La Jiribilla.- El destacado intelectual cubano Alfredo Guevara acaba de fallecer. Fundador del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas y del festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Alfredo ha sido eje insustituible de la creación audiovisual en la Isla y en el continente.


Líder estudiantil desde los años en los que cursaba la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, donde conoció a Fidel, Alfredo participó activamente en las revueltas universitarias, destacándose en las luchas clandestinas contra la dictadura batistiana y por ello sufrió persecuciones y encarcelamientos.

Vinculado al mundo del cine desde que en los años 50 integrara la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, Alfredo Guevara participó en 1955 junto con Julio García Espinosa y otros cineastas, en El Mégano, filme documental considerado antecedente del Nuevo Cine Cubano.

Funge como asistente de producción de Manuel Barbachano y colabora en la realización de los cortos semanales Cine Verdad. En 1958 trabaja como asistente de dirección de Luis Buñuel en Nazarín.

Fue el impulsor de la Cinemateca de Cuba, el Noticiero ICAIC Latinoamericano, la revista Cine Cubano, el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, y promotor del movimiento de la plástica cubana que revolucionó el diseño del cartel cinematográfico. Fue fundador también del Grupo Teatro Estudio y en los años 80 se desempeñó como Embajador de Cuba ante la UNESCO.

En la entrega del Ángel de la jiribilla en 2010, el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar reconoció que “Alfredo Guevara ha sido uno de los intelectuales más influyentes de nuestra vida y sobre todo, desde luego, de nuestra vida revolucionaria, que ya tiene más de medio siglo”.

A su autoría pertenecen los libros Y si fuera una huella y Tiempo de fundación, Revolución es lucidez, entre otros títulos.

Entre los reconocimienos recibidos a los largo de su vida se encuentran Orden Félix Varela en 1981, la Orden Juan Marinello en 1996, en 2003 el Premio Nacional de Cine y en 2009 la Orden José Martí.

Además, le fue impuesta la Orden de la Legión de Honor en el grado de Comendador por el presidente de la República Francesa, Francois Mítterrand. En 1983 recibió, de manos del director general de la UNESCO, Federico Mayor, la Medalla de Oro Federico Fellini otorgada por primera ocasión a un cineasta. Profesor Emérito, le ha sido otorgado, por el Instituto Superior de Arte, el título de Doctor Honoris Causa en Arte. En el 2008 le es conferido el Premio de la Latinidad, por su contribución a la cultura nacional y por sus esfuerzos a favor del desarrollo y la difusión del cine latinoamericano y caribeño.

Ha muerto Alfredo Guevara, un grande de la cultura cubana

Leo Brouwer - la Jiribilla.- Desde 1959, cuando me habló para fundar el ICAIC —del cual fue creador— mi admiración por él creció proporcionalmente a su enorme capacidad en el trabajo cultural y a su devoción inquebrantable por Fidel y la Revolución. 

En cualquier aspecto de la cultura donde detectaba un error, una debilidad estética, una vía “equivocada”, Alfredo señalaba posibles caminos, desde la sugerencia hasta la discusión más demoledora.

La Revolución y —por ende— la cultura cubana, se han quedado sin uno de sus patriarcas más sólidos. Ya va siendo hora de decirte lo que muchos nunca expresamos por tu austeridad: Te queremos Alfredo.

La Habana, 19 de abril de 2013, 17:30 h.

Hablar de Alfredo… del centinela difícil y el artífice

Manuel López Oliva.- Desde hace décadas Alfredo Guevara se había convertido en una suerte de arquetipo vivo del dirigente de la cultura proyectado en función de la creatividad, la libertad responsable y los requerimientos de la autodeterminación histórica. Él —como Haydée Santamaría— supo equilibrar el rumbo de la acción desarrollada, sin extremismos ni populismos, sin el riesgo del dogma esterilizante ni el pasadismo en los enfoques de la producción espiritual. De ahí que se escucharan frecuentemente criterios dentro del sector artístico y literario  que  los tomaban a ambos en calidad de ejemplos de cómo debía ser un gestor intelectual y conductor práctico en la aplicación de una política cultural acertada y sin entreguismos a intereses ajenos de cualquier especie.

