Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- Hace cuatro años, víspera del Día de la Cultura Cubana —el 20 de Octubre, porque ese día en 1868, en medio de la lucha contra el colonialismo español, patriotas bayameses entonaron las notas del Himno Nacional por primera vez—, redacté Amamantar la Identidad Nacional Cubana con la inclusión de definiciones operacionales afines.


En esa oportunidad, hice constar que a partir de la encrucijada de los siglos XX-XXI las relaciones internacionales fueron acuñadas con el término de Globalización Neoliberal entre cuyas principales características no solo se encuentran la Unipolaridad vs. la Multilateralidad sino también el intento de implantar una homogeneidad hegemonizada —revitalización ampliada de la doctrina Monroe: América para los yanquis y el mundo Made in USA.

Al propio tiempo, resalté que tal escenario encara un intento de secuestro de las Identidades Nacionales: conceptualmente, el proceso que sintetiza y tipifica a cada pueblo (por su cultura, lengua, idiosincrasia, autorreconocimiento, sentido de pertenencia...), de acuerdo con los valores que están en juego en un momento histórico dado (materiales y espirituales), lo que simultáneamente se distingue y asimila lo global, lo universal (la transculturación necesaria e inevitable) —ello, ajustado a la Isla del mismo modo.

Unos meses atrás, escribí Cuba, dos pasos adelante y ¿uno atrás? en cuyo contenido recordé que a propósito del Encuentro “Cubanos residentes en el exterior contra el bloqueo, en defensa da la soberanía nacional” efectuado a principios de 2010, rotulé Diferente a la mafia-gusano-yanqui con esta acotación:

“Imagino difícil que alguien en pleno raciocinio niegue que la vida se ha encargado de evidenciar la heterogeneidad de esos residentes [emigrados/as cubanos/as], todavía más en Estados Unidos y España donde el mercenarismo se ha enseñoreado al amparo de la sistematizada política de Washington y Madrid para intentar desmontar la Revolución Cubana y la cultura que ella representa, por múltiples vías. Si bien se trata de un número reducido de personas, asimismo es tangible que son aún quienes más influyen/se dejan manipular por el dictado de las autoridades y parte del gran capital de esas metrópolis”.

En esas alusiones, me referí puntualmente a esos que abandonaron la Patria que los vio nacer luego de servirse de ella y en este tiempo se revelan como los más papistas que el Papa/verdaderos agentes de Washington; y todavía más a la representación de la terrorista-mafia-gusano-yanqui con epicentro en Miami, consorte de la “disidencia” del patio alimentada por el “Norte revuelto y brutal” —amén de otros bandoleros y quienes conscientemente se han prestado/se facilitan para el show anticubano.

¡¿Cuánta incompatibilidad con el acontecer en torno al VIII Encuentro Regional de Cubanos Residentes en Europa que incluso recibió la sorpresiva llamada de Ramón Labañino, uno de Los 5 legítimos antiterrorista secuestrado al Norte del Estrecho de la Florida por combatir actos vandálicos contra Cuba, Estados Unidos y terceros países?!

Ahora incorporo a integrantes de la Asociación de Cubanos Residentes en Colombia en su III Encuentro Nacional, quienes se pronunciaron por el fin del Bloqueo a la Patria de la siguiente forma: “Denunciamos la arrogancia del Gobierno norteamericano y exigimos el fin del bloqueo, una flagrante violación del derecho internacional, contrario a los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas”.

Acredito, pues, que existe una gran polarización política al interior de la comunidad cubana residente en el exterior. Y, en consecuencia, doy mi visto bueno a la actitud de La Habana hacia la mencionada comunidad.

Entretanto, reconozco a la mayoría de cubanas y cubanos que allende el mar son depositarios de nuestra Identidad más allá del placer por el Congrí, la Carne de puerco frita, la Yuca con moho, la Cerveza, el Ron, la Pelota, el Son, el Dominó…—aunque este asunto puede ser compartido además por la minoría que ansía el reino del Águila Imperial en el Caimán Verde.

Es una verdad de Perogrullo que la generalidad de los segmentos poblacionales que desde decenas de naciones ven a su Patria como referente identitario, de disímiles maneras contribuye económicamente al bienestar de sus familias residentes en nuestros terruños y, de facto, tributan al desarrollo de la sociedad cubana.

Es innegable también que el aporte monetario de las personas oriundas de la Mayor de las Antillas a su país se inscribe en el contexto de la dinámica del movimiento migratorio a escala mundial cuyo eje central radica en dejar atrás las restricciones materiales y, de facto, tributar a la mejoría de sus allegados en las casas del patio.

Al mismo tiempo, hay que decir que la comunidad de marras queda distante de los primeros lugares en porcentaje del movimiento migratorio internacional, independientemente que pueda tender al crecimiento.

En este contexto, inserto la enhorabuena que trae consigo el quehacer cultural de cubanas y cubanos que permanecen en otras naciones. Imagino difícil no sentir orgullo por los éxitos de nuestros paisanos en la Música, el Ballet, las Artes plásticas. En mi caso, aunque repudie si se trata de quien exhibe una actitud francamente contrarrevolucionaria, en el fondo aplaudo por el parabién al nombre de Cuba.

Leyendo entrevistas y declaraciones que por estos días han realizado Descemer BuenoPancho Céspedes y otros, rememoro la obra Salomón Mikowsky quien ha sido considerado por el Historiador de La Habana, Eusebio Leal, como “símbolo” del lema que reza que “el arte no tiene patria, pero los artistas sí”. Saludo, entonces, la actitud de las autoridades del ramo respecto a nuestros artistas.

No menos alegría me reporta saber de los magníficos resultados de deportistas preparados esencialmente en Cuba y que decidieron marchar a otras latitudes en busca de la cumbre en sus áreas de desarrollo y también de tangibles progresos económicos para sí y sus familiares. Si bien estoy en desacuerdo con la forma elegida por muchos casos para alcanzar sus propósitos, asimismo comprendo que en más de una ocasión ello ha sido el resultado de la aberrante Ley de Ajuste Cubano.

Nunca olvidaré que le escuché decir a Luis Ulacia, en su momento primer bate por excelencia del Equipo Cuba de Beisbol, que le gustaría jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos, aunque creía que para eso no tenía que ser una obligación desertar y traicionar a su pueblo. Pero a fuerza de sinceridad, considero que en este orden de pensamiento no se debe obviar que tal actitud fue en otro contexto menos complejo que el actual.

Recuerdo ahora palabras de José Ariel Contreras en la última visita a su Pinar del Río, oportunidad en la que manifestó:

“Antes que todo somos cubanos. Donde quiera que estemos y haciendo lo que hagamos. Jugando beisbol, o barriendo una calle en cualquier lugar del mundo, seguimos siendo cubanos. De hecho, yo tengo una cláusula, que firmé en 2002 con los Yankees, donde dice que en contra de Cuba no juego. Si juego en un evento internacional, es con mi equipo. Y ese es mi sueño, tener la oportunidad de jugar por Cuba antes de retirarme. Pasa lo mismo con el resto de los peloteros que jugamos fuera. Pero no depende de uno. Agradezco al gobierno cubano por dejarme regresar. Lo otro sería representar al país. Si sucediera, entonces me retiro tranquilo”.

“Cuando yo voy para la loma llevo a Cuba en mi corazón. Juego para mi gente, me preparo a diario para eso. La Serie Mundial ha sido, junto a la Olimpiada del 96´, lo más grande en mi carrera. Entonces recuerdo que estábamos en la parada con los aficionados de los Medias Blancas y Ozzie me pidió que hablara. Había dos millones de personas. No sabía inglés, pero la gente quería que yo hablara. Mandé un saludo a Cuba, a Pinar del Río y luego a Chicago”.

[…] Yo soy de aquí, esta es mi tierra. Los dominicanos terminan una temporada y regresan a su país. Todos los hacen. Pero sí, quiero volver. Esta es la casa que me hizo el viejo, mi casa, la casa de los Contreras”.

Encuentro, a la sazón, sensatez en el Periodista Fidel Alejandro, quien sostiene:

“Aunque ya sabemos de sus diferencias antagónicas, sueño con un acuerdo entre la Oficina de Control de Activos Extranjeros y el Gobierno de mi país. Tendríamos a Villa Clara en la Serie del Caribe de febrero, y a muchos más peloteros en las Ligas Mayores.

“Pero por ahora los que tenemos no los puedo dejar de mencionar como si fuesen delincuentes. Ellos también son cubanos”.

Saludo también, en correspondencia, la actual política del INDER con sus deportistas.

En resumen, percibo que por idiosincrasia el cubano/a prefiere salir y regresar a su seno familiar/social y/o nunca perder el contacto con esa suerte de ombligo patrio. Por tanto, me resulta indiscutible que Cuba recibe el aporte de la emigración a su Identidad. ¡Que así sea siempre! —al margen de vendepatria.

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