Andrés Marí* - Cubainformación.- Pareciera que algunos compañeros, con las mayores iluminaciones, vieran ya en Cuba, o le demandaran a su gobierno y a su pueblo, la sociedad perfecta y el ser humano igualmente perfecto por lo que todos luchamos.


Pero, no, no es cierto, todavía dista mucho de poder recibir esa mirada nuestra querida isla, y muchísimo menos su gobierno y su pueblo, enfrascados en ver cómo salen de sus problemas cotidianos en medio del acoso casi mundial e intentando seguir fundando sus razones en las máximas alturas de la ética. Falta demasiado por hacer, y no sólo por las distorsiones en que cae cualquier movimiento revolucionario al juntar tantas voluntades en lucha, sino sobre todo por la larga marcha que el cubano se ha visto obligado a recorrer contra viento y marea. Y esa es la verdadera historia y no la no historia ni los dobles raseros. Simplemente Cuba no puede avanzar como quisiéramos por una verdad elemental: somos seres humanos en desigual pelea con sus demonios y con todos los que nos envían desde fuera, que no son pocos.

Así, puedo leer en el artículo “La no historia actualizada en Cuba”, de Octavio Alberola, expresiones como “las no personas sólo las encontramos en la no historia por haber sido “expurgadas de la historia por motivos semejantes” en los Estados Unidos, en Cuba y en el resto del mundo.” Usando un escrito donde Noam Chomsky “denuncia el proceder maniqueo del imperialismo yanqui en la conmemoración de acontecimientos históricos” se interpreta de la misma forma para Cuba. Se pone incluso un ejemplo: “el boicot que los agentes de la Seguridad del Estado cubano han realizado al espacio del Centro Teórico-Cultural Criterios”, porque como “ya lo hicieron con Temas, vaciando aquel espacio que alguna vez insinuó un despertar de las mentes, ahora van a por Criterios”. Y se lanza una aguerrida protesta porque “a Antonio Rodiles, coordinador del espacio Estado de Sats, no se le dejó entrar al edificio” donde Criterios celebraba un aniversario histórico. Seguramente los compañeros implicados en la celebración ya tendrán sus versiones y seguirán luchando por lo que defienden.

Pienso que la no persona y la no historia, como conceptos represores, no los creamos los revolucionarios, sino los reaccionarios, los poderosos que casi siempre nos han vencido. Nosotros, en todo caso, sólo nos hemos visto obligados a usar estos términos por intentar hacer algo para impedir, como tantas veces nos ha sucedido, que los vencedores nos sigan venciendo con esa ingenua expresión de que buscan un acercamiento entre iguales. No, no somos iguales, desgraciadamente. Ellos se han excluido de lo poco que hemos podido conquistar. Estamos animados por tantas buenas intenciones para luchar contra el maniqueísmo que nos resulta muy difícil creer que nuestros enemigos no lo son tanto y que debemos aceptarlos a ver si conseguimos que comprendan algo de nuestras verdades. Es un drama terrible para todos los revolucionarios. Queremos creer en la bondad de los “extraños”. Y cuando menos preparados estamos nos dan el zarpazo. Por ello revistió tanta fuerza aquella vieja consigna antifascista del “no pasarán”, porque, ante la posibilidad de que no se llegara a percibir el ataque momentáneo, se adoptaron posiciones drásticas y a veces inoperantes, ridículas y absurdas. Pero ello no le quitó efectividad en muchísimas oportunidades.

Cada pueblo tiene sus urgencias, sus estrategias, y también sus problemas por resolver. Cuba no es una excepción, pero de ahí a compararla en algún aspecto con los Estados Unidos hay un trecho muy largo. El individuo tampoco se queda fuera de ninguno de esos senderos. Y por supuesto, mucho menos puede apartarse el gobierno cubano y sus miembros que han alcanzado algún poder revolucionario. Todos estamos colocados en la historia con nuestras sabidurías y limitaciones. Me es insobornable afirmar que me acerco sobre todo a los que aman esa gran gesta que es aún la Revolución Cubana de 1959, a los que luchan por revitalizar sus auténticos postulados, a los que no se han rendido ante los fracasos y siguen sosteniendo que debemos ser mejores.

No quiero andarme por las ramas en este asunto. No soy imparcial ni neutral. No creo en espacios como Estado de Sats y en su director Antonio Rodiles, como tampoco en Generación Y con su famosa y multipremiada bloguera Yoani Sánchez. Casi lo mismo me sucede con Cubaencuentro, y muchísimo más con Radio Martí. Me basta un mínimo comentario: el elogio que realizan de la “normalidad” en que viven otros países; que antes de la Revolución teníamos un país con mayores valores y que la solución a todos nuestros problemas comenzará cuando haya un cambio de régimen –como está de moda en estos últimos tiempos-. Entonces, decididamente, no quiero a ninguno de ellos como acompañante de nada de lo que haga. ¿Una exclusión? Depende como se mire. Lo que está muy claro es que estamos haciendo una historia diferente, sólo eso y nada más, porque ninguno de ellos pertenece al grupo de las no personas ni a la no historia de nuestro país. Ahí están. Y en verdad, a nivel mundial, según la difusión que tenemos, quien más pertenece a ese colectivo de las no personas que está en la no historia soy yo. ¿Qué quieren, que ni en la pobre casa conquistada con tantos esfuerzos, sacrificios y demasiadas contradicciones tampoco pueda sentirme persona e historia? No, de ninguna manera les entregaré ni mis luchas ni mis lágrimas, aunque haya visto y pueda seguir mirando un montón de errores u horrores, sé que lo que ellos representan con sus elogios multiplican por millones los errores y los horrores. Prefiero seguir luchando contra todas las lacras que arrastramos. Prefiero que nunca los niños cubanos dejen de jugar felizmente. Y eso, vamos a ser bien sinceros, me aproximará más a evitar el zarpazo que algunos quieren darle a la Revolución Cubana. El zarpazo, sobre todo el zarpazo contra mi querida tierra, me interesa ahora mucho más que La no historia actualizada en Cuba.

* Actor y director teatral cubano, residente en Catalunya.

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