Javier Sánchez Arroyo (abejaruco1976@yahoo.es) – Cubainformación.- Me decidí a escribir este texto, un tanto simple, porque a much@s compañer@s nos ocurre muy a menudo que cuando escuchamos o leemos a gentes que defienden la Revolución cubana nos queda la sensación de que, normalmente, se hace con argumentos demasiado “contaminados” por los parámetros del pensamiento capitalista dominante en nuestra “rica sociedad occidental”.


Así pues, vierto aquí algunas ideas, de las cuáles, la duodécima es la que creo fundamental, expresadas de modo relativamente sintético, para contribuir a afinar esa “defensa”, que no es, en realidad, sino de un modo de entender el mundo

1ª-Cuba, además de ser un país socialista, es un país pobre, empobrecido más bien. Entre otros datos, se puede mencionar que el PIB per cápita cubano es diez veces inferior al español. Teniendo en cuenta que por causa del bloqueo (aunque cada vez más agujereado…) un dólar o euro valen realmente en la isla entre 2´5 y 3 veces menos que acá (por el sobrecoste que se les exige para realizar muchas de las importaciones), en realidad tendríamos un PIB per cápita aproximadamente 25 veces inferior al de l@s españolit@s.[1] Y con esos recursos monetarios hacen lo que hacen y aquí hacemos lo que hacemos (aunque no “nosotr@s” desde luego…) 

2ª-No se trata de que en Cuba haya una cobertura de salud y una excelente educación universales y gratuitas, y que sea el único país de Latinoamérica sin desnutrición infantil (ni, por supuesto, adulta)… pero no haya democracia.[2] El que exista todo esto es la condición necesaria e irrenunciable, aunque no suficiente, para que se pueda considerar que hay democracia;[3] donde realmente no se puede hablar de ella es donde no existen estos derechos[4] ¡¡¡Donde ni siquiera tod@s comen!!! En la mayoría de los lugares, por cierto, la OMC, el BM, el FMI y sus acólitos (es decir, todos los gobiernos capitalistas…) se encargan de convertir estos “derechos” en “servicios” para poder privatizarlos después. 

3ª-A veces se expresa una duda, desde una perspectiva “bienpensante”, sobre si lo que tenemos aquí “es democracia o no”, por la evidente barbarie cotidiana en la que vivimos. Esto está claro, en realidad; no debiera sorprendernos el hecho de que no haya un intento por buscar un ápice justicia social, ni de que la participación “política” se circunscriba a cinco minutos cada cuatro años para “elegir” entre Epi o Blas, Barça o Madrid (no bromeo; ésa es la profundidad “política”, politiquera, más bien, del debate…).[5] Es obvio que la democracia burguesa es el modo más acabado, más efectivo y evolucionado de dominación del capital. L@s actor@s de la politiquería correspondientes tienen poder de decisión sólo sobre cuestiones mínimas, y por eso es ficticia la ya limitada “elección”; no son, estructuralmente hablando, más que la correa de transmisión de los intereses del capital, aunque también son beneficiarios, claro, de abundantes privilegios por cumplir ese papel. Pero no pretendo descubrir el agua tibia; para eso están los textos “clásicos”, no hay más que releer lo ya escrito. 

4ª-Si tenemos que llegar a hablar de elecciones y partidos, (que tendremos…), tocará explicar contundentemente cómo funciona el sistema electoral cubano. La reflexión sobre pluripartidismo y democracia, bajo condiciones capitalistas, puede ser “para nota”; en estos casos es difícil ir al fondo y razonar sobre qué es, o debiera ser… eso de la democracia, y sobre la relación entre el mantenimiento de esa gran farsa y un ejercicio banal tetranual. Sin embargo, hay ocasiones que son idóneas para repasar cómo funcionan las elecciones en la isla y para recomendar, al o a la interlocutora de turno, el libro al respecto de la lucha por la democracia en Cuba de Ricardo Alarcón,  presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, por ejemplo[6]; o el estupendo material, más breve y accesible, elaborado por la gente de Cubainformación sobre los tópicos falsos más repetidos, incluido éste de que en Cuba no hay elecciones[7]

5ª-Para que haya libertad de expresión, lo primero que tiene que haber es expresión Y expresarse es exactamente lo que saben hacer l@s cuban@s, gracias a que han sido alfabetizados también políticamente; esa cultura política y su capacidad de razonar es lo que se observa en cada habitante de la isla, y lo que se echa tanto en falta en las “sociedades”[8] virtuales de las “democracias contemplativas de mercado”.[9]

No es cierto que aquí, de modo individual, se pueda defender cualquier idea en cualquier sitio, eso está claro; ni siquiera la gente anónima y, por tanto, relativamente “inofensiva”. Hablar de Euskadi, por ejemplo, en según qué términos, tal es el veneno inoculado, nos haría perder relaciones sociales, puede que laborales y tal vez hasta recibir alguna paliza... Eso si se circunscribe a lo personal; en el terreno político, claro, podría implicar entrar en el tan amplio “entorno” e inaugurar una posible persecución política (perdón, qué tonto; olvidaba que no hay pres@s polític@s en el Reino…) con penas de cárcel incluidas.[10] Pero bueno, básicamente, se puede decir que…hay otros lugares con menos libertad de expresión individual,…dejémoslo así…

Pero ése no es el caso que nos ocupa. La cuestión es poder decirlo en algún lugar en el que ser leído o escuchado al por mayor, y no como la mayoría de l@s anónim@s repartiendo panfletos o montando conferencias en lugares reducidos… ¿En una televisión o radio estatal, con más tiempo para explicarse que el de una llamada telefónica, y con cierto impacto? ¿De manera que pueda alterar en un nivel inaceptable la corriente de opinión? No, ahí no.[11] Me remito a la contundencia con la que Carlos Fernández Liria razonaba en algunos de sus mejores ensayos breves acerca de las ilusiones de libertad de expresión,[12] en los que se asombra de que los columnistas no censurados[13] de, por ejemplo, El País no reparen en la medida en que su “pensamiento” coincide con la línea editorial del diario; o de l@s que creen que poseen una envidiable libertad de expresión por poder escribir en un blog que leen sus amigos.

A veces ciertas situaciones, casi “anécdotas”, explican mejor algunas cosas que largas disgresiones. Viviendo en la isla pude observar muchos de estos lances: por ejemplo al viajar en un bus a reventar, con un joven que perdía los papeles y decía que todo se iba a la mierda, que el país no servía para nada, y que si esto era Revolución,… y quien le contestaba, no eran los policías que viajaban junto a él y que, como los militares, van en autobús, como todo el mundo, sin que nadie les tema ni les agreda (será que no se dedican a defender la”democracia” a palos, como debe ser… ni se lían a tiros contra su propio pueblo), sino un abuelo incombustible (de los muchos y adorables que hay allá) que le dio una lección ante el aplauso general. Al respecto de la expresión, es también sintomático el hecho de que en la revista más importante de debate (Temas) lo haya de veras, y que éste sea sobre cuestiones de fondo; igualito que aquí en la mayoría de las publicaciones, salvando honrosas excepciones… minoritarias, por supuesto.

Y a nivel de medios masivos audiovisuales y escritos (veo la incongruencia, si no, en el argumento…) no conozco otro país en el que el entonces “número dos” de la Revolución (hoy “número uno”) diga, como hizo, a un grupo de periodistas que, por favor, “metieran más caña”. Sobre los medios cubanos habría mucho que hablar; de sus muchas cosas positivas pero también, y en buena medida con dolor, de sus defectos reales. Sin embargo, el análisis revelaría que éstos no provienen de directrices supremas del “dictador” o “su camarilla”, sino, en su mayor parte, de posiciones acomodaticias de cuadros medios y de otras cuestiones sobre las que tod@ revolucionari@ debería reflexionar mucho. 

