Nuris Rodriguez Vázquez.- Cubainformación / Blog Cubaxdentro.- Santiago es la capital del Oriente cubano. Con altos y calles tan empinadas que permiten al visitante contemplarla desde lo alto de una loma santiaguera. ¿Qué decir entonces de los parques y plazas, que guardan en cada rincón una historia de amores secretos; de pasiones prohibidas y de fantasmas ancestrales que rondan una urbe de casi quinientos años de fundada?
Pero no son solo las lomas, el intenso calor o la frescura, a veces un tanto provocativa, de los habitantes de esta localidad, lo que identifica la bien conocida Ciudad Heroica de Cuba. Son también sellos distintivos algunos personajes que desde la misma fundación de la Villa andan y desandan contando anécdotas, o haciendo de las suyas como elemento más para armonizar entre el colorido tropical y las sofocantes temperaturas.
Esta ciudad que cuando se visita no se olvida, no escapa de la antigua historia de los Deambulantes. Santiago de Cuba tiene mucho que contar sobre estos personajes.
Aunque para algunos no sea un tema de tanta relevancia o para muchos parezca un acertijo u otro cuento hecho por los más pícaros del territorio; las historias de estas estrellas de las calles santiagueras no son más que el relato de quienes los ven caminar de un lado al otro sin paradero.
Nombres como “Carrapatanbunga”, “Madame Chaleco”, “Madame Pescuezo” e “Isabel Huesito” se destacaron como Deambulantes en período colonial en Santiago de Cuba, sin olvidar a “Madam Majá” y “Gallito Pigmeo”, distinguido este último por la cortedad de su estatura y el andar como los pollos.
Por aquellos años también se habló mucho de “Barriquiña”, “El Cotunto”, “Ñá Soledad”, “Jala´palante-carae´caballo” y “Amárreme-ese-perro”, pero el más conocido fue uno que le decían “El Rey de la Urbe”. Este señor era un hombre que según cuenta Walter Goodman, en su libro “Un artista en Cuba” (1864), andaba siempre por la Plaza de Armas, hoy conocida como Parque Céspedes. Era un hombre que producto de sus alucinaciones creía ser dueño de dicho lugar y por tanto no dejaba entrar en su territorio a ningún otro loco, ya que consideraba que le robarían su territorio.
La opinión autorizada de la doctora Eufemia Berdecia Corrales, especialista en Psiquiatría General de Adultos, nos dice que “el problema del Deambulante y el caminante en su origen y solución es social, es una situación que atañe a cada ciudadano y que existe en todos los países del mundo y en todas las ciudades”. La doctora plantea además que “Hay muchas personas que deambulan por ser enfermos, hay otras personas que lo hacen porque están solos, porque son abandonados o porque salen a las calles en busca de algún sustento. Hay personas que en nuestra ciudad salen a las calles y cantan, bailan y son aplaudidas por la población, quienes son capaces de darle dinero y entonces ellos acostumbran a hacerlo con mayor frecuencia (…)
En la primera mitad del siglo pasado, cuando la Isla se encontraba en el dominio pleno de los norteamericanos no faltaron estos personajes pintorescos, que forman parte del patrimonio cultural de la ciudad.
Cuentan los más viejos que en esos tiempos la atención del gobierno hacia los Deambulantes era pésima. El antiguo hospital Saturnino Lora, donde se internaban a los leprosos, fue también para los enfermos mentales. Allí los internaban y en caso que estuvieran muy desequilibrados los enviaban al hospital de Mazorra en La Habana.
En esa etapa se mencionaba con frecuencia a la “Señora Aguacero”, a “Beso Brujo”, y a “Garrafón”; se cuenta que este guardaba en sus partes privadas una buena suma de dinero. Otro muy famoso fue “Pisa Bonito” conocido también como “Zapatico”.
“Pisa Bonito” era un negrito alto, bien prieto, con un sombrerito de pajilla, vestido de Dril 100 blanco y deambulaba por los pueblos. Era reconocido porque cada pocos metros sacaba un pañuelito y se limpiaba los zapatos que parecían de payasos, con la punta redonda y siempre muy brillantes. También era popular por su forma de caminar y su vocabulario exquisito, aunque cuando los niños lo molestaban dejaba escapar muchas malas palabras, rasgos que lo hicieron querido por los habitantes de la ciudad y otros pueblos del territorio.
Con los nuevos aires de la Revolución se acuñaron otras figuras que el pueblo acogió. La naciente generación de Deambulantes crecería al ritmo de “Cueco Duro”, “Gelatina” y “Rafael Yarayó”, quien alucinado, entablaba supuestas conversaciones telefónicas con el Líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, en la misma esquina de San Félix y Enramadas.
En la actualidad la juventud santiaguera narra algunas de las aventuras que han tenido en diferentes espacios de la ciudad con “Jacquelín la Baba”, “Tuto”, “El Chupa” y otros. Personas estas que aún mantienen la psiquis de grandes personalidades, figuras que han ido paulatinamente desapareciendo en la sociedad de hoy. Estos Deambulantes, habituales u ocasionales, reciben atención médica y asistencia social, a pesar de que para algunos son personas que no deberían estar en las calles porque marchitan la ciudad, aún así, para otros, son parte de la cultura urbana, trascendiendo en el tiempo y la historia de la muy noble y muy leal.
* Periodista de la Universidad de las Ciencias Informáticas, Cuba.
