Joaquín Infante, Premio Nacional de Economía de Cuba. Joaquín Infante es uno de los economistas de referencia en Cuba. Es asesor de la presidencia de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) y fue Premio Nacional de Economía en Cuba en el año 2000. Es miembro del Comité científico del prestigioso Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, que se celebra anualmente en La Habana.

Texto publicado en el nº 25 de Cubainformación papel - Primavera 2013

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- Joaquín, has afirmado recientemente que la empresa estatal necesita un vuelco en su funcionamiento, ¿en qué sentido?

- Desde el principio de la Revolución se empezaron a crear cooperativas agropecuarias. Casi el 30% de la tierra estaba en manos de pequeños agricultores y cooperativas agropecuarias. Al derrumbarse el Campo Socialista en 1989 se amplió la actividad de esas cooperativas. Las Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC) coexistían con las cooperativas agropecuarias y con los campesinos privados. En ese momento el 70% de la tierra estaba en manos de esas tres formas de propiedad. Las UBPC y las cooperativas administran la tierra en usufructo, ya que la tierra no se transmite ni se vende, aunque sí la de los pequeños agricultores, que fueron dueños de ella desde siempre. En esa misma época también se amplió el trabajo por cuenta propia para la prestación de servicios en la gastronomía –los restaurantes llamados paladares– pero sin demasiadas facilidades.

Pero el nuestro es un país con pocos recursos, y en el momento actual de crisis financiera internacional cualquier variación de los precios en el mercado internacional, tanto de los productos que exportamos como de los que importamos, nos afecta sustancialmente. Por poner un ejemplo, entre 1998 y 2008, por esa variación de los términos de intercambio de nuestro níquel, Cuba perdió más de 10.000 millones de dólares.

Y nos afecta especialmente, y en primer lugar, el bloqueo que EEUU nos impone desde hace más de 50 años, que rebasa las relaciones entre países. Si lo evaluamos en términos del precio actual del oro en el mercado mundial (en torno a 1.730 dólares/onza troy) estimamos que el bloqueo nos ha costado 975.000 millones de dólares. Y si lo valoramos en términos de los costes de oportunidad a lo largo de los años, son cerca de 110.000 millones de dólares. A todo ello hay que sumar los problemas derivados de los huracanes que todos los años afectan a nuestra agricultura y a la vivienda. Entre 1998 y 2008 las pérdidas provocadas por los huracanes ascendieron a 90 mil millones de dólares.

Todos estos factores nos han empujado a analizar y actualizar el modelo económico. Detectamos que nuestro país ha sido muy paternalista y siempre garantizó a los trabajadores sus ingresos, con independencia de las fluctuaciones en la economía. Hasta el derrumbe del Campo Socialista, el 80% de nuestras exportaciones eran a la Unión Soviética, también el 85% de nuestras importaciones, el 80% de nuestras inversiones, teníamos precios preferenciales en el azúcar, etc. Durante el Período especial que siguió al derrumbe, nuestra concepción paternalista de garantizar los salarios conllevó a que la liquidez monetaria se elevase al 66% del PIB. El déficit era del 33% del PIB. Eso hacía que dónde hacían falta cinco personas teníamos diez.

Por eso, en esta primera etapa de actualización del modelo económico, se ha determinado que tenemos que reducir el sector estatal del empleo y trasladarlo al no estatal. Se concibe el trabajo por cuenta propia como una forma de aumento de la productividad del sector estatal. Pero el desarrollo económico del país no descansa sobre el trabajador por cuenta propia, sino sobre la empresa estatal y las cooperativas agropecuarias.

Uno de nuestros problemas fundamentales en la etapa anterior, aparte de la elevada deuda externa, era la falta de eficiencia y productividad de las empresas, fruto de ese paternalismo, ya que también financiábamos las empresas con pérdidas. Para incrementar la productividad, en primer lugar tenemos que estimular a los trabajadores y a la empresa desde el punto de vista financiero. En ese sentido, el pago debe estar en consonancia con el resultado, porque antes de la actualización del modelo se ganaba igual trabajando en una empresa eficiente que en una ineficiente.

Otro aspecto fundamental es darle más autoridad a la dirección de las empresas, que tenían pocas posibilidades de administrar sus recursos financieros o de tomar decisiones. Para lograrlo nuestra planificación, que era extremadamente centralizada, ahora debe tener un enfoque distinto, más flexible. Tiene que abarcar formas de producción como el sector estatal, el no estatal, las empresas mixtas, y puede darse el caso de una empresa totalmente extranjera. En este nuevo modelo de planificación de la economía que tiene en cuenta las distintas manifestaciones del mercado, mantenemos la concepción de que es irreversible el Socialismo en nuestro país.

- En cuanto a la necesidad de fortalecer el sentido de pertenencia de los trabajadores a su empresa, que se ha visto debilitado en el tiempo, ¿qué se está haciendo?

- Yo creo que uno de los aspectos fundamentales para vincular al trabajador a su empresa es la conciencia revolucionaria que nos inculcaron el Ché y Fidel. Nos vinculan los estímulos morales: la ética, la modestia, el desinterés, la solidaridad. El Ché planteaba que el Socialismo, solo como forma de distribución de bienes materiales, no le interesaba. El Compañero Fidel definió la Revolución en términos de modestia, desinterés, altruismo, solidaridad, de “no mentir jamás ni violar principios éticos”. Eso es consustancial al Régimen Socialista. Pero, aparte de la conciencia y de la ética de los trabajadores, tiene que funcionar un estímulo material justo. Anteriormente tuvimos la concepción igualitarista de que todos los trabajadores debían recibir iguales ingresos con independencia de los resultados, pero el compañero Raúl ha definido que el Socialismo es igualdad de derechos y oportunidades, no de ingresos. Los ingresos tienen que ir acordes al esfuerzo, al aporte a la sociedad. Si los ingresos de trabajadores y directores están en función del resultado, vinculamos desde el punto de vista financiero a los trabajadores con su empresa y logramos que tengan un mayor sentido de pertenencia a ella, que sientan que los medios de producción de su empresa son suyos, y que si esa empresa va a tener pérdidas esa empresa va a disolverse.

Con independencia de las acciones que tomemos para vincular a los trabajadores con su empresa y de que haya una mejor distribución de acuerdo al resultado, siempre tendremos en mente lograr una mayor equidad en la distribución de los ingresos que la que puede haber en países donde las empresas pagan grandes cantidades a sus directivos y hay una enorme desigualdad con respecto a los salarios de los trabajadores y en la distribución de la riqueza.

- ¿Qué papel van a desempeñar las cooperativas en este modelo económico que se está actualizando?

- Como decía, uno de los aspectos fundamentales es la producción agropecuaria: tenemos que incrementar la producción porque importamos cerca de 1.500 millones de dólares anuales en alimentos. Y se hará fundamentalmente mediante las cooperativas y pequeños agricultores. Se han entregado hasta ahora 970.000 hectáreas de tierra ociosa a los trabajadores. Dado que la economía está menos centralizada, las cooperativas van a tener más libertad de producir y vender sus productos. Producirán aquello que requiera el Estado pero también tendrán facilidades para comercializar con otros productos. Vamos a establecer un sistema de abastecimiento mayorista que venda a las cooperativas y al campesino privado, en el marco de la descentralización y de una mayor flexibilidad. Se ha mejorado el precio de la caña, de la leche o del café, para estimular a los productores, para que tengan mejores ingresos y no abandonen esa actividad por otra. Se estimula la producción también mediante la reducción de la carga tributaria, que en el sector de los trabajadores por cuenta propia es del 30%, pero en el sector agropecuario está en torno al 10%. La incorporación de trabajadores a la agricultura se ha incentivado mediante el crédito a los pequeños agricultores.

- ¿En qué otros sectores se van a potenciar las cooperativas y qué papel van a desempeñar?

- Los servicios que tenía centralizado el Estado, como restaurantes, cafeterías o servicios de reparación de electrodomésticos, eran en ocasiones incosteables y a veces los propios trabajadores hacían negocio a costa del Estado. En esos servicios se pretende crear cooperativas, como forma de lograr mayor eficiencia y productividad de esos trabajadores, y de aligerar al Estado de una carga que no le corresponde. El Estado asumió servicios muy difíciles de controlar por la gran cantidad de establecimientos que hay por toda la Isla. Cuando hablamos de pasar trabajadores del sector estatal al no estatal no se trata de dejarles desempleados, porque convertir un restaurante estatal en una cooperativa, en principio, sólo implica trasladarles.

- La relación entre la empresa estatal y los gobiernos locales ¿va a cambiar en este proceso de descentralización?

- En este proceso es importante la separación de las funciones estatales y las empresariales. En el ámbito local también se están separando la función estatal de la empresarial. Las funciones del Estado no son la producción, que es de las empresas, sino el crédito, los impuestos o el aporte de la productividad a la sociedad.

Anteriormente el turismo constituía uno de los principales ingresos de divisas en el país, pero a veces las comunidades turísticas no se beneficiaban de esa aportación. Ahora se ha establecido un porcentaje de tributación de esas empresas al Poder Popular del municipio, con el que se podrán fomentar las industrias locales o realizar mejoras en la localidad. Por tanto, la vinculación entre ingreso y resultado se plasma también en lo territorial, al tiempo que, dada la flexibilidad para producir y vender, esas industrias locales pueden obtener beneficios de la venta de productos al turismo local.

- Los grandes medios de comunicación internacionales, que demonizan tanto a Cuba, plantean el Socialismo como un sistema inevitablemente ineficiente. ¿Qué puede decir sobre eso?

- Que hasta ahora hemos sido un poco ineficientes. Pero no es el Socialismo como tal. El compañero Fidel ha planteado que nadie sabe cómo se construye el socialismo. El capitalismo lleva siglos en funcionamiento, y el socialismo es una cosa nueva. Haciendo camino al andar a veces cometemos errores. Tenemos muchos aciertos en aspectos sociales, en educación, cultura, en la salud, el deporte. Pero hemos tenido dificultades en la parte productiva, en mi opinión personal, por esa concepción paternalista de dar ingresos a todos los trabajadores, produzcan o no produzcan, o de financiar empresas con pérdidas. Aplicar el principio planteado por el compañero Raúl de que el Socialismo es igualdad de derechos y oportunidades pero no de ingresos, conlleva a modificar los métodos de dirección y organización.

Pero hay que ser conscientes de lo que supone el bloqueo y la agresividad de los EEUU. No se puede juzgar fríamente a nuestra economía sin tener en cuenta el bloqueo económico y la agresividad de los EEUU. En virtud de la Ley Torricelli se interfiere a cualquier empresa que quiera negociar con Cuba; existen sanciones para entrar en EEUU a quienes comercian con Cuba, o a los barcos que fondean en puertos cubanos. Estas restricciones conllevan a que nuestros mercados se alejen a otros países, y nos obligan a tener existencias que no necesitaríamos tener si tuviéramos relaciones con los EEUU. Las restricciones afectan sustancialmente al desarrollo de nuestra economía porque condicionan nuestras decisiones. Dijo el Compañero Rafael Correa que juzgar la economía de Cuba y decir que no funciona, es como encontrar a un hombre en el fondo de una piscina con los pies dentro de un balde de cemento y llegar a la conclusión que se ahogó por no saber nadar. Es decir, con esa hostilidad física, económica y financiera no podemos mover nuestra economía.

Tenemos fallos y los estamos corrigiendo. Hemos cometido errores en la búsqueda de la mejor vía de construir el Socialismo y de garantizar una mayor equidad en la distribución de los ingresos. En el capitalismo esa situación es irracional, lo vemos en la cantidad de desempleo que hay en el mundo y en el modo en que se concentra la riqueza. Nuestro modelo tiene que lograr crecimiento económico, y una distribución equitativa de los recursos, que es un principio del Socialismo democrático.

Entrevista: José MANZANEDA
Transcripción/redacción: Aurora VILLAR

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