Felipa Suárez Ramos y María de las Nieves Galá - Cuba Trabajadores.- Las palmeras, ocujes y majaguas parecen guardias insomnes de todo el Mausoleo a los Mártires de Artemisa.


Dan sombra y a la vez vida; las hojas transpiran paz y los sinsontes rompen el silencio detenido en el tiempo.

Su cuidado está en las manos de nueve mujeres y un hombre, que cada día amanecen con el alma puesta en esta obra, orgullo de los artemiseños. “Muchos de esos combatientes que hoy descansan por siempre en el Mausoleo, partieron el 24 de julio de 1953 de este reparto, que se llama La Matilde”, afirmó Mabel Martínez Deuloufeu, directora del complejo.

“Está concebido como una tumba, pero abierta a ambos lados, incluso, en la sala o cámara mortuoria, las paredes están diseñadas en forma de talud, o sea, seminclinadas. La abertura superior permite la entrada del sol, el aire, la lluvia.

“La idea fue hacer un monumento insertado en la comunidad, que se relacionara con el pueblo, con el visitante; no transmitir lo frío de la muerte, de lo estático”, señala.

Inaugurado el 16 de julio de 1977 por el líder de la Revolución Fidel Castro —hace ya 35 años—, el conjunto arquitectónico comienza en la carretera que une a los municipios de Guanajay y Artemisa. En la senda derecha de la vía —de Artemisa a la capital—, destacan los túmulos o elevaciones, que indican la partida de los revolucionarios hacia Santiago de Cuba.

Los 17 cubos de mármol, cada uno con el nombre de un mártir, representan la pureza de las ideas por las cuales lucharon los jóvenes.

La entrada al monumento es un túnel, seguido de seis paños de barro cristalizado. “Los nichos emergen de la tierra. La efigie, de metal, fue creada por la artista Olga Hernández. La cámara mortuoria es redonda. Todos participaron en esa acción, fueron capaces de dar la vida por la Revolución, por las ideas, aunque no todos los que están en ella murieron en el Moncada.

En el caso de Ciro Redondo fue en el combate de Mar Verde; Julito Díaz, en el del Uvero, y José Ramón Martínez Álvarez, en Alegría de Pío”, apunta la directora. “En el Mausoleo descansan 20 combatientes, pero además de Artemisa, hay de Guanajay, de Caimito y uno de Pinar del Río. Ahora, con la condición de provincia, se han hecho estudios para determinar la cifra exacta de todo el territorio artemiseño”, apuntó.

En la construcción participó un equipo multidisciplinario, que trabajó vitral, escultura mural y fotografía, encabezado por el arquitecto Augusto Rivero Mas, e integrado también por Dolores Espinosa y Marcial Díaz”.

El panteón exterior se inauguró el 17 de enero de 2000, para acoger a los combatientes que participaron en el Moncada, sobrevivieron y han fallecido después de 1959.

La directora resaltó la reparación capital realizada del 2008 al 2010 que comprendió diferentes acciones, como el cambio de cubierta del Cubo de la Victoria, la sustitución de las redes eléctricas e hidráulicas y la restauración del vitral.

Pasión y amor en una obra

La joven directora no puede evitar que brote la pasión por su labor en cada una de sus palabras. Casi acababa de graduarse en la especialidad de Historia del Arte, cuando tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar en este centro.

Mabel destaca la sala museo, en la cual se muestra una colección de objetos pertenecientes a los combatientes. “Detrás de una figura relevante tiene que haber un gran hombre; no todo el mundo es capaz de ese sacrificio.

“Los objetos tienen que ver con la personalidad de cada uno de ellos; por ejemplo, hay un juego de ajedrez de Ciro, que era un hombre inteligente; un traje de Julito, quien era muy presumido, además bello; una pieza que es un corazón de madera perteneciente a Emilio Hernández, con la foto de una novia que él tuvo”.

Como la pieza más significativa en la colección valora la cruz de madera, que fue colocada en Mar Verde cuando cayó Ciro Redondo, el 29 de noviembre de 1957. El epitafio escrito en ella fue redactado por el Che y dice: “Enemigo: respeta esta muestra de dolor por un adversario digno”. Se guardó en Santiago y después se trajo para acá.

La sala museo, que tiene objetos e imágenes, está montada en orden cronológico y recoge los preparativos para la acción, los ataques a las fortalezas militares, el presidio, el desembarco del Granma y, por último, la lucha en la Sierra Maestra.

En la de la victoria se muestran armas utilizadas en los hechos y fragmentos de un poema de Jesús Orta Ruiz, dedicado al municipio, el cual dice que “Hay sangre de Artemisa brillando en la bandera”.

Promover la historia y el patrimonio

Mabel define el Mausoleo como un memorial, cuya misión fundamental es, primero, conservar, proteger, acoger los restos de esos combatientes, y después, promover la historia de Artemisa y su patrimonio cultural.

“Hacemos actividades como conferencias, charlas, proyectos para divulgar esa historia. Además, somos sede de actos municipales, provinciales y nacionales. La idea siempre ha sido mantenerlo como un monumento sobrio, digno, pero vinculado a la vida”.

Hablar de Fidel para ella tiene un significado especial. Lo atendió por primera vez en el 2001, durante su visita. “Yo era muy joven, y lo primero que me dije fue: no puedo llorar, porque si lloro cómo lo atiendo. Tengo que tener la cabeza fresca.

“Ese día preguntó mucho, sobre todo acerca del Moncada, y le expresé: Comandante, qué yo le voy a decir a usted del Moncada. Empezó a conversar conmigo de Artemisa y de los artemiseños. Cuando llegó a los nichos de Julito y de Ciro, les pasó la mano, estaba emocionado.

“En la segunda visita, el 24 de julio del 2010, aquello fue apoteósico. Me dijo: ‘Me puse la camisa verde olivo y vine a visitar el Mausoleo’. Todo el pueblo salió a saludarlo, a mostrarle su cariño”.

Ante la pregunta de cómo vive el Mausoleo entre los artemiseños, asegura que es muy conocido, querido y respetado.

“Los vecinos del entorno me llaman cuando hay algo, como por ejemplo, si la bandera está mal izada; son mis colaboradores, porque en tiempos de ciclones nos han ayudado a recuperarnos. “En el verano hacemos un plan de actividades, y se establece una jornada conmemorativa, la de este año para recordar el 26 de Julio y el aniversario 35 de la fundación del Mausoleo.

“Las nuevas generaciones, deben conocer que nuestros mártires son los hombres que lucharon por lo que hoy disfrutamos, y están vivos en cada obra de la Revolución, están vivos en Artemisa, están vivos en el pueblo donde nacieron, donde siempre se les rendirá tributo”, concluyó.

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