6ª-“Y entonces, ¿por qué se quieren ir de allí…?”. Bueno, pues lo primero es que se quieren ir algun@s: Cuba era antes del 59 el 2º emisor de emigrantes de A. Latina  hacia EEUU y hoy es el . Y la emigración es económica en la abrumadora mayoría de los casos. Esto dicho en el buen entendido, claro, de que todo es política, y que quienes deciden irse por sus condiciones económicas están también eligiendo políticamente una serie de valores y vivir bajo unas circunstancias y no bajo otras.[14]

Y respecto a que “no pueden salir de la isla”,… pues resulta que sí pueden. Cuba es el país que con más fidelidad cumple la legislación internacional, y no deja salir a quienes no tienen visado del país receptor. Son éstos los que niegan los permisos a much@s cuban@s. El caso más esperpéntico es el de EEUU, claro, que niega las visas, no ya las demandadas por l@s solicitantes, sino incluso las acordadas con el gobierno cubano tras importantes crisis como la de “los balseros”, pero otorga plenos derechos a quienes salen irregularmente en barcas “huyendo del régimen castrista” y llegan a las costas de Florida. Un trato igualito al de l@s “espaldas mojadas”, por ejemplo…

Sí es cierto que hay grupos profesionales, como l@s médic@s, que tienen limitaciones para salir en determinados periodos tras la obtención de su título, lo cual, anticipo, me parece estupendo. [15] Hay más médic@s senegales@s en Francia que en Senegal; en el primero de los países, la ratio es de 1 cada 200 habitantes, aproximadamente; en el segundo es de 1 cada 13.000…, por poner sólo un ejemplo…En el preciso caso cubano, no hablamos ya este habitual robo de cerebros; se trata aquí, además, de pura estrategia de guerra ideológica. Recientemente se ha dado a conocer el proyecto yanki “Cuban Medical Professional Parole”, que desde 2006 pretende conseguir la deserción de médic@s cuban@s destinados en misiones médicas en países pobres; algo que ha logrado en el muy sintomático1´89% de los casos, por cierto...

 7ª-Conocer Cuba sirve, sobre todo, ante todo, para comprender el mundo, y comprender el mundo, más allá de nuestro ombligo occidental, implica poder entender lo que significa Cuba. Comprender el “ornitorrinco” (como lo denomina Rodolfo Livingston, por su rareza) posibilita poder entender mejor la sociedad propia. 

Al respecto de esto, hay algo que quizá estemos obligados a decir de modo especialmente dedicado a l@s que han estado (sin estar de veras…) una semanita de vacaciones, y que quizá nunca han hecho un análisis político de su país y no digamos global; que jamás han participado de la lucha política transformadora acá (y, por tanto, no han sentido la represión..) pero que en cuanto aterrizan en la isla  se convierten en politólog@s y disertan sobre la viabilidad del “régimen” cubano (¿será “régimen”el suyo…?) y aún más, sobre el socialismo. Por supuesto lo basan, además de en su sólida cultura política, habitualmente en cosas tan fiables como que un tipo les dijo en un bar o en el Malecón que esto era así o asá… No sé qué hacemos las izquierdas cuando intentamos comprender la situación española, la guerra en Libia, o lo que sea…leyendo análisis o ensayos en lugar de, un método mucho más rápido y eficaz, quedarnos con lo que nos dice el primero que pillemos en una barra; y si resulta que la culpa de todo la tienen los inmigrantes, por ejemplo, sea pues: ya tenemos la fórmula…

Un poco de bilis aparte…, la comprensión más fiable de cómo están construid@s l@s cuban@s creo que se logra atendiendo, más que a lo que se dice en unas primeras frases (o según quienes y para qué; sacarle los cuartos al turista, por ejemplo…) a su estructura de pensamiento, a su marco de comprensión del mundo; a lo que consideran normal y lo que no. Es decir, atendiendo a lo intravenoso, más que a lo superficial,[16]sobre temas como la política, la solidaridad, o incluso el papel de las fuerzas armadas o de la policía,…En lugar de hacer un juicio precipitado, se trata de intentar entender qué contenido tienen algunos conceptos allí, denominados con la misma palabra pero totalmente distintos a lo que significan en una democracia contemplativa de mercado: la ley, el partido,... todo es diferente en el “ornitorrinco”. 

8ª-Lo que dice Amnistía Internacional no es, y menos respecto a Cuba, la fuente más fiable, y ni mucho menos la más “a la izquierda”, pero que aún así es bueno recordarle a cierta gente el fantástico trabajo de Salim Lamrani "Doble moral. Cuba, la Unión Europea y los derechos humanos",[17] basado en los datos de AI, ya que tanto cacarean sobre las cárceles cubanas y los DDHH (me remito a la segunda idea del texto…) quienes los violan sistemáticamente en todo el mundo. 

9ª-Son habitualmente mencionados los “datos” de la solidaridad cubana; las decenas de miles de médic@s que hay repartidos por el mundo, trabajando en las zonas más pobres o dañadas del planeta, por ejemplo…[18]. Sin embargo, menos conocido y/o mencionado es lo que han supuesto las “cooperaciones” (¡la conciencia de que es la misma lucha!) con los territorios agredidos directamente por las armas:[19] con la Nicaragua sandinista, por supuesto, pero también con Vietnam, o con Angola. Esta última fue una guerra por la que pasaron 320.000 cuban@s (incluidos maestr@s, médic@s…). La intervención y la victoria angoleño-cubana, (en “ese Girón africano…”) entre otras cosas aceleró como ninguna otra acción política la caída del régimen del apartheid sudafricano.

No trato, como decía, de decir más sobre los logros, porque además de ser esto más conocido resultaría infinitamente largo; insisto en que pretendo más un cambio de enfoque, pero, en cualquier caso, y respecto a esto de los logros, sí creo que conviene poner de relieve algo: cuando en un platillo está la ausencia de desnutrición, la educación y la salud universales o ser el país más solidario del mundo…y en el otro hay cuestiones (las reales, no las que se dicen habitualmente…) que revelan la distancia con el deber ser de la Revolución Perfectay pesa más lo segundo, el problema no está en Cuba sino en la puta balanza de niñ@s ric@s que existe en algunas cabezas; también “izquierdistas”, a veces… 

10ª Resulta curioso comprobar cómo, a menudo, gentes de izquierdas que no creerían una palabra de lo que le dicen los medios de información de masas, por ejemplo, sobre nuestros movimientos políticos, conscientes de la criminalización de la que somos objeto, construyen, sin embargo, aunque no aparentemente, su visión de la isla y de otros procesos latinoamericanos con los mimbres de la desinformación masiva; parece haber un análisis crítico, pero las categorías que se manejan son las del enemigo. La contaminación (¡haber sido formad@s en él!) o, más bien, por ello mismo, la persistencia de los patrones de pensamiento capitalista es muy potente; si a eso añadimos cinco décadas de mentiras ininterrumpidas, el resultado, en realidad, no es tan sorprendente. 

11ª- “Cuba no es un país, sino “una trinchera”.[20] Cada vez que mencionamos el bloqueo, como uno de los ejemplos de agresión a la isla pero como algo abstracto; concerniente a la política internacional, pero desconectado de cada uno de los actos cotidianos que deben afrontar l@s cuban@s, contribuimos a que se refuerce la visión de la derecha que trata de hacer pasar dicho bloqueo como una excusa justificadora. Y, de vez en cuando, tampoco iría mal repasar la lista de atentados contra la isla: desde la introducción de plagas a los intentos de magnicidio, pasando por la voladura de barcos, aviones u hoteles…

Resistir lo que ha resistido esta “trinchera” y, más aún, construir lo que ha construido es punto menos que milagroso en esas condiciones. A menudo, gentes de izquierdas, en un ejercicio más de autolaceración que de autocrítica constructiva, alaban las “virtudes” de la derecha para imponer su visión de mundo. Bien, desde luego a menudo fallamos (no hay que olvidar quien nos ha construido…) y la autocrítica, es decir, el proceso de limpieza consciente, es imprescindible en todo momento. Pero en la mayoría de las ocasiones simplemente perdemos por la fuerza. No se trata, por ejemplo, y por decirlo “rápido y mal”, de que los movimientos simbolizados por Arbenz, Allende o Bishop, o….etc, etc, etc… tuvieran menos razón, es que fueron aniquilados a punta de M-16 y Escuelas de Torturadores.

