollo integral de los infantes y que cada día se adecuen más esas instituciones al Programa educa a tu hijo, a fin de facilitarles a las familias que no pueden acceder a los círculos, métodos, contenidos y procedimientos que impulsen el desarrollo y estimulación de los niños en estas edades.
Medio siglo después, estas instituciones exhiben logros y también dificultades. Son una conquista educativa y de apoyo a las trabajadoras, pero dadas las dificultades económicas no se cuenta con las capacidades deseadas, por lo que se han establecido prioridades para favorecer a las madres que resultan imprescindibles en sus puestos de labor o que presentan problemas sociales.
La obra que Fidel puso en manos de la Federación de Mujeres Cubanas aquel 10 de abril de 1961, fue cumplida a cabalidad. Los círculos infantiles siguen siendo un orgullo de la Revolución.
