A proposito de la recien celebrada Circuba 2011: entrevista con el investigador mexicano Julio Revolledo

Mabel Machado – LaJiribilla.- En México, donde medio millar de carpas de circo sobreviven a la amplísima oferta de la industria del ocio, quienes se empeñan en mejorar la imagen del arte circense asisten a un momento clave.


Alrededor de la creación de la Licenciatura en Artes Circenses en la Universidad Mesoamericana de Puebla se han reunido artistas y empresarios provenientes del sector tradicional y del contemporáneo, con miras en una tendencia que ha dinamitado en el mundo la imagen del hombre de circo como heredero de una casta reproducida bajo los toldos.

Desde 2008, la única carrera que forma a profesionales del circo en el país centroamericano defiende la necesidad de dotar de una preparación integral a los artistas de este medio, como ocurre en Europa y Asia. Los estudiantes de la Universidad Mesoamericana reciben nociones de teoría del arte circense, historia de las artes escénicas, historia del circo, anatomía aplicada y metodología del acto circense. El programa, inspirado en las prácticas del circo en países como Ucrania y China, incluye también las experiencias recogidas en la arena cubana.

A cargo de la dirección de la Licenciatura, el historiador Julio Revolledo (La fabulosa historia del circo en México, Conaculta y Escenología, A.C, 2004), quien estuvo recientemente en La Habana como Jurado del Festival Circuba 2011, aboga porque desde Latinoamérica el circo experimente la revolución de estética y de formas que se ha producido en otros continentes. Revolledo, con el aval de pertenecer a la quinta generación de la familia Suárez, de haber intervenido como jurado en varias ediciones del Festival de Circo de Verano en Cuba y de representar esta vez en la Isla al Circo del Sol como asistente de casting, expone sus valoraciones sobre Circuba y las perspectivas del arte circense en el continente:

¿Qué ha distinguido a la presente edición del Circuba de las anteriores?

Circuba cada vez va creciendo más, aumenta el número de países que participan, se eleva la técnica circense y se hace más competitiva. La participación de Rusia, China y Vietnam en esta edición, avala al evento para convertirse en uno de los festivales más importantes del mundo, aunque en la actualidad ya se cuenta entre los 20 mejores y el más importante de América Latina.

De continuar con este ritmo de trabajo  durante todo el año, como se ha venido haciendo, y si se logra un mayor nivel de convocatoria, Circuba seguirá escalando puestos entre los encuentros circenses del mundo. Es evidente que el país ha vuelto a recuperar aquellos festivales gigantescos que se hacían hace 15 años y el arte circense ha ido recobrando el prestigio que tenía años atrás.

¿Cómo valora el trabajo expuesto durante el Festival, teniendo en cuenta la integración de los diferentes elementos que conforman la puesta en escena para el circo? ¿Qué diferencias pueden advertirse entre las propuestas de los países concursantes?

Lo que llamamos circo contemporáneo o nuevo circo en algunos países, comprende diferentes corrientes que nacieron originalmente en Rusia y que se han ido perfeccionando, sobre todo en Francia y Canadá. Los latinoamericanos han vivido procesos más lentos en el trabajo de circo porque la propia sociedad demanda otro tipo de elementos. No obstante, esta realidad no anula el hecho de que debe existir una obligación por parte de los directivos de integrar al circo a ese proceso de modernización.

En este evento se ha podido constatar que es evidente la enorme diferencia entre países con respecto a la construcción dramatúrgica. El acto de los Giang Brothers, de Vietnam, habla de un progreso descomunal que, con toda sinceridad, debemos reconocer que no existe en toda América Latina.

Se impone que el circo teatralizado vaya ganando espacio también en nuestro continente. Es indudable que está ocurriendo de esa manera, porque, por ejemplo, el pasado año en el Circuba un grupo de cubanos logró hilvanar una historia muy interesante sobre las peleas de gallos tradicionales, en un número de cintas de excelente ejecución.

En el caso de Cuba, aunque los números presentados en esta edición del Festival fueron de un mayor nivel técnico, todavía se carece de ese moderno sentido de teatralidad que buscan las nuevas propuestas de circo. Sin embargo, el país tiene todas las condiciones para hacer el cambio, que pasa por una decisión de política y de concepto por parte de Circuba y por la posibilidad de los públicos de ir aceptando las nuevas estéticas. Es, sin duda, un proceso lento en el que la gente debe ir comprendiendo que el circo ofrece muchas otras posibilidades escénicas.

Algunos invitados extranjeros han notado con sorpresa que en Cuba hay muchos artistas jóvenes incorporados al circo. ¿Sucede de igual modo en el resto de Latinoamérica?

Cuba tiene la gran ventaja de encontrarse en el momento histórico en el cual el deporte se está interceptando con el circo. Una coyuntura semejante se dio en Rusia hace 50 años, mientras que en México no ha sucedido todavía. En América Latina el deportista no conoce aún que su discurso puede desbordar la mirada deportiva y que por naturaleza se encuentra muy cercano al circo. De alguna manera, el circo es el eslabón perdido entre el deporte y el arte. Si lo definimos de otra forma, el circo constituye una variante artística del deporte.

Como en la Isla el nivel del deporte es tan alto —a diferencia de lo que ocurre con el resto de Latinoamérica—, en un periodo muy corto el país ha logrado integrar deportistas a la formación directa de actos de circo. Sus artistas son altamente demandados a nivel mundial, tal es así que en la actualidad, además de que hay muchos de ellos actuando por toda Europa, el Ringling Brothers de EE.UU. (el mejor del mundo después del Circo del Sol) ha incorporado también a artistas de Cuba.

Cuando se habla de las ventajas de Cuba, una de las razones más significativas es la existencia de una escuela de circo desde 1976. Todas las escuelas de América Latina, excepto la de Río de Janeiro (con 28 años de fundada), son extremadamente jóvenes. En nuestros países apenas están naciendo nuevos proyectos, mientras que en Cuba hay un camino recorrido en cuanto al traspaso del dominio del circo, de manos de un sector tradicional de apellidos fuertes, a la irrupción de nuevos grupos interesados en el arte circense que no provienen de familias relacionadas con él.

Aunque la desaparición de esas familias tiene sus desventajas, no se puede negar la posibilidad de innovación de la que gozan estos artistas que ya no cargan la responsabilidad o el peso del pasado, de los padres o abuelos que dicen todo el tiempo cómo proyectarse para seguir manteniendo una oferta que en términos de imagen se ha quedado un poco obsoleta y no interesa a las nuevas generaciones.

El circo está viviendo un boom en América Latina con la apertura de escuelas, con la búsqueda de un circo experimental y con resultados muy alentadores. No obstante, lo que sí está muy claro para que no muera el arte de las carpas en la región, es, en primer lugar, que se precisa el apoyo del estado —lo cual felizmente existe en Cuba—; y, en un segundo plano, la necesidad de apertura de espacios educativos para que los sectores que no provienen del circo tradicional tengan la posibilidad de encontrar una vía de desarrollo de sus intereses artísticos.

¿Cuáles son las tendencias de la enseñanza del circo en América Latina en cuanto a programas, incorporación de especialidades y técnicas?

Algo maravilloso es que se están recuperando técnicas del circo antiguo. En la Universidad Mesoamericana, por ejemplo, tenemos una política de incorporación y rescate de lo tradicional.

Es indiscutible que van a sobrevivir aquellos que no nieguen el origen del circo. Hay algunos sectores que declaran hacer performances, u otras especialidades. Pero lo que debe entenderse es que el circo tiene expresiones propias que han de respetarse. Nosotros heredamos las técnicas del circo tradicional, y, por tanto, lo que tenemos que analizar es cómo hacerlo nuevo. El hecho de insertar concepciones dramatúrgicas o contar historias no contradice lo anterior, pero hay que trabajar duramente para encontrar el equilibrio. Los sectores del teatro, la coreografía y la rama escenográfica deben comenzar a integrarse para lograr un trabajo multidisciplinario, e incluso transdisciplinar, que lleve al circo al nivel alcanzado en Europa.

De cierto modo, siempre en América Latina —ocurre en todas las vertientes del arte— hemos recibido la influencia de las naciones que van determinando las nuevas corrientes. Generalmente Europa, específicamente Rusia, han marcado muchos caminos. A pesar de ello, también se han ido encontrando vías personales que le dan un sentido diferente al circo que se hace en cada país.

Felizmente en Cuba el circo prospera y, para traer otro ejemplo del continente, en México —contrario a lo que muchos piensan— existen todavía 500 circos por todo el país. La percepción de que los circos están desapareciendo es solo producto de una falsa imagen. En realidad, en nuestros días hay más circos que nunca, lo que sucede es que se pierden entre la inmensa oferta de diversiones, sobre todo a partir de lo que la realidad virtual está representando.

Dentro del arte escénico el circo está vivo y fuerte, ha ido creciendo, ha ido encontrando nuevas vías, y hay jóvenes que, como en Cuba, aportan mucha riqueza al trabajo circense.

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