Lo que hace la reacción es sencillísimo con los medios a su alcance, teniendo a favor el peso de la realidad, de la inercia, y con la premisa indiscutible de que es infinitamente más fácil destruir que construir.

12ª-La comprensión de lo que significa Cuba, y ésta creo que es la idea central, no puede darse a través de una comparación más o menos superficial o simple; ni con los países “enriquecidos” ni con sus cercanos pobres. No se trata de ir siquiera a las consecuencias, con efectos tan dispares como sus distintas coberturas sociales y sus actos de solidaridad, de su diferencia fundamental, sino a ella misma. La cubana es una sociedad, única a nivel de estado (las hay muchas más pero no con ese nivel de extensión… todavía… con permiso de las que dignamente lo están construyendo…)[21] en la que el ser humano, la resolución de sus problemas y sus necesidades, es el centro de la política.[22] De hecho, en Cuba existe la política, no la suerte de simulacro que tenemos aquí. Cuba es el único país en el que, de modo ininterrumpido durante las últimas cinco décadas, ha habido debate político; más aún, el único donde ha podido haberlo. En el resto de los lugares, bajo condiciones capitalistas, la política ha estado y está secuestrada por la “economía” (por la crematística, en realidad) [23], de modo que no ha sido posible en absoluto que se de tal debate. Por el contrario, vemos cómo, según ejemplo de nuevo de Fernández Liria, “el poder ciudadano cristalizado en el sacrosanto parlamento” no puede decidir ni cerrar los centros comerciales cuatro de los doce festivos al año si le dice lo contrario el ministro de “economía”.

 En el mundo capitalista, no es el ser humano sino el capital el centro, aunque a veces nos empeñamos en pedirle que resuelva problemas que no corresponden a su lógica (o, lo más habitual, que han sido generados por ella). Por eso, en Cuba los errores son errores, y los que habitualmente consideramos aquí, bajo el capitalismo, como errores o fracasos, en realidad son aciertos (por ejemplo, la elevada tasa de paro, para disponer del muy “útil” ejército de reserva) o, como mínimo, consecuencias “lógicas” (como por ejemplo la contaminación suicida de tierra, aire y agua…. ) de que el objetivo sea la maximización de beneficios y no una vida razonable, pacífica y sensata para la gente, y armónica con el resto de la naturaleza.

La lógica del capital es ajena a la humana en buena medida; desde luego, es funcional a la dominación, pero, al tiempo, es autorreferente: un mecanismo autista por el que se crece para poder seguir creciendo, como ya sabemos. Es cancerígena, o, más bien, cancerosa, como se puede ver si se piensa un momento en la analogía. 

13ª-En este punto, y ya dicho algo sobre la política bajo condiciones capitalistas o socialistas quizá conviene volver mínimamente sobre un tema…La mejor libertad de expresión, la de verdad, ¡¡¡qué fácil de demostrar esto después del reciente VI Congreso del PCC!!! es la participación ciudadana en las decisiones de su país: la de l@s 8´9 millones de cuban@s, de un total de 11´2 millones, en 163.000 asambleas, curiosa dictadura y curioso verticalismo, que debatieron los 291 puntos del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, modificando el 68% de los mismos…[24]Y eso por no profundizar en el proceso vivido durante la trascendental encrucijada que fue el “Periodo Especial”, en la que tan continuo era el debate en Cuba que se habló de “parlamentarización de la sociedad”. Fue éste un momento en el que una sociedad consciente de que en la frase “Patria o muerte, Socialismo o muerte” siempre la segunda parte es demoníacamente cierta, eligió la resistencia y el socialismo.[25] 

14ª- Cuba, como estado, es un desastre…(antes de que nos acusen de que idealizamos y no vemos la realidad…) respecto a lo que debería ser Sólo que, aún así, es el mejor del mundo, el único con esa diferencia fundamental. Con permiso, insisto, de quienes la están intentando construir ahora, gracias al ejemplo del país que ha conseguido resistir 52 años, que se dice pronto.

Que “a estas alturicas”, tengamos que añadir siempre la coletilla de “con todos sus errores” o “a pesar de” como si alguna sociedad perfecta existiese; más aún: como si las miserias que existen en un país con once millones de habitantes, ex-burdel colonial, pobre como las ratas y asediado como ninguno, después de cinco décadas de resistencia fueran fácilmente evitables y, sobre todo, “señalables” con el tono habitual por izquierdas que no pueden a menudo montar un colectivo de diez sin pelearse, unir fuerzas contra el capital, o de construir organizaciones creíbles sin escindirse o venderse…[26] En fin, increíble prepotencia y ceguera autocomplaciente. Neocolonial también, por cierto. Todo ello dicho, además, desde países que funcionan “con todos sus aciertos”, según lo comentado antes. 

La ventaja de esta islita imperfecta, (repetiremos aun así la obviedad para que no nos acusen de tener una venda en los ojos…) es que es real; que aunque no es lo que debiera ser, resulta que es, y que está en muchísimos sentidos muy muy por delante de las sociedades “avanzadas”.

15ª- Por estos lares informativos, parece que no hace falta aclarar nada al respecto de la libertad  de expresión y los “disidentes”, claro…Quizá sobra también decir que en Cuba hay aproximadamente once millones de crític@s con el sistema cubano. Es decir, tod@s. Entre otras cosas porque casi tod@s saben lo que significa criticar, porque tienen formación política y humana y porque han crecido en una sociedad en la que se tiene esa mala costumbre de razonar. Pero…, y con esto acabo: cuando a veces decimos que l@s “disidentes” no son más que mercenari@s pagados por los EEUU erramos en algo. Esto es cierto, sin duda[27], pero no es verdad que no haya pres@s políticos en la isla; ¡¡¡l@s hay, y much@s!!!: guatemaltec@s, nicaragüenses, chilen@s, colombia@s, saharahuis….y estadounidenses…..y un larguísimo etcétera…. Pero son ex-pres@s, perdón: refugiad@s polític@s que en el único lugar en el que han encontrado acogida y apoyo ha sido en la Isla Infinita; en el Faro, el referente claro, al menos, para tres cuartas partes de la humanidad. Quizá no tan claro para una parte de la izquierda de los países ricos, colonizadores en su día, neocoloniales hoy, que pierde la perspectiva de cómo funciona realmente el mundo...y que vanidosamente piensa si dar o no “su apoyo” a Cuba. Respecto a la Isla Infinita, como la llamaban los indígenas, quizá sin saber cuán profética era esa denominación, lo coherente es pensar que deberíamos apoyarnos en ella[28] . Simplemente, porque si este mundo consigue algún día ser más amable y más humano será “por culpa” en buena medida de esa islita indoblegable. Gracias a Cuba, el mundo es un lugar mejor, y podemos llegar a evitar el suicidio colectivo más absurdo imaginable.

ANEXO: SOBRE EL SISTEMA ELECTORAL CUBANO 

La existencia de elecciones en Cuba es un hecho desconocido para la mayoría de la opinión pública en el mundo. Por eso, puede ser útil incluir aquí algunas consideraciones previas, simplemente como prólogo, y, sobre todo, un texto de Jorge Lezcano Pérez (Ediciones Poder Popular, La Habana, 2002) en el que se explica con mayor profundidad cómo funciona el sistema electoral cubano.

A modo de síntesis cabría decir que:

- En los sufragios celebrados desde 1976, la proporción de elector@s en Cuba ha crecido desde el 95’2% inicial de participación. En 1992, el 99’57% de l@s potenciales votantes acudió a elegir a diputad@s y delegad@s provinciales en sufragio de primer grado, con índices de votos nulos y en blanco que, sumados, rondaban el 3’5%. En 1997, el 98’35% de l@s elector@s volvió a votar a delegad@s provinciales y miembros de a Asamblea Nacional, con un 2’5% entre votos blancos y nulos.

