Por Virgilio Ponce*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Corría el año 1959, tenía yo 7 años y estudiaba en la Escuela Municipal "Valdés Rodríguez" de La Habana, la Revolución había llegado al poder el 1º de Enero y nuestra escuela estaba también en revolución.


Cada día oíamos cosas nuevas en la escuela, un día se nos propuso hacer una colecta para donar un tractor a la Reforma Agraria, cada uno aportaba lo que podía. Tuve que insistir a mi madre para que me diera dinero, pues parecía que no escuchaba mi pedido, al fin me dio unas dos pesetas y mi bisabuela algunas monedas más. Cada vez que me enviaban a la bodega guardaba algunos centavos del vuelto y cuando tenía un medio o un real, lo llevaba a la escuela, quería aportar el máximo.

Llegó el día en que se tenía la cantidad necesaria y se compró el tractor, se nos dijo que vendrían a buscarlo pronto; un día al llegar la escuela estaba toda de fiesta, ese día vendrían a buscar el tractor y llegó el Comandante Camilo Cienfuegos con una comitiva. Camilo llegó temprano, nos reunimos en el patio, todos estábamos en formación, habló el director y Camilo, quizás alguien más, no recuerdo, todos los chicos estábamos muy nerviosos. Camilo pasó delante de mi, lo vi muy alto, me pareció un gigante y muy delgado, tenía una gran barba, su sonrisa era permanente y como siempre llevaba sombrero, le pasó la mano en la cabeza a unos de los más pequeños de estatura e intercambió unas palabras con él, creo que fue a Noel. Le vi jugar baloncesto con los grandes de la escuela. En esos momentos quise ser el más pequeño para que hablara conmigo o de los grandes para jugar baloncesto con él, Camilo era mi héroe.

Ese día cuando la guagua me dejó en casa, corrí y lo primero que hice fue ir a ver a mis bisabuelos Mama y Pipa para contarles que había visto a Camilo, mi bisabuela me dijo que si lo había visto bien, porque ese era un santo, mi bisabuelo reía, yo no entendí nada, rápidamente fui con mi madre a lo mismo, me escuchó con atención y me preguntó que si era alto, que si habló conmigo, que sino iba el Che con él,...

Pasaron lo días, quizás meses, llegó el 28 de Octubre y se anunció la perdida del avión con Camilo cuando retornaba de Camagüey, mi madre lloraba, mi padre decía que ya aparecería, yo estaba muy preocupado, triste, era mi héroe; todos estaban al tanto de la radio y la TV, alguien dijo que había aparecido y todos salieron a la calle, algunos dispararon con sus armas al aire, más tarde se desmintió, las horas pasaron fue un largo día, dormí temprano como siempre y con la ilusión de que a la mañana dijeran que había aparecido, al despertar seguían oyendo Radio Reloj, Camilo no apareció, se anunció oficialmente.

Han pasado 54 años, nunca olvido el 28 de octubre, nunca olvido a Camilo.

Hoy leí muchos artículos sobre él, pensé que debía hacer algo, no sabía que pudiera hacer para rendirle homenaje a ese gigante, al atardecer salí de mi apto. de un jardín cercano tomé varias flores, fui a la playa, parqueé fácilmente pues en esta época ya no hay turistas, caminé por la arena hasta llegar al mar y allí lancé mis flores al agua, retorné contento, como aquel chico que vio a Camilo.

Creo que mientras una persona se recuerde está entre nosotros, sé que él no estará conmigo en Europa, pero estoy seguro que está en Cuba, en Lawton, en Yaguajay,... en una fábrica, en una escuela, en un hospital, en los campos u otro lugar donde sea necesario y estará trabajando duro, defendiendo el proyecto del Moncada, porque mi héroe no descansa nunca.

Hendaye, País Vasco francés, 28 de octubre de 2013

*Virgilio Ponce, cubano residente en Europa.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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