Lilian Cid, Maite López y Andy Bermellón - Cubahora / Cubainformación.- El voleibol en Cuba, sobre todo en su rama femenina, atesora un historial inexpugnable de éxitos. Títulos en el área, actuaciones de lujo en todo tipo de eventos internacionales, Mundiales, Copas del Mundo, Grand Prix y cuatro medallas olímpicas, tres de ellas de oro y de forma consecutiva (Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sydney 2000) aderezan un palmarés construido por generaciones de ilustres voleibolistas a las que la historia ha abrazado con el calificativo de Espectaculares Morenas del Caribe. 


Sin embargo, en los últimos tiempos el color rosa ha desaparecido del cuento de hadas que una vez vivió esta especialidad en nuestra tierra y con él, se han esfumado los finales felices. Un período donde el rendimiento ha ido a menos, propiciando que de la espectacularidad y la alegría de antaño no quede más que el recuerdo. Los pasajes tristes se han sucedido hasta terminar por patentar el naufragio de una nave que fue buque insignia en el movimiento deportivo cubano. Lo más reciente ha sido quedarnos fuera del Mundial de la categoría sub 20 pero antes, antes habíamos llorado con lágrimas de sangre la no clasificación al torneo de Voleibol de los Juegos Olímpicos de Londres, por primera vez, desde 1972 (obviando las ediciones de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988 a las que Cuba no asistió).

Espectaculares Morenas del Caribe... ¿la debacle? (I)

EUGENIO GEORGE

Cubahora publica una serie de trabajos que pretenden analizar la última década del voleibol femenino cubano desde de la óptica de varios protagonistas.

En esta primera entrega, es Eugenio George quien tiene la palabra. Y es que hablar de voleibol en Cuba y no citar a este hombre que ha sido cerebro, padre, fundador, actor y principal artífice de la concepción cubana para desarrollar el deporte de la malla alta, sería pecado capital. Un proyecto que trascendió como la Escuela Cubana de Voleibol (ECV) y donde se orquestaron los cimientos de las enormes alegrías que llegaron para esta pequeña isla del Caribe por la obra y gracias de las Morenas del Caribe.

“Siempre me gusta comenzar significando lo que es hasta hoy la expresión de mayor importancia dentro del voleibol femenino cubano y que está asociada a la denominación que recibimos en el Congreso Anaheim, el último celebrado por la Federación Internacional de Voleibol (FIVB), donde nos reconocieron como el Mejor Equipo de la Década.

“Ese equipo femenino de Cuba que actuó desde 1991 al 2000 fue escogido para el Hall de la Fama como el equipo de una década. Es una concesión que nunca se había hecho, al menos no en nuestro deporte. Teniendo en cuenta lo que implica entrar en el Hall de la Fama en el Voleibol, este reconocimiento resume de la forma más significativa lo que representó ese equipo por su calidad y lo que aportó al desarrollo de este deporte. Esto para nosotros es algo extraordinario, y como tal, el período ha quedado recogido como la década de oro del voleibol femenino cubano. Tanto es así, que hay una consideración a nivel mundial de lo excepcional que fueron esas figuras, y como excepcionales quedarán en la memoria de todos. Pasarán siglos para que un equipo se acerque a lo hecho por el nuestro que logró ganar por diez años consecutivos: Campeonatos Mundiales, Copas del Mundo, Juegos Olímpicos, Panamericanos, por supuesto los Centroamericanos, que era un evento de menor envergadura y que nos quedaba más chiquito. Ese equipo logró tres medallas de oro consecutivas en Juegos Olímpicos, hasta hoy, una hazaña que nadie ha podido reeditar”.

—¿Cómo valora la última década del voleibol femenino cubano?

—La última década del equipo Cuba tiene un inicio marcado por el retiro de prácticamente toda la generación que ganó los Juegos Olímpicos en el año 2000. En ese grupo había atletas que tenían su perspectiva y permanencia en el equipo orientada, por lo menos, para cuatro años más, es decir otro ciclo olímpico. Y creo que hubiéramos ganado también la medalla olímpica en Atenas 2004, aunque fue una olimpiada de una calidad excepcional y el torneo de más nivel que he visto en nuestro deporte. En ello descansa el mérito del bronce que alcanzó Cuba allí. Nosotros fuimos con un segundo grupo, un conjunto en el que no había esa constelación de estrellas y aun así, logramos ir a semifinales y discutir de tú a tú el pase a la final. Ese juego con China, a la postre campeón olímpico, se perdió en cinco sets y lo perdimos porque se lesionó unas de las principales y en ese momento no teníamos la calidad para sustituir y poner en el terreno una jugadora que rindiera al mismo nivel.

“En estos últimos años se han cambiado muchas concepciones del voly en Cuba. Cosas que desde el punto de vista, técnico y metodológico entendemos no debían haber cambiado. En ningún momento se debió haber olvidado lo que es la Escuela Cubana de Voleibol (ECV), que es un sistema que se creó a partir de los años 70, donde un grupo de muchachas asumieron muchas responsabilidades. A partir de la creación de la ECV, nosotros ganamos ocho Panamericanos, es decir que estuvimos veintiocho años consecutivos siendo campeones panamericanos, a pesar de que en nuestro continente había equipos ubicados en el más alto nivel del voleibol mundial. Fue un proceso sistemático, que se perdió y aunque después se volvió a ganar, no ha sido lo mismo. No se puede olvidar que en esta última década, del 2000 al 2010, existieron algunos resultados como los Panamericanos de Brasil, en el 2007. Una joya competitiva. Igualmente, Cuba se mantuvo durante cuarenta años clasificando de forma consecutiva para el torneo olímpico y al mismo tiempo tuvo las opciones de mantener los resultados en esta competición.

“Precisamente, el abandono de este sistema es lo que ha venido atentando contra los resultados que habitualmente sostenía Cuba. Ahora mismo, la tarea es recuperar posiciones, empezando por la recuperación del sistema real de formación. Tratamos de educar a nuestros entrenadores actuales sobre la misma base de los conceptos que nos pusieron en el sendero de los éxitos por más de treinta años. Sobre la base de esos valores y resultados que lograron concebir a Las Morenas del Caribe: una denominación que es todo un honor para esas muchachas, bautizadas de Espectaculares dada su calidad”.