- En Cuba, votar no constituye una obligación legal, sino un derecho. L@s vecin@s de cada circunscripción (suma de varios barrios) proponen a sus delegad@s en procesos de “nominación” a las 169 Asambleas municipales del Poder Popular. Cualquier ciudadan@ puede ser propuest@. En la nominación de candidat@s participa habitualmente alrededor del 85% de l@s elector@s.

- Organizaciones de trabajador@s, mujeres, campesin@s, estudiantes de enseñanza media y superior, eligen a sus candidat@s con idénticos mecanismos para designar su acceso a órganos de gobierno en distintos niveles,  incluida la Asamblea Nacional del Poder Popular.

- Una media del 75% de l@s elector@s participa en las Asambleas de Rendición de Cuentas de sus representantes.

- No existe en la ley electoral cubana una sola mención al Partido o a mecanismo partidista alguno en las Comisiones Electorales, desde la circunscripción a la nación. 

¿CÓMO FUNCIONA EL PARLAMENTO CUBANO?

En una nación Parlamentaria, es necesario que el Parlamento sea la copia legítima del Pueblo que lo eligió, y si no lo es, ha de tenderse a que lo sea” (José Martí).

La Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba (Parlamento), constituida en 1976, después de que el pueblo aprobara la Constitución en Referendo Público con el voto a favor del 97’7% de los electores, es fruto de un proceso histórico que va desde la primera Asamblea Constituyente efectuada en 1869 (Guáimaro), cuando los cubanos libraban intensos combates contra el ejército español para librarse del yugo colonial y las que continuaron celebrándose en los campos de guerra: Baraguá (1878), Jimaguayú (1895), La Yaya (1897) y La Habana (1901, después de finalizada la guerra contra España); transita por las fraudulentas elecciones municipales y presidenciales (1900) dirigidas por el General norteamericano Leonard Wood, gobernador militar de Cuba, y concluye en una prolongada etapa que abarca desde 1902 a 1958, período en que el pueblo cubano sufrió las consecuencias de un sistema neocolonial que no sólo reproducía lo más negativo del sistema norteamericano, sino que subordinaba los intereses nacionales a la gran potencia del Norte. Sistema que se sustentaba en el juego del pluripartidismo y en el supuesto ejercicio independiente de tres poderes: Judicial, Ejecutivo y Legislativo, los que en la práctica respondían de manera exclusiva a los intereses de las oligarquías dominantes. Como consecuencia de este sistema, la Revolución heredó una sociedad integrada por un millón de analfabetos, quinientos mil desempleados y una mortalidad infantil de 60 fallecidos (antes del primer año) por 1.000 nacidos vivos, entre otros muchos males.

Quienes critican el actual sistema político de Cuba, de buena o mala fe, desconocen o quieren desconocer que el Parlamento cubano se sostiene en cinco pilares de una democracia genuina y verdadera, a saber:

-         El pueblo propone y nomina libre y democráticamente a sus candidatos.

-         Los elige mediante voto directo, secreto y mayoritario de los electores.

-         Los revoca en cualquier momento del mandato.

-         Los controla sistemáticamente.

-         Participa con ellos en la toma de las más importantes decisiones. 

Desconocen también, los que así proceden, que nuestro sistema del Poder Popular está integrado por la Asamblea Nacional, las Asambleas Provinciales, Asambleas Municipales, el Consejo Popular y la Circunscripción Electoral, que es el eslabón básico del sistema; y aunque ningún órgano está subordinado a otro actúan de manera que sus funciones y actividades se van complementando para lograr el objetivo de que el pueblo pueda ejercer el gobierno de manera práctica y efectiva.

Los que gustan participar del debate de “Parlamento y Democracia” tienen la obligación de responder a las preguntas siguientes: ¿Democracia es el número de días en que funciona el Parlamento? ¿Democracia es el número de partidos políticos representados en un Parlamento? ¿Democracia es la existencia de expresiones mayoritarias y minoritarias en un solo Parlamento? ¿Democracia es la facultad de un solo hombre para vetar las leyes que aprueba un Parlamento? ¿Democracia es la concurrencia de todos esos factores sin que importe para nada a quién benefician las leyes que se aprueban ni si los acuerdos que se adoptan entregan la soberanía del país a naciones extranjeras o a empresas transnacionales?

El pueblo cubano prefiere creer que democracia es su derecho a que sus representantes al Parlamento, él, por sí mismo, pueda nominarlos, elegirlos y revocarlos. Prefieren creer que democracia es justicia social, igualdad, equidad, derecho a la vida, al trabajo, a la educación, a la cultura, a la vivienda, a la seguridad personal y de la familia. Prefieren creer que democracia es también dignidad, derecho y deber a tener y defender una nación libre, independiente, soberana y solidaria. Es también el derecho del pueblo a darse el sistema político que considere. Prefieren creer que democracia es, como lo afirmó Abraham Lincoln, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Prefieren creer en el concepto de democracia expresado por el Presidente Fidel Castro: “… que los gobiernos, primero, estén íntimamente vinculados con el pueblo, emerjan del pueblo, tengan el apoyo del pueblo y se consagren enteramente a trabajar y a luchar por el pueblo y los intereses del pueblo”.

Al abordarse el tema específico del funcionamiento del Parlamento cubano hay que subrayar que el sistema político del país se diferencia sustantivamente del llamado “sistema de democracia representativa”.

Mientras nuestro sistema político es el fruto genuino de una revolución autóctona que se fundamenta en la existencia de un solo poder: el poder del pueblo, el sistema que impera en los países de democracia representativa se organiza y sustenta sobre la división clásica de tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.

Es lógico, por tanto, que ideas tan radicalmente opuestas, expresen también conceptos, formas y métodos radicalmente diferentes para la integración y funcionamiento del Parlamento.

En tanto, en el sistema capitalista, el Parlamento es solamente uno de los elementos que lo integran (por cierto: cada vez más criticado y cuestionado). En el sistema político cubano, la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) es su pieza clave, por constituir el órgano supremo del poder del estado, que representa y expresa la voluntad soberana de todo el pueblo, tal como lo define el artículo 69 de nuestra Constitución.

Al poner en práctica este principio estratégico, los diputados cubanos aplican formas novedosas para organizar y desarrollar el trabajo parlamentario. Para ello toman como principios rectores los que al respecto se establecen en la Constitución de la República y en el Reglamento Interno de la Asamblea Nacional.

Por mandato constitucional, la Asamblea Nacional se reúne en dos períodos ordinarios de sesiones al año, y en sesión extraordinaria cuando lo solicite la tercera parte de sus miembros o la convoque el Consejo de Estado.

Si se compara mecánica y superficialmente las normas y formas de funcionamiento del Parlamento cubano con la práctica que se ejerce en los órganos legislativos de los países de democracia representativa, inexorablemente se llegará a conclusiones erradas. A los amigos les preocupa si ese tiempo definido para sesionar es suficiente para que el máximo órgano legislativo cubano pueda cumplir sus altas misiones. Y los enemigos de la Revolución se aprovechan para denigrar el sistema democrático cubano.

Si se trata de comparaciones, lo más importante a tener en cuenta es, en primer lugar, el contenido y no la forma, ya que es ésta, la forma (o sea, lo meramente aparente), lo que los adversarios del método cubano esgrimen como argumento principal para intentar demostrar que un parlamento que decide sesionar, según sus normas, 6 u 8 veces en un año, es más democrático que el cubano (que realiza sus funciones de manera diferente). Por muy sofisticada que sea la propaganda de los enemigos de nuestro pueblo, en su vano intento de restarle veracidad a nuestro sistema y transformar la realidad, nunca lograrán convertir la mentira en verdad. Los cubanos aprendimos de José Martí que “a lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente”.

