Vivian Martínez Tabares - La Ventana.- El número 267 de la revista Casa de las Américas que hoy ve la luz y del que hace muy poco puedo olfatear su tinta fresca, abre la sección Hechos/Ideas con el artículo “¿Persona non grata? Lombardo Toledano entre los brasileños”, de Regina Crespo, que analiza desde una perspectiva supranacional la trayectoria política e intelectual del fundador de la Confederación de los Trabajadores Mexicanos (CTM) y el limitado alcance de su proyección frente a la complejidad de la lucha antiimperialista.


El acápite dedicado a los vínculos del mexicano con el Brasil y, en particular, su simpatía y apoyo al movimiento liderado por Luis Carlos Prestes, tiende puentes con la entrevista a Anita Leocadia Prestes que ocupa esta sección de la revista, en la que Xenia Reloba indaga en su formación profesional y humanas como antecedente del proceso de investigación emprendido por la hija del legendario luchador para la escritura de su libro La Columna Prestes, Premio Casa de las Américas de literatura brasileña 1990, así como en la manera de procesar memoria y evidencia para leer la historia.

También como parte de Hechos/Ideas, el argentino Raúl Antelo en “Carlos Liscano: letra y límite” examina textos del escritor uruguayo a la luz de Agamben, Blanchot y Groys, en relación con los vínculos entre el cuerpo, la muerte y el tiempo, contenidos en el lenguaje y en el poder de la literatura.
“Yolanda Arroyo Pizarro o la construcción de un cimarronaje electrónico. Hacia una poética electrónica de los marginales”, firmado por el investigador colombiano Eduard Arriaga Arango, contextualiza la obra de la narradora puertorriqueña, potenciada como consecuencia de haber sido incluida en el “canon proyectivo” de “Bogotá 39” ?que el autor califica como proceso no muy ortodoxo y marcado por las reglas del mercado y el poder mediático? , a partir de la provocadora pregunta de qué pasa con la utopía en la contemporaneidad virtual, global y fundamentalmente consumista, a la que da repuesta a partir de los rasgos de la poética electrónica y compleja con que la escritora reinventa lo afro y lo femenino.

La sección Letras propone una ampliación del diálogo intercultural con poemas de los cubanos Jesús J. Barquet, Norberto Codina y Carlos Bernal y el panameño Javier Alvarado, y narraciones del brasileño Luis Ruffato y el boricua Alejandro Carpio, en los que asoman reminiscencias del mar, real o construido, tangible o soñado, con sus ríos y sus puertos, como curioso nexo.

En Notas, Adolfo Colombres evoca el legado antropológico de Darcy Ribeiro, a quince años de la muerte del antropólogo brasileño, en admirada semblanza que resalta su multifacética vida y su consecuencia y honestidad en la labor de validación de nuestras culturas originarias. Guillermo Rodríguez Rivera centra las varias conmemoraciones que confluyen en este 2012 en el ahorcamiento del abolicionista e independentista José Antonio Aponte, hace doscientos años, y en la masacre contra la protesta armada de los Independientes de Color, cien años atrás, para inaugurar el VIII Coloquio y Festival de Música y Poesía Nicolás Guillén, como homenaje y enlace orgánico al centenario del poeta que, con la excelencia de su verso y su prosa, dio voz a quienes no la tenían.
El narrador y ensayista argentino Luis Gusmán inaugura la Feria del Libro de Buenos Aires proyectando al futuro memoria y valores de la letra impresa, la biblioteca, el librero y el lector, y se enlaza con otras palabras de salutación literarias, las de costarricense Fernando Contreras en la sección Figuraciones, pronunciadas en “La fiesta de las Letras”, dentro del Festival Internacional de las Artes de San José, en las que defiende que la ciudad desde siempre prefigura una trama hecha de palabras.

Vuelvo al cierre de las Notas y me detengo en “José Antonio Echeverría: proyecciones socioeconómicas”, de Julio A. García Oliveras, con el que el compañero de luchas del líder fundador del Directorio Revolucionario, complementa aproximaciones anteriores a su figura, en el aniversario 55 de su caída en combate. García Oliveras cumple un recorrido exhaustivo por las propias palabras de Echeverría a lo largo de su vertical trayectoria: de la lucha frontal contra la dictadura de Batista en rechazo al golpe de Estado, pasando por la afinidad con el programa del Moncada en el desarrollo de una ideología revolucionaria, que va más allá de la insurrección para plantearse “la conquista definitiva de las reivindicaciones que constituyen los objetivos fundamentales de la Revolución Cubana”, como afirma en declaraciones a la revista Bohemia en febrero de 1955, la firma de la “Carta de México” con Fidel y el acto heroico del 13 de marzo.

