M. M. López – La Jiribilla.- Marcada por la agudeza de los debates en sus congresos, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba llega a sus 50 años con el reto de generar nuevas y más profundas discusiones. Luego de casi tres años de haber concluido las sesiones de su último congreso, la institución se enfrasca en recobrar su protagonismo social


en medio de una coyuntura política en la cual, como señalaba en aquel momento el Premio Nacional de Ciencias Sociales Fernando Martínez Heredia, “hay un deseo maravilloso y enorme de participación”. Al concluir la cita de 2008, el propio Presidente Raúl Castro señalaba en positivo la diversidad de las opiniones defendidas y las discrepancias, para emprender el trabajo. En conversación con el escultor José Villa Soberón, vicepresidente Primero de la UNEAC, La Jiribilla pudo conocer algunas de las proyecciones más actuales de la institución para cumplir el cometido de potenciar el carácter activo e influyente de la cultura en el entorno social.

¿Qué singularidades puede tener la UNEAC en un contexto como el cubano, pletórico de instituciones culturales con perspectivas interesantes y trabajo intenso?

Efectivamente, no es la UNEAC la única institución que realiza un trabajo cultural o conduce la cultura en el país. Pero tiene dos características que permiten distinguirla de las otras instituciones culturales. Quizá la más importante sea que en la UNEAC prevalece una perspectiva que toma muy en cuenta la mirada de los creadores. Esa sensibilidad, ese sentido del valor de la obra de los creadores, no se evidencia de la misma manera en otras instituciones, cuya base de reflexión puede ser mucho más amplia o que deben responder a una solicitud de servicios más compleja. La nuestra, esencialmente, se distingue por que todos sus proyectos culturales se hacen siempre desde la perspectiva de los creadores.

Por otro lado, distingue también a la UNEAC como institución su carácter sui generis, al abarcar a todas las manifestaciones del arte. Su conciencia como institución no está formada exclusivamente por una visión desde las artes plásticas o la música, sino que engloba al conjunto de las expresiones artísticas, y comparte como pocas la participación de creadores de los distintos campos.

Desde su fundación la UNEAC ha tenido un carácter inclusivo dentro del panorama cultural cubano. ¿En qué aspectos del trabajo de la institución se expresa hoy esta característica con más fuerza?

Donde más se pone de manifiesto esta característica es, a mi juicio, en los proyectos de reflexión que impulsa la UNEAC, que parten de las problemáticas de los creadores, pero que a veces resultan superadas como problemas y abarcan temas de la propia sociedad. Nuestras comisiones de trabajo han abordado el tema de la educación, específicamente de la educación artística, la ciudad, entre otros. Sobre aspectos como estos, creadores provenientes de diversos campos ofrecen lecturas de la realidad actual e intentan aportar desde la cultura nuevos elementos a ese contexto circundante.

En ese propósito de abarcar la realidad cultural en su totalidad, la UNEAC se extendió hace más de 20 años al resto de las provincias de Cuba. ¿Qué fortalezas y debilidades tiene el trabajo que hoy realizan las dependencias de la institución fuera de La Habana?

Entre las fortalezas debe señalarse la capacidad de la UNEAC para agrupar a los creadores en los diferentes territorios. Desde sus orígenes el mundo de los artistas y escritores no había sido numéricamente importante para la sociedad como lo es ahora. En los primeros años muy pocas provincias tuvieron miembros de la UNEAC, y algunos de ellos se concentraban fundamentalmente en Santiago de Cuba y Matanzas. Con el paso de los años esa realidad cambió notablemente.

Hoy hay núcleos de creación cultural muy valiosos en todas las provincias. De alguna manera se han cumplido con ello algunas de las grandes aspiraciones de la UNEAC, como la de divulgar y proteger la cultura cubana, pero sobre todo, de lograr una jerarquización de los proyectos, porque no todas las empresas culturales son verdaderamente relevantes. La UNEAC ha sido siempre una institución que ha intentado proteger lo más renovador y contemporáneo de la cultura y lograr que ello también reciba una atención, no solo de parte de nuestra institución, sino por otras dentro del mundo cultural cubano, para garantizar con más seguridad su proyección artística.