Para arribar a una conclusión correcta hay que evaluar las respuestas que se den a varias preguntas como las siguientes: ¿Quién integra el Parlamento y a qué sectores económicos y políticos representan? ¿Cómo fueron propuestos, nominados y electos los candidatos y a qué costo? ¿Qué leyes aprueban y a quién benefician? ¿Para aprobar leyes que deciden el destino del país y de los trabajadores se consulta al pueblo? ¿Pueden las organizaciones de masas y sociales, que representan importantes sectores de la población, presentar al Parlamento proyectos de ley? ¿Puede ser un ejercicio democrático la aprobación de una ley que, por artificio de las normas, se apruebe con el voto minoritario de los parlamentarios que integran el legislativo?

Cuando se analiza la composición social de los parlamentos de países de democracia representativa es fácil comprobar que un número importante de parlamentarios, que en ocasiones llega a ser mayoritario, representan a los sectores de la oligarquía dominante, terrateniente, de la banca, del comercio y de la gran industria y, desde el punto de vista político, a los partidos de derecha (nunca comprometidos con la causa de pobres y desposeídos). Eso explica la lógica del porqué estos influyentes diputados siempre van a promover y favorecer leyes que garanticen sus privilegios y no aquellas que beneficien a los trabajadores. 

Respecto al porcentaje de votos con los que se aprueban las leyes, es práctica común que las leyes sean aprobadas en plenarios vacíos de diputados y senadores desde el momento en que los líderes de las bancadas de los partidos mayoritarios se ponen de acuerdo. Peor suerte sufren los parlamentarios de pequeños partidos o que son independientes, ya que los votos de éstos para nada se toman en cuenta.

Es conocido que muchas de las decisiones que afectan al futuro de los países en el orden económico y social, o a la vida personal de las familias, ni siquiera se discute en los Parlamentos, a veces ni en el propio Ejecutivo. En muchos países el presidente, en ocasiones el ministro de economía, toma personalmente la decisión de aumentar los impuestos, los precios de los alquileres de las viviendas, el transporte, la gasolina, la electricidad, o de productos básicos de la alimentación, o para devaluar la moneda,… y el pueblo se entera por la prensa.

¿Es que esa forma de gobierno y de práctica parlamentaria es ejemplo de democracia? ¿De qué puede valer, en estos casos bastante comunes, que el Parlamento se reúna durante los 365 días del año? Lo mismo puede decirse de las ocasiones en que el FMI, al otorgar sus préstamos, impone a los gobiernos la política social que deben seguir y les fija los gastos máximos en educación, salud y demás sectores sociales. Al respecto de este asunto vale la pena peguntar: ¿Cuál es el verdadero parlamento que toma las decisiones en materia de política social, el del FMI o el de los congresos nacionales?

En los EEUU, país que se presenta como campeón de la democracia, la elección para un cargo de senador cuesta no menos de 3 millones de dólares. Y en América Latina, en algunos países, dependiendo si la plaza es para senador o diputado, obliga al candidato a reunir miles o millones de dólares para poder concurrir.

Ya sabemos que hay dos fuentes principales para el acopio de ese dinero: los aportes individuales (que son insignificantes) y los de empresas y organizaciones (con valores más importantes). ¿Qué ocurre cuando una empresa entrega a un candidato miles de dólares para que pueda resultar electo? La respuesta es obvia: el parlamentario electo deberá responder en el Congreso a los intereses de esa empresa y no a los intereses del pueblo que votó por él. A su vez, siguiendo ese mismo patrón, quedará definido el carácter de las leyes que éstos aprobaran.

Las respuestas cubanas a esas mismas preguntas tienen el aval de la participación popular durante todo el proceso electoral y de toma de decisiones para la aprobación de las leyes.

Los diputados cubanos no son propuestos por ningún partido, sino por los delegados de las Asambleas Municipales elegidos por el propio pueblo, de ahí que en la composición social de la Asamblea Nacional estén presentes los obreros, campesinos, estudiantes, artistas, deportistas, médicos, profesores, militares y científicos, entre otros genuinos representantes de la sociedad. Igualmente, su composición étnica es reflejo de la diversidad de colores presentes en la población. Y el 35’9% de mujeres diputadas que integran la Asamblea Nacional demuestra su importante espacio en las labores legislativas.

Los gastos de las elecciones son sufragados por el estado e incluso queda prohibido por ley que los candidatos hagan campaña a su favor. Por tanto, después de ser nominados, nadie tiene que gastar un solo centavo para que voten por él. Para dar a conocer los candidatos se utilizan métodos más prácticos y directos. Las biografías y fotos de los candidatos se colocan en lugares públicos de la Circunscripción Electoral, y los candidatos, todos juntos, se reúnen con los electores en locales públicos, centros de trabajo, estudiantiles, cooperativas agrícolas, etc.

Las leyes de mayor trascendencia, aquéllas que pueden afectar o incumbe a la población en su conjunto o a los trabajadores y a su familia, se consultan y discuten con ellos en fábricas, cooperativas campesinas y escuelas, así como en los barrios, entidades e instituciones de todo el país antes de ser analizadas, debatidas y aprobadas por el Parlamento. En estos procesos, los diputados cubanos suelen emplear más horas que las utilizadas por sus colegas en cualquier región del planeta. Digamos, a modo de ejemplo, que cuando la Asamblea Nacional fue a debatir las medidas necesarias para enfrentar la crisis económica tras la desaparición de la URSS y el Bloque del Este (incrementada por el bloqueo norteamericano y su Ley Torricelli), se llevó a cabo previamente un proceso de discusión en fábricas, cooperativas de campesinos y centros estudiantiles que duró cuatro meses y en el que participaron más de tres millones de trabajadores. ¿Existirán en los países capitalistas muchos ejemplos como éste, en que los congresistas consulten con los electores antes de aprobar medidas acerca de la creación de impuestos, aumentos de precios y otras que afectan a la economía familiar y de las empresas? ¿Qué parlamento será más democrático, el que toma decisiones que comprometen el futuro del país y de las personas encerrado entre cuatro paredes, o el que va a la calle a legislar y a tomar esas decisiones junto con el pueblo?

La Constitución cubana fija el derecho de proponer leyes, además de a diputados, al Consejo de Estado, al Consejo de Ministros, al Tribunal Supremo Popular y a la Fiscalía General de la República, a las organizaciones no gubernamentales de obreros, campesinos, estudiantes, mujeres y pobladores de los barrios, e incluso a la población misma, en el caso de que el proyecto de Ley sea suscrito ante notario por 10 mil personas que tengan la condición de electores. Con esta norma, la iniciativa legislativa se convierte en patrimonio de amplios sectores de la sociedad.

El artículo 76 de la Constitución establece que todas las leyes y acuerdos que adopte la Asamblea Nacional se tienen que tomar por mayoría de votos, con excepción de los que se refieran a las normas de la propia Constitución (que requerirán de las dos terceras partes de los que integran el Parlamento). Ello impide que se use cualquier tipo de subterfugio para aprobar leyes con los votos de una minoría de diputados. Desde la constitución de la Asamblea Nacional, hace 28 años (diciembre de 1974), todas las leyes han sido aprobadas con la asistencia de más del 95% de los diputados.

Otros dos elementos cualitativos diferencian al Parlamento de Cuba de los de otros sistemas:

- La Asamblea Nacional es el único órgano del país con potestad constituyente. Por esa razón ningún órgano u organismo está por encima del Parlamento a la hora de decidir lo que es o no constitucional. Se constituye por derecho propio.

- Los diputados cubanos no cobran salarios por ejercer sus funciones, las que llevan a cabo sin desvincularse de sus actividades laborales cotidianas, aunque reciben facilidades para el desempeño de sus funciones.

Todos estos elementos explican amplia y claramente cuáles son los aspectos de fondo que tienen presentes los diputados cubanos para fijar los mecanismos de funcionamiento de la Asamblea Nacional.

En virtud de los métodos que aplica el Parlamento cubano en su funcionamiento, el tiempo que emplean los diputados en el ejercicio de sus funciones es equivalente al de sus colegas de cualquier parlamento del mundo. Y algo mucho más importante aún, dichos métodos garantizan una participación activa y decisiva en todos los acuerdos que adopta el órgano legislativo.

