Nota de la UNEAC y textos en La Jiribilla de destacados autores y autoras de la Isla, activistas por la igualdad, acerca del artículo del The New Yok Times: “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasn´t Begun”.


Nota de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

UNEAC.- A partir de la publicación en The New York Times, el pasado 23 de marzo, del texto “Para los negros en Cuba la Revolución no ha comenzado aún”, ha aparecido en Internet que el escritor Roberto Zurbano es vicepresidente de la Asociación de Escritores de la UNEAC. Esa información no responde a la realidad, pues Roberto Zurbano hace años dejó de pertenecer al Ejecutivo de nuestra Asociación.

Nancy Morejón. Presidenta de la Asociación de Escritores de la UNEAC

La Revolución cubana comenzó en 1959

Esteban Morales - La Jiribilla.- Bajo un título carente de rigor histórico y objetividad, Roberto Zurbano trata de caracterizar la situación de los negros en la Cuba de hoy. Como  evaluador crítico del tema que soy, podemos compartir algunas de sus aseveraciones, pero no en términos tan absolutos y mucho menos, con la carencia de objetividad con que estas se formulan. Tampoco las conclusiones a que  el autor arriba.[1]

Afirmar que “para los negros cubanos la Revolución no ha comenzado”, no se sostiene, ni aun dentro de la compleja realidad cubana de hoy. Verdadera encrucijada dentro de la cual el país trata de encontrar un modelo económico propio y sostenible, para no repetir los niveles de dependencia económica  que  soportó  por  tres ocasiones, en menos de un siglo. Durante el periodo final (1960-1991), que resultó ser el más provechoso para la Isla, el tiempo no alcanzó para superar definitivamente las realidades de un país subdesarrollado.

Por tanto, cualquier explicación de lo que hoy tiene lugar en Cuba con los negros, pasa necesariamente por la comprensión más profunda  de esos periodos de dependencia y de que en la Isla la pobreza fue también masivamente blanca, pero la riqueza nunca fue negra. Algo que arrastramos durante varios siglos, hasta llegar al triunfo revolucionario de  1959.

La población pobre cubana  fue beneficiada a partir de una política social, extraordinariamente humanitaria, que combatió y aun combate la pobreza y la desigualdad hasta el mismo borde del igualitarismo.

Dentro de la realidad social generada por esa política, negros y mestizos fueron sumamente beneficiados también. De modo que si hoy contamos con una masa importante de médicos, científicos, intelectuales y obreros  calificados negros, se lo debemos a esa política social, que marcó profundamente a la sociedad cubana, durante sus más de 30 años de existencia posteriores a 1959.

No hay que negar que se cometieron errores;  uno de ellos, tal vez el más importante, fue no considerar el “color de la piel”, como una variable de diferenciación social. El no considerar que, por razones de sus diferentes puntos de partida históricos, el negro, además de ser más pobre había sufrido, por su condición de esclavo primero y de negro después, las desventajas que implicaba haber tenido que soportar el racismo y la discriminación racial, que le situaban siempre en una posición de desventaja  ante la población blanca, aunque estos últimos también fueran pobres. Nuestra sociedad no había sido diseñada para que blancos, negros y mestizos fueran iguales.

Ese lastre colonial esclavista, no fue posible borrarlo en los años de Revolución, a pesar de lo humanitaria y radical que esta haya podido ser. Es esta la explicación de muchas de las desigualdades y dificultades sociales  que aún arrastramos y que la Revolución, iniciada en 1959, trataba de solucionar.

A diferencia de lo ocurrido en 1962, en que el racismo y la discriminación racial se habían dado como resueltos —a partir, sobre todo, de la segunda mitad de los años 80—, con posterioridad a los procesos de crisis que  sacudieron a la economía cubana, se ha abierto un debate sobre el tema que crece continuamente.

La crisis económica sirvió para mostrarnos que se había sido idealista al creer que el problema racial se había solucionando o se estaba solucionando, lo que no se correspondía con la realidad. Las medidas económicas que se aplicaron para superar la situación económica, trajeron  a flote las diferencias y desigualdades que, a pesar de los avances, aún existían y que habían permanecido ocultas, esperando momentos más propicios para reemerger.

