En el marco de las jornadas por el XX aniversario de la Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba (CESC), celebradas en Alcalá de Henares (Madrid), en octubre de 2011, hablamos con Joseba Macías, doctor en Ciencias Políticas, periodista y documentalista vasco.

Texto publicado en el nº 20 de Cubainformación papel - Invierno 2011-2012

Ver la entrevista íntegra en vídeo


- Recientemente defendías tu tesis doctoral sobre la articulación de la sociedad civil en la Cuba revolucionaria. El tema de la sociedad civil en Cuba es muy polémico, y está muy manipulado.

- Sí, porque muchas voces afirman que no se puede citar a Cuba en una perspectiva de articulación de la sociedad civil, porque en ella no existen los mecanismos representativos de la democracia burguesa occidental y, por tanto, no existe una sociedad civil como tal. Yo soy de los que defienden lo contrario: que en Cuba hay una sociedad civil compleja, heterogénea, diversa, que se ha ido fraguando a lo largo de este proceso revolucionario. Siguiendo a Gramsci, existe una realidad marcada por la hegemonía de un bloque histórico constituido en Cuba a partir de 1959, y un proceso evolutivo muy heterogéneo, así como la existencia de muchos más espacios de los que algunos dicen. Los términos Revolución cubana y sociedad civil conjugan perfectamente.

- ¿Cuáles son los principales actores en la sociedad civil cubana de hoy?

- Siguiendo a Gramsci, podemos hablar de una sociedad civil articulada en claves institucionalizadas. Serían las organizaciones de masas, que establecen elementos de articulación social desde estructuras fundamentalmente sectoriales: el caso del campesinado en la ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños), de la juventud en la Unión de Jóvenes Comunistas, de los estudiantes en varias de sus estructuras, de las mujeres en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), así como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Esa es una parte de la sociedad civil en Cuba.

Pero podemos hablar de muchos más elementos: los medios de comunicación, el fenómeno religioso, o la aparición en las últimas décadas de otros espacios de debate y opinión. Son microcosmos muy diversos y muy ricos en complejidad.

- ¿El esquema de sociedad civil revolucionaria de las décadas anteriores está cambiando? ¿Podemos hablar de crisis de esa estructura de la sociedad civil revolucionaria?

- Sí, hay una crisis en estos esquemas tradicionales revolucionarios. Hablar de la realidad de la mujer cubana hoy no es hablar de una realidad uniforme: los últimos congresos de la FMC, por ejemplo, establecen que no se puede teorizar sobre qué es la mujer cubana a partir de un mero arquetipo de mujer militante.

Y esa pluralidad se refleja en todos los ámbitos. En el vecinal, los CDR, que nacieron en un entorno bélico, de resistencia, de articulación de la población desde la base para evitar una penetración nada metafórica del enemigo, desempeñaron después un importante papel en la defensa civil, contribuyeron a la distribución de alimentos, medicamentos o en las campañas de vacunación junto a las instituciones sanitarias; posteriormente, fue importante su papel en la definición de los problemas en los barrios, antes de la institucionalización de las asambleas de rendición de cuentas. Pero en esta realidad diversa y compleja su papel ha cambiado sustancialmente.

- En tu estudio sobre la sociedad civil, das un papel muy importante a la juventud cubana.

- Se teoriza acerca de que la juventud cubana debería ser el elemento de continuidad de un proceso revolucionario puesto en marcha por la generación de sus padres o abuelos. Pero hablamos de una juventud que ha crecido y ha tenido sus primeros procesos de socialización a raíz del Período especial. Sus referentes y su imaginario se limitan a los elementos simbólicos de la Revolución, en una sociedad hiperideologizada, con un papel omnímodo del Estado hasta prácticamente los años 90, que ha ido desapareciendo –bien por propia voluntad del Estado, bien por el hecho de que ya no se llega a todo y se van estableciendo espacios de autonomía–. Y la juventud es consciente de esto.

Se une a ello que las referencias permanentes en la televisión y en sus libros de enseñanza a la Sierra Maestra, a los grandes logros épicos de la Revolución, son vistas como parte de su cultura, pero muy lejanas en el tiempo. Todo esto, unido a las dificultades materiales, provoca una fractura entre la esfera de lo privado y de lo público, la cotidianeidad y el discurso. Esto da lugar a que se radicalicen las pautas de doble moral, y también a una mayor heterogeneidad en la juventud.

