Miguel Coyula director, fotógrafo y editor, es un verdadero hombre orquesta, egresado de la especialidad de Dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.
Su largometraje de ficción Memorias del desarrollo se alzó con el Premio a la Mejor Ficción en la 10ma. Muestra Joven ICAIC. Asimismo el audiovisual le ha valido otros lauros como el premio a la Mejor Película en el Havana Film Festival de Nueva York.
Ha participado en otras ediciones de la muestra de nuevos realizadores con los cortos de ficción Case Z tropical, El tenedor plástico y Cucarachas rojas.
En esta 11na. Edición del evento tiene la enorme responsabilidad de presidir el jurado del Concurso de jóvenes realizadores.
“Es una gran oportunidad que voy a recibir con mucho agrado”, declara en exclusiva a esta redactora.
Las sesiones del jurado comenzarán la próxima semana. Coyula espera con ansiedad el momento de enfrentarse a las diferentes estéticas presentes en la cita cinematográfica:
“Todavía no he visto casi nada pero tengo muchos deseos de apreciar los trabajos. Aplaudo sobre todo la búsqueda. Se trata de eso, de promover lo nuevo”, afirma.
HABLANDO DE CINE JOVEN
“Siempre he pensado que es importante promover un cine joven. Se puede hablar de cinematografía joven desde el punto de vista de la edad de los realizadores.
“Más allá de eso, creo que es significativo divulgar un tipo de obra que sea joven en espíritu. Uno puede tener menos de 35 años y hacer un cine viejo en términos de repetir fórmulas que ya existen.
“No hay nada más triste que joven haciendo cine viejo para ser asimilado por la industria.
Asimismo puedes ser viejo y tener todavía el espíritu de buscar, de experimentar”, sentencia categórico.
RELACIÓN AMOR-ODIO HACIA LA INDUSTRIA
“Es una responsabilidad de los jóvenes —cuando no están trabajando aún en la Industria-, avanzar de alguna manera al lenguaje cinematográfico porque no existen todavía los compromisos dentro de una estructura mucho más controlada.”
Esa simbiosis entre el cine dependiente y cine pendiente se da manera muy particular en la poética de Coyula. Su primer largometraje le costó dos años hacerlo. En tanto, Memorias del desarrollo, fue el fruto de cinco largos años de labor.
Fue la obra que estaba esperando, el resultado de sus ideas, sensaciones, realidades y también alternativas. Tuvo la osadía y la paciencia de quebrar el orden establecido en la producción audiovisual. Para él se desdibujaban las fronteras entre pre-producción, filmación y postproducción.
Era, como ha confesado en el Bisiesto, la “libertad de regresar a filmar cuando la idea irrumpe en la edición. Explotar verdaderamente la maleabilidad estética de la tecnología, con actores dispuestos a seguirte. Construir artesanalmente”.
El resultado es esa joya cinematográfica, ese collage de imágenes donde no se ven las suturas.
Memorias del desarrollo es la mejor carta de presentación del creador de 34 años que hoy tiene sobre sus hombros la carga de decidir las mejores obras de la Muestra.
Otros jóvenes como la actriz Beatriz Viñas, la directora de fotografía Yanelvis González, el sonidista Rubén Valdés y el director y productor Daniel Díaz Ravelo, lo acompañan en la tamaña empresa que significa escoger entre las 37 ficciones, 41 documentales y 9 animados, que aspiran a los premios de la 11na Muestra Joven.