El haber ampliado sus filas es a la vez uno de los mayores retos para la UNEAC. Desde nuestro último congreso hemos querido prestar especial atención a este aspecto de nuestro funcionamiento, las decisiones futuras sobre el trabajo deben tener este tema como una de sus principales preocupaciones, porque la UNEAC es una institución eminentemente selectiva. No somos un sindicato o una agrupación que abarca a todos los trabajadores de la cultura; sería contraproducente para la propia institución perder esa perspectiva. Si la UNEAC crece demasiado en número, pueden perderse los objetivos con los que fue creada, entre los que se incluye resaltar la obra de los artistas y escritores más relevantes del país.

Se ve frecuentemente a la UNEAC en diálogo con instituciones y organizaciones juveniles. ¿Qué intereses se persiguen en ese sentido?

Evidentemente la UNEAC ha ido envejeciendo, lo cual se debe en gran medida a sus criterios de inclusión, que toman en cuenta la madurez de la obra de artistas y escritores. Sin embargo, hay jóvenes que han demostrado talento suficiente y han desplegado en consecuencia una obra relevante, o son portadores de las visiones más contemporáneas del arte.

La UNEAC debe estar permanentemente atenta a todo lo renovador de la cultura cubana que tenga valor artístico. Con ese fundamento es que se debe mantener una relación asidua con los jóvenes. Ellos, por lo regular, son el sector que muestra siempre las corrientes más contemporáneas del arte y las claves para la transformación de los discursos artísticos.

Esto debe distinguir a la institución en su proyección y en los recursos de vida cultural a los que acude. Ha sido así, por ejemplo, en las galerías de arte. En ellas intentamos que se exponga lo más valioso de la cultura cubana y, por lo regular, tratamos de dar espacio a los jóvenes, que son los portadores de los lenguajes más revolucionarios dentro de la plástica.

Desde el punto de vista ético, a la hora de insertarse o de dar curso a determinadas polémicas que se generan en el campo cultural cubano, ¿cuáles son los principios que sigue la UNEAC?

Este es un medio esencialmente polémico. Es muy bueno que sea así, la naturaleza de la cultura incluye la polémica y la constante renovación de valores. A pesar de que se distinguen principios y valores establecidos, incluso estos intentan ser frecuentemente superados por parte de los miembros de la UNEAC.

No corresponde exclusivamente a la UNEAC crear polémicas, pero debe ser ella un espacio importante dentro del país para que creadores con intereses distintos puedan debatir sus puntos de vista.

Siempre que se tenga calidad artística, siempre que se tenga nivel cultural avanzado, permanecerán dentro de nuestros espacios creadores con perspectivas muy diversas. Hemos aprendido a convivir con diferentes puntos de vista, y continuar haciéndolo es uno de nuestros propósitos.

A través de nuestras revistas estimulamos con frecuencia los debates. La Gaceta de Cuba es una de las publicaciones más importantes de diálogo y reflexión cultural en la Isla. En ella, casi de manera permanente, aparecen polémicas, se reflejan criterios diversos que convergen en el trabajo de proyección cultural desde la UNEAC en todas las manifestaciones.

Dentro de su espectro de acciones y temáticas a tratar, la UNEAC incluye determinados asuntos que desbordan a las artes en su sentido más puro, como son las cuestiones de la racialidad y de género. ¿Con qué criterios la directiva de la UNEAC acoge proyectos que se enfocan en líneas temáticas como estas, candentes por su repercusión social?

Afortunadamente esto se debe a una tradición de la intelectualidad cubana. Casi todos los intelectuales del país han asumido desde siempre un compromiso social. Es difícil encontrar en nuestra sociedad a creadores que se hayan retirado a una urna de cristal, ajenos a cualquier preocupación de tipo social.

La UNEAC, en consecuencia, también tiene una larga tradición de mirar a la sociedad, que se ha expresado de manera amplificada tanto en sus congresos, como en sus consejos nacionales, para intentar aportar desde el debate cultural, reflexiones sobre temas que no son exclusivamente culturales.

De alguna manera se ha hecho evidente que la cultura puede aportar conocimientos y lecturas útiles a la solución de problemas de peso en nuestra sociedad. Actualmente la Comisión Aponte, vinculada al tema de la raza, tiene un carácter muy activo, porque se ha demostrado que alrededor de este asunto —que no es eminentemente cultural— se centra la atención de una gran mayoría de creadores cubanos. Trabajan también con mucha fuerza otras comisiones como la de Educación y la de Arquitectura, lo cual muestra focos de preocupación de una buena parte de los artistas en el país.

La UNEAC es un espacio propicio para esos debates, y tiene la misión de estimularlos y darles continuidad, porque desde esta función hace un aporte vital a la cultura y a la sociedad cubana.

En el último congreso de la UNEAC se dedicó particular atención a la comunicación de los artistas cubanos que permanecen en la Isla y los que trabajan o viven fuera. ¿Cuánto se ha avanzado en la relación con la diáspora y en la comprensión de esta necesidad al interior del país?

Probablemente sea este un tema en el que todavía no estamos muy satisfechos. Aspiramos a tener una relación mucho más estrecha y dar una atención mucho más constante a los creadores. Considero que la conciencia de que la cultura cubana no solo se hace en la Isla, sino que muchos de nuestros creadores la hacen también fuera del país, es una realidad sobre la cual tenemos ya bastante claridad como institución.

A veces encontramos dificultades para estrechar vínculos con nuestros creadores en el exterior, pero tenemos que continuar avanzando, sobre todo en el trabajo perspectivo, aunque la realidad demuestra que hemos logrado magníficas relaciones con muchos de los creadores que viven fuera de Cuba. Con algunos de ellos hemos sostenido encuentros fraternales que nos sirven para actualizarnos y conocer sobre lo que se está haciendo fuera de nuestro territorio. Estas conexiones permanecen y se fortalecen también a través de las revistas, de las editoriales que publican libros de creadores radicados en el extranjero, como también ocurre con las exposiciones que organizamos en nuestras galerías.

La UNEAC debe cuidar lo que ha alcanzado en la comunicación con artistas cubanos que no viven en la Isla, aunque puede también aspirar a consolidar sus nexos y desplegar un trabajo mucho más intenso, sin perder de vista que en ocasiones atravesamos por dificultades en el plano de los recursos y estamos mediados por determinados principios éticos.

Hay artistas con los cuales la UNEAC no se puede relacionar, fundamentalmente por ellos, pues al irse de Cuba algunos creadores rompen todo vínculo profesional con nuestro país. No obstante, cuando se manifiesta un interés común de los artistas y de nosotros en Cuba por intercambiar, la UNEAC ha intentado garantizar el espacio dentro de la Isla.

¿Cuáles pueden señalarse como los principales retos que enfrenta la UNEAC para el futuro?

El mundo de la cultura es muy cambiante. Hoy, aunque tiene muchos puntos en común, la función de la UNEAC es muy diferente a la que concibieron sus fundadores en los 60. En estos 50 años hemos tratado de mantener la esencia, el espíritu fundamental de la institución; pero es difícil prever cuál será la problemática de la cultura cubana en los próximos diez o 50 años.

Sin embargo, puede mencionarse como uno de los grandes retos de la UNEAC la proyección cultural, su presencia como institución en la sociedad, así como defender y amplificar la visión de los creadores.

Vendrán tiempos diferentes. El país ha emprendido en la actualidad un reajuste económico que modelará de una manera distinta las relaciones laborales de nuestros artistas e intelectuales y la UNEAC no debe dejar a un lado la protección de lo más importante de nuestra cultura y la defensa de los grandes proyectos artísticos aunque no sean comerciales.

El compromiso con lo mejor de la cultura, el esfuerzo por divulgar y promocionar a los más importantes creadores, la intención de colaborar en la jerarquización de la cultura en Cuba y promover lo más valioso, deben ser las funciones esenciales de la UNEAC en el futuro.

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