Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- Comparto en estas líneas algunas ideas que me acompañan desde que meditaba sobre el papel de la Prensa Cubana al calor del Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas que emergió a mediados de la década de los años ochenta del siglo pasado en la Isla, a propósito de la “Convocatoria al IX Congreso de la UPEC” (Unión de Periodistas de Cuba).
Primeramente, tengo en cuenta que se lee en esa Convocatoria con vistas a la cita prevista para Julio de 2013: “Exhortamos a toda la membresía, integrante de un sector revolucionario, firme y fiel, a que participe con sus criterios y propuestas para que el IX Congreso de la UPEC contribuya al perfeccionamiento del periodismo y del Socialismo en nuestro país” —las negritas son mías.
Así me permito, por considerar que son válidas, resaltar otra vez las tesis esenciales que sostuve en “Cuba: El deber ser de sus medios de comunicación” —título concebido/publicado originalmente para/en la versión digital del Periódico Adelante en el que me inicié en la centro-oriental provincia de Camagüey en Marzo de 1981.
Pienso que en este minuto, quizás como nunca antes, hay que difundir lo que la vida revela y no el querer que sea; sistematizar la labor informativa, cada vez que el caso lo requiera; y a la vez, articular el reflejo de los valores del terruño, la nación y el universo, evitando caer en “el aldeano vanidoso”, pero enfatizando en nuestro vino.
En última instancia, me acompaña la convicción según la cual la Prensa Cubana debe ser germen de vida espiritual, nutriente del proceso de desarrollo social, tributo a una mejor calidad de vida del pueblo y crítica/propuesta de solución de los problemas que encara nuestra sociedad —sin obviar jamás ni contexto histórico ni que una Revolución vale cuanto sea capaz de defenderse-enriquecerse.
Entretanto, ni remotamente estoy presumiendo de “descubridor del agua tibia”. Apenas me mantengo en la sintonía del contenido del “Informe-Central-al-VI-Congreso-del-Partido-Comunista-de-Cuba” que plantea —y cito su médula, de acuerdo con el asunto de marras:
“Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la misma suerte que los acuerdos de los anteriores, casi todos olvidados sin haberse cumplido […]”.
“[…] debemos cultivar y preservar la interrelación incesante con las masas, despojada de todo formalismo, para retroalimentarnos eficazmente de sus preocupaciones e insatisfacciones y que sean precisamente ellas quienes indiquen el ritmo de los cambios que deban introducirse”.
“En la consecución de este empeño la prensa cubana, en sus diferentes formatos, está llamada a jugar un papel decisivo con el esclarecimiento y difusión objetiva, constante y crítica de la marcha de la actualización del Modelo Económico, de modo que con artículos y trabajos sagaces y concretos, en un lenguaje accesible para todos, se vaya fomentando en el país una cultura sobre estos temas.
“En este frente se requiere también dejar atrás, definitivamente, el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión pública, lo que supone elevar la profesionalidad y los conocimientos de nuestros periodistas; si bien es cierto que, a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, en la mayoría de las veces ellos no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión. La suma de estos factores explica la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales aburridos, improvisados y superficiales”.
En correspondencia y por fidelidad a mis convicciones revolucionarias-partidistas-periodísticas (milito en el Partido Comunista de Cuba y en la Unión de Periodistas de Cuba —pensando en el último Congreso de la primera organización y en el porvenir de la segunda), confieso que me cuesta mucho trabajo entender el título La prensa cubana silencia la 'crítica al silencio' de Miguel Díaz, algo sencillamente absurdo a esta altura.
(En la versión de este trabajo publicada en Octubre de 2012, incluí: “porqué tiene que acontecer que un intelectual identificado con los intereses del Socialismo en la Mayor de las Antillas como Esteban Morales se interrogue en ¿A QUIEN PREGUNTAR?: '¿Dónde está el cable, que se prometió nos iba a mejorar nuestra situación de internet? ¿Porque llevan tanto tiempo sin informar como van los procesos anticorrupción? ¿Porque nuestro Ministro de Relaciones Exteriores celebra una entrevista sobre la cuestión de las relaciones con la emigración cubana y nuestra prensa no publica nada? ¿Porque hemos tenido que seguir el caso Marambio por la prensa extranjera? ¿Porque no informaron sobre lo que ocurrió con la diputada de las Tunas? ¿Porque hace unos días publicaron un texto tan ridículo para informar que había cólera en Cuba? [Sic]'”).
A la sazón y también por fidelidad a mis convicciones revolucionarias-partidistas-periodísticas, significo con el mismo espíritu que escribí en “Cuba: ¿en qué marco la diferencia?” —y luego de subrayar “Critico a nuestra Revolución con la misma fuerza/voluntad que pudiera utilizar un Hijo sincero al referirse a su Madre. Hacer otra cosa […] es injusticia de fuerza mayor”—: Sin negar el carácter clasista de nuestra función, “Al secretismo y a la falta de transparencia, ni un tantito así”.
He aquí por donde pienso que debe transitar/pronunciarse este crucial Congreso de la UPEC.
