Por Jorge C. Oliva Espinosa*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- "Al pan, pan" y "Al César, lo que es del César". He reunido un refrán popular con una cita bíblica y no es por gusto. Ambos me vinieron a la mente, al escuchar el discurso del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del período de sesiones de la Asamblea Nacional. Nuestro Presidente no se anda con rodeos y calificó con claridad conceptual lo que veníamos disimulando con eufemismos.
Desde hace rato, los cubanos estamos sustituyendo términos existentes en el diccionario y aportando significados nuevos al idioma. Así llamamos jineteras a las prostitutas, desvío o apropiación indebida al robo, regalitos a los sobornos; se suplanta el verbo delinquir, por luchar o vivir del invento y los delitos y vandalismos se engloban, con otras desviaciones de la civilidad, bajo un neologismo muy cubano: indisciplinas y conductas indebidas. Raúl fue categórico, llamó a cada cosa por su nombre y deslindó las fronteras, muy claras por cierto, entre delito, contravención e indisciplina.
Estamos presenciando un cambio muy significativo en el método y en el estilo de gobierno, distintos a los que estábamos acostumbrados desde hace décadas. De estilos y métodos diferentes me ocuparé en una próxima crónica. Pero ahora, es preciso concentrarnos en este discurso. En él se señala como gran culpable al pueblo.
Paradójicamente, se le pide colaboración al acusado para enfrentar la situación denunciada y se anuncia como remedio la mano dura y otros métodos represivos. Sobresalen dos reconocimientos tácitos: los males que nos aquejan y "la mano blanda", la criminal tolerancia con que hasta ahora se ha permitido la proliferación de esos males.
Es muy probable que este discurso produzca reacciones diversas. No lo percibirán igual, delincuentes y personas decentes. Entre estas últimas, unas lo aplaudirán, otras le imputarán retraso, no apuntar a las verdaderas causas, ser "más de lo mismo", o tratarán de descalificarlo al atribuirle culpabilidad en la situación que denuncia. Situación de degradación y descomposición social que, todos los que amamos a Cuba, estamos llamados a conjurar y combatir. Pero, sea cual sea la visión con que se le juzgue, justa o injusta, una cosa es innegable: Este Presidente ha rescatado el idioma que estábamos deformando; salva, entre tantos valores perdidos, los valores semánticos de ciertas palabras, habla bien claro, le dice "al pan, pan y al vino, vino". Hay que reconocerlo y acreditárselo como característica. "AL CÉSAR, LO QUE ES DEL CÉSAR".
Desde Regla, Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
*Jorge C. Oliva Espinosa, ingeniero Industrial, profesor universitario, escritor.