Adalys Pilar Mireles - Prensa Latina.- Entre surcos tabacaleros escolares cubanos aprenden nociones de agricultura, música y artes plásticas, gracias a un novedoso proyecto cultural que abraza también a la ciencia y al cuidado del entorno.

"Encantos de mi conuco" es el nombre de la iniciativa, patrocinada por el veguero Héctor Luis Prieto, laureado con el premio Hombre Habano en 2008 como reconocimiento a la abundancia y calidad de sus cosechas.

Más de una veintena de infantes de escuelas cercanas se benefician con la experiencia, única de su tipo en Cuba.

Quería hacer un regalo a mi comunidad, enseñar a los niños todo el proceso del cultivo tabacalero, desde la preparación de tierras hasta la confección de un puro, declaró a Prensa Latina el labriego de 40 años de edad.

Las clases en la vega Quemado de Rubí -precisó- se alternan con talleres de música y dibujo, jornadas en las que predominan las décimas y controversias de repentistas, expresiones típicas de los campos cubanos.

Próximo a los sembrados, un experto tabaquero muestra a los estudiantes el arte del torcido, en el que combinan distintas hojas de la planta para lograr vitolas con excelente textura, aroma y combustión.

La idea no tiene nada de extraño, el tabaco también es cultura, aseveró el cultivador.

Entre sesiones teóricas y guateques, los escolares se familiarizan, además, con los procedimientos de la agricultura sostenible y principios básicos para la protección del medio ambiente.

Tenemos que preservar la tierra y el entorno para poder aprovechar los frutos de la naturaleza y es imprescindible que los más pequeños lo entiendan, enfatizó.

El afamado cosechero, que obtiene como promedio un 50 por ciento de capas para el torcido de exportación, cifra respetable según conocedores, recibe en su finca a maestros y educandos dos veces por semana.

Es un trabajo muy gratificante -expresó- que me llena de satisfacción, espero que otros vegueros auspicien experiencias similares en beneficio de los más chicos.

Centenares de viajeros, cubanos y extranjeros, recorren cada mes la antigua finca, situada en el municipio de San Juan y Martínez (160 kilómetros al oeste de La Habana), donde se siembra tabaco desde el siglo XIX.

Vienen muchas personas interesadas en conocer los secretos de la solanácea, pero la fama no me afecta en nada, sentenció.

Aunque muestra desinterés por los títulos personales, Prieto confiesa que quisiera lograr en algún momento una marca propia de Habanos.

El tabaco tiene virtudes indiscutibles pues hermana a los hombres alrededor de una mesa y nos acompaña en instantes tristes, de meditación y alegría, aseguró.