El proyecto documental "Siete Calles de la Habana" busca recuperar la memoria colectiva, rastrendo en el mapa sentimental e historico de una ciudad única y siete nombres vascos, mientras uno se pierde entre sus calles.
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Nombrar una calle no es una acción inocente, es generalmente el resultado de una compleja red de relaciones de poder, circunstancias y acciones. Cuando se constituyó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, en 1938, Emilio Roig de Leuchsenring calificó de “ingratitud incalificable” y de “falta de patriotismo” que hubiera calles que se llamaran Belascoain o Zulueta. Luchó para que Belascoain se llamara “Padre Varela” y Zulueta “Agramonte”, y por otros muchos cambios. Manuel Moreno Fraginals, en cambio, pensaba que modificar el nombre de una calle significaba un “profundo desprecio por la historia”.
Siete Calles de La Habana es un proyecto de una serie de siete documentales que toman como referencia el nombre vasco de otras tantas conocidas calles de la ciudad de La Habana: Belascoain, Zulueta, Loynaz, Espada, Ayestarán, Aranguren y Goicuria.
Los documentales constituyen un reconocimiento y una investigación visual y sonora de cada calle. La averiguación sobre el origen del nombre conduce, además, a una extraña exploración del pasado. Las abigarradas imágenes del urbanismo y la vida callejera habanera, y la música omnipresente, se mezclan en un ensayo de antropología urbana e historia local.
El proyecto de la serie documental pretende, por tanto, recoger un testimonio documental de la compleja y cambiante sociedad habanera actual, recogiendo imágenes y sonidos seguramente irrepetibles, indagando al mismo tiempo en las raíces históricas de ese espacio humano, con particular atención al componente vasco.