—¿Cuáles son las principales debilidades que presenta el voleibol femenino cubano actual?

—Cuando se habla de este tema se hace alusión al equipo nacional y no es así. Las debilidades son un problema del país, nosotros somos un sistema, un sistema que se llama Escuela Cubana de Voleibol y ese sistema se nutría de toda una cadena de acciones. Si un eslabón falla, el sistema es vulnerable y esto es lo que nos golpea actualmente. Porque nosotros cuando estábamos hablando de la importancia que tenían la competencias actuales como participar en los Juegos Centroamericanos, Panamericanos, Mundiales, además teníamos las reservas inmediatas que era participar en estos mismos eventos pero en todas sus categorías.

“Y teníamos atrás el movimiento deportivo cubano escolar que tiene una estructura como los Juegos Nacionales Escolares que define la calidad de nuestro movimiento deportivo. No se previó un cuidado en la colaboración en ese sentido, la presencia de nuestros técnicos en otros países fue buena pero no se capacitó a sus reemplazos. Hoy se analiza la incorporación científica, técnica y como aquella etapa no hubo ninguna, debemos retomar la Escuela, cuya calidad quedó demostrada cuando sus técnicas y conceptos fueron adoptados por el nivel mundial del voleibol. Esta condición de ser un equipo de nivel, al incorporar los últimos conocimientos científicos, adecuarlos a la situación y naturaleza de nuestro deporte se vio debilitada.

“En estos momentos con la Escuela Cubana de Voleibol estuviéramos en las EIDE, trabajando el ciclo 2020-2024, así trabajaba la Escuela Cubana de Voleibol, para eso que hacíamos nosotros una cosa inteligente, utilizar adecuadamente todos los medios que nos había dado nuestra Revolución, nuestro deporte, el INDER, a través de instituciones como las escuelas de iniciación deportiva, que nos permitían desde edades tempranas establecer los parámetros que eran fundamentales para este desarrollo, por ejemplo, una niña de 13 años o un varón de 14 años que lleguen a integrar una preselección nacional, a través de un proceso de desarrollo que es exteriorizado, lógico por la diferencia de etapas, en la cual cada jugador debe convertirse en un talento en cada momento de su desarrollo. Casos como las atletas excepcionales Mireya Luis, Regla Torres, Magali Carvajal, todas esas muchachitas estaban con nosotros cumpliendo 15 años y estaban participando en Juegos Olímpicos, Panamericanos y Mundiales, son muchos factores los que determinaron, básicamente era una escuela donde se daban orientaciones metodológicas, pedagógicas, técnicas, tácticas, científicas, operativas, todos estos factores fueron los que convirtieron a Cuba en un país exitoso en este deporte y, sobre todo, las mujeres cubanas.

“No se hizo esto en la última década, el primer problema fue la falta de promoción, durante tres años no llegó una sola jugadora a los equipos nacionales, en el masculino aparecen pero tampoco se hicieron debidamente los parámetros”.

Sobre el equipo femenino cubano actual y su cantera, Eugenio George aseguró que “es un equipo totalmente joven. Son muchachas de muchas posibilidades en cuanto a su desenvolvimiento. Se trata de un grupo compuesto por jugadoras bien altas y con un físico notable, que tienen todas las condiciones, pero necesitan trabajar en su desarrollo dentro de este mismo sistema de la Escuela Cubana de Voleibol (ECV).

“A excepción de Ana Yilian Cleger, Rossana Giel y Yoana Palacio, el resto asume esta responsabilidad por primera vez. Y estas que te mencioné, como se conoce, son atletas totalmente jóvenes.

“Este equipo es un conjunto de grandes perspectivas que, por suerte, también cuenta con una reserva y se está trabajando además sobre esa dirección. Hace apenas unos días hemos logrado promover un grupo de nuevas atletas. Es un grupo pequeño pero hay jugadoras de enormes potencialidades, muy altas y talentosas. Son atletas que no superan los 15 años de edad y alcanzan un metro y ochenta y tanto de estatura. Tengo mucha esperanza con esta generación, pienso que cuando se trabaje con ellas y se desarrollen, lograremos un equipo que podrá aspirar a optar por los resultados de las generaciones que le preceden”.

—Estructura nacional competitiva para el desarrollo de talentos… ¿Existe y funciona?

—La estructura para el desarrollo del voleibol a nivel nacional se rige por una dirección metodológica que está recogida en el Libro de Preparación del Deportista. Es un material que cuenta con todas las orientaciones metodológicas y pedagógicas de lo que se debe hacer en las diferentes edades e incluye la caracterización psicológica de cada una de estas edades.

“Tenemos igualmente un proyecto encaminado a incrementar la calidad de las selecciones de las categorías inferiores que existen en las EIDE, en aras de promover atletas que reúnan un grupo de condiciones tanto físicas como técnico-tácticas, lo cual nos permitirá alcanzar el desarrollo óptimo que exige el pensar en ubicarse en el primer nivel del voleibol mundial.

“Toda esta estructura se supervisa mediante revisiones sistemáticas. Nuestras Escuelas de Iniciación Deportivas se someten a chequeos periódicos para ver el impacto de la aplicación de todos estos conocimientos, donde el fruto de los elementos fundamentales se puede apreciar tanto en los Juegos Escolares como en el Campeonato nacional juvenil, eventos que a su vez, nos permiten empezar a coleccionar experiencia competitiva desde bien temprano.

“Los mayores tienen su espacio, sobre todo con la Liga Nacional que desde este año se estará implementando con otra dirección en pos de que haya mayor competencia y mayor espectáculo. Todas las atletas que tenemos en la Escuela Nacional se estarán incorporando con sus provincias para la Liga Nacional y con ello pretendemos nutrir a cada seleccionado provincial con atletas ya un poco más curtidas al calor de entrenamientos de máximo rigor y con experiencia en situaciones competitivas reales.