Así se inició un nuevo periodo de lucha contra el racismo y la discriminación, que fue el propio Fidel Castro quien lo abrió con sus discursos en los congresos de pedagogía y de la UNEAC, y su  intervención  en la iglesia de Harlem, en Nueva York. El máximo líder se percataba de que aunque lo había tratado con insistencia en sus discursos de marzo de 1959, no había quedado resuelto.

Entonces, fue el propio líder de la Revolución quien reabrió el tema y, a partir de entonces, comenzó un nuevo debate, ya más comprensivo de dónde habían estado las fallas de la política social, que no había podido eliminar el racismo y la discriminación racial. Se iniciaron nuevas investigaciones, se analizaron las  experiencias y, como  nunca antes, desde 1959, se comenzó a escribir críticamente sobre el tema, que comenzó por abarcar el mundo intelectual, creándose comisiones en diferentes  instancias: PCC, UNEAC, Biblioteca Nacional José Martí, proyectos comunitarios, etc.

Emergieron varios centros de debate y encuentros científicos, producciones cinematográficas, cursos académicos. Existe en la UNEAC una comisión con carácter nacional, que trabaja en la promoción del tema racial desde la cultura, lo lleva a  debate a las provincias del país y ya ha promovido su discusión en la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en dos ocasiones.

El gobierno no pone obstáculos a esos debates y formas de acción; todo lo contrario, los apoya y promueve. En realidad, lejos de mantenerse oculto el tema, cada día más, es objeto de discusión en diferentes ámbitos del trabajo intelectual, comunitario e incluso político; pasando, paulatinamente, a convertirse en un debate de toda la sociedad cubana.

Desde la UNEAC se despliega un amplio proceso de coordinación para introducir el tema en la escuela, las universidades, así como para mejorar las estadísticas y que estas recojan con más precisión la cantidad de  negros y mestizos en distintos sectores y su situación económica. Se trabaja también para aumentar el conocimiento sobre la presencia de los líderes y patriotas negros en nuestra historia por medio de monumentos, jornadas conmemorativas y su adecuado tratamiento en los libros de texto, para lo cual se trabaja fuertemente en la reformulación de la enseñanza de la historia nacional. Por todo lo anterior, podemos decir que hemos pasado a un periodo en que el tema racial se trata a todos los niveles.

Todos los implicados en este proceso quisieran avanzar más rápido, pero el tema es difícil y acumuló años de atraso en su tratamiento. Sin embargo, se  van articulando todos los factores que deben intervenir y, cada vez, el compromiso práctico de colaborar y la participación es mayor, bajo la conciencia de que se trata de un problema que nos afecta a todos.

Ningún gobierno anterior a 1959 hizo nada por los pobres en general, ni por los negros en particular. Más bien los mandatos precedentes, gobernaron el país para el beneficio de unos pocos, con todos los mecanismos e instrumentos de una administración neocolonial, que mantuvo el racismo y la discriminación racial, la corrupción y la pobreza, desplegando el modelo de explotación y control, que EE.UU. había diseñado para la Isla.

Habría que ser poseedor de una ignorancia histórica extraordinaria para pensar que un cambio de liderazgo político en Cuba pudiera beneficiar a los negros. Un pensamiento como ese, solo puede provenir, como lo dice el titulo del artículo, de alguien que piense que “para los negros la Revolución cubana no ha comenzado aún”.

[1] New York Times, 23 de marzo del 2013. USA.

La Revolución contra el racismo

Y. P. Fernández - La Jiribilla.- Nunca como hoy se han debatido tanto en Cuba los temas del racismo de modo tan recurrente. Acuciosos investigadores, activistas, miembros de organizaciones sociales y dirigentes políticos han conformado grupos de trabajo, realizado eventos, publicado libros y promovido conmemoraciones tan trascendentales como el bicentenario de la conspiración de José Antonio Aponte y el centenario de la masacre de los Independientes de Color.

Ello se inscribe en un contexto de liberación continental, que abarca no solo las independencias políticas y económicas, sino también el respeto y la defensa de las minorías, como sujetos de derecho. Al decir del filósofo cubano Fernando Martínez Heredia: “La resistencia, la rebeldía y el proyecto de la América nuestra resultaban opuestos incluso a los fundamentos ideales burgueses de la civilización como misión patriarcal colonial de las potencias, y a su racismo ‘científico’, que eran dominantes hace un siglo en el mundo espiritual y de las ideas”.