Fue en mis tiempos juveniles, en Manzanillo, cuando supe de Alfredo por primera vez. No solo porque allá pude percibirlo mediante la revista Cine Cubano, recién surgida, sino porque algunos intelectuales orgánicos de mi ciudad natal hablaban de él con respeto. También durante los 60 pude leer sus polémicas y coincidir en mucho con sus enfoques acerca de la naturaleza peculiar del pensamiento y la práctica propias del arte, así como con esa manera suya de entender a la imaginación y la renovación estética integradas a la construcción de un espacio plural para el cultivo de la sociedad. Ya estando yo en La Habana, al ser elegido para representar a los que éramos alumnos de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en el Congreso Cultural del año 68, pude apreciar el tino y cuidado de Guevara para manejar asuntos complejos, en aquel debate multiprofesional y multinacional desplegado dentro de la Sub-Comisión de Vanguardia Artística y Tradición.

Alfredo Guevara no ha sido una personalidad simple, estándar, fácilmente mensurable en términos volitivos y de comunicación. Uno de los profesores de la ENA, Servando Cabrera Moreno —que había sido su amigo y realizó los dibujos preliminares para la conformación de las visiones fílmicas de El Mégano— me lo había descrito como muy sensible, persistente, cuestionador de las pautas establecidas, y provisto de una inteligencia selectiva que se crecía en conflictos. Fue aquella la impresión que siempre tuve en cuenta en los diálogos con él, sobre todo a partir de que en 1980 me propusiera —por mediación de la periodista y novelista Marta Rojas— ir a trabajar en su equipo, sobre todo para ocuparme de cuestiones inherentes a la formulación de la crítica de arte y la conexión entre cine y artes visuales. De esos años mantengo el recuerdo que lo retrata como persona de proceder dialéctico, aparentemente “barroco” en ciertas formulaciones, preciso y tajante en sus posiciones, y con estrategias circunstanciales derivadas del método cambiante que usaba en la solución de dilemas y  alternativas indispensables para entrelazar diferencias en pos de fines muy bien delimitados.

Quienes conocimos a Guevara y creemos que todo ser humano requiere ser tratado y valorado a partir de sus singulares motivaciones e ideas, coincidiríamos en verlo —no obstante contradicciones de apariencia— como coherente con su formación, episodios de vida, predilecciones íntimas y criterios intelectuales estructurados. Los filósofos, estetas y teóricos de la cultura que publicó en las ediciones del ICAIC, durante su mandato, constituían casi “una tropa conceptual de referencia” de su mismo ideario sobre el sentido y utilidad de lo artístico, la sociología del gusto, el papel del intelectual en los procesos de independencia y cambio social, la perspectiva transformadora del cine, la expansión social de lo elitario como posibilidad de públicos mejores, lo prioritario de la catarsis y el hedonismo, y ese permanente contrapunto entre lo que viene de la historia y lo que nace de la subjetividad.

Alfredo Guevara fue fiel a su manera de entender el comportamiento individual del ente culto y las preocupaciones del político. Tuvo opciones en el saber y el sentir que reflejaba en cuanto hacía; y evidenció inclinaciones respecto de temas y figuras culturales, que no le impedían apreciar los fundamentos populares implícitos en la épica y en las poéticas derivadas de esta. Su huella se extendió más allá de las faenas que desempeñó directamente, desde su país y en la UNESCO. Y bastaría contemplar la valiosa producción cinematográfica de Cuba y lo que él bautizó como el “nuevo cine” latinoamericano, para aquilatar una obra compartida que lo proyectó también con hacer fundacional en otros dominios de las Artes y las Letras, e igualmente en la industria editorial y los canales descolonizadores de las ideologías y los símbolos.

Su desaparición de ahora no podrá arrancarlo de la memoria intensa y frecuentemente lacerante, con sueños y pesadillas, que lo tuvo siempre en estado de centinela y de artífice. 

Mensaje del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano por el fallecimiento de Alfredo Guevara

A la comunidad internacional de cineastas:

En horas de la mañana de este viernes 19 de abril de 2013, falleció en La Habana el Dr. Alfredo Guevara, presidente y creador del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, presidente fundador del cubano-del-arte-e-industria-cinematograficos-icaic' title='temas/instituto-cubano-del-arte-e-industria-cinematograficos-icaic'>Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), miembro del Comité de Cineastas de América Latina y del Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL), Premio Nacional de Cine, Premio Maestro de Juventudes de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) por su labor con los jóvenes, y una de las más grandes figuras de las artes y el pensamiento artístico, filosófico y social del continente.

Revolucionario por naturaleza, humanista y latinoamericanista, su impulso fundador se encuentra grabado en varias generaciones de creadores a través de todo el continente y en diversas partes del mundo, y en el legado histórico de las instituciones que contribuyó a formar.

La Junta Directiva del Festival, sus trabajadores, amigos y colaboradores, lamentan esta pérdida sensible e irreparable para la cultura cubana, latinoamericana y universal.