El investigador abunda en los propósitos expuestos por José Antonio, como dirigente de la FEU, por consolidar la economía de la nación, consciente de los riesgos de la ayuda de los Estados Unidos y a partir de la defensa del desarrollo industrial y de la necesidad de la planificación. Y también el imperativo de graduar técnicos capaces de insertar a la economía de la Isla en un mercado regional más amplio a partir de la propia exigencia y dentro de una concepción humanista en la formación de los profesionales. La conexión de las protestas estudiantiles con la huelga nacional de los azucareros consolida los lazos con la clase trabajadora y la proclamación del Directorio Revolucionario proyecta la unidad “hacia la conquista de la libertad política, la independencia económica y la justicia social”.
Quiso el azar, no sé si lezamiano, que mi lectura del número 267 de la revista Casa de las Américas se contaminara la víspera con un viaje matancero en el que fui a dar a la Cárdenas natal de Virgilio y José Antonio. El periplo, con motivo de un encuentro con motivo de su centenario ?que dio continuidad al internacional “Piñera tal cual” celebrado hace un mes en La Habana y que ahora fue en busca de sus lugares de nacimiento y reposo?, me llevó también al mausoleo donde descansa el líder estudiantil revolucionario y a su casa natal.

Entre la evocación virtual de lo que fuera casa natal de Piñera ?solo queda la noción de su ubicación física, demolida y suplantada en la República por la extensión de un gran colegio de la Iglesia Presbiteriana?, y la presencia irradiante de objetos de Echeverría en el museo que hoy lleva su nombre y que reviven la incansable actividad política del luchador revolucionario de proyección latinoamericanista, se cruzaron caprichosamente dos vidas de origen y proyección diversa que confluyen en expresiones de innegable cubanía.

La de Virgilio Piñera aparece aquí en las Páginas salvadas, también por su centenario, a propósito del cual Casa recupera dos de los ocho textos que entregara a la revista, en verdad notables: un testimonio de primera mano del dramaturgo, poeta y ensayista, cargado de emotividad y fervor, que recoge once horas durante los preparativos y la celebración del desfile y concentración del 1ro. de Mayo, de 1960, aparecido en el primer número de la revista Casa, correspondiente a junio-julio de 1960, y en el que el relato es a la vez encantamiento y declaración de principios, también presente en otros de sus textos, como “Piñera teatral”, el prólogo a su teatro completo de 1960, o en el artículo “Notas sobre el teatro cubano. No estábamos arando en mar”, cuando afirma que “La Revolución tocó a todas las puertas y entre ellas las del teatro”, argumentando las condiciones creadas para su plural expresión artística ?y sirva resaltarlo como parte de la reparación integral de esta figura, sometida al silencio y al ostracismo en el decenio gris, mirada infausta que la conmemoración también culmina.
Aparece también el fragmento introductorio de la intervención de Virgilio como moderador de la mesa “El teatro actual”, celebrada el 29 de octubre de 1963, en el que además de caracterizar con agudeza las distintas propuestas dramaturgias de José Ramón Brene, Antón Arrufat, Abelardo Estorino, José Triana y Nicolás Dorr ?salvo el primero, los otros todavía sin una obra densa, al decir del maestro, pero todos con evidencias de haber presentado “carta de naturaleza teatral”?, reclama un carácter analítico y riguroso para el debate y objetiva puntos clave para el desarrollo de una dramaturgia nacional, como la correspondencia imprescindible de la escritura con los estrenos y la vida escénica frente a los espectadores, que la Revolución propiciaba.

Me hubiera gustado disfrutar de la mesa completa, en la que Virgilio insta a los aún jóvenes autores a un examen profundo de sus motivaciones y propuestas estilísticas, como otra muestra de su magisterio y de agudeza y compromiso con la cultura cubana.

Completan el número, en la sección de Artes plásticas, otro enlace, el que signa el recorrido crítico de la profesora Adelaida de Juan por la exposición colectiva dedicada a la Nueva Figuración ?que invade hoy toda la Casa y algunas de cuyas piezas acompañan los textos de esta revista?, junto con el segmento personal consagrado a la obra de Antonio Seguí, y un ya lejano antecedente, cuando en 1965 otra muestra, la titulada Figuras rioplatenses permite seguir sagas y evoluciones de figuras y tendencias.

Del espacio dedicado a las reseñas de libros, que en esta edición reúne valiosos análisis de los ocho distinguidos con el Premio Literario Casa de las Américas 2011 y con los reconocimientos honoríficos José María Arguedas (narrativa), Ezequiel Martínez Estrada (ensayo) y José Lezama Lima (poesía), me permito destacar dos: el comentario de Aurelio Alonso sobre Espejos. Una historia casi universal, de Eduardo Galeano, en el que el Alonso resalta la vocación del autor por violentar la rigidez de los sistemas de la escritura en su estilo, capaz de aunar claridad y calado, ironía y toma de partido, y el de Graziella Pogolotti acerca del libro de cuentos La bota sobre el toro muerto, del mayaricero Emerio Medina, a quien califica de talador de la palabra para contar historias y develar la criatura humana, ubicada en su tiempo y en su espacio sin asomo de reduccionismo.

Como es habitual, Al pie de la letra da cuenta del entorno literario y sociocultural nuestramericano de un trimestre, y Recientes y próximas de la Casa apunta al futuro con la convocatoria del próximo Premio Casa.

Quizás por deformación profesional, como mujer de teatro y revistera dialogante con la escena, entiendo que la labor editorial de una publicación periódica es un acto creativo de construcción dramatúrgica, que arma los temas y discursos como acciones del pensamiento y la reflexión desde la organicidad del sentido y el cruce de ideas. El número 267 de la revista Casa de las Américas que hoy les invito a leer confirma, en la consecuencia de su discurso y en la extensión espacial y temporal de su alcance, la vitalidad de una publicación que resume y multiplica la de esta Casa toda.

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