Fernando Martínez Heredia: “La resistencia, la rebeldía y el proyecto de la América nuestra resultaban opuestos a los fundamentos ideales burgueses de la civilización como misión patriarcal colonial de las potencias, y a su racismo ‘científico’, que eran dominantes hace un siglo en el mundo espiritual
y de las ideas”.Si tomamos por ejemplo solamente algunas de las acciones realizadas en Cuba en el último quinquenio, se hace evidente que este es un tema cuya discusión ha ido cobrando cada vez mayor fuerza y profundidad en nuestro país. En el 2008 se creó la Comisión para Celebrar el Centenario del Partido Independiente de Color (PIC). Luego de esa acción iniciática, la revista Caminos, del Centro Memorial Martin Luther King, publicó un dossier —posteriormente reproducido en Internet por  — para recordar la impronta dejada por el PIC y las luchas reivindicativas de negros y mulatos en la historia y la vida pasada y presente de la nación cubana. Los textos de esa selección, junto con otros, fueron incluidos en una antología homónima, también editada por el Centro Memorial.La Jiribilla

En 2011, a propósito de la declaración de la ONU como Año Internacional de los Afrodescendientes, se celebraron en nuestro país eventos significativos, entre los que cabe citar el Seminario Cuba y los Afrodescendientes en América, organizado por el Instituto de Investigaciones Culturales Juan Marinello, en el que se discutió la problemática desde una perspectiva latinoamericana y caribeña.

Sin lugar a duda, por su impacto, lo más relevante de ese año fue la inclusión del tema de la lucha contra los prejuicios raciales en el máximo órgano legislativo, la Asamblea Nacional del Poder Popular, que auspició una histórica audiencia pública en Matanzas y llevó al seno de una de sus comisiones el tema durante el último período de sesiones de 2011.

La Articulación Regional Afrodescendiente revitalizó sus redes y alianzas en La Habana en septiembre de 2012. Su capítulo cubano funciona como un escenario dual: discute y condena el racismo en el ámbito de la sociedad civil y promueve propuestas para enfrentarlo desde la educación, la cultura, los medios de comunicación y otras áreas.

En la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) funciona la comisión José Antonio Aponte. Esta organización, junto con otras, promovieron un gran número de actividades con motivo de celebrarse el Año de los Afrodescendientes y han acogido la iniciativa propuesta en eventos internacionales de dedicar un decenio a la exaltación de las culturas africanas y a la visibilización de los descendientes del continente negro, de sus demandas y sus luchas.

La 21 Feria Internacional del Libro estuvo dedicada a los Pueblos del Caribe y la edición 22 tuvo como país invitado de honor a Angola. La fuerte presencia que tuvieron las culturas y los grupos afrodescendientes en estas dos FIL son imposibles de obviar.

El mismo término afrodescendiente, que se veía hasta hace poco con ojeriza, ha entrado ampliamente en uso en la academia y en el lenguaje de los muchos negros y los muchos blancos que analizan estos asuntos y desarrollan iniciativas contra el racismo y la discriminación.

“Todo revolucionario sabe que, entre los más crueles sufrimientos que afectan a la sociedad humana, está la discriminación racial”.
FidelEl texto publicado por The New York Times, se aparta del consenso al que han arribado los investigadores cubanos más serios y que constituye un fundamento importante del esfuerzo que hace Cuba, su gobierno y la sociedad civil para combatir el racismo: la Revolución ha trabajado intensamente en estos 54 años para eliminar el racismo, pero no ha conseguido hasta hoy superar la desventaja histórica, secular, consecuencia de siglos de dominación.

El propio líder de la Revolución, Fidel Castro, así lo explicaba en su entrevista con Ignacio Ramonet aparecida bajo el título de Cien horas con Fidel: “Todo revolucionario sabe que, entre los más crueles sufrimientos que afectan a la sociedad humana, está la discriminación racial”.

“La esclavitud, impuesta a sangre y fuego a hombres y mujeres arrancados de África, reinó durante siglos en muchos países de este hemisferio, entre ellos Cuba. En nuestra patria fue abolida hace 120 años, en 1886, aunque solo lo fuera formalmente. Los hombres y mujeres sometidos a ese abominable sistema continuaron viviendo durante casi tres cuartos de siglo más como obreros aparentemente libres en barracones y chozas de campos y ciudades, donde familias numerosas disponían de una sola habitación, sin escuelas ni maestros, ocupando los trabajos peor remunerados hasta el triunfo de la Revolución”.