Alfredo Guevara: Con la lucidez joven

Marta Rojas.- Sus experiencias en el trabajo político de dirección estudiantil, bien aprendidas y empleadas desde la adolescencia en el Instituto de La Habana y durante sus primeros pasos en la Universidad, las ha considerado por sí mismo insuficientes, ante el empuje de otro estudiante a quien conoció desde el día que irrumpió en el Alma Mater: era Fidel Castro Ruz y él, Alfredo Guevara Valdés.

Renuente a celebraciones onomásticas, no se puede pasar por alto a esta figura intelectual cubana, cuando se habla de una generación fundadora en nuestro siglo XX. El 31 de diciembre —fecha que marca el día de su nacimiento— no estaría en Cuba, andaría atareado en labores de producción artística y auscultando tempranamente obras para el próximo Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, recién concluido el 27. Es la ocasión en que encuentra un rato para esta conversación un tanto biográfica. De entonces datan estas líneas.

Alfredo es habanero raigal. Nació en Churruca número 1, barrio capitalino del Cerro, hijo de un maquinista de los ferrocarriles de Ciénaga y de una enfermera —Luisa—, que fue longeva y lúcida hasta sus últimos años. He escuchado de Alfredo que para su padre no había otro imperialismo que el británico, asociándolo al poder de este en el sistema ferroviario: ese es su origen más directo. De su padre, me dijo una vez: “Aprendí un principio moral que no me ha abandonado nunca, y es que la persona que no es auténtica está muerta, que la vida y proceder ficticios no es vida, él era un obseso de la autenticidad”.

Muy delgado, de salud algo precaria en su juventud, desplegó, sin embargo, desde adolescente una energía inusitada. Como jóvenes militantes de la Juventud del antiguo partido comunista él y, otros compañeros se “infiltraban” en las aulas nocturnas del Instituto a las cuales asistían los estudiantes más modestos, aquellos, entre tantos, que tenían que trabajar para sobrevivir, aunque no desestimaban a los de la sesión diurna o regular. Ningún método persuasivo o de acción les fue ajeno, en compañía de otra luchadora de entonces: Natacha Mella. Por aquel tiempo, Alfredo se asumía “un poco anarquista”, pero con la formación marxista que iba interiorizando era el joven idóneo para acometer la misión de la Juventud Socialista en la Universidad, que no era otra que la de influir políticamente en la Escuela de Filosofía. Pronto Alfredo Guevara fue electo secretario de la Federación Estudiantil Universitaria.

Se hizo notar, entre quienes compartían tareas de dirección en la organización estudiantil, por la valentía, la profundidad política y la cultura consolidada en el auto estudio  del marxismo y la asimilación de conocimientos históricos, filosóficos y literarios amplios.

Un día se le acercó un compañero y le dijo que acababa de entrar a la Escuela de Derecho un muchacho “que está agitando como loco y creo que ustedes deben tener contacto a ver qué se hace”. Pensó que ese muchacho iba a ser su rival y se acercó a él. Para el impetuoso y persuasivo Alfredo no había obstáculo difícil de vencer para obtener la supremacía en la FEU. Se produjo el encuentro. “Es un fenómeno, puede ser un nuevo José Martí, pero también todo lo contrario”, expresó descarnadamente. Esa fue su primera apreciación sobre la personalidad del recién llegado de una escuela jesuita, nada menos que del Colegio Belén. La transición en el conocimiento del condiscípulo fue rápida: encontraría en el joven Fidel Castro Ruz que era de quien se trataba, no solo a un aliado, sino bien temprano a un soldado con voz y pensamiento excepcionales dentro de los avatares estudiantiles, al continuador legítimo de Martí, a tal punto que su misión de “captar” a aquel muchacho que tenía “revuelta” la Escuela de Derecho se había revertido totalmente. En una corta etapa, Alfredo Guevara, junto con los hermanos Benavides, Enrique, Pancho y Delfina y otros jóvenes  más entre ellos Baudilio Castellanos 1 condiscípulo y amigo de Fidel, estarían volcados en una vorágine de acciones que iban desde la reivindicación de los símbolos patrios —la campana  de La Demajagua—, la protesta por la acción de ignominia cometida por los marines yankis que mancillaron la estatua de José Martí en el Parque Central, hasta las luchas cotidianas contra el aumento injusto del pasaje en los ómnibus.

Fidel fue siempre la indiscutible garantía para impulsar cada uno de los empeños de entonces, tales como el Comité contra la Discriminación Racial, uno de los más combativos y combatidos; el Comité por la Independencia de Puerto Rico y el Comité Pro-Democracia Dominicana, contra el sátrapa Trujillo. Apunta Alfredo.

