Mariela Pérez Valenzuela - Revista Mujeres.- Los hermanos Haydeé y Abel Santamaría nacieron en el Central Constancia, municipio de Encrucijada, provincia de Las Villas, en la parte central de Cuba. Sus inquietudes políticas, que eran la de una mayoría de jóvenes de la Isla de los años 50, los hizo trasladarse a La Habana.


En esta ciudad alquilaron un modesto apartamento en el centro del barrio de El Vedado que, con el tiempo, constituyó el hogar de los revolucionarios que dirigidos por el joven abogado Fidel Castro atacaron el Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.

Este apartamento, el 603 del sexto piso del edificio situado en las habaneras calles de O y 25, poseía como riqueza mayor el busto de José Martí colocado en el buró de Abel y se convirtió en un centro de reunión de los jóvenes que aglutinaba Fidel.

Haydeé fue una de las dos mujeres que participó en el ataque al cuartel Moncada de Santiago de Cuba. El, segundo jefe de aquel movimiento que inició la última y definitiva etapa de la lucha por la liberación de Cuba en julio de 1953.

Fidel Castro, líder del grupo de jóvenes atacantes del bastión militar del dictador Fulgencio Batista (1952-1959) más importante del oriente de la Isla, era visita obligada a la casa de los Santamaría, sitio donde tomó cuerpo y alma la lucha iniciada aquel 26 de julio, en el año en que se conmemoraba el centenario del nacimiento del Héroe Nacional Cubano, José Martí.

Ubicado de manera favorable en el barrio de El Vedado, el inmueble fue construido en 1952; por tanto, en aquel año 1953 formaba uno de los modernos edificios de la ciudad, rodeado de hoteles, muy cerca del malecón habanero.

El edificio puede pasar inadvertido entre la red de centros turísticos, hoteles, cafeterías que circundan la bella Rampa de la capital. Posee siete pisos y 72 apartamentos, dos elevadores; una fachada principal da entrada por la calle 25, entre la actual Librería Centenario del Apóstol y la cafetería Pan de Paris. Otro acceso es por la calle O, pero marcada con el número 215, frente al hotel Vedado. El escape, la salida rápida, con aquellas características, estaba garantizada.

Abel alquiló el apartamento e invitó a su hermana a compartirlo, ya cuando estaba establecido. Llegó a La Habana en 1947, en busca de posibilidades de estudio y de trabajo. Estudiaba comercio y bachillerato y trabajaba en una textilera.

Unido a Fidel en las ideas políticas, en el afán de derrotar a Batista y crear una sociedad de justicia, y luego también en el combate, Abel fue asesinado después de participar en el ataque al cuartel Moncada.

El joven revolucionario mantuvo sus labios cerrados ante los inútiles intentos de los torturadores militares de arrancarle el nombre del Jefe del Movimiento, y luego de sacarle los ojos y torturarlo, lo asesinaron.

Cuando le comunicaron a Haydée que habían matado a su hermano y también a su novio —Boris Luis Santa Coloma— que al primero le habían sacado los ojos y al segundo le habían arrancado los testículos, ella aseguró que si Abel no había hablado, ella tampoco lo haría.

Al decir del jefe de la Revolución, Abel fue( …) “El más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes (…)”.

En el juicio celebrado, donde Fidel asumió, como abogado, la defensa de esa acción revolucionaria, declaró, refiriéndose a Abel Santamaría, que “su heroica resistencia lo inmortaliza ante la historia”.

Un hogar de la historia pasada y presente

En aquel apartamento se editó en mimeógrafo el periódico Son los mismos, en el que se explicaba las bases del movimiento revolucionario y se incitaba al derrocamiento del tirano y a los cambios socio-económicos posteriores.

El hogar de Haydeé y Abel se convirtió en el de todos los jóvenes seguidores de las ideas de Martí y de Fidel.

El lugar de los libros era sagrado. El librero de Abel posee obras de Martí, de Miguel de Cervantes, de Vladimir Ilich Lenin y las ediciones de la revista Bohemia dedicadas a la muerte de Eduardo Chibás, líder del Partido Ortodoxo, del cual procedían Fidel y Abel y muchos de los integrantes de los episodios revolucionarios de los años 50.

La pequeña casa de los Santamaría Cuadrado (sala y cuarto separados por el pasillo, baño y cocina) es, desde 1973, la Casa Museo Abel Santamaría.

Decenas de personas se acercan cada día al sagrado recinto donde el amor por la Revolución fue también el amor a la familia, al compañerismo, a la solidaridad humana.

Allí puede observarse el librero de Abel en la sala, donde también están la mesa apretada contra la pared con sus tres sillas, el sofá-cama forrado de tela gris donde él dormía, el sillón plegable donde gustaba de sentarse y el buró de Fidel con una pequeña lámpara de mesa, un cenicero de cristal, una estatuilla de Martí de pie, obra del escultor Fidalgo, hecha en ocasión del centenario del Apóstol y para recaudar fondos para el movimiento revolucionario. Sobre el librero, un busto de Martí y del General Antonio Maceo, héroe de las guerras de independencia cubanas.

Entre el buró y el librero se hallan dos banderas: la insignia nacional y la bandera del 26 de Julio, colocadas aquí al fundarse el museo. Un almanaque guarda las históricas fechas del 25 y 26 de julio de 1953, como si el tiempo no hubiese transcurrido.

La pequeña cocina mantiene los objetos de la época, el refrigerador de kerosene que en algún momento compró el novio de Haydeé, la cocina de gas, el calentador de agua y los platos en su pequeño estante.

En 1964 recuperó todo el mobiliario, que había sido conservado hasta entonces por sus padres.

Hoy Cuba muestra con orgullo como uno de sus Monumentos Nacionales este hogar de la historia pasada y presente.

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