Veamos en ejemplos prácticos cómo se combinan forma y contenido en la actuación de los parlamentarios cubanos y cuán activa es su presencia en las labores de la Asamblea Nacional:

Primeramente referiremos la manera en que transcurren las dos sesiones ordinarias de la Asamblea nacional. Durante tres o cuatro días, los diputados se reúnen en sus respectivas comisiones para tratar y discutir todos los asuntos que son de su competencia. En estas reuniones es frecuente y normal que participen ministros y máximos dirigentes de organismos estatales para informar de su trabajo y conocer de las preguntas y criterios de los diputados. Como parte de ese mismo proceso, una buena parte del tiempo los diputados se reúnen en sesión plenaria para que ministros del gobierno informen de su gestión. En ese contexto se produce un amplio debate, se hacen preguntas de todo tipo, se formulan críticas y sugerencias sobre las que los ministros deberán responder de inmediato o en plazo breve. Al finalizar este proceso, la Asamblea pasa a debatir, en sesión plenaria, el Orden del Día (que previamente deberán aprobar los diputados) que contempla en primer lugar los asuntos que la propia Constitución obliga (presupuesto de la nación, política económica, proyectos de ley, evaluación de programas, actividades de organismos de la Administración Central del Estado, acuerdos del Consejo de Estado, designación del Consejo de Ministros, elección de jueces y fiscales). También se contempla temas de actualidad previamente sugeridos por las Comisiones Permanentes. A su vez, cada diputado puede formular propuestas de temas al momento mismo en que se pone a consideración el Orden del Día para su aprobación.

¿Qué ocurre entre cada sesión ordinaria y extraordinaria de la Asamblea? ¿Cómo continúan los diputados ejerciendo sus funciones en tiempo que resulta equivalente al de los parlamentarios de cualquier país?

Hay que decir, primeramente, que esto está garantizado porque entre cada sesión de la Asamblea Nacional se mantienen funcionando las Comisiones Permanentes de Trabajo (que son nombradas por la propia Asamblea Nacional), las que cuentan con un plan temático para todo el año previamente aprobado por sus integrantes. Contiene también asuntos que han sido indicados por el Presidente de la Asamblea Nacional. Igualmente se sostienen activos los Grupos Parlamentarios de Amistad que mantienen vínculos con parlamentos en todas las regiones del mundo.

Para hacer un uso racional del tiempo de cada diputado, teniendo en cuenta que éstos no son profesionales de la actividad parlamentaria y que, por tanto, se mantienen laborando en sus respectivos centros de trabajo, cada diputado realiza fundamentalmente las tareas encomendadas por la Comisión Permanente en el ámbito de la provincia donde reside.

Otro hecho que ocupa mucho tiempo del trabajo parlamentario es el momento en que el diputado tiene que cumplir una de sus importantes obligaciones (no menos de dos veces en el año): reunirse con sus electores para conocer de sus opiniones, demandas o críticas sobre situaciones de la comunidad o del funcionamiento de empresas y organismos estatales. Reuniones éstas en las que el diputado debe también orientar al pueblo sobre los problemas clave del país. Estos encuentros se desarrollan en un proceso que dura de dos a tres meses.

A esto hay que añadir que el diputado debe participar en las sesiones ordinarias de la Asamblea del Poder Popular del municipio en el cual fue electo. Éstas deben ser no menos de cuatro en el año. En cumplimiento de lo que la ley determina, el diputado rinde cuenta ante la Asamblea Municipal una vez durante el mandato y, adicionalmente, en todas las ocasiones que se le solicite.

El diputado cubano, como agente activo de la sociedad y elemento dinámico del sistema político, se mantiene estrechamente vinculado a los asuntos que caracterizan en cada momento la situación del país. En función de éstos, él participa de forma sistemática en reuniones de trabajadores, campesinos y estudiantes; visita fábricas, escuelas, cooperativas agrícolas; se reúne con dirigentes de empresas y organismos estatales y con muchos otros representantes de las instituciones locales y nacionales y de la sociedad civil.

Durante esta etapa los diputados llevan a cabo labores legislativas que son de su exclusiva competencia. Ellos se reúnen sistemáticamente para evaluar y discutir en el seno de sus comisiones y, en ocasiones, entre todos los que residen en una misma provincia, para dar sus criterios y analizar los proyectos de ley que serán presentados a la Asamblea Nacional.

Existen otros tres elementos fundamentales que refuerzan el carácter democrático del Parlamento de Cuba y que no están presentes en parlamentos de diferentes sistemas:

Al establecer la Ley Electoral que el diputado se elige en proporción de uno por 20.000 habitantes o fracción mayor de 10.000, ello les otorga a los parlamentarios cubanos un grado de representatividad muy amplio y los acerca más a la población. Agreguemos a esta circunstancia que hasta el 50% de los diputados deben ser delegados de circunscripciones electorales (entre 600 y 3.000 habitantes), lo cual incorpora a la Asamblea Nacional un profundo componente popular. Esta circunstancia se va a expresar directamente en los debates de la Asamblea y en el contenido de sus acuerdos. En la actualidad el Parlamento está integrado por 609 diputados, por lo que unos 300 de ellos actúan directa y permanentemente en los barrios.

Faltaría añadir que todos los municipios del país están representados en el Parlamento por no menos de dos diputados. Esto garantiza que la voz y los intereses de todos los territorios estén presentes al momento de la adopción de los acuerdos que pueden influir en su desarrollo y en la solución de los problemas que les afectan. También favorecerá que el órgano legislativo cuente con una visión y proyección genuinamente nacional.

El artículo 89 de la Constitución establece: “El Consejo de Estado es el órgano de la Asamblea Nacional del Poder Popular que la representa entre uno y otro período de sesiones, ejecuta los acuerdos de ésta y cumple las funciones que la Constitución le atribuye”. Entre varias de sus atribuciones está disponer la celebración de sesiones extraordinarias de la Asamblea Nacional, fijar la fecha de las elecciones, dictar Decretos Leyes, dar interpretación general y obligatoria a las leyes vigentes 8en el caso necesario), ejercer la iniciativa legislativa y promover los referendos que acuerde la Asamblea Nacional del Poder Popular. También es competencia del Consejo de Estado designar y sustituir embajadores, lo que en la mayoría de países es competencia exclusiva de una persona: el presidente.

Como podrá observarse de esta disposición constitucional, aun en los momentos en que la Asamblea Nacional no esté sesionando, la acción legislativa y otras importantes funciones de su competencia no se detienen. Al respecto debe tomarse en consideración que el Consejo de Estado es elegido por la Asamblea Nacional, está integrado por 31 diputados y funciona de manera colegiada.

Resulta necesario que los que gustan hacer comparaciones superficiales y desprovistas de argumentos sobre el funcionamiento del Parlamento cubano, conozcan que entre los muchos aspectos que demuestran el carácter genuinamente democrático de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, están los que determinan que las leyes que ésta aprueba no pueden ser vetadas por el gobierno o el presidente, ni pueden disolverla (como ocurre en muchas democracias representativas).

Ya se ha convertido en norma, más bien en dogma, que muchos detractores de la Revolución cubana utilicen como argumento para criticar al sistema político cubano y a su Parlamento, el que exista un solo partido en el país. Para estos ideólogos, propugnadores de un pensamiento único, el pluripartidismo, por sí mismo es sinónimo de democracia. No importa que éstos sean sólo dos y sin ninguna diferencia entre uno y otro, como ocurre en EEUU. No importa, como ocurre en una mayoría de países de Latinoamérica, que solamente el 12% de la población (el 27% en los mejores casos) exprese tener confianza en los partidos políticos. Tampoco importa que en las últimas elecciones presidenciales en la región la abstención de varios países superara el 50%.

