Prensa latina - Cubainformación.- El maíz, motivo de adoración de los pueblos originarios de América, es celebrado este jueves por los pobladores de Mantua, localidad del occidente cubano fundada por italianos.

Aunque el origen de la planta sigue siendo un misterio, evidencias arqueológicas demuestran que el cereal era el alimento básico de las culturas nativas del continente antes de que los europeos llegaran a estas tierras hace más de cinco siglos.

Por la tradición oral y otras pruebas paleobotánicas se conoce que sus distintas variedades merecían en tiempos precolombinos el respeto de las primitivas comunidades, que las consideraban un regalo de los dioses.

Gracias a la datación con el método de carbono 14, realizada sobre espigas encontradas en el Valle de Tehuacan, fue posible determinar que el maíz era consumido en México hace siete mil años aproximadamente.

Milenios después los habitantes de Montezuelo (Mantua) rinden culto al vegetal de la familia de las gramíneas, que descuella por sus propiedades nutritivas.

Tras el fin de la cosecha tabacalera, los pobladores de la zona revelan secretos de su cultivo, entre acordes y controversias.

Una vez recolectadas las hojas de la solanácea, empleadas en la elaboración de los famosos Habanos, en las vegas de Vueltabajo asoman los tallos, adornados con alargadas mazorcas.

Cada verano convida al jolgorio a los vecinos del lugar cuyos antepasados crearon la Fiesta del Maíz en una fecha aún sin precisar.

En la celebración abundan las recetas y todas tienen como base fundamental la planta, cosechada por los hombres y mujeres del municipio, al que llegaron en centurias anteriores navegantes hijos de Italia, en su mayoría oriundos de Mantova, ciudad de Lombardía.

Las causas exactas del arribo se ignoran, pero la versión más conocida refiere el naufragio del navío después de arremeter contra la barrera coralina que resguarda el litoral, causante de innumerables accidentes.

Como buenos marinos, los sobrevivientes se establecieron primero en las cercanías del mar, hasta adueñarse de una extensa hondonada a orillas del río más caudaloso de la comarca, rodeado de fértiles vegas y colinas.

La colonización española prácticamente no había tocado a las puertas del remoto paraje en aquel momento, por lo que es probable que estuviera totalmente deshabitado, atestiguan historiadores.

Maíz, tributo y tradición

Conservadora del sentido mágico de épocas lejanas, la parranda reúne a decenas de campesinos en portales y terrazas, o alrededor de un buen fuego, para hervir los verde-amarillos tamales y narrar anécdotas de sus ancestros africanos y europeos, mientras los bardos entonan décimas aplaudidas por la concurrencia.

Las frituras color naranja, humeantes y apetitosas, seducen a los visitantes que se pasean de horno en horno y de casa en casa.

Mientras en los hogares se prepara el convite, los más pequeños disfrutan de juegos tradicionales como el ascenso por un madero ensebado y, una vez listos los manjares, un jurado selecciona los mejores.

En medio del jolgorio, jóvenes ataviadas con sus mejores galas, danzan hasta el final de la noche, entre guitarras y coros.

El grano amarillo se emplea en la cocina de múltiples formas: cocido, asado, guisado, macerado, tostado, en harina, en tortilla o en requesón, y se estima que sus derivados tienen más de tres mil usos.

Las barbas o cabellera poseen virtudes diuréticas realmente eficaces y cerca de 85 tipos de antibióticos utilizan maíz en sus formulaciones, al igual que numerosos jabones y cosméticos.

Con la llegada del período estival comienzan los preparativos del jolgorio, abrazado al bullicio de los guateques campesinos, espiritosas bebidas y puros cubanos.

* Corresponsal de Prensa Latina en la occidental provincia de Pinar del Río.