“Este grupo que entrena hoy en la Escuela Nacional es amplio y esto nos ayudará igualmente a elevar el nivel del campeonato doméstico cubano. Es un paso que tiene impacto en ambos lados porque la presencia de atletas del seleccionado nacional inspira y ayuda para que las que comparten cancha con ellas crezcan a la par.

“Tomar este sistema siempre fue una aspiración de la Federación cubana porque confiamos en los beneficios de esta cohesión y estamos trabajando para ponerlo en marcha, ya que deben tributar directamente al aumento cualitativo de la calidad del voleibol en Cuba”.

—¿Por qué apuesta el voleibol cubano? ¿Por potenciar el entrenamiento dentro del país o por el fogueo internacional?

—Los dos elementos están estrechamente asociados. Por un lado hay que lograr que el atleta se supere y adquiera habilidades técnicas que son importantes a la hora de conformar un equipo, y esto se consigue con el entrenamiento sistemático. Sin embargo, la puesta en práctica de estas habilidades y la consecución de un grupo que llegue a ser un equipo son factores que solo el terreno, y el jugar con un alto nivel de exigencia, termina por formar. No se trata de tener 12 ó 14 jugadoras de calidad, conformar un equipo implica que esas jugadoras sean capaces de tributar con sus habilidades a una estrategia concebida.

“El voleibol es un deporte que exige un alto grado de compenetración, exige que la experiencia pedagógica del entrenador sea amplia para que pueda incentivar las relaciones entre las jugadoras y que todas fluyan sobre un mismo objetivo. En estos factores también la experiencia competitiva es un factor determinante.

“Pero insisto, lo primero que hay que desarrollar es un equipo. Un conjunto preparado para competir con calidad y para ello hay que recurrir a ambos elementos. Hay que trabajar todo el tema táctico, hay que potenciar las cualidades, lograr una estabilidad que se denomina forma deportiva.

“Insertar a un equipo en el primer nivel implica también conocer con exactitud las características de cada uno de los equipos que hoy están en el nivel para poder hacerle frente. El ciclo olímpico implica entrenar todos los días de ese período de cuatro años”.

—¿Qué opinión sostiene usted ante la posibilidad de que los atletas cubanos jueguen en la arena internacional, que se inserten en otras ligas…?

—Es el tema del millón de opiniones y es cierto que puede ser una gran oportunidad pero no será la clave para alcanzar el máximo desarrollo. Nosotros hemos estado en convenios muchas veces y en convenios altamente beneficiosos, pero el asunto de la colaboración tiene que ser muy bien programado. Es muy importante que cada contrato cumpla con el trabajo que se está haciendo desde aquí y que tribute a las perspectivas que se tienen con esa atleta.

“No se trata de salir por salir, la clave del éxito va en organizar la salida y valorar qué tan positivo y beneficioso puede ser para la causa nacional. Yo no me engaño, yo sé que no funciona. Excepcionalmente puede ser la salida para una mejoría en la situación económica individual de los atletas pero para el deporte, y para el desarrollo del voleibolista que Cuba se ha caracterizado por potenciar, no funciona. La experiencia está, jugamos en China, en Italia, en Brasil, en Japón y hasta en Rusia y en todos los casos, la base de los resultados estuvo ligada a lo que esos muchachos y muchachas aprendieron en Cuba, a lo que se les inculcó en la ECV.

“Todos los pasos que se dan tienen que estar bien descritos en cuanto a su relación con los restantes conceptos y con el trabajo que hay que desarrollar en Cuba. Partiendo de este punto se puede pensar en implementar algunas incorporaciones en otras ligas. Aclaro, este criterio no tiene basamento en el pensamiento personal de un jugador sino que tiene base en el esquema de desarrollo del voleibol en Cuba. Un esquema que rinde frutos y para el cual estamos obligados a trabajar, para tributar a su sostenibilidad. Obviamente, tampoco le damos la espalda a estas posibilidades, pero primero tenemos que garantizar que en la base el desarrollo fluya e incluso, llegar a tener un sustituto aquí para cada jugador que pueda ir a enriquecer su experiencia competitiva fuera. Y cuando este regrese tendrá que batirse con el que quedó aquí… la implementación de esta idea exige una serie de consideraciones enormes.

“Pero reitero, lo más importante es nuestro trabajo en Cuba. La experiencia de contratos con la Liga rusa y la Liga japonesa, por ejemplo, nos lo ha demostrado. Todo jugador cubano que anda por ahí, tiene un sellito —como dicen los americanos— made in Cuba. Porque el deporte cubano es rico, se nutre y nutre a sus deportistas, un deporte que garantiza la formación total y completa de cada atleta. Ahora discutimos los temas docentes, aquí hay jugadores que no pueden salir por ahora porque tienen problemas docentes, y la orden es clara, no se moviliza para una concentración competitiva dentro o fuera del país a nadie que tenga problemas docentes, porque solo así garantizamos la formación de ese individuo.

“La verdad, el proceso de llegar a hacer las concesiones de salir a otras ligas lleva un análisis profundo, quien te lo dice ha estado en varios donde se ha analizado el tema y creo que la seriedad con que hay que mirar estos temas es prioritaria. Puede haber atletas que tengan las condiciones para regresar y jugar, y esas serán consideraciones que se harán en algún momento, pero la clave de éxito está aquí y hay que seguir trabajando”.

—¿Por qué tantas bajas en la selección nacional femenina de voly cubano?

—Han sido decisiones personales de los atletas que han cambiado su permanencia en el equipo nuestro por la aventura de probarse en ligas foráneas.

—¿Y cómo hacerle frente a las bajas?

—La posición que mantenemos es la de seguir analizando todos estos factores en aras de establecer un sistema que pueda combatir la salida de los atletas para que no nos afecte nuestras proyecciones y analizar, por supuesto, cómo lograr que esto pueda mirarse desde otra óptica. Pero todo tiene que ponerse en marcha después de que hayamos logrado establecer un sistema, porque solo así las estrategias que se adopten podrán ser beneficiosas.

—¿El voleibol femenino mantendrá el sistema 6-2?

