Granma.- El sábado 11 de julio de 1958, hace hoy 55 años, los fusiles de una patrulla del Ejército Rebelde, en la confluencia de los ríos Jigüe y La Plata, comenzaron a marcar con el estampido de sus disparos, la batalla que, bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, constituyó un viraje en la guerra de liberación del pueblo cubano.


La batalla de El Jigüe tuvo lugar entre los días 11 y 20 de julio de 1958, en el momento culminante de la última y más vigorosa ofensiva lanzada por el ejército de la tiranía batistiana contra las fuerzas rebeldes. Con apenas 300 hombres, muchos de ellos con armas deficientes y muy escaso parque, los rebeldes resistieron el ataque de 14 batallones apoyados con fuerzas de aviación, artillería, naves de guerra y tanques. Fue el último descalabro de la ofensiva batistiana en el verano de 1958.

Las fuerzas rebeldes, después de varios combates sangrientos entre el 25 de mayo y el 10 de julio, estaban virtualmente rodeadas de batallones enemigos que avanzaban desde Santo Domingo, las Vegas de Jibacoa y San Lorenzo, desde el norte, y desde Palma Mocha y La Plata, por el Sur.

Partiendo de esta última dirección, un batallón había penetrado hasta El Jigüe, casi en el centro de las posiciones rebeldes, y estaba ya a muy corta distancia de Radio Rebelde, el hospital, los talleres de fabricación de minas y otros puntos vitales de las fuerzas revolucionarias.

Apenas finalizados los combates de Meriño, una fuerza de unos 120 hombres se movió con toda rapidez sobre el batallón enemigo, que quedó cercado por tropas que, a su vez, estaban cercadas.

En esas condiciones se desarrolló una decisiva lucha que cambió totalmente el balance de las fuerzas en la Sierra maestra.

Las gloriosas jornadas militares de El Jigüe significaron un jalón determinante porque en el fragor de los disparos, en los héroes serenos y en los mártires inolvidables de esa epopeya, la historia de la nación cubana comenzó a cambiar sus rumbos definitivamente.

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