Paquito, el de Cuba.- Desde hace más de seis meses comenzó un amplio proceso de consultas entre los militantes del Partido Comunista de Cuba para preparar la primera Conferencia Nacional que tendrá lugar este fin de semana.


Vísperas de ese acontecimiento, quiero compartir con los lectores de esta bitácora una ínfima contribución personal al debate sobre otro de los temas a tratar que me toca muy de cerca: el funcionamiento de la prensa.

No utilizo esta vía para dar a conocer tales criterios. De hecho los escribí y expresé a los responsables de la política informativa de nuestro Partido en junio de 2011, como parte del intercambio democrático que precedió a este nuevo ejercicio, continuación del VI Congreso de esa organización; y también los debatimos en uno de los espacios de discusión profesional de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en el periódico Trabajadores.

Como otro antecedente, también en este espacio les referí mi satisfacción y expectativa en relación con la mención explícita que hace el documento base para esta Conferencia sobre la necesidad de enfrentar la discriminación por orientación sexual en la sociedad cubana, término que por primera vez aparece en un documento oficial del Partido.

Resta solamente seguir muy de cerca el desenvolvimiento de esta cita, que debe resultar muy importante para sentar las bases en función del acompañamiento en el terreno de la política y la ideología de las transformaciones ya en marcha en el modelo económico cubano, a partir de la implementación de los lineamientos que aprobó el VI Congreso del Partido, como resultado también de un gran debate popular previo.

Como toda opinión individual, puedo tener más o menos razón en lo que planteo. Lo esencial es que existe la voluntad política de escuchar la mayor cantidad y diversidad de criterios, incluyendo —sobre todo— las críticas. Como siempre, estoy lejos de pensar que poseo todos los elementos de juicio, sobre este o cualquier otro asunto: solo cumplo con el deber de decir lo que pienso, francamente. Confío en que de la inteligencia colectiva, saldrán las mejores soluciones.

Fantaseemos sobre cómo podría funcionar este nuevo modelo de relaciones entre prensa, Estado o gobierno y Partido, a partir de un ejemplo a medias hipotético:

• Un periódico publica un reportaje de investigación que revela la ineficacia de los aditamentos de barro para reducir el consumo de corriente eléctrica en las cocinas, según lo que había previsto el Ministerio de la Industria Básica (MINBAS) y apoyado un vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.

• El Departamento Ideológico del Comité Central del Partido verifica que el ahorro de energía está entre las líneas priorizadas de la política informativa que rigen para la prensa. No llama al director del periódico, llama al ministro correspondiente para expresar la preocupación del Partido porque se verifique la información brindada y se responda a la opinión pública sobre ese problema que podría estar afectando el ahorro energético y de recursos materiales y financieros.

• El Ministro tampoco llama al director del periódico o al Departamento Ideológico para quejarse, sino que convoca a las fuentes involucradas en el trabajo periodístico e indica un estudio sobre el asunto con sus contrapartes.

• El miembro del Buró Político y vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros llama al titular del MINBAS, le pide explicaciones sobre el presunto hallazgo del periódico, y reafirma que el órgano de prensa está cumpliendo con la política informativa del país de dar prioridad al ahorro energético.

• El periódico recibe la respuesta del MINBAS sobre la investigación hecha que puede resultar en:

1. El trabajo periodístico era correcto, se reconoce el error públicamente y las medidas tomadas para rectificar el hecho y sancionar a los responsables de las pérdidas causadas. Estimulación salarial para el periodista y felicitaciones al órgano de prensa por parte del Departamento Ideológico, el MINBAS y el vicepresidente y miembro del Buró Político.

2. El trabajo periodístico no era correcto, porque las fuentes citadas se confundieron, aunque se cumplieron todas las normas éticas y profesionales por parte del periodista y el órgano de prensa. Se explican los argumentos que rectifican lo planteado y las medidas tomadas con quienes se equivocaron al dar la información. Se estimula al periodista por la repercusión de su labor y el Ministro agradece al periódico por llamar la atención de un posible problema, que afortunadamente no lo fue.

3. El trabajo periodístico no era correcto, porque el periodista confundió los cálculos, las fuentes no eran confiables, o algún otro problema en el ejercicio de la profesión. Se ofrece la información correcta y se hace la crítica al órgano de prensa por el Departamento Ideológico, con reconocimiento del error y sanción administrativa para el periodista que violó los procedimientos de trabajo y para los jefes que no se percataron de los errores en la labor periodística, de acuerdo con lo establecido en la Ley de Prensa.

En todos los posibles finales descritos de esta situación a medias ficticia, apreciamos que:

• Se respeta la autonomía de la dirección del periódico para tomar decisiones dentro de los marcos de la política informativa trazada previamente.

