Cubadebate, con información de Prensa Latina.- Con ganas de transmitir a las nuevas generaciones sus experiencia de más de dos décadas, la paramédica canadiense Joan Barrington compartió aquí algunas herramientas de su “risoterapia de amor” con la compañía de teatro infantil La Colmenita.
Curar el alma, aliviar el dolor de miles de infantes desdela risa ha sido la constante de esta médica residente en Toronto, fundadora de la Canadian Asocciation of Therapeutie Clowns y miembro de la red Therapeutic Clowns Internacional.
Mi trabajo, explicó en exclusiva a Prensa Latina, es agotador, pero es un cansancio gratificante.
Cuando viste de payaso y asume el rol de Bunky (su personaje), Barrington alegra los corazones de niños que permanecen días y meses ingresados en hospitales. Haciéndolos felices, alegra el suyo.
Es muy difícil ser payaso y más un payaso terapéutico, afirmó. Es como si entraras a otro planeta. Debes acompañar a un niño que, más allá de su dolencia física, sufre ansiedad y dolor por la reclusión a que están obligados.
Buscar el payaso que llevas dentro fue una de las enseñanzas que legó a La Colmenita, ponerse al nivel de ese pequeño enfermo, crear un clima armonioso no solo para el paciente, sino también para los padres, el personal técnico, los visitantes.
Cómo jugar y regalar un poco de afecto al niño que permanece en una sala aislada; al que tiene miedo, al que sufre por los sueros, al que espera un trasplante de órgano. Cómo hacerlo sin invadir su espacio, es uno de los retos de los colmeneros devenidos clowns.
En opinión de Barrington, hay que cortejar a ese paciente. La risoterapia, explicó, dispone en la actualidad de métodos y estilos muy diferentes. En su caso emplea desde 1993 el juego inclusivo, entre otras técnicas.
Es un privilegio trabajar con La colmenita, destacó la especialista, feliz por haber regalado parte de su experiencia a los miembros más veteranos de la agrupación dirigida por Carlos Alberto Cremata.
En la memoria de ellos quedara este intercambio inédito vivido con los niños enfermos. Para Yanelys March, una de las jóvenes, fueron horas mágicas que le permitieron encontrar el mejor lugar para hacer el bien.
Verlos sonreír ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida, aseguró Amalia Rojas, quien comenzó en la compañía a los cuatro años y ahora tiene 19.
El taller, dijo a Prensa Latina, nos brindó un nuevo instrumento para enriquecer nuestro trabajo.
Tras varias jornadas de aprendizaje, los jóvenes están listos para comenzar a aplicar la risoterapia de Barrington en los pediátricos habaneros. La experiencia, en una primera fase, comenzará a ser introducida como práctica cotidiana en el Hospital William Soler.