Existe una juventud muy militante, y otra –yo creo que mayoritaria– alejada de la militancia cotidiana pero identificada con el proceso, que es el suyo, y que, ante una posible agresión a su país, acudiría en masa a defenderlo. Es muy nacionalista, no tanto marcada por la lectura de los clásicos del marxismo, es muy diversa y heterogénea, y vive elementos nuevos de estratificación como las tribus urbanas, o la consecución de nuevos espacios colectivos en lugares públicos (el referente de la calle G en La Habana los fines de semana, donde se ven miles de jóvenes agrupados por afinidades y entornos, es un buen ejemplo).

En esta transformación sociológica influye el hecho de que el sistema educativo promueve que los jóvenes cubanos no tengan únicamente relación con los jóvenes de su barrio y deban estudiar en otros lugares, lo que les hace establecer nuevas pautas de relación. Y se reencuentran, por ejemplo, en la calle G, y no en su barrio.

Por otro lado, el joven y la joven de la Cuba de hoy no son ajenos al contexto de globalización mundial, de una realidad social mundial muy individualizada, muy marcada por el consumo. Este hecho se refleja en una juventud que lo que quiere son mejoras en su situación cotidiana, que también tiene aspiraciones de moda, de hábitos y conductas globales. El turismo y la televisión repercuten también, aunque los mecanismos de acceso a los medios de comunicación son cada día más “alternativos”: éste es el bloque generacional que menos ve la TV, pero tiene acceso a ordenadores portátiles -sobre todo en el ámbito urbano-, y ve todo tipo de series de ficción televisiva europea y norteamericana que conforman sus referentes.

Sigue habiendo escasez de espacios públicos, lo que dificulta las alternativas de los jóvenes en el fin de semana. Todos estos elementos en juego definen a una generación muy compleja, que creo que necesita estímulos nuevos de debate, de participación y de recuperación de valores revolucionarios, y que –aunque creo que los sigue teniendo como pautas de conducta cotidiana, que forman parte de sus hábitos y costumbres– no los defienden tanto porque no son conscientes de ellos. Y son, en definitiva, lo que será la nueva sociedad cubana, en un país donde más del 60% de la población tiene menos de 35–40 años.

- Señalas la importancia del ámbito de la cultura en la articulación de la sociedad civil cubana.

- Yo creo que la Cultura de las revoluciones no ha sido estudiada en su conjunto de una forma tan exhaustiva como se merece. Hablamos en Cuba de un intelectual muy gramsciano, muy orgánico, muy crítico, muy defensor de su proceso, pero que a la vez mantiene espacios propios. Esto se ha visto desde el inicio de la Revolución, con las primeras publicaciones, con el primer cine que se hizo, con figuras que trataron en su propuesta fílmica el concepto del “hombre nuevo” del Che, como Tomás Gutiérrez Alea. Lo mismo en el ámbito del teatro, de la literatura, o en la música: el fenómeno de la Nueva Trova fue un fenómeno muy interesante porque unió tradición con modernidad, y no siempre tuvo un camino fácil, porque cierta oficialidad la vio al comienzo con distancia.

En definitiva, la intelectualidad cubana ha estado muy arraigada en su pueblo, tiene un enorme prestigio social, un enorme reconocimiento y una labor muy crítica respecto a un proceso que mayoritariamente ha sentido como suyo. Incluso en muchos de los que se han ido del país -la diáspora intelectual- podemos hablar de un retorno muy significativo, y la desafección al proceso revolucionario ha respondido a cuestiones muy diversas, muchas veces con un origen no estrictamente político.

También hay que destacar la labor de personas como Abel Prieto, actual Ministro de Cultura. Creo que el Ministerio de Cultura ha desempeñado una labor muy importante a la hora de establecer puentes con esa diáspora, fortaleciendo el trabajo de nuevos creadores, abriendo espacios de creación. Como en el caso de los nuevos jóvenes independientes cineastas que, en el marco del proceso de democratización de la filmación y la imagen, están haciendo creaciones con cámaras semiprofesionales, que ellos mismos editan, y encuentran espacios para exponerlos, los mandan a festivales, etc.

Cuba es un ejemplo de una Cultura bien entendida y con un papel muy activo en la articulación de la sociedad civil.

- Los grandes medios de comunicación niegan que exista una sociedad civil en la Isla, incluso la caricaturizan relacionándola con la “disidencia política”. ¿Podemos hablar de una sociedad civil revolucionaria y otra contrarrevolucionaria?

