Maestra y alfabetizadora

Mariela Pérez Valenzuela - Revista Mujeres.- A pesar del tiempo transcurrido, la cubana Gladis Lazo Gómez recuerda el día en que sus padres, sin vacilación, le dijeron que podía ir a alfabetizar a sus coterráneos.


La conocí en Venezuela en el 2006 y llena de vivencias señaló que “tenía entonces sólo 11 años, pero nunca dudé de que mi papá, que era analfabeto, comprendiera la importancia de aquella decisión de la Revolución Cubana y de lo que significaba para mí dar el paso al frente, como otros millares de adolescentes”.

Está aún vivo el recuerdo de las personas a las que enseñó a leer y a escribir en el barrio rural de Villa Real, en San José de las Lajas, y el grandioso acto celebrado meses después en la Plaza de la Revolución, en el que se declaró a Cuba territorio libre de analfabetismo, y las voces de miles de jóvenes y adultos que al unísono coreaban “Fidel, Fidel, dinos que otra cosa tenemos que hacer”.

Para Gladis, quien era asesora integral de educación en el estado venezolano de Barinas, impartir el conocimiento en aquellos días le confirmó la vocación por la docencia.

Jamás imaginé, apuntó, que cuatro décadas más tarde la Revolución me proporcionaría de nuevo la oportunidad de ayudar a alfabetizar a otras personas, esta vez en el hermano país de Venezuela.

Sentada en la sala de la casa donde vivía temporalmente en Barinas, reflexionó que “viajar a la tierra de Simón Bolívar ha significado volver a vivir”, en tanto recordó detalles de la Misión Robinson, como el censo en que participó, puerta por puerta, para identificar a los iletrados y evitar que se quedara un solo venezolano sin aprender.

¿Anécdotas? Son muchas, algunas muy conmovedoras, reveló, como el ver a madres, nietas, hijas, generaciones completas de una familia, sentadas juntas, libretas por delante, deseosas de aprender.

Precisó que algunas personas, incluso de edad avanzada y con una situación económica difícil, dejaban por unas horas el trabajo y caminaban varios kilómetros para recibir las clases.

El acto de declaración de Venezuela territorio libre de analfabetismo, en octubre de 2005, fue para esta cubana una emoción muy grande.

Se repetía una historia de cuatro décadas, “porque también estuve en la Plaza de la Revolución aquel glorioso 22 de diciembre de 1961, cuando Fidel proclamó a Cuba libre de ese flagelo social.

¿Estaría Gladis dispuesta a tomar parte en una tercera campaña de alfabetización?

—Sin pensarlo dos veces —responde, y es como si su sonrisa envolviera la magia del tiempo, aquellos sus once años de 1961.

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