Abner Barrera - Cubainformación.- ¡Esta calle es de Fidel! ¡Esta calle es de Fidel!, es una de las consignas que se escucha siempre en cualquier manifestación que se hace en Cuba contra las provocaciones subversivas y contrarrevolucionarias de los asalariados de la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA). 


En los últimos años Washington ha intensificado, contra todas las normas del derecho internacional, su servicio “diplomático” en La Habana para alentar, financiar y organizar a un grupo de desconocidos sociales, con el fin de buscar publicidad internacional contra el gobierno cubano, acusándolo de violar los derechos humanos. El imperio tozudo (propio de su naturaleza) no admite –se hace de la vista gorda- cada año, cuando la Organización de las Naciones Unidas en Asamblea, condena casi por unanimidad, el bloqueo económico, financiero y comercial que ejercen contra la isla. Si alguna evidencia tiene dicha condena es que, el gobierno de los Estados Unidos –dizque democrático- viola los derechos humanos contra toda una nación. 

Mientras la gran prensa servil del imperio llama a un grupo de señoras -contrarrevolucionarias- “damas de blanco”, el pueblo cubano las conocen como las “damas de verde”, porque se trata de mujeres que actúan dependiendo de los dólares que reciben. Todas ellas y sus familiares viven en Cuba y se benefician de los logros sociales conquistados por la Revolución como son: educación gratuita y de gran calidad, atención médica de primer nivel reconocida internacionalmente, poseen trabajo, vivienda, seguridad ciudadana, etc. (derechos humanos todos, que les son negados a cientos de miles de personas en otros países, incluyendo los Estados Unidos). Esas mujeres de verde, saben que están traicionando a su patria, y ninguna de ellas está convencida de “su” lucha. Al igual que la bloguera Sánchez (apadrinada por el terrorista Carlos Alberto Montaner) se mueven en las penumbras de la ilegalidad calumniando a su pueblo, con la única convicción inmoral: la traición es un buen negocio.

En estos últimos meses, como buenas marionetas de la SINA, trataron de hacer disturbios para llamar la atención internacional a ver si acaso el pasado 10 de diciembre en Oslo, Noruega, quienes otorgan el Premio Nobel por la Paz, por lo menos las mencionaban; dado que ese premio ha sido otorgado muchas veces a personajes cuestionados –como el actual presidente de los Estados Unidos-, entonces ellas, con bloguera incluida, creen también poder ser aspirantes al mismo.

En su afán de ser noticia internacional, el viernes 09 de diciembre, dichas damitas -de blanco por fuera, pero con el alma y los bolsillo de verde-, intentaron “tomar” una calle de La Habana (acto por demás imposible, porque ellas no son más de veinte personas). Contrario a como sucede en otros países donde los gobiernos mandan a la policía a arrojar agua, palos, bombas y balas (es lo que está sucediendo en estos días contra los llamados indignados en los países del primer mundo), en Cuba, estas damitas no reciben ni siquiera un pellizco de las autoridades policiales, sino que es el mismo pueblo quien se encarga de defender el orden social, con convicción revolucionaria.

La expresión ¡Esta calle es de Fidel!, es una manera sencilla de decir: estas calles son del pueblo, es de los cubanos de a pie, es de gente que pertenece a un pueblo digno y soberano; el nombre Fidel, alude a un hombre arropado de pueblo con el cual arriesgó la vida y resistió cientos de atentados coordinados por el imperio. Fidel es el símbolo de un pueblo que por más de diez décadas ha soportado los ataques del imperio más poderoso de la tierra. Hoy es imposible escuchar en algún lugar del mundo la consigna ¡Esta calle es de…! aunada al nombre de cualquier otro político o presidente. Con excepción de Cuba, en otros países las calles no son del pueblo, éste es extranjero en territorio propio. La soberanía e independencia no es creída por los pueblos ni cuando entonan su himno nacional.

Con esas provocaciones contra Cuba el imperio vuelve a equivocarse por enésima vez, porque no logra su objetivo de desestabilización social y política; ese grupo de damitas de verde son anónimas, ni en sus barrios las conocen y ni sus propios hijos las siguen. Habrá que agradecerle a la SINA por este trabajo “diplomático” en la Isla, porque lo que hace es cohesionar más al pueblo cubano en la defensa de su revolución.

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