Por Maikel González - El Nictálope / Foto: Amaury Pérez.- Un grupo de artistas cubanos abordó un barco militar para despedir a la trovadora que quiso permanecer inmersa en la entrada de la bahía de La Habana. Nadie habló de reposo; se dijo que Sara, en todo caso, será una centinela.




La televisión cubana procuró declaraciones de los asistentes. Hablaron Amaury Pérez, Liuba María Hevia, Frank Fernández, Marta Campos; todos fueron definidos como amigos de Sara. Más tarde, una señora lanzó un jarrón de cenizas sobre la estela que dejaba la embarcación. Esperé que también la llamaran “amiga de Sara”, y admito que la televisión me sorprendió: era la “compañera de Sara González”. El periódico Granma –lo leí después- narraba cómo Diana Balboa, la que echó el jarrón de cenizas lejos de sí, “compañera de Sara” otra vez, había recibido las condolencias de Fidel Castro.

Sara González y Diana Balboa vinieron juntas a Sagua la Grande antes de que arreciara la enfermedad de la cantante. Diana construyó unos peregrinos instrumentos musicales a partir de objetos domésticos y los expuso en la galería Wifredo Lam. Sara cantó luego en el patio del antiguo palacio de Moré. Ante la televisión sagüera, Diana comentó: “me ha gustado mucho la ciudad, deberíamos quedarnos, dando conciertos, hasta que la exposición sea sustituida”. Sara respondió, en broma: “¡qué dices, se van a aburrir y acabarán botándonos de aquí!” Los sagüeros, que advirtieron la intimidad sosegada de ambas, habrán confirmado ahora que Sara González y Diana Balboa eran compañeras en la acepción postrera del término según los diccionarios canónicos.

Supongo que la mayoría de los televidentes y muchos lectores de Granma pasaron por alto esa línea, ese epíteto que me parece el primer manifiesto de su índole en los medios cubanos. Un manifiesto contra la homofobia: “la compañera de Sara”, su viuda, la mujer que la secundó en sus proyectos, la asistió en sus dolencias y cedió sus cenizas al mar. No puedo mensurar el significado de esa línea. Es una señal contundente para los escépticos; es, sobre todo, un aviso para los fóbicos que sólo admiten, con esfuerzo, el carácter absolutamente privado de estos amores.

Haber propiciado este tácito reconocimiento para las parejas del mismo sexo es quizás el último gran servicio que Sara González prestó a Cuba.

Fuente: http://genealogiadelnictalope.blogspot.com/

Foto: Sara González y Diana Balboa, después de la comparecencia de la trovadora en el programa Con dos que se quieran, de Amaury Pérez.

 

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