Más adelante, en el mismo capítulo, Fidel reconocía que a inicios de la Revolución, “Éramos entonces lo suficientemente ingenuos como para creer que establecer la igualdad total y absoluta ante la ley ponía fin a la discriminación. Porque hay dos discriminaciones, una que es subjetiva y otra que es objetiva”.

Y explicita: “Aun en sociedades como la de Cuba, surgida de una revolución social radical donde el pueblo alcanzó la plena y total igualdad legal y un nivel de educación revolucionaria que echó por tierra gran parte del componente subjetivo de la discriminación, esta existe todavía de otra forma. La califico como discriminación objetiva, un fenómeno asociado a la pobreza y a un monopolio histórico de los conocimientos.

“La Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país. Los negros no viven en las mejores casas, se les ve todavía desempeñando trabajos duros y a veces menos remunerados, y son menos los que reciben remesas familiares en moneda exterior que sus compatriotas blancos.

“Pero estoy satisfecho de lo que estamos haciendo al descubrir causas que, si no se lucha resueltamente contra ellas, tienden incluso a prolongar la marginación en generaciones sucesivas”. Esta reflexión se hacía en el año 2006, cuando el mundo no vivía aún la profunda crisis económica que sufre hoy, situación que torna más difícil cualquier acción de índole económica que pretenda resolver las diferencias sociales en nuestro país.

El tema forma parte de los objetivos del Partido Comunista de Cuba, aprobados en su I Conferencia, que insisten en la necesidad de “abrir cauce a legítimas aspiraciones individuales y colectivas; y enfrentar prejuicios y discriminaciones de todo tipo que aún persisten en el seno de la sociedad” y entre otras acciones pretende estimular “la promoción de mujeres, negros, mestizos y jóvenes a cargos principales, sobre la base del mérito y las condiciones personales”.

En el texto publicado por Roberto Zurbano en el periódico más leído en los EE.UU. ha desconocido estos antecedentes, muy frescos en la memoria de los entendidos, al aceptar las reglas del New York Times. Ese periódico no publica usualmente nada que favorezca la imagen de la gestión del gobierno cubano o exalte de alguna manera los valores de la sociedad cubana del presente. Es su interés señalar a la Revolución cubana como la causa de todos nuestros problemas y desconoce entonces las raíces históricas de la problemática.

La actual crisis mundial incide en nuestra economía y las políticas para superarla exigen nuevas medidas y proyecciones. Ello  influye de manera más directa en algunos sectores de nuestra población pero atañe a toda la sociedad. Ese es uno de los desafíos que tenemos ante nosotros.

Zurbano, hijo de esta Revolución, minimiza las transformaciones económicas realizadas en los últimos tiempos en Cuba, al punto que cualquier lector poco informado podría incluso preguntarse su pertinencia. Usa, por primera vez desde que lo leemos, el lenguaje común a la maquinaria propagandística anticubana, en varios de los pasajes del trabajo.

A pesar de que reconoce el trabajo realizado por la Revolución en el enfrentamiento a la discriminación racial en los tempranos 60 y luego en los 80, y afirma que en la actualidad hay más maestros y diputados negros en la Asamblea Nacional, Zurbano desprecia, a pesar de ser uno de sus protagonistas, el trabajo que hacen hoy muchos de sus compatriotas para eliminar definitivamente el racismo.

A la ya difícil tarea de luchar contra el racismo y de adoptar medidas efectivas para superarlo, Zurbano ha añadido otro frente. Ahora, la lucha por la igualdad racial tendrá que contar con la eventualidad de una fisura en el ideario y la acción de los mejores cubanos. Y la fisura les ha hecho un favor a los enemigos de la Revolución, a los mismos que no tienen el menor interés en que resolvamos nuestros problemas, el del racismo entre ellos. Claro que estamos dispuestos a discutir, entre nosotros, todos los asuntos que nos atañen, pero en el futuro, habría que seleccionar mejor los escenarios.

Roberto Zurbano en The  New York Times:
Para los negros en Cuba la Revolución no ha comenzado aún  (publicado en marzo 23 de 2013)

En el órgano equivocado y el lenguaje equivocado

Silvio Castro - La Jiribilla.- No negamos que el tema de la racialidad, de los prejuicios, de las pretericiones por el color de la piel es asignatura aún pendiente. Estoy consciente y sé que no vivo en una sociedad perfecta.