• No se ejerce presión administrativa del Departamento Ideológico sobre el órgano de prensa, sino exigencia política sobre el Ministerio que responde como gobierno por el asunto.

• El Ministerio no asume funciones que no le competen, sino que actúa con respeto a la autonomía y la encomienda que tiene el periódico en cumplimiento de la política informativa que trazó el Partido.

• El miembro del Buró Político y vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros cumple con su función de cuadro del Partido al apoyar la labor de la prensa en el abordaje de los problemas y con su papel estatal y de gobierno al exigirle al Ministro que responda públicamente a lo dicho por el periódico.

• El periódico, su dirección y el periodista ven respetada su labor y reciben como “premio” el reconocimiento a su trabajo, o el “castigo” que corresponda según el marco legal existente.

Este ejemplo sería solo una variante de cómo podrían ser las relaciones entre los medios de comunicación, los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE) y el Departamento Ideológico en una situación concreta de aplicación de otro sistema de vínculos entre prensa, Estado y Partido, diferente a como lo hacemos hoy.

Actualmente, el proceso de orientación y control de las prioridades de la política informativa que realiza el Departamento Ideológico directamente con los medios de comunicación, provoca que estos últimos sean de alguna manera los principales responsables del cumplimiento de los objetivos trazados, y que deban gestionar con los OACE para poderlos llevar a cabo.

Los organismos no sienten, por tanto, responsabilidad directa con esa política informativa del Partido, lo cual provoca que obstaculicen la labor de los medios al poseer otras prioridades, ni comprendan o se adiestren suficientemente en la concepción y puesta en práctica de estrategias de comunicación institucional para lograr sus metas. Por tal motivo subestiman la labor de la prensa, a la cual piensan que le están haciendo un favor, al ayudarla a cumplir con lo que el Partido les exige a los medios.

Una variante sería que el cumplimiento de la política informativa fuera exigido y controlado por el Partido directamente y en primer lugar a los OACE, quienes tendrían que adoptar una estrategia para cumplimentarla y lograr colocar en la agenda de los medios de comunicación sus prioridades informativas, según lo indicado por el departamento ideológico y con independencia de que los medios también conozcan estas direcciones de trabajo, y se les chequee el apego a las líneas generales trazadas.

Esto permitiría:

1. Mayor compromiso de las fuentes con el suministro de la información, al convertirlos en los primeros interesados en acceder a los medios (y no al revés).

2. Incremento de las destrezas comunicativas de los OACE en su trato con la prensa.

3. Posibilidad del Partido de orientar directamente a los organismos qué mensajes son prioridad y controlar que cumplan con la política al respecto.

4. Más variedad en los enfoques en el abordaje de los distintos temas por la prensa, que podría concentrarse mejor en cumplir sus funciones de informar, interpretar y opinar con independencia, y como contrapartida al resto de las estructuras sociales, sin tantas presiones externas.

5. Superación del conflicto de intereses que hoy suscita el hecho de que la dirección del Partido exija reflexión y crítica pública a la prensa, pero luego sus propios cuadros en cargos administrativos se convierten en obstáculo para el cumplimiento de esa política o cuestionan a los medios por llevarla a cabo.

Conclusiones:

El sistema actual de relaciones entre la prensa, el Estado y el Partido sencillamente ya no funciona, ni lo hará en el modo en que están concebidos estos vínculos. Es un modelo agotado. Renovarlo no depende de sustituir cuadros o asumir nuevos métodos y estilos. Ni siquiera se trata de proponernos un cambio de mentalidad de forma voluntariosa, pues para lograrlo tendremos que modificar antes las estructuras y funciones del modelo de comunicación pública.

Como ideas a tener en cuenta, sugeriría:

1. Fijar potestades, límites y alcances concretos al ejercicio del periodismo, para reforzar la institucionalidad del sistema de prensa y eliminar la discrecionalidad y carácter coyuntural en la aplicación de las indicaciones del Partido en relación con la labor de los medios de comunicación y de la correspondiente política informativa, ya sea a través de una Ley de Prensa u otro instrumento de conocimiento público y control colectivo.

2. Reconsiderar la estructura y/o funciones del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, para evitar que asuma como hasta ahora funciones administrativas mediante la intervención directa en la gestión de la prensa, y que la forma de organización que surja o resulte de esta modificación pueda concentrar su atención en trazar y controlar de manera coherente la política informativa mediante métodos de exigencia partidista hacia las instituciones del Estado y el gobierno, y la propia prensa.

3. Resolver el permanente estado de necesidad en que vive la prensa y la mayoría de los periodistas, uno de los sectores profesionales más rigurosamente evaluados y peor pagados del país, mediante el estudio de fórmulas de autofinanciamiento donde sea posible —aunque fuera solo parcialmente—; y si ello no procede, con una mayor voluntad política por resolver el problema de este pequeño y decisivo sector.

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