Fotos: Kike, R. A. Hdez. y Víctor Junco (La Jiribilla) / Victoria Hernández - La Jiribilla.- Diez años han transcurrido desde que, en los comienzos de este milenio, un grupo de intelectuales y periodistas cubanos se lanzaron a la aventura de crear una revista de cultura en un universo entonces recién estrenado en la Isla: Internet.


 

El 5 de mayo de 2001, el primer número de La Jiribilla vio la luz como suplemento cultural del diario Juventud Rebelde. El Ángel invocado por José Lezama Lima como “fabulosa resistencia de la familia cubana. Arca de nuestra resistencia en el tiempo…”, inspiraría desde entonces el propósito de insertar, en el espectro de los medios de comunicación en Internet, la voz de la cultura cubana, un punto de vista propio y desenfadado sobre la realidad cubana y la obra de nuestros artistas y de la Revolución, muchas veces manipulada o desconocida fuera del país.

Al ángel, más tarde, le salieron alas de papel: la colección Cuadernos de La Jiribilla (La política sexual de Reinaldo Arenas, de Jon Hillson; La danza del huracán, compilación de poesía y prosa sobre el fenómeno natural; el ensayo Encuentros y desencuentros, de José Antonio García Miranda) y La Jiribilla de Papel, publicación periódica que el colectivo edita desde 2003. En formato tabloide y con frecuencia bimestral, las páginas de la revista impresa incluyen dosieres, artículos y secciones de la edición digital, además de proponer textos exclusivos.

Música, artes plásticas, literatura, teatro, danza, cine y televisión, sexualidad, religión, emigración, deportes, educación, historia, humor, sociología, folclor, medios de comunicación y ciencia... son temas que invitan a la reflexión desde las 522 ediciones de La Jiribilla, en más de 22 mil artículos. La cultura ha sido, a la vez, objeto y sujeto de los más importantes debates que han acogido estas páginas —digitales e impresas— como luces desde las cuales mirar nuestra sociedad con un discurso polémico y constructivo. Un espacio que también intenta articular voces desde todas las latitudes del planeta.

A algunos de quienes han acompañado a La Jiribilla en este empeño, la revista ha entregado la distinción el Ángel de la Jiribilla, una obra realizada por el artista de la plástica José Luis Fariñas en el año 2002. Varias recreaciones de esta pieza han sido conferidas a amigos y colaboradores como Alfredo Guevara, Roberto Fernández Retamar, Marta Rojas, Silvio Rodríguez, Rosa Miriam Elizalde, Belén Gopegui, Santiago Alba y Pascual Serrano, en reconocimiento a sus aportaciones en el campo de la cultura.

Fernando Martínez Heredia, José Luis Fariñas y Ambrosio Fornet en la entrega de los Ángeles de la Jiribilla

Desde el éter y la tinta, la Revista de Cultura Cubana —como luego se apellidó— ha reclutado a jóvenes que cada día nutren la letra y la visualidad de La Jiribilla. Y junto con ellos, experimentados artistas, intelectuales, periodistas de reconocida obra. Cuando diez años invitan al recuento, el equipo que hoy edita cada semana el sitio y cada dos meses imprime “el papel”, recuerda con particular agradecimiento la presencia iluminadora de Manuel González Bello, Enrique Núñez Rodríguez y Lisandro Otero, ya fallecidos.

Una década invita a la celebración, a la consecución de un sueño colectivo; a celebrar la existencia de un espacio que ha intentado ser nuestro y de todos. Así transcurrió, también, la jornada de este 5 de mayo de 2011: entre remos y botes con que Alexis Leiva (Kcho) nutrió de significaciones los pequeños salones de la sede de La Jiribilla; el homenaje de la revista a los intelectuales cubanos Fernando Martínez Heredia y Ambrosio Fornet, ángeles inspiradores también de estos diez años; y un concierto a cargo del joven jazzista Harold López-Nussa, reunieron durante la tarde noche de este jueves a los amigos de todos los días, a quienes construyen este sitio con sus textos, fotografías, ilustraciones o, incluso, sugerencias y alientos.

Como el azar concurrente lezamiano, la portada de este número de La Jiribilla lleva la firma de Alexis Leiva (Kcho), justo como hace una década ocurrió con “Proyecto para Mi casa es tu casa”, obra que el colectivo de la revista aún atesora. Tal es el título, también, de una de las piezas que componen la exposición Entre la piedra, el metal y la madera, que Kcho situó en la sede de la revista: obras que solo han visto quienes visitan su casa, cuadros que son suyos y que el artista pinero ha querido compartir la fecha en que “el bicho con patas” cumple diez años. Una jornada de aniversario que, más que festividad, ha constituido para la revista un conjuro de nuevas fibras y alientos.

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