Resulta bochornoso, denigrante y totalmente ajeno al verdadero concepto de democracia, que en nombre del pluripartidismo se tolere lo que ocurre en numerosos países latinoamericanos en los que se tiene como fenómeno natural que un diputado o senador, que es electo formando parte del partido que lo nominó, pueda cambiarse para otro partido, incluso de ideología totalmente opuesta, aún sin haber tomado posesión del cargo. Existen cargos en que durante un mismo mandato algunos parlamentarios han cambiado de partido en seis ocasiones. Bello ejemplo de democracia éste en que no se respeta la voluntad de los electores, más bien se les engaña y las banderas de los partidos políticos sólo sirven para satisfacer ambiciones personales o para favorecer alianzas e intereses de los grandes caciques de los partidos.

¿Cuánto de democracia hay en la práctica ejercida por las cúpulas de los partidos al designar de dedos a los candidatos y decidir con anticipación quiénes deben ser electos al determinar el orden en que serán ubicados en la boleta electoral?

Es cierto que en Cuba hay un solo partido político, y por esa razón los que quisieran que regresara a su estatus de subordinación al gobierno norteamericano, como garantizaba el pluripartidismo antes de 1959, o que sea anexada al gigante del Norte, no se cansan de reiterar que todos los diputados son designados por el Partido Comunista, para calificar con esa burda mentira de antidemocrático el funcionamiento de la Asamblea Nacional.

Hemos dicho anteriormente que, por ley, el partido no puede proponer ningún candidato, que los candidatos a delegados de circunscripción los propone libremente la población, a través de procedimientos abiertos, públicos y transparentes, en los que participan siempre más del 80% de los electores (por no ser objeto de este trabajo profundizar en el sistema electoral del país, sólo añadiremos que los candidatos a delegados de las Asambleas Provinciales y a diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular son nominados por las Asambleas Municipales; y es el pueblo quien, por el voto libre, directo y secreto, los elige. Es necesario para ello que obtengan más del 50% de los votos válidos emitidos.

Lo que nos interesa resaltar ahora es que cada diputado cubano actúa por sí mismo en los debates y durante las votaciones en el Parlamento. No existe, como sí ocurre en otros Parlamentos, reuniones previas del Partido con sus militantes para orientarles qué deben decir o cómo deben votar. El diputado cubano no rinde cuenta de su actuación al partido, sino única y exclusivamente a sus electores y a la Asamblea del Poder Popular del municipio donde resultó elegido (como establece la Ley).

Los parlamentarios cubanos no discuten qué comisiones debe presidir su partido, ni qué ley va a proponer su partido (y que él debe defender), y mucho menos si deben votar en contra de la propuesta del gobierno porque no corresponda a los intereses de su partido.

Lo que discuten los parlamentarios cubanos (desde su propia óptica y convicción) son las medidas que se deben aprobar para continuar desarrollando la economía del país, para elevar la excelencia de los servicios de salud y educación, para utilizar óptimamente los recursos de la nación; los temas que garanticen que ningún ciudadano quede desprotegido, que cada día exista un mayor grado de equidad, justicia social y nivel cultural de la población. Discuten también cómo continuar enfrentando y venciendo la guerra económica y la hostilidad permanente del gobierno de EEUU, cómo mejorar e incrementar la defensa del país, y qué otras acciones debe realizar la nación para que regresen a la patria los cinco héroes cubanos presos políticos en las cárceles norteamericanas.

El análisis de estos temas puede resumirse de la manera siguiente: ni el pluripartidismo es sinónimo de democracia, ni un solo partido es sinónimo de falta de democracia; y lo que importa finalmente a los pueblos no es saber cuántos partidos debe tener un país para que en él exista una verdadera democracia, sino si los parlamentarios que han elegido defienden en el parlamento sus legítimos derechos, adoptan leyes que resuelvan sus sanas aspiraciones de bienestar material y espiritual y mejoren constantemente sus niveles de vida (en particular salud, empleo, educación, vivienda, etc.). Los pueblos no están preocupados por el número de partidos representados en el Congreso, están preocupados y quieren saber si los diputados que eligieron van a contar con ellos, les van a consultar o les van a hacer participar en las decisiones que el Parlamento adopte sobre todos los asuntos que comprometen su vida, su futuro y el de la nación. Y por encima de todo les interesará siempre tener la garantía de que sus representantes en el Parlamento sean capaces de defender a ultranza la soberanía e independencia del país.

Toda esa labor que desarrolla el diputado cubano le da acceso a un nivel muy amplio de información, le posibilita tomar el pulso de los acontecimientos día a día del acontecer del país. Le permite estar en contacto permanente con sus electores y con la población, conocer sus problemas, inquietudes, propuestas y sugerencias.

Por ello él está suficientemente preparado para participar en el debate de todos los temas que se presentan en las Comisiones Permanentes de trabajo y en las sesiones de la Asamblea Nacional. Eso permite, además, que su voz en el Parlamento sea una voz cualificada, que aporta, que enriquece, que apoya o cuestiona con el poder del conocimiento.

Por esa misma razón su voto en la Asamblea también es un voto cualitativo, fruto de la sabiduría popular, de la inteligencia del pueblo, de las múltiples consultas, de la expresión de los sentimientos, deseos y disposición de todos los cubanos…

… El mensaje principal que trasmiten estas experiencias es el de dejar constancia de que es posible otra forma parlamentaria diferente a la que hoy existe en los países capitalistas y de que éstas es, además, profundamente democrática.

Quienes lean este trabajo, sin prejuicios y con el sano interés de conocer el funcionamiento del elemento clave del sistema político cubano: la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), podrán apreciar que en Cuba se aplican, tanto desde el plano conceptual como práctico, formas de una democracia cada vez más participativa, que favorece la interacción permanente entre los diputados y sus electores, entre el parlamento, el pueblo y la sociedad, que permite que el funcionamiento de la Asamblea  (aunque diferente al de otros parlamentos) no sólo sea democrático, sino también eficiente y de decisiva utilidad nacional. Podrán apreciar también la firme voluntad del pueblo y los diputados cubanos de continuar perfeccionándolo.

En el año en que se escriben estas líneas, la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba cumple 28 años de existencia y 135 del establecimiento de la primera Asamblea Legislativa. Durante todo ese tiempo, los EEUU han construido montañas de mentiras y falsedades para justificar sus planes de convertir a Cuba en un estado miembro de su imperio y para intentar demostrar que en nuestro país no existe un sistema democrático. Ninguno de los dos objetivos ha podido alcanzar. Si siempre han sido poderosos y hoy se han convertido en la nación más poderosa del mundo, ¿por qué será que no han podido lograrlo? Es ésta una buena pregunta que todos los interesados en el destino de Cuba pudieran hacerse. La respuesta a esta interrogante la ofreció hace más de un siglo José Martí cuando, refiriéndose a las formas de gobierno imposibles de remover por factores externos, expresó: “sólo echan raíces en las naciones las formas de gobierno que nacen de ellas”. Y al dejar definido para la posteridad el significado de libertad que siempre han defendido los cubanos, sentenció: “…sin libertad, como sin aire propio y esencial, nada vive… es la libertad la esencia de la vida”.

Jorge Lezcano Pérez

Ediciones Poder Popular, La Habana, 2002. 


[1] Está más que claro a estas alturas que el PIB como medida económica es profundamente deficiente, pero sirva en este caso cono punto comparativo relativamente válido.

