Isaac comienza a formar parte de la historia de las tormentas tropicales y huracanes que han afectado a Cuba. Pero aún sus huellas, sobre todo en la parte oriental del archipiélago, lo mantienen como noticia.
¿Qué nos trajo y qué no pudo llevarse? Pues “tocó a la puerta”, sobre todo, cargado de agua. Llovió muy fuerte en algunas zonas del este y del centro. Desbordó el río Sagua de Tánamo y once casas sufrieron afectaciones. Hizo que el oleaje del mar pasara por encima del muro del Malecón de la ciudad Primada de Cuba, Baracoa, donde algunas viviendas y locales también quedaron destruidos. Arrancó el asfalto de algunos viales en Las Tunas y “puso a correr” a los agricultores en todas partes para ejecutar con prontitud la cosecha de diversos productos.
Pero en resumen, y de acuerdo con la opinión dada ayer en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana por los expertos, las precipitaciones fueron más beneficiosas que perjudiciales, pues favoreció el llenado de las presas, lo cual garantiza más agua para regar los cultivos y abastecer a las poblaciones durante el período seco, el que cada vez se hace más intenso. También la humedad residual favorecerá la siembra de caña correspondiente a la actual campaña de frío (así se le denomina a la etapa de julio a diciembre) y de viandas, hortalizas y granos en la mayor parte del territorio nacional.
¿Y qué no pudo llevarse a su paso? Sus rachas de viento, en algunos lugares bastante fuertes (superiores a 90 km /h), no lograron arrastrar a su paso la preparación de la población cubana, entrenada y orientada por la Defensa Civil y los órganos de dirección en sus diferentes estructuras, ni la solidaridad que caracteriza a los cubanos en casos como este. Miles de familias abrieron sus hogares más confortables para resguardar a sus vecinos, y otros encontraron albergue seguro en instituciones estatales donde tenían garantizada la alimentación, el servicio médico, la información oportuna y otras facilidades para una estancia adecuada.
Tampoco pudo llevarse con él la labor abnegada de muchas personas que dejaron detrás sus familias y pertenencias y dedicaron todos sus esfuerzos a orientar, apoyar, conducir, informar…, con mucho riesgo en ocasiones.
No es casualidad que a pesar de inundaciones, crecidas de ríos, derrumbes de casas y locales…, no haya ocurrido ni un solo fallecimiento. Aunque por costumbre no advertimos esa realidad, merece el mayor reconocimiento y agradecimiento.
Isaac “atacó”, pero no venció. Cuba es demasiado fuerte.
