Por una televisión mejor

Paquita Armas - La Jiribilla.- Cuando en 1998 la Asociación Profesional Española de Informadores de Prensa, Radio y TV, le concedió a Fidel el Micrófono de Oro, por la forma en la que había empleado las señales televisivas y radiales, estaba realizando tal vez el acto más justo de su historia.


Nuestro Comandante en Jefe convirtió por las necesidades del momento tanto a las señales radiales, como televisivas, en vehículos idóneos para orientar y realizar propaganda, con el fin de explicar los cambios que se realizaban día a día. De esa forma, ningún estadista lo había hecho antes.

Por lógica, a partir de 1959 hubo un cambio de poder económico: las nacionalizaciones llegaron a un total de las 383 empresas norteamericanas radicadas en Cuba. Esta medida derivó en que desaparecieran los anunciantes para la radio y la TV, con lo que se mantenían esos medios. Así, el estado tuvo que asumir ese inmenso gasto.

A la par el bloqueo ya estaba instaurado. Había comenzado con el denominado Programa de Presiones Económicas contra el Régimen de Castro, una línea de actuación aprobada por el presidente David "Ike" Eisenhower el mismo día 17 de marzo de 1960, y que continuó acentuándose hasta el 3 de febrero de 1962, cuando el mandatario John F. Kennedy firmó la Orden Ejecutiva Presidencial 3447, Resolución Federal 1085 del 6 del mismo mes, que entró en vigor al día siguiente, bajo la autoridad legal de la sección 620 (a) de la Ley de Asistencia Extranjera del 4 de septiembre de 1961, y que establecía el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba. Al agudizarse tales medidas, empeoró la situación del país y, por supuesto, de la televisión.

Desde los potentes transmisores hasta el más elemental clavo, se habían comprado en EE.UU. por lo que mucho tuvieron que inventar los técnicos para mantener por lo menos dos canales televisivos en el aire.

Como en otros renglones de la sociedad cubana, la emigración fue amplia cuando se nacionalizaron los canales. Los artistas y técnicos que se quedaron, tuvieron que formar a nuevos especialistas para que manejaran los equipos mientras formaran actores a la carrera.

En ese contexto, el 24 de mayo de 1962, nació el ICR, sin la t de televisión aunque estaba contenida en el nuevo organismo. Fue en 1976 que pasó a llamarse ICRT.

Con una crisis de octubre que por poco hace volar al planeta, un bloqueo recrudeciéndose, grupos de bandidos en la zona central del país, ataques piratas y escasez de comida, ropa, zapatos, la televisión hizo obras emblemáticas como Yerma, de Federico G. Lorca protagonizada por Consuelo Vidal, Sergio Corrieri y Erdwin Fernández y dirigida por Amaury Pérez García y Mirtha Muñiz; pieza considerada por algunos especialistas como el primer telefilme cubano.

Sin nombrar otros espacios, sí quiero decir que a pesar de las necesidades hubo muy buenos programas musicales, humorísticos y que se logró estabilizar una producción —hecha en vivo— que daba a conocer obras clásicas en teatro, cuento y novela.

Con la llegada del videotape, se operó una revolución en la concepción de espacios que en su gran mayoría comenzaron a ser grabados. Y también nacieron los telecentros, el primero fue el de Santiago de Cuba hasta la actualidad que todas las provincias lo tienen, además de centros de emisión municipales que suman en total 101.

En la actualidad, existen prácticamente seis canales nacionales porque así debe ser considerado el Canal Habana que cubre un área poblada por unos tres millones de habitantes, además de verse en otros puntos de la geografía nacional.

La escritora y crítica Soledad Cruz en un comentario, apunta: “Son notables la cantidad de programas en uno u otro medio difusor que ofrecen la posibilidad de acercarse a los más diversos saberes tanto de la cultura artística, como de la científica o de la vida aunque merecerían una revisión a escala programática porque en ocasiones resultan reiterativos temas y espacios entre un canal y otro, lo cual ha sido señalado en varias ocasiones en los paneles y debates del Concurso Caracol de la UNEAC.

Pero es verdaderamente gratificante imaginar que en cualquier punto de la geografía nacional, por remoto que sea, al que le apetezca puede instruirse con seriedad en los cursos de Universidad para todos en asuntos como la Meteorología, el Oriente Medio, Gramática Española, Lenguas extranjeras, Economía global, Geografía o sobre lo que expresaron realmente los fundadores del marxismo.

Los que por cualquier razón no pudieron completar su formación docente, tienen en las clases televisivas para los actuales educandos una nueva oportunidad de ponerse al día. Los que ya hace tiempo dejaron las escuelas, pueden conocer las lecciones que reciben sus hijos para poder ayudarlos en los repasos o poder entenderlos cuando se refieren a los temas escolares. Los que se preparan para estudios superiores, tienen sus cursos de superación y también los maestros.

Además, buena parte de la programación radial ofrece también una gran cantidad de información general, que no es lo mismo que lo noticioso diario, en programas especializados o en revistas y en emisoras muy específicas como ocurre con Radio Reloj, Radio Enciclopedia o Radio Musical Nacional, CMBF.

Este indudable mérito de la televisión cubana se une a que una buena parte de los creadores no está conforme con lo realizado en la producción nacional y con mucho esfuerzo, dejando algo más que la piel en el set, han logrado programas reconocidos no solo por una teleaudiencia aceptable, sino por premios en festivales de El Caribe, además de los Caracoles que entrega la UNEAC a los espacios que brillen por su excelencia.

En el último lustro, muchos han sido los telefilmes y series que se han adentrado en temas no habituales hasta hace un tiempo: la diversidad sexual, el racismo, la violencia y otros asuntos que, si bien no son generales en la sociedad, existen y al mostrarlos se ayuda a luchar contra todo tipo de discriminación.

El Canal Habana en general es una buena muestra de que se puede hacer una mejor televisión porque en ese singular telecentro desde su sello de presentación, hasta la forma de dar a conocer la noticia, muestra que se puede ser culto sin aburrimiento.

Ahora bien, si Cuba está inmersa en cambios, la televisión está obligada a hacerlo para bien. Ese proceso puede llegar a buen fin si los creadores, como pelotón de avanzada, empujan hacia adelante a su televisión esa que fue una de las primeras fundadas en América Latina y que, comparada con otras, es mucho mejor. Pero, quienes la amamos si bien felicitamos al ICRT por su medio siglo, esperamos que cada minuto televisivo satisfaga por lo menos a uno de los públicos a los que está dirigido.

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