Guillermo Nova, corresponsal de Cubainformación en La Habana - Cubainformación.- Terminas de comerte el último maní del cucurucho y no tienes donde tirar el papel que los envuelve, caminas cuadras y cuadras sin encontrar la papelera porque alguien decidió que esta era más útil en el patio de su casa.


Vas a tirar la bolsa de la basura y el contenedor perdió el equilibrio porque alguien se “resolvió” las ruedecitas del cubo que alguna alcaldía española donó al pueblo de Cuba.

Guaguas que no abren totalmente la puerta trasera porque alguien la forzó al intentar entrar sin pagar el pasaje, sillas que no tienen brazo para escribir porque alguno pensó que era mejor darle otro uso.

Estas son algunas postales que a base de acostumbrarnos a convivir con ellas hemos dejado de prestarle atención, sin considerarlas como actos de violencia contra todos que nos golpean a nosotros mismos.

Lo más grave del tema es que todo eso pasó en nuestra presencia, con nuestro silencio cómplice, ante nuestra indiferencia porque percibíamos que eso no nos afectaba, pero la verdad es que nos afecta en nuestro día a día.

Tampoco podemos dejar de reconocer que estas agresiones diarias forman parte de un determinado contexto social, desde donde parten y su reiteración lo consolida, por lo que sin buscar fórmulas mágicas de todos depende cambiarlo.

Pero preferimos callar y “no meternos en candela”, porque es más fácil solucionarlo de otra manera, buscando vías individuales, aunque ese modo sólo sirva a fortalecer el seguir haciéndolo mal.

El irrespeto hacia los demás es también una falta de respeto hacia nosotros mismos, que nos hace creer que somos una isla aislada del archipiélago donde vivimos.

Tenemos claro el sentido de propiedad cuando el objeto es nuestro, lo hemos pagado de manera directa o su falta nos afecta de forma obvia, pero muchas veces nos falta el sentido de propiedad cuando es de todos.

Palabras como "sentido de pertenencia" quedan en el vacío si se utilizan de manera hueca como un discurso prefabricado que no va acompañado del ejemplo de su práctica, haciendo que todo termine en mera simulación de cara a la galería, advertía recientemente Raúl Castro.

Pensamos que esos embates cotidianos no son violencia, sino que forman parte de la realidad ante la que poco podemos hacer porque no es nuestra responsabilidad cambiarla.

El filósofo cubano Luis R. López Bombino afirmó que “aunque la moral posee un marcado carácter social, es justamente el individuo quien desempeña en ella un papel esencial, porque es indispensable la interiorización de las normas, valores y deberes en cada hombre”.

Muchas veces es nuestra propia actitud ante la vida de la que depende como se construya ese contexto social, hacer las cosas bien sirve para hacernos mejor a nosotros mismos y puede servir de ejemplo a los demás para hacerlas bien.

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