Alberto Buitre, corresponsal de Cubainformación en México.- A nadie le queda duda: Una era está acabando y una nueva está naciendo en Cuba. Muy al ritmo tropical, sin pausa pero sin prisa; y muy al estilo revolucionario, con pleno control ideológico e inteligencia política.


Desde al ambón de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente Raúl Castro Ruz -y sin duda con el aval del Comandante en Jefe-, echó andar el relevo generacional jamás realizado desde el triunfo de la guerrilla del 26 de Julio en 1959 y puso fecha de entrega del mandato de la primera descendencia revolucionaria para cuando dentro de cinco años, Raúl concluya el segundo mandato para el cual fue electo y sea elegido aquel que la ANPP determine.

Debido a esto, de inmediato los ojos internacionales se posaron sobre el nuevo Vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de 52 años, propuesto por el Presidente Raúl Castro a ocupar el cargo en la vicepresidencia del Consejo de Estado y de Ministros, y tomando en cuenta, por lógica inmediata, como el futuro dirigente de la Revolución y Presidente cubano.

La elección de Díaz-Canel, pero también la de Lázara López Acea de 48 años, electa vicepresidente del Consejo de Estado, “reviste particular trascendencia histórica porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país, mediante la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos”, pronunció el presidente Castro en referencia a la designación del considerado nuevo "número dos", de quien, dijo, "no es un improvisado ni un advenedizo".

De esta forma los corresponsales internacionales se apresuraron a decir que se había echado a andar la sucesión y que es Dïaz-Canel el ungido, sin embargo, aún si la noticia es comentada en mucho interés en Cuba, ningún cuadro revolucionario ni conocedor alguno de la política del Partido Comunista de Cuba o del estilo de los hermanos Fidel y Raúl, se atreve a asegurar que, en efecto, el nuevo Vicepresidente será en definitiva el próximo mandatario de la isla.

No. La política revolucionaria no opera así. Y no sólo porque, quizá animados por la urgencia económica de sus redacciones, los corresponsales se equivocan al adelantar vísperas en contradicción absoluta del impredecible tiempo; sino, y sobre todo, porque cada paso dado por el Buró Político, en el contexto de guerra contra los poderes externos que pretenden restaurar el capitalismo en Cuba, es estudiado de manera central con disciplina ideológica, moral y política, por lo cual, la sucesión está supeditada a un examen permanente y nadie ni nada puede darse por adelantado.

Así lo dejó asentado Raúl:

“Al hablar de estos temas es oportuno recordar lo expresado por Fidel, hace exactamente 15 años, ante la Asamblea Nacional el 24 de febrero de 1998, en cuanto a la primera regla o rasgo que debe caracterizar a un cuadro revolucionario, cito: “No ambicionar nunca cargos, que los hombres lleguen a los cargos que les correspondan por sus méritos, por su trabajo, por sus virtudes, por su patriotismo…”.

Y para quien podría quedarle dudas sobre la preservación del socialismo en Cuba (un socialismo no hecho, sino que se sigue construyendo), Raúl acudió al ejemplo de los destacados dirigentes Esteban Lazo, nuevo Presidente de la ANPP, Abelardo Colomé Ibarra y José Ramón Machado Ventura, quienes dejan en este periodo el Ministerio del Interior y vicepresidencia de Consejo de Estados y de Ministros, respectivamente:

Todos ellos surgieron del pueblo y como el resto de los miembros del Consejo de Estado constituyen un ejemplo fehaciente de cómo se han llevado a la práctica las palabras de Fidel el 16 de abril de 1961, en vísperas de la invasión mercenaria por Playa Girón, cuando dijo: “esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, por los humildes y para los humildes”. Hoy estamos demostrando que así lo seguirá siendo para siempre.

Es asimismo motivo de legítima felicidad contar con una juventud identificada con los valores éticos y los principios de justicia social, que está preparada en todos los sentidos, inclusive militarmente, para defender y mantener en alto las banderas de la Revolución y el Socialismo.

Ciertamente quienes tuvimos el honor de acompañar a Fidel en los inicios de la gesta revolucionaria y en la lucha insurreccional contra la tiranía, hemos tenido el privilegio, junto al pueblo heroico, de ver con nuestros propios ojos la obra consolidada de la Revolución; sin embargo la mayor satisfacción es la tranquilidad y serena confianza que sentimos al ir entregando a las nuevas generaciones la responsabilidad de continuar construyendo el socialismo y con ello asegurar la independencia y la soberanía nacional.

Por ello es fundamental no adelantar vísperas en el proceso de cambios que actualmente Cuba. Cambios necesarios, según lo ha expresado la cúpula del Gobierno y que están dotando al pueblo de la isla de mayor plenitud de facultades para su desarrollo humano.

Cambios que ya reflejan un nuevo estilo de vida en La Habana, por ejemplo, con la creación de nuevos comercios por cuenta propia y una economía dinamizada por el turismo y las inversiones de países aliados como Rusia, Vietman, Venezuela y China.

Cambios que no obstante, no mueven un ápice el bienestar social ni los derechos ganados por la Revolución.

Cambios que se hacen a pesar del Bloqueo económico, comercial y mediático impuesto por Washington sobre la isla y sin el cual, el socialismo avanzaría aceleradamente hacia la construcción del comunismo, que es, la democracia y emancipación plena del género humano.

“A aquellos que dentro o fuera del país, con buenas o malas intenciones, nos alientan a ir más rápido, les decimos que continuaremos sin prisa, pero sin pausa, con los pies y los oídos bien pegados a la tierra, sin terapias de choque contra el pueblo y sin dejar a ningún ciudadano desamparado, superando la barrera del inmovilismo y la mentalidad obsoleta en favor de desatar los nudos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, o sea, el avance de la economía, como cimiento imprescindible para afianzar, entre otras esferas, los logros sociales de la Revolución en la educación, la salud pública, la cultura y el deporte, que debieran ser derechos humanos fundamentales y no un negocio particular.

"Al mismo tiempo, nos proponemos mantener el enfrentamiento a las indisciplinas e ilegalidades de todo tipo, incluyendo el combate a las manifestaciones de corrupción que atentan contra las bases mismas de nuestro sistema social, partiendo de que sin la conformación de un ambiente de ORDEN, DISCIPLINA Y EXIGENCIA en la sociedad, cualquier resultado será efímero. En la reunión de este Parlamento, en la primera quincena del mes de julio, trataremos a profundidad este bochornoso asunto de las indisciplinas e ilegalidades”.

Así que nadie coma ansias. Cuba va, y los cinco años son fundamentales para el futuro del país, confiando en el compromiso de Raúl: “No me eligieron presidente para restaurar el capitalismo en Cuba, ni para entregar la revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.

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