El 9 de abril de 1948, Alfredo y Fidel estarían juntos en Bogotá —formando parte de una delegación de la FEU al Congreso Latinoamericano de Estudiantes—. Coincidió ese momento con el asesinato del líder colombiano Jorge Eliecer Gaitán y el levantamiento popular subsiguiente.

De vuelta a Cuba, Alfredo continuó su lucha política estudiantil, y no abandonó nunca la pista de Fidel Castro. Ya, de hecho, era un militante del “grupo” de Fidel, y tanto fue así que tras el asalto al Moncada es detenido  y juzgado en La Habana. Esa misma mañana del 26 de julio de 1953, con toda urgencia, tan pronto supo del asalto, hizo desaparecer documentos comprometedores y libros de literatura marxista de la casa de huéspedes habanera donde se hospedaba Raúl Castro, amigo suyo también de aquellos tiempos.

Antes que intelectual, Alfredo ha preferido autodefinirse como revolucionario. Esa condición ha estado unida a su devoción por el cine, como lo demostró en la realización, junto con Julio García Espinosa y otros compañeros, del filme El Mégano, denuncia sobre la vida en la Ciénaga de Zapata en las duras condiciones de la etapa prerrevolucionaria.

A lo largo del tiempo, su obra sobrepasa la del cineasta, aunque haya sido fundador del ICAIC y su Presidente por muchos años, e igualmente fundador y presidente del Festival: su dote y obra de ensayista de extraordinaria profundidad es tan válida como la del diplomático que representó a Cuba en la UNESCO de forma brillante. Nadie ignora su condición de orador agudo y polemista, capaz de hacer la disección más minuciosa de cualquier asunto político o intelectual en la tribuna apropiada. Obviamente, Alfredo fue siempre conocedor de las esencias de nuestra cultura.

Alfredo Guevara no se detiene y siempre ha estado creando. Alentó a tiempo una serie documental sobre figuras de la cultura cubana que tituló Persona y pensamiento, idea original en la que también asumía la dirección general. Dos de estos documentales, en corto tiempo, se exhibieron durante un Festival. Fueron: Harold Gramatges: la magia de la música, y Esther Borja: rapsodia de Cuba, dirigidos, respectivamente, por los jóvenes cineastas René Arencibia y Pavel Giroud. Proyectó otros dedicados a Juan Blanco, Roberto Fernández Retamar y Carlos Manuel de Céspedes, y más intelectuales y artistas. Su obra como ensayista se plasmó en Revolución es lucidez.

Pensaba hacerle una larga entrevista pero, con la mayor amabilidad se me escapó el día que conversamos sobre estas cuestiones, como preámbulo. Mas, un rato después me dijo por teléfono: “Lo que más agradecería es que me trataran como a un joven con lucidez, en cuerpo de viejo”.

1. Dr. Baudilio Castellanos, en 1953 abogado de oficio de los asaltantes del Moncada, entre ellos de Haydée Santamaría. Fue el primer abogado que se presentó —espontáneamente—, para asumir la defensa de los jóvenes revolucionario en Santiago de Cuba. Combatiente clandestino del M-26-7. Primer Director del INIT, al triunfo de la Revolución y durante muchos años Embajador de Cuba en Francia. Falleció en funciones de un importante cargo en el Ministerio de la Industria Básica.

Cuba
Revista Raya.- Horas antes de subirse al escenario para cerrar el Festival "Autores Materiales" en Bogotá, la banda cubana Buena Fe, referente de la nueva trova latinoamericana, conversó con Revista RAYA. En el marco del festi...
Asociación Hermanos Saíz.- Del grupo Golpe Seko compartimos Pa´ lante, uno de sus más recientes audiovisuales, producido por La Casa Producciones y la Asociación Hermanos Saíz, y bajo la dirección de Se...
Asociación Hermanos Saíz.- Programa televisivo La Caja. La Caja llegó hasta la ciudad de Camagüey para contarnos todo lo relacionado con el festival de rap Trakeando....
Lo último
La Columna
Venezuela: el mismo libreto
Por Lazaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos.- digital@juventudrebelde.cu.- EFE).- COMENTARIOS DESDE MIAMI.- LA HABANA COMENTARIOS DESDE MIAMI EL MISMO LIBRETO Enrique Capriles, en 14 de abril del 2013, Henri Falcón...
Maduro ganó y punto
Por Lazaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos.- digital@juventudrebelde.cu.- EFE).- COMENTARIOS DESDE MIAMI.- LA HABANA VENEZUELA Dicen que siempre que pasa lo mismo, sucede igual. Cada vez que la derecha se enfrenta en una...
La Revista