Orestes Hernández – Cubainformación.-Nada duele más que la ida de un amigo. Esa idea, quedó lirica e impresionantemente impresa en la canción del inmortal Facundo Cabral , que ya sabemos recientemente fue asesinado, tema que hizo popular en Cuba el interprete Alberto Cortez por allá por los 80.

Y ciertamente nada se siente más, quizás solo superado por la partida del padre o la madre o un hijo, que cuando un amigo te deja.

Cuando la causa de la partida es la muerte, esa ida lacera el corazón.

Y cuando esa partida se produce en aras de una prebenda, un guiño melindroso o el despecho aún más justificado, la sensación se aleja desde el afecto y nos invade un sentimiento de estar en presencia de la traición.

Desde hace años a través de diferentes fuentes y versiones (no todas asociadas a “radio bemba”) he escuchado menciones a posiciones críticas de Pablo Milanés respecto a temas internos en Cuba.

Siempre escuché esos rumores, (porque nunca lo vi directamente a Pablo hacerlo en alguno de sus conciertos a los que acudí con la devoción que su militancia y verso inspiraban), y nunca los puse en dudas porque la obra de Pablo ha tenido en si misma una esencia sincera (eso aun creo) y de ella se han desprendido criterios y posiciones críticas, pero siempre desde la pertenencia a su pueblo y su Revolución.

Allí están miles de sus alquimias que por estos días colegas de la prensa y comentaristas mas avezados se han encargado de recordar.

Allí también están las imágenes del recibimiento que dio Fidel a Silvio y a Pablo cuando regresaron de aquel fundacional recorrido por América del Sur en los 80 como “embajadores de la Revolución”. Todos estábamos allí con Fidel, entre ellos dos.

Vale recordar también aquel otro estremecedor momento para mi generación. El concierto en la sede del ISA (Instituto Superior de Arte de Cuba), creo también que por los 80, cuando en un alarde de verdadera vocación franca, Pablo arremetió contra la intolerancia, cuando hizo referencia a lo que entonces era un tema debatido en Cuba y cuando aún prevalecía en la institucionalidad cubana y en el pueblo mismo actuaciones de homofobia injustificada.

“No somos Dios”…..rezaba uno de los versos de aquella canción que se refería con juicio critico hacia determinados sectores que mantenían esa actitud ya hoy felizmente en camino de resolverse. Recuerdo que el público presente lo aclamó y luego la prensa se hizo eco del concierto y fue repetido varias veces en nuestra aún hoy aburrida televisión.

Por cierto, que en aquel concierto Pablo invitó a la recien graduada del ISA y excelente cantante Gema Corredera, quien hizo alarde de angelicales timbres y matices inconfundibles en su voz.

Gema que ahora reside en Miami, a pesar de los pesares, era pero miles de veces mas querida y anunciada en su Cuba que lo que ahora lo hace la gran urbe miamense.

Pero deseo seguir con el dolor del que hablé al principio, porque como parte de una generación que creció con las canciones de Pablo a flor de piel, no pude menos que estremecerme cuando hace unos días y a propósito de un par de entrevistas en el contexto de una gira suya por EE.UU. y concierto en Miami, supe que ya Pablo “no es fidelista”, que “no tendría remedo en dedicar un concierto a las Damas de Blanco” y otro grupo de expresiones, valoraciones y criterios que cuesta trabajo creer y que no me detendré a analizar.

Su concierto fue otro de los tantos que artistas cubanos residentes en la isla han ofrecido a pesar de presiones y amenazas víctimas de la intolerancia de sectores de aquella ciudad y sobre los que no se debe pensar nunca que son descartables, sino todo lo contrario, son la expresión de quienes dominan y controlar la vida y milagro de todo el que se acerca allí incluso con buenos sentimientos.

Los payasos de “Vigilia Mambisa” cobran de los cheques de los Stefan y la fauna “rebelde y mafiosa” que allí domina.

Pero Pablo, lejos del hombre sincero y valiente que siempre ha sido, ahora, en estos días ha dado muestra de un fuerte “tufillo” de renegación y eso es lo que más me duele.

Renegado no porque critique, porque a pesar de lo que digan la mayoría de la población cubana es la principal crítica de su proyecto y sus imperfecciones.

Renegado y de los que más duele repeler, porque por generaciones, el “amo esta isla”, o la “canción por la unidad latinoamericana¨” han sido ápice de resistencias ante la voracidad de Goliat por llevarse a David.

Y esa actitud es más dañina, cuando hace apenas unas horas escuchamos que Pablo ha sido capaz de dialogar con Radio Martí, la voz de quienes quieren ver a Cuba convertida en otra estrella de la unión americana. Los que se intentan aprovechar de la figura de Martí desde hace años para englutirse a Cuba y hacerla desparecer como nación.

A ese Martí que Pablo ha evocado decenas de veces con su melodiosa voz desde sus versos.

El dolor que se produce “cuando un amigo se va”, nada lo puede aliviar, pero cuando ese amigo traiciona el dolor es doble.

Y cuando ese ex amigo arremete socarronamente contra Fidel, el mismo que una vez Pablo defendió cuando Rubén Blades osó ofenderlo, entonces el drama es mayor.

Desde la tribuna que da el pueblo, solo la coherencia es permitida.

Lo digo y ojala me equivoque, pero el tiempo dirá realmente que hay detrás de esa actitud que incluye reuniones con el mafioso Montaner y quien sabe Dios, si algún brindis con la fauna Stefan, que luego no quepa duda a nadie será bien cobrado.

Salud Pablo, te fuiste y realmente tu ida no la llena la llegada de otro amigo, pero tu actitud arrogante y perversa será el pueblo el que la juzgue.

Nota: Sépase que soy partidario de publicar en la prensa cubana los vaivenes de esta traición. Esa será el mejor repudio a quien dejó ya de ser, uno de nosotros.

Orestes Hernández

Cubano.