El hombre piensa como vive, y Zurbano es un hombre nacido con la Revolución o algunos años antes, lo que no le permitió conocer la otra Cuba.

La única excusa que tiene el amigo Zurbano es la edad y no haber vivido aquella etapa o haberse documentado bien, y el no haber comprendido que vive en un país más justo que el que nos tocó a muchos de nosotros, y que todo no se puede lograr en 54 años.

La Revolución comenzó a eliminar desigualdades desde un primer momento, si bien es cierto que todos los estamentos de la población no pudieron aprovecharla de igual manera debido a la asimetría existente desde la época colonial. El plan de becas facilitó el acceso a la enseñanza por igual a blancos, negros y mestizos, la eliminación de las domésticas —en su inmensa mayoría negras y mestizas— dio acceso a otros empleos pues pasaron a trabajar a oficinas bancarias (donde antes de la Revolución no había un solo negro o mestizo “adelantado” según la jerga racista), como conductoras de taxis (las llamadas popularmente violeteras), en tiendas por departamentos y hombres y mujeres negros y mestizos pudieron ser más que ujieres y porteros en las dependencias estatales.

Le informo al escribidor que Fidel Castro, en su época de estudiante universitario, era miembro del “Comité de lucha contra la discriminación racial”, si la memoria no me falla era vicepresidente del mismo.

Zurbano omite que el debate sobre la discriminación racial fue abierto por Fidel Castro en marzo de 1959, que en más de una ocasión Fidel y Raúl se han referido al tema, que el mismo ha sido discutido en la Asamblea Nacional y en diferentes provincias por los gobiernos provinciales y la comisión José Antonio Aponte, de la UNEAC. Dicho sea de paso, el escribidor no nos dice: ¿Cual gobierno espera al final de lo que él llama “era de los Castro”?

Con referencia a las remesas —independientemente de que la mayoritaria emigración es económica—, el autor sabe que en los primeros momentos estuvo integrada por los elementos blancos más antinacionales y pro yanquis, cuestión esta no señalada por el escribidor.

El racismo está enraizado en sociedades cuyo sistema tiene más de 54 años en el poder, el capitalismo ¿es necesario mencionar países? Y donde no hay verdaderos esfuerzos para resolver el problema. No entiendo tampoco cómo califica al socialismo de utopía, el hecho del fracaso del socialismo real  europeo, no invalida el socialismo como sistema más justo

El escribidor, hombre de cultura, no nació en una república:

  • Donde en 58 años, solo hubo un general negro —Querejeta—, ignorando la participación en esa república de los no blancos que constituyeron la inmensa mayoría del Ejército Libertador.
  • En una república donde en la televisión solamente los negros eran: Jazmín, la criada de Minin Bujones y Bebo Egea, Acito (Amadorcito Domínguez) al que cogían para payasadas en “Aquí todos hacen de todo”; este era hijo de Amador Domínguez, Bartolo “Eso dicen”, que hacía el papel de negro tonto en la televisión.
  • Elvira Cervera, gran actriz, jamás logró un protagónico en la televisión. Que solo lo lograron después de 1959 en la televisión nuestra: Mario Balmaceda, Mario Limonta, Aurora Basnuevo, Alden Knight, Aseneh Rodríguez, etc...
  • Fortún, ganador de 3 medallas de oro en juegos Centroamericanos y del Caribe en 1946,1950 y 1954, que en las olimpiadas de Londres no pudo pasar de las eliminatorias porque al decir de Ángel Hernández su coequipo “tenía  para más, pero el hambre y la miseria fueron sus contrincantes”. El premio que recibió al regresar de los juegos centroamericanos y del Caribe en 1954 en México fue la cesantía del modesto puesto de listero que ocupaba en el Ministerio de Obras Públicas, al igual que Ángel García otro deportista negro.

Pudiéramos seguir ejemplificando, pero con estos basta. Creemos que debemos continuar la lucha por eliminar esa costra del coloniaje y la república dependiente que es el rezago racista pero, seamos objetivos y no hagamos inconscientemente el juego al enemigo; que seguramente nos retrotraería en el plano racial y otros a la república de la cual nos sacudimos en 1959. 

Lo anterior es una aclaración de este escribidor al amigo Zurbano.

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