- No, no se acerca en absoluto a la realidad. Es cierto que hablar de Cuba genera pasiones. Es muy difícil encontrar elementos de objetividad en una realidad muy ideologizada. Creo que la labor de deslegitimación de la sociedad civil cubana desde el exterior responde a un marcado interés ideológico. La disidencia política no es un hecho articulado en la Cuba de hoy en día.

Hablar de disidencia –realmente– es hablar de enfrentamiento con una cierta oficialidad, y esta “disidencia real” tiene espacios propios: en el propio seno del Partido Comunista de Cuba, en los centros de investigación, en los nuevos medios de comunicación, etc. La disidencia política creada en el exterior es una realidad ajena a la cotidianeidad cubana, sin por ello negar que haya personas que no estén de acuerdo con el proceso revolucionario.

Pero al margen de esto, yo sí creo que deberían existir mayores espacios en Cuba para la defensa de posturas más críticas desde el respeto al propio sistema, con un mayor reconocimiento de la heterogeneidad existente de reflexiones y propuestas, desde la aceptación de que el socialismo es el marco o terreno de juego.

- Estamos en un escenario de cambios económicos en Cuba. ¿Crees que estos cambios van a traer modificaciones en la composición de la sociedad civil?

- Es evidente. Uno de los grandes ejes en la reflexión colectiva reciente que ha tenido lugar en la Isla ha sido el tema de la territorialidad: superar las diferencias centro-periferia de la ciudad y entre las diferentes zonas del país. Por otro lado, existe una clara voluntad de asumir que el papel omnímodo del Estado en la Cuba actual no tiene ya sentido, y que la existencia de nuevos espacios necesita también ser extendida al ámbito de lo económico. Creo que sí se puede hacer una estructuración socioeconómica en torno a la pequeña y mediana empresa, con mecanismos de control para evitar esas ansias tan humanas de ambición y acumulación. Es algo que en el campo ya se comenzó, con más o menos éxito, y se trata de extender esa experiencia a otros sectores de la economía.

Pero todo ello debe ir sustentado en la participación activa de la población en la toma de decisiones. Uno de los grandes logros del proceso revolucionario es haber creado colectivamente una de las poblaciones más maduras y con mayor nivel de educación del mundo. Ese potencial de tan alto nivel cultural implica también una sociedad mucho más crítica. Hay que establecer mecanismos que posibiliten que esa población canalice sus formas de respuesta, de debate, de participación, de contraste de opiniones. Faltan muchos aún en la Cuba de hoy, porque es hija de una visión más verticalista, fruto de la agresión exterior y del bloqueo. Pero yo tengo la convicción de que esta “revolución dentro de la Revolución”, si en algún lugar del mundo es posible, por los mimbres existentes, es precisamente en Cuba. En ese sentido, sí soy optimista

 

Entrevista: José Manzaneda
Transcripción/redacción: Natalia Calvo

Cuba
La Habana, 24 jul (Prensa Latina) La Institución Religiosa cubana Quisicuaba entregó hoy insumos médicos y material gastable a hospitales de la occidental provincia de Artemisa. De acuerdo con el presidente del también pro...
Canal Caribe.- Cuba compartió sus experiencias en el desarrollo biotecnológico y farmacéutico ante el auditorio reunido en la sede del proyecto "Yo soy Cuba en Tremblay" ubicada en la localidad francesa homónima....
Niñas y niños protagonizaron el ejercicio de urbanismo ciudadano que organizó la Red Placemaking-Cuba en el barrio El Fanguito. Foto: Cortesía de Claudio Aguilera....
Lo último
San Mijaín de los gladiadores
Norland Rosendo - Juventud Rebelde.- El Mijaín de Cuba, López para los franceses, se colgó su quinto oro olímpico como si fuese lo más humano del mundo. Se quitó las invictas zapatillas y las dejó...
Ver / Leer más
Noticias culturales de Cuba
Canal Caribe Alterno - La Sala Villena de la sede nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) acogió el homenaje a la poeta y ensayista Nancy Morejón, quien este 7 de agosto celebrará su cumplea&ntil...
Ver / Leer más
La Columna
Venezuela: intervención de la buena
Por Lazaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos.- digital@juventudrebelde.cu.- COMENTARIO DESDE MIAMI INTERVECIONISMO DEL BUENO ¿Quiénes se creen que son todos esos mandatarios de diferentes países que es...
La Revista