[2] “Gratuitas”, en Cuba, significa exactamente eso: atención a todos los niveles, cualquier operación (tratamientos de ortodoncia y oculares incluidos), medicamentos… Y en cuanto a la educación: gratuidad total también, desde el parvulario hasta la universidad, incluidos libros, comida, desplazamientos,…

[3] Creo que la  cuestión es la misma si hablamos del socialismo; condición necesaria pero en absoluto suficiente para poder empezar a construir unas sociedades, un mundo, más justo…

[4] Resulta bien interesante el debate sobre si la “auténtica democracia” es lo que ha hurtado el capitalismo o si “la democracia” jamás ha hecho justicia a su nombre, ni ha ido acompañada sino de una estructura social excluyente y caracterizada por uno u otro tipo de explotación y que, por tanto,  “auténtica democracia” no es más que una entelequia filosófica no reivindicable. En la primera posición estarían, por ejemplo, Carlos Fernández Liria, Luis Alegre o Santiago Alba, y en la segunda autor@s como Montserrat Galcerán. Lo mejor de esta polémica es que, en realidad, es casi puramente estratégica, puesto que en el fondo, en lo fundamental, estas posturas coinciden en lo que se debiera construir, más allá de denominaciones. Confieso que creo más ajustada a realidad la segunda visión, pero que me parece más factible y útil estratégicamente hablando la primera.  Dejando claro en todo momento, eso sí, que esa suerte de “democracia” deseable es imposible (y en eso también están de acuerdo tod@s l@s mencionad@s), bajo condiciones capitalistas de producción.

[5] En América Latina, afortunadamente, manejan dos palabras y así no hay confusión: “política”, para lo que realmente significa, y “politiquería”, para hablar del juego circense de partidos y “parlamentos” (este último nombre es inadecuado también...) bajo condiciones capitalistas de producción.

[6] Cuba y la lucha por la democracia, Ed.Hiru, Hondarribia, 2004.

[7] Se puede ver, por ejemplo, en un recopilación que titularon, si no recuerdo mal, “El bloqueo mediático contra Cuba”; o simplemente buscando en su extraordinaria página web, muy, muy recomendable. En cualquier caso, y por si alguien no encuentra estos textos, adjunto junto a este escrito una breve explicación de este funcionamiento parlamentario cubano a cargo de Jorge Lezcano Pérez que deja muy claro lo desconocido que nos resulta el tema. Es curioso, porque hoy que se pide “democracia real” pero sin reparar en que hay lugares… en fin, hasta ahí diré…

[8] Entrecomillo el término porque el capitalismo es un sistema “asocial” por definición; no crea sociedades sino agregaciones de individuos; no lo denominaría “anti-social” porque sí necesita que las sociedades sigan existiendo en algunas de sus dimensiones para poder funcionar, para “mantener vivo al organismo”, pero, en cualquier caso, éstas existen a pesar del capital, y no gracias a él

[9] La expresión es de Agustín Morán, del CAES.

[10] Aunque, sin duda, la nueva situación existente les va a dificultar sobremanera seguir haciendo esto…

[11] De hecho, hace ahora justo un año del linchamiento mediático a Willy Toledo, por incumplir estas “normas”.

[12] Aunque en un alarde de humildad, él mismo los denomine “panfletos”. Me refiero a A quien corresponda: sobre Cuba, la Ilustración  y el Socialismo (se puede descargar en “libros libres” de Rebelión.org), así como al capítulo que firma en el libro colectivo Periodismo y crimen: el caso Venezuela, editado por Hiru.

[13] No quiero decir con ello que la censura “de veras”no exista; de ella, no obstante, quizá la más habitual sea  la “autocensura” y también, la que creo más potente, la selección previa.

[14] Digo esto de modo algo simplón, porque habría que ver cada caso concreto, pero creo que tiene alguna validez la  generalización.

[15] Para más detalles al respecto de esto, remito de nuevo a la página de Cubainformación http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&task=view&id=21953&Itemid=86

[16] Por poner otro ejemplito “anecdótico”: de nuevo Carlos Fernández Liria nos narra cómo un grupito de jóvenes les abordaba en el Malecón para “echarles la carreta”, el discurso estandarizado para el turista tipo sobre la represión que sufrían…Después se inmiscuyeron en una conversación sobre los palos que había recibido el hijo de uno de ellos en una comisaría de Madrid, y los “represaliados” cubanos mostraban su sorpresa, puesto que en Cuba eso no hubiera sucedido, y si a algún policía se la va la mano serían sus propios compañeros los que le reprenderían y hasta denunciarían por ello… Sí, esto en el mismo planeta Tierra del que estamos hablando…

[17] Este libro fue publicado también por la magnífica “no editorial” Hiru en 2009, dentro e la colección “Sediciones”.

[18] Se calculan que unos 35.000; eso sin contar l@s estudiantes de países pobres que han estudiado, por supuesto gratuitamente, en las escuelas de medicina cubanas y a l@s que se les exige el compromiso de volver a ejercer en sus países.

[19] Y en este caso no me refiero a las armas de las medidas de ajuste del FMI, la deuda externa, etc, etc, … sino a las que disparan balas o siembran uranio empobrecido…

[20] Son palabras de Santiago Alba.

[21]  Hablo de extensión para dar cuenta de amplitud y de estructura sobre una demarcación territorial, porque, claro, el objetivo final deseable, no es el estado, en el sentido en que lo tenemos hoy. La digresión al respecto es larga, y resulta mucho más útil leer al mozo ese, sobre el que dicen cosas insólitas quienes no han leído ni una sola línea suya, que escribió El estado y la revolución.

[22] Y no sólo las necesidades de l@s cuban@s, por cierto. No cabe extenderse aquí en precisar las diferencias entre los conceptos de “nación” o “patria” aquí y allá y, en general, entre países colonizados y colonizadores. Sólo diré que en el Palacio de Convenciones de la Habana reza una enorme leyenda que preside el espacio: “Patria es Humanidad”. Así entendida, la cosa cambia.; tal es su visión de mundo.

[23] Hablamos normalmente, también por engaño, de “economía” sin serlo: sabemos que bajo dominio del capital el término se mantiene pero no la función. Éste “oiko nomos”, las normas de gestión de la casa y, por extensión, de la sociedad, se eliminan para convertirse en “crematística”, “el “arte” de acumular riquezas”…para algun@s, claro.

[24] Cubainformación, pág. 1, edición de papel nº 17, primavera de 2011.

[25] “L@s revolucionari@s cuban@s debieron enfrentar la bancarrota económica; un producto interno bruto que cayó en picado en un 35%; la aniquilación de su comercio internacional y las fuentes financieras; una galopante inflación; el creciente desempleo; la insolidaridad o la agresión política de antiguos socios; las implicaciones del obligado y urgente recurso a la participación (financiera, tecnológica, comercial y humana) de la porción de Occidente que aceptó relacionarse con Cuba; la penetración y aceptación del dólar; la subversión parcial de algunos de los valores sostén del ideario revolucionario; el éxodo (estimulado, riesgoso, contradictorio, lacerante) de decenas de miles de cubanos, en su mayoría jóvenes; deserciones y traiciones de personajes y personajillos de la política, la cultura, el deporte o la medicina nacionales; un exilio contrarrevolucionario venido a más en dinero e influencia hemisférica, dispuesto a la revancha en jornadas de sangre; y la multiplicación, hasta lo extremo, del bloqueo económico y financiero y de la agresividad diplomática y política de EEUU; todo bajo la atmósfera de real desgaste ideológico y de la moral política derivado del naufragio de casi toda la flota socialista” (Entrevista a Ricardo Alarcón, en su cargo de presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular). 

[26] A menudo no…pero a veces sí….y cada vez más, por cierto. No es cuestión de añadir ceniza sino de autoconciencia.

[27] Ver, por ejemplo, “¿Disidentes o mercenarios?”, de Hernando Calvo Ospina y Katlijn Declercq, publicado por Casa Editora Abril, La Habana, 2000 o los también publicados en Cuba “Los disidentes” y su segunda parte, “El camaján”, ambos escritos por Arleen Rodríguez Derivet y Lázaro Barredo.

[28] Ver el excelente ensayo de Santiago Alba Rico, “Medidas y cálculos: algunas razones para apoyarse en Cuba” También muy recomendable, “A quien corresponda: sobre Cuba, la Ilustración y el socialismo” de Carlos Fernández Liria. Ambos se pueden encontrar en la sección “libros libres” de Rebelión.org,  y también integrados en el libro “Cuba 2005”, Ed. Hiru, Hondarribia, 2005.

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