—El sistema es 6-2, el primer dígito indica la cantidad de atacadores que tiene un equipo. En el modelo que Cuba se ha caracterizado por emplear, todas atacan, de ahí la denominación, que también ha transcendido como 4-2 debido a que se ubican dos armadoras, pero la concepción correcta es 6-2.

“El sistema de juego está relacionado con las potencialidades de cada conjunto. Cuba lo usaba porque habitualmente hemos tenido un nivel absoluto en la saltabilidad, el equipo que más salta en el mundo siempre fue Cuba y para aprovechar este elemento, unido a la potencia de nuestras jugadoras, empleamos este sistema que nos aportaba un poder ofensivo tremendo y además potenciaba a las pasadoras como las bloqueadoras más importantes en el juego.

“Claro que uno no se puede encasillar, si hay jugadoras para 6-2 se pone en práctica porque es un modelo más abierto, un modelo en el que te pueden analizar menos porque pondera el pensamiento técnico-táctico. La bola, cuando llega a la acomodadora, le deja cinco posibilidades que hacen que el juego pueda llegar a ser impredecible. En la última generación cubana, por ejemplo, Daymi Ramírez siempre estuvo en condiciones de discutir el título de mejor atacadora en cada torneo, y era pasadora. Ahí es donde se ven las potencialidades del sistema y es un sistema que tiene su base en el desarrollo de los jugadores universales”.

—Objetivos del voleibol femenino cubano en este ciclo olímpico…

—El objetivo fundamental es llegar a los Juegos Olímpicos, volver a tomar la senda que mantuvimos durante 40 años (10 olimpiadas) pero para ello hay que revitalizar las posiciones, entrar en condiciones de obtener un resultado importante en el área y luego ir recobrando posiciones a nivel internacional. Entre las acciones primarias está el reinsertar a nuestra reserva en el sistema competitivo del voleibol internacional, incluyendo todos los eventos de NORCECA y de la Unión Panamericana, que se hacen para todas las categorías.

Con 1.75 metros de estatura es difícil, si el talento excepcional no es característica que prima, ser referente en el voleibol de ayer, de hoy y de siempre. Misión cuasi imposible dentro de un país con tanta tradición firmada a manos de fenomenales voleibolistas como Cuba. Sin embargo, Mireya Luis se liberó de todos los estereotipos y conquistó con maestría sus espacios y encantó a millones.

La camagüeyana regaló remates desde sus 15 años de edad dentro de un conjunto que se agenció —entre otros cientos de triunfos—, tres títulos olímpicos y la historia del deporte de la malla alta lo colocó como mejor equipo de voleibol femenino del pasado siglo (XX).

La opinión de la veloz y espectacular jugadora, retirada desde el año 2000, pero activa en sus responsabilidades organizativas tanto a nivel nacional como en varios organismos internacionales: Comité Ejecutivo y el Consejo de Administración de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de voleibol (NORCECA), no podía faltar en esta serie de trabajos que pretenden analizar la última década del voleibol femenino cubano desde la óptica de varios de sus protagonistas.

—¿Cómo valora la última década del voleibol femenino cubano?

—No es un secreto para nadie que esta década, salvo algunas victorias puntuales como la de Rio 2007, no ha estado caracterizada por el mejor desempeño y organización de nuestro deporte.

“En ello hay un antecedente marcado por el retiro de muchas de las jugadoras que militaron en el gran equipo conocido como las Espectaculares Morenas del Caribe. Sin embargo, el voleibol cubano logró mantenerse en la elite, apoyado, sobre todo, por el excelente trabajo de formación que se realizaba en nuestro deporte en aras de garantizar el relevo generacional, sin perder muchos espacios en la arena internacional, al menos hasta los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

“A partir de ese año, se inicia una fase en la que quizás hubo un poco de desconexión, ya que muchas personas de las que llevaban los hilos se retiraron o pasaron a cumplir otras funciones y la gente joven que se quedó con la responsabilidad no logró mantener la mano fuerte y con ello descendió igualmente el rendimiento del equipo. Ello, unido a una serie de cambios de concepciones y estrategias que no se hicieron, fueron los factores que atentaron en contra del buen desempeño del voleibol femenino cubano”.

—¿De qué cambios habla usted?

—De estrategias técnico-tácticas que no lograron ponerse en práctica, estrategias deportivas, estrategias en disciplina, cosas que había que cambiar y no se cambiaron.

“Por ejemplo, hay una etapa en la que se probó la experiencia de salir a explorar otras ligas. No le fue igual a todos, a unos les fue bien a otros no tanto, pero más allá de esto, pienso que desde el punto de vista técnico aprendimos mucho y sin embargo, se prescindió de este recurso.

“Jugar fuera nos enseñó muchas cosas, a mi me las enseñó. Me enseñó a cuidarme, a planificarme y a prepararme, todo ello sin la ayuda constante de médicos, masajistas y psicólogos. La experiencia me convirtió en una jugadora de mucha profesionalidad. Siempre se confunde el término con el dinero que una puede ganar. Y en realidad, ser profesionales en lo que hacemos incluye una serie de valores y una serie de elementos que son claves a la hora de asumir con seriedad nuestro trabajo y que van más allá del significado de ganar dinero por ello.

“Yo estuve en Italia y la gente cuando me veía solamente me decía estás en Italia, ganaste una pila de pesos… Pero más allá de eso, como te decía, Italia me dejó lecciones deportivas, y me convirtió en una persona más preparada. Mejoré mi inglés, tuve que aprender a hablar italiano y tuve que conocer a fondo todos los detalles de ser una atleta de alto rendimiento que tiene —por encima de todo— la responsabilidad de cuidarse y de rendir al máximo cada vez que salga a la cancha. Estos elementos no los tuvimos en cuenta a la hora de valorar y sopesar los dividendos que arrojaba la experiencia. En su lugar, dejamos que los atletas comenzaran a pensar individualmente y perdimos el espacio de hablar nosotros: los atletas, delegados técnicos, profesores, en fin, todos los que teníamos la misión de ser la voz por la experiencia acumulada. Fallamos en eso. No explicamos lo que es el profesionalismo y lo que dejaba, lo bueno y lo malo.

“El silencio se impuso y así perdimos a mucha gente porque no todos son capaces de asumir una posición inteligente y simplemente se quedaron con la negación del asunto. No tengo dudas de que estas cosas se valoraron a nivel de Federación y de la Dirección del INDER, pero la comunicación no fue consecuente.

“Hoy, más que nunca, nos enfrentamos a un enorme reto, porque a las generaciones actuales hay que hablarles mucho y explicarles. Darles un trato diferente, explicar lo que representa cada uno de ellos y también darles posibilidades, estimularlos, en fin… La estrategia tiene que cambiar porque la época que se vive, así lo supone.

“Aún muchas de estas muchachas ven en atletas de mi generación a sus referentes y la pregunta de ellos siempre es: —¿Profe, por qué si usted pudo ir, nosotras no?—. Y aunque siempre busco una solución o trato de darle las razones, te confieso que es verdaderamente difícil de explicarles el porqué ellas no tienen la posibilidad que, para bien o para mal, muchas de nosotras tuvimos”.

—¿Cuáles son las debilidades del equipo actual?

—Creo que la dirección del equipo no es tan sólida y cuando un equipo sufre esto, las debilidades van a aparecer siempre. Aunque hoy veas que todas las morenas lleguemos acá y le demos besos y abrazos a Eugenio George; más allá de ello hay un respeto enorme. Yo recuerdo que cuando Eugenio se paraba en la formación, a mi me daban ganas de ir al baño. Y si estaba bravo, lo único que querías era salir del terreno corriendo. Pero así mismo era capaz de llegarte, de hacerte entender en todo momento tu papel y de sacar lo mejor de ti bajo cualquier circunstancia. Eugenio sabía formar jugadoras que no le tenían miedo a la responsabilidad y cada atleta es el fiel reflejo de lo que sabe inculcarle su equipo técnico.

“La dirección de nuestros equipos trasciende las fronteras del voleibol, los encargados de dirigir temen mucho a la responsabilidad, y temen a enfrentarse a las cosas. Y no se puede perder de vista que el entrenador es quien conduce la obra de un deportista, tanto en su paso por el deporte, como en su paso por la vida”.

—¿Qué potencialidades observa en las muchachas, de manera general?

—Veo una cantera preciosa, niñas que en el terreno pintan a Magalys Carvajal, a Reglita Torres. Veo talento y condiciones, pues tienen un físico ideal y poseen las cualidades básicas para ser buenas en el voleibol. Tenemos deportistas porque de alguna manera aún nos queda esa fortaleza de captar talentos desde edades bien tempranas, pero hay que trabajar bastante.

—Estructura nacional competitiva para el desarrollo de talentos… ¿Existe y funciona?

—Existe, pero está muy floja. Planificamos muchas cosas y se pueden hacer muy pocas por cuestiones de recursos. Esta es una de las líneas sobre las que hay que trabajar porque este factor es un eslabón fundamental, el hecho de competir, de tener admiradores y tener rivalidad juega un papel a nivel motivacional en un atleta.

“Sin embargo, hoy nuestros atletas casi que hacen rechazo a jugar en los torneos aquí. Y pasa porque tienen que enfrentarse a condiciones muy duras, se tienen que alojar en lugares que no les brindan el mínimo de confort y estas situaciones también terminan por reflejarse en ese stress que acumulan nuestros atletas, que los conduce a no valorar lo que tienen aquí y un mes después, están en China o en Japón, enfrentándose a un mundo totalmente diferente.

“Nosotros tenemos que solventar estos cambios, y mejorar las condiciones, y hacer un campeonato nacional competitivo. Un torneo que verdaderamente rinda los dividendos que el voleibol femenino y el voleibol en general necesitan para salir adelante”.

—Si colocamos en una balanza el entrenamiento y el fogueo internacional…

—Son dos factores que se complementan. Hay que entrenar porque es ahí donde se concibe la base y la formación técnico-táctica del atleta y del equipo. Pero también hay que competir porque solo así puede medirse la objetividad de los entrenamientos.

—¿Qué opinión sostiene usted ante la posibilidad de que los atletas cubanos jueguen en la arena internacional, que se inserten en otras ligas…?

—Yo pienso que se puede hacer, aunque estoy de acuerdo en que tiene que ponerse en práctica de una manera organizada. No es decir que hay que salir y ya… No es así, no podemos ir a todas las ligas porque a nosotros no nos miran de la misma manera y no nos utilizan sanamente en todos los lugares de este mundo. Por ejemplo, a Japón podemos ir, porque allí nos cuidan y enseñan, nos contratan por la calidad de personas que podemos ser y no solo por lo bien que podamos jugar.

“Allí se disfruta vernos jugar, pero a la vez se agradece que sean los cubanos los que estén jugando y en todos los lugares no es así. Entonces hay que valorar con profundidad, pero teniendo presente que la solución no está en negarse a la posibilidad de permitir que estos muchachos y muchachas tengan la oportunidad.

“Hay que saber a quiénes podemos mandar, pero también a dónde podemos enviarlos. Conducir este proyecto con criterio técnico como factor de decisión es la clave para que su puesta en marcha sea sinónimo verdadero de éxito para el voleibol cubano”.

—¿Por qué tantas bajas en el equipo femenino actual?

—Todo va relacionado. Hay mucha gente alrededor de los atletas conduciendo e incidiendo en su vida. Falta dirección, conducción y también, convicción.

“Ser deportista de Alto Rendimiento amerita mucho compromiso y no faltar a las responsabilidades que asumimos cuando decidimos ponernos al servicio de nuestro equipo.

“Yo recuerdo que firmé un contrato sobre mis responsabilidades ante el equipo técnico cuando ya ellos vieron en mí a una jugadora que podría rendir frutos. Era una estrategia interna en la que me explicaban que no podía salir embarazada, que para casarme tenía que pedir permiso, en fin, cuestiones de disciplina. En 1986, cuando salí embarazada, tuve mi niña y por el nivel de compromiso que yo tenía con mi selección me fui para el mundial a los nueve días de haber dado a luz. Gracias a la vida no me pasó nada, pero es un ejemplo. Ahora ya no es así, y soy del criterio de que deberían estar normadas, incluso bajo un marco legal, para certificar la permanencia y para garantizar también que nuestros atletas nos den el máximo de sí cada día.

“Estamos perdiendo tiempo. Yo a veces escucho a muchos dirigentes decir si se quiere ir, que se vaya. Vamos a perder dos o tres pero ganaremos otros tantos y no es así. Nosotros no podemos perder esos dos o tres. Porque con cada uno de ellos se nos va todo un proceso de formación y no puede seguir pasando que cuando ese atleta tiene que empezar a rendir dice que se quiere ir. En este asunto no pierde nadie más que Cuba. Porque pierde al atleta y pierde prestigio también.

“Los escritos que salen en los diarios extranjeros para referir la llegada de un atleta nuestro a otra liga por decisión propia siempre tienen detrás muchos “porqués” y en ellos se expresan todas las razones que quiera dar esa persona que hace pública la nota. Y ahí se nos va todo… El sistema cubano está pensado para que ellos se desarrollen, rindan y para que permanezcan y esto hoy está fallando.

“A mí me dolió mucho cuando llegó Yanelis Santos y me dijo: —Profe, yo me voy. Aquí me siento mal—. En fin… la misma película. Y no es ella sola, son varios, en ambos sexos, y nos quedamos sin equipo, y no hacemos nada. Porque los que se van son los que ya tienen nombre.

“Yanelis, premiada como la mejor atleta femenina de deportes colectivos en Cuba en el 2012, y ahora en proceso de irse del equipo. Con ella no vale el si se quiere ir que se vaya, no, Yanelis Santos tiene que permanecer con nosotros aquí. Hay que sentarse con ella, hay que pelear por ella porque no puede ser”.

—Desde la óptica de una mujer como usted que fue parte activa del equipo más glorioso y laureado del siglo pasado, ¿cómo vivió Mireya Luis el momento en que Cuba se quedaba fuera de Londres 2013?

—Imagínate… eso fue… Eso fue como un golpe bajo, de verdad que sí. Yo no miré la olimpiada, no pude verla.

“Mi esposo creó un restaurant en mi honor que se llama Las Tres Medallas y la gente iba a ver los partidos allí y puedo contar casi con los dedos de las manos a los que me pudieron ver allí.

“Para mí fue muy duro, y para Reglita también. Quizás porque nos tocó verlo desde dentro. Regla es parte del colectivo técnico y yo fui Jefa de la Delegación para ambos torneos clasificatorios olímpicos: el de NORCECA y el de Asia.

“Verlas perder con un equipo que nosotros enseñamos a jugar voleibol fue muy duro, y para las muchachas fue muy duro también. Pero la cuestión es que ya no había tiempo. Para estar en esos Juegos Olímpicos e incluso hoy, para buscar una clasificación olímpica, hay que trabajar todos los días, durante cuatro años, como dice Eugenio”.

—¿Cuál es la premisa para reinsertar a Cuba en el nivel mundial?

—Primero tenemos que hacer crecer la población de atletas en el voleibol. Que la preparación de los atletas se profundice en la base y que lleguen con mejores opciones a las categorías superiores.

“Hay que trabajar en la preparación político-ideológica del atleta y no es que ellos piensen diferente sino que hoy, partiendo del concepto de que un buen revolucionario es aquel que cumple todas sus responsabilidades a cabalidad y lo hace con rendimiento favorable, hoy nuestros atletas no son todo lo revolucionarios que pudieran ser, precisamente por eso, porque ya no son todo lo grandes que pueden llegar a ser. Y en esta concepción hay que educarlos y reformarlos.

“Tampoco podemos traicionar los métodos que nos hicieron ser la mejor escuela del mundo, con adaptaciones al contexto actual, pero hay que encausar nuestras acciones nuevamente sobre ese rumbo. Sobre la base de esas ideas se están tratando de enrumbar todas las acciones que, como Federación, ponemos en marcha. Se harán todos los cambios que sean necesarios hasta encontrar la clave para recuperar los éxitos.

“Pienso que hay tiempo, hay que competir lo mejor que podamos y aprovechar todos los espacios para ganar experiencia y competitividad de manera que esto nos permita regresar en Rio 2016”.

El voleibol femenino cubano eslabonó una cadena de resultados a nivel internacional impresionante. Cuatro medallas al hilo (Oro: Barcelona´92, Atlanta´96, Sydney´00 y Bronce Atenas´04) en el torneo de los Juegos Olímpicos, así como el cuarto lugar en Beijing´08 dan fe de un trabajo continuado que posibilitó la permanencia de Cuba en la elite del deporte de la malla alta. Tras Beijing, el retroceso en los resultados y la disminución del rendimiento de nuestra isla en la arena internacional, incluso a nivel del área latinoamericana, ha caracterizado las participaciones de los equipos Cuba; una situación que tocó fondo cuando quedamos fuera de la fiesta olímpica que organizó la capital del británica el pasado año 2012.

Espectaculares Morenas del Caribe... ¿la debacle? (III)

Como parte de la serie de trabajos que pretenden analizar la última década del voleibol femenino cubano desde la óptica de varios de sus protagonistas, Cubahora comparte las opiniones de Juan Carlos Gala, Director Técnico de la Selección Nacional cubana de voleibol femenino desde el año 2009, y Yoana Palacios, joven jugadora y protagonista ofensiva de dicho conjunto; pilares dentro de la última generación de morenas que ha tenido la misión de defender los colores patrios.

 

JUAN CARLOS GALA

Al preguntarle sobre la última década del voleibol en Cuba, Gala responde rápido y con palabras seguras, “si comparamos esta etapa con la que se vive actualmente podríamos decir que fue buena, sobre todo por el principio de este período, en el que se vieron los últimos resultados del trabajo que se había estado haciendo y que terminó con un bronce olímpico en 2004 con atletas como Yumilka Ruiz y Zoila Barros que asumieron muchas responsabilidades.

”Las etapas están delimitadas por los cuatrienios, que es el ciclo que rige el trabajo. De cara al próximo, a Beijing, se trabajó la preparación con un equipo extremadamente joven —en el que descollaban Nancy Carrillo y Rosir Calderón— que logró un cuarto lugar olímpico. Nos quedaba una buena generación para trabajar, pero hay que decir que para estos años ya la Escuela Nacional de Voleibol se había descontinuado y no había reserva, al menos, no teníamos una reserva sólida.

”A partir del 2009 asumo la dirección del equipo. Nosotros nos enfrentamos a la ausencia de la reserva, marcada por un trabajo en la base muy malo. Las atletas que han estado en la selección mayor durante estos años no tienen una formación completa. Ellas han tenido que suplir ausencias y saltarse etapas de su desarrollo. Vivimos una situación extrema, la media de edad del equipo de mayores es 18,6 años, con niñas de hasta 13 años incluidas. Son atletas que acaban de llegar a esta escuela y ya están en el equipo nacional. Esto nunca se había visto y está condicionado, en primer lugar, por inexistencia de una cantera y por la descontinuación que sufrió el trabajo desde la base y con ello, la ausencia de promociones hacia la preselección nacional.

”Es cierto que Mireya Luis, Magalys Carbajal y Regla Torres debutaron con Cuba con 15 o 16 años, pero fue solo luego de haber pasado por todo un ciclo de preparación en el primer nivel. Ahora recibimos atletas de la misma edad y van directo a las filas de la selección, desde ese momento arrastran dificultades técnicas y tácticas que se revierten sobre el resultado del equipo y su demostración sobre la cancha. Unido a otras tantas limitaciones de corte material que también inciden y que han condicionado el declive de Cuba en cuanto a la calidad y rendimiento de su voleibol femenino”.

—¿Cuáles son las debilidades del equipo actual?

—En primer lugar, no tenemos atletas que sirvan de inspiración, no tenemos atletas con la madurez para ser líderes dentro del equipo. Existen muchos errores técnicos y no hay una concepción clara de cómo enfrentarse a las diferentes situaciones que se le presentan, lo cual está ligado a que llegan con inexperiencia y enseguida tienen que asumir responsabilidades importantes. El trabajo aquí está muy limitado por estos aspectos y, por la propia dinámica de las exigencias internacionales, hemos tenido que avanzar tapando baches en lugar de trabajar normalmente para limar todos los errores.

“Para el voleibol, todos los años son competitivamente fuertes porque la FIVB tiene un calendario muy activo. Nosotros aquí contamos con todo el apoyo de la Federación Cubana y con los conocimientos para trabajar, pero hay aspectos que dependen de las atletas y ahí también estamos fallando. Está faltando la consagración, el espíritu de lucha, el deseo de superarse, y todo va condicionado por la falta de competencia. Como ahora mismo llegan aquí y ya son parte de la selección nacional pues no tienen ese deseo de mejorar, de perfeccionar su técnica, de ser más profesionales. No han tenido que lucharse el puesto y a la hora de competir, como no se tuvieron que esforzar pues no sienten y no actúan con el mismo nivel de compromiso”.

—Estructura nacional competitiva para el desarrollo de talentos… ¿Existe y funciona?

—Existe y se está haciendo todo el esfuerzo para lograr que funcione de manera óptima. Nosotros tenemos un grupo de metodólogos que se dedican directamente a eso. Antes existía mucha más especialización, y es lo que estamos tratando de rescatar para poder tener el control de todos los atletas del país y darle seguimiento a los de mayores potencialidades.

“En cuanto a las competencias, pues igualmente se ha perdido la estructura nacional que incluía competir todos los fines de semana en diferentes provincias del país. Hoy, por las condiciones y recursos con los que contamos, solo se compite una vez al año en cada categoría. Así, no se puede desarrollar el voleibol. El sistema competitivo es algo de lo mucho que hay que retomar de la vieja escuela porque hoy mismo lo que tenemos es ineficiente”.

—¿Qué opinión sostiene usted ante la posibilidad de que los atletas cubanos jueguen en la arena internacional, que se inserten en otras ligas?

—Es un asunto de suma importancia, que se debe poner en práctica, pero siempre cuidando los términos del contrato y llegando a acuerdos con países que nos den total seguridad de que ese grupo de atletas serán atendidos y cuidados con todo el rigor que ameritan.

“Obviamente, este es un paso que sería muy bueno para el deporte, no solo para el voleibol sino para el deporte en general, porque elevaría el techo del nivel de Cuba. El voleibol es un deporte en el que internacionalmente ya se juega mucho más de lo que se entrena e insertar a los cubanos en otras ligas aumentaría la posibilidad de que los atletas nuestros se enfrenten a todo tipo de situaciones competitivas de manera constante. Es un paso que creo, hay que dar, pero con mucha cautela y de una forma muy organizada, para que se revierta en beneficio.

”Ahora mismo, para tomar una decisión de este tipo, hay que recuperar primero el espacio cedido a lo interno. Hay que rescatar la Escuela Nacional de Voleibol, con toda su estructura y todo su sistema, porque solo así formaremos atletas capaces de insertarse satisfactoriamente y de aprovechar, para bien, las potencialidades de jugar a ese nivel. Son dos procesos que deben verse el uno como complemento del otro”.

—¿Por qué tantas bajas en el equipo femenino actual?

—Nosotros, desde septiembre, hemos tenido seis bajas en el equipo nacional. Hay que reconocer que se ha hecho un trabajo muy fuerte desde fuera y que ha sido causa fundamental de sus salidas. Muchas de estas muchachas están o estuvieron casadas con ciudadanos de otras nacionalidades y por ahí parte todo. Buena parte de las que han salido del equipo en este período son bajas físicas porque eran atletas que mentalmente no estaban con el equipo, que no se les veía ese nivel de compromiso. Nosotros, el equipo de dirección, tenemos la política de no retener a nadie. Ahora estamos en un proceso de organización, para poder tratar de hacer lo mejor, pero sirviéndonos de las muchachas que verdaderamente quieren estar en la selección.

—Gisselle de la Caridad Silva, Wilma Salas, Yanelis Santos, Yusidey Silie, son quizás, los nombres más representativos dentro de la lista de ausencias que asume el equipo Cuba hoy. ¿Alguna imprescindible?

—Santos es la atleta que sentimos, por su honestidad, por su entrega, por su rendimiento y por su apoyo al equipo. Ella llegó, nos planteó que quería el retiro y bueno, nosotros respetamos su decisión, pero estamos conscientes de que era una de las imprescindibles en el trabajo que estábamos empezando a proyectar, porque además sabíamos que está en condiciones de jugar el ciclo completo.

—En el caso de Silie, ¿veintiocho años es mucho para seguir en el voleibol?

—Desde que asumí la dirección del equipo mantuvimos a Silie dentro porque no teníamos otra opción dados sus constantes problemas con el peso, de lesión y con su carácter. Fue capitana por la experiencia que tenía, y tengo que decir que asumió muy bien su papel. Al fallar la clasificación, decidimos que terminara su carrera porque además, como te decía, arrastraba una lesión seria en la rodilla, ligada precisamente a su peso corporal que no era el ideal.

—¿Se mantiene la formación 6-2?

—Hasta este minuto estamos trabajando con ese sistema de juego. Es la visión que tenemos y es lo que mejor podemos ejecutar de acuerdo a las características de las jugadoras con que contamos. Hemos realizado algunos entrenamientos sobre la base del 5-1, pero es solo para que ellas tengan conocimiento y se familiaricen con esa rotación, porque hay que tener siempre un respaldo.

—¿Qué expectativas tiene de cara a Rio 2016?

—En lo personal, he contado con todo el apoyo de la Federación, representada por Eugenio George. En este momento me siento con mucha motivación y deseos de trabajar porque sé que se pueden lograr muchas cosas con estas chicas. Alguna que otra jugadora me deja dudas de si continuará o no, pero de manera general este grupo es muy disciplinado, puntual y trabajador, y esto te da deseos de avanzar, de echar pa´lante porque no hacemos nada con trabajar y que de un día para otro te quedes sin equipo.

—Desde tu experiencia como atleta del equipo nacional, ¿qué opinión te merece la selección cubana de voleibol?

—Me incorporé a la selección cubana en el año 2009, ese año, enfrenté mi primer torneo internacional como parte del equipo que participó en el Torneo de Campeones en Puerto Rico y luego fui al Campeonato Mundial Japón 2010, donde desempeñé un buen papel. También en este último ciclo integré los equipos que participaron en los torneos de Norceca, Copa Panamericana, Grand Prix y todas las bases de entrenamientos planificadas por la dirección del equipo. Creo que somos un equipo de muchachas jóvenes, que tenemos muchos deseos de jugar y de salir a hacer las cosas bien dentro de la cancha, pero nos falta llegar a consolidar una madurez competitiva y también madurar mucho más como atletas de alto rendimiento.

—¿Cuáles son las principales debilidades que presenta el equipo?

—En estos momentos tenemos un equipo nuevo, la mayoría pertenece a las filas juveniles y carece del fogueo a nivel internacional, que es lo que nos da la experiencia dentro del esquema de juego y para enfrentar momentos decisivos dentro de los partidos internacionales. La mayoría solo ha participado en la Liga Nacional, un torneo que, si bien nos brinda la única posibilidad que tenemos de jugar ante nuestro público, tampoco es un gran medidor, porque no tiene el mayor nivel.

—¿Qué acciones consideras que se deberían tomar para que la selección nacional pueda mejorar su rendimiento en la arena internacional?

—Incorporarnos al circuito mundial sería muy bueno, porque nos desarrollaríamos un poco más ya que podríamos enfrentarnos con mayor frecuencia a otras jugadoras de un mayor nivel y experiencia y así mejorar nuestro nivel. Actualmente presentamos grandes problemas con el recibo y la defensa de campo, creo que necesitamos lograr mayor concentración dentro de los partidos, en la mayoría de los casos nos cuesta salir de esos malos momentos que se presentan dentro de un juego.

—¿Cuánto influye en ustedes el legado de las Espectaculares Morenas del Caribe?

—Mucho, y su presencia en nuestras vidas es constante porque nos encontramos con algunas de ellas por los pasillos de la escuela, miramos sus partidos y sus victorias en los Grand Prix, Juegos Olímpicos y Copas del Mundo. Su legado nos da aliento y fuerzas para entregarnos en los entrenamientos y en las competiciones, tenemos el gran reto de luchar por mantener esa historia que ellas nos dejaron.

—Desde el 2009 la selección nacional ha tenido una constante renovación de sus integrantes ¿cuánto repercute esto en el funcionamiento del equipo?

—La renovación constante es una gran desventaja y esto ha influido en nuestra inestabilidad. Ese factor que mencionabas y algunas jugadores claves que han causado baja, nos ha golpeado, unido a que somos un elenco formado en su mayoría por atletas bastante jóvenes a las que nos pasa factura la experiencia y la falta de concentración en los partidos claves.

—Perspectivas para el ciclo olímpico rumbo a Río de Janeiro 2016

—Primeramente clasificar y volver así al torneo olímpico, ya que nos ausentamos en los pasados Juegos Olímpicos de Londres 2012, pero antes debemos participar en la Copa del Mundo, los torneos Panamericanos y de Norceca, la Copa de Campeones y los Juegos Panamericanos en 2015, creo que estas son las principales competencias que debe enfrentar nuestra joven escuadra. Considero que es un ciclo olímpico muy importante porque hay que trabajar para poner nuevamente al voleibol femenino cubano en lo más alto a nivel mundial.

Cuba
Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate - Videos: Canal Caribe / TV Cubana y Cubavisión Internacional....
Durante la ceremonia inaugural de os 60 Juegos Escolares Nacionales, celebrado en el Coliseo de la Ciudad Deportiva el 1 de julio de 2024 en La Habana, Cuba. Foto: Calixto N. Llanes/Periódico JIT....
JIT.- «Tiempo de vencer», el tema musical que acompañará a #Cuba en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de #Paris2024. Gracias a Christopher Simpson & Elevación, a la Egrem, al Icaic y al cineasta Ro...
